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Cantatas escogidas en la Cartuja

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 15). Música de cámara.

Jueves 3 de julio, 21:00 horas. Iglesia del Monasterio de la Cartuja. Capilla Santa María, Ana Vieira Leite (soprano), Carlos Mena (contratenor y director). Escoxidas: obras de A. Scarlatti en el 300 aniversario de su muerte. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

En mis últimos festivales no había podido escuchar ningún concierto en otro «marco incomparable» como es el Monasterio de la Cartuja, que merece la pena visitarlo aunque no haya música. Y en un día de bochorno había que escaparse en la línea 8 para disfrutar de este homenaje a Alexandro Scarlatti con un Carlos Mena (Vitoria-Gasteiz, 1971) que está casi omnipresente en este 74º Festival de Música y Danza de Granada, primero en la misa bachiana del pasado 19 de junio abriendo la edición como cantante, después el 29 con la Academia Barroca del Festival donde dirigió y participó en algún número ya celebrando el #300AlessandroScarlatti y finalmente este primer jueves de julio con «su» Capilla Santa María, integrada por unos músicos curtidos en estos repertorios (los dejo al final de esta entrada), donde canta y comparte más que dirigir, en un programa que no pudo encontrar mejor escenario y además retransmitido en directo por Radio Clásica que es la mejor forma de llevar estas joyas a tantos oyentes fieles, contando con los mejores técnicos de sonido que hay en el ente público.

La web del festival nos presentaba este Homenaje al Scarlatti padre:

En 2025 se cumplen los trescientos años de la muerte de Alessandro Scarlatti, compositor nacido en la Sicilia española del siglo XVII y cuyos vínculos con España los reforzó su hijo Domenico, napolitano y músico al servicio de la monarquía hispánica, en Lisboa, Sevilla y Madrid, durante décadas. Al frente de su propio conjunto de la Capilla Santa María, el contratenor y director Carlos Mena rinde homenaje al compositor ofreciendo su Stabat Mater, una de sus últimas y más sofisticadas creaciones, junto a una serie de cantatas que se conservan en la Biblioteca Nacional, adonde llegaron en un manuscrito que reza en su portada: «Cantadas italianas escoxidas para la Exma. Sra. Duquesa de Osuna mi señora», obras que ahora se exhiben fuera de la intimidad de los antiguos palacios aristocráticos.

Con una iglesia llena arrancaba este recital con las cantatas de Scarlatti padre «Del Tirreno a le sponde» y «E penar degg’io ancora», un orgánico de clave, cello y tiorba siempre impecable, alternando solistas, en la primera Carlos Mena y en la segunda Ana Vieira Leite, dos tesituras y colores  distintos pero mismo gusto y expresión, con el vitoriano en un estado vocal excelente y la soprano portuguesa (que descubrí por Concerto 1700 y después en Oviedo cantando Purcell) cómoda en tesitura y estilo para este homenaje al primer Scarlatti. Comenzaba Mena y seguía Vieira, mientras para el binomio Alessandro Scarlatti / Francesco Durante de las dos cantatas («Dormono l’aure estive» y «Al fin m’ucciderete») sería la portuguesa quien antes del dúo nos dejaría un recitativo con el clave perlado y la tiorba de sustento.

En la siguiente cambio de orden, tras unas palabras de Carlos Mena presentando este «300 aniversario Scarlatti«, tras el  que continuaría el recitativo y el dúo, iniciado por la tiorba delicada de Mingillón, con Ana Vieira Leite, en perfecto empaste y expresividad junto al trío instrumental donde Oyarzábal ornamentaba y Alex Jellici al violonchelo cimentaba estas cantatas que son hijas del padre del «bel canto», llenas de color y sentimiento.

De las notas al programa escritas por  la doctora y profesora en la Universidad de Granada Consuelo Pérez-Colodrero nos informaba de estas Escoxidas que aquí dejo:

«Cantadas Italianas escoxidas para la Exma. Sa. Duquesa de Osuna, mi señora» Biblioteca Nacional de España, M/2245, h. de guarda

A principios del siglo XVIII, Nápoles era una de las capitales de la ópera europea. Sus compositores habían generado un estilo propio, más clasicista y depurado, que generalmente reconoce sus principios fundamentales en las aportaciones de Alessandro Scarlatti (1660-1725), pues, junto a su principal colaborador, el libretista Apostolo Zeno (1668-1750), fue este maestro napolitano quien dotó al género de algunas de sus características clave para el futuro inmediato: simplificó los argumentos para dotarlos de mayor coherencia, creó el aria da capo y estableció la alternancia recitativo-aria.

Pese a lo dicho y a que sus numerosas óperas se estrenaron con éxito en Roma, Florencia, Venecia y Nápoles, donde acaso se manifestó mejor el genio scarlattiano fue en sus casi ochocientas cantatas, destinadas a las representaciones privadas de la aristocracia romana del momento y casi siempre escritas para una o dos voces solistas, únicamente acompañadas por basso continuo, como una contrastada sucesión de arias y recitativos. En efecto, como forma «concentrada» de una escena de ópera, esta alta fórmula de expresión artística constituyó un espacio idóneo para que el compositor mostrara su habilidad y refinamiento, que se hacen particularmente notables en la depurada expresión del contenido del texto poético, habitualmente un monólogo de la ninfa o pastora protagonista, a través de la música.

El estilo vibrante, aunque esencialmente conservador y contrapuntístico de Scarlatti, limitaron su influencia directa en la siguiente generación de operistas napolitanos, encabezada por Leonardo Vinci (1690-1730), Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) o Niccolò Jomelli (1714-1774), por lo que no debe extrañar que incluso su extraordinario Stabat Mater (1724), obra de madurez para dos voces y continuo que había encargado la Confraternità dei Cavalieri di San Luigi di Palazzo, fuera desplazada en apenas una década por la propuesta homónima del pronto malogrado Pergolesi. Sin embargo, precisamente por excelente oficio como compositor, Scarlatti fue valorado como uno de los grandes maestros napolitanos tanto por la incipiente musicología –el historiador Charles Burney (1726-1814), por ejemplo, lo destacó como «el más grande armonista de Italia, es decir, del mundo»–, como por los músicos de la primera mitad del siglo XVIII, que estudiaron con particular interés su producción religiosa. Una clara evidencia de dicho interés fue la circulación de sus cantatas en copias privadas, como el manuscrito M/2245 que custodia la Biblioteca Nacional de Madrid, muy probablemente destinado a las veladas musicales organizadas por Francisca Bibiana Alonso Pérez de Guzmán el Bueno (†1748), Duquesa de Osuna consorte y gran aficionada a la música italiana. Otro magnífico ejemplo de la amplia aceptación de Scarlatti como referente musical para las generaciones siguientes son, sin duda, los XII Duetti da camera (1776) de su alumno Francesco Durante (1684-1755). Este, en el espíritu pedagógico iluminista, se encargó de transformar los recitativos de las cantatas a solo de su maestro en expresivos dúos, en los que la adición de una segunda línea vocal y una serie de interludios, aunque modifica considerablemente las obras originales, establece los que muy probablemente sean los mejores ejemplos de la técnica de parodia del Siglo de las Luces. Con este subterfugio, Durante aseguró la continuidad de al menos una parte de la producción musical de Alessandro Scarlatti, cuyo grueso, pese a ser reconocido por la literatura como ineludible para entender el fértil tránsito entre los siglos XVII y XVIII, ha sido injustamente valorado.

Tras una breve pausa para recoger el clave y recolocar el orgánico completo, ya con los dos violines y el órgano centrado detrás, vendría la obra más conocida y completa de Scarlatti padre, su Stabat Mater donde disfrutar de la alternancia de los solistas, dúos y la expresividad de cada uno de los números que lo conforman con una instrumentación rica, matizada, perfecto ropaje a la escritura vocal del siciliano.

Con un orgánico perfecto en tempi y matices, donde Carlos Mena apenas indicaba el aire para cantar sus solos o dejar a la soprano los suyos, cada «oración» surgió natural, rica, llenando  la iglesia del monasterio, riqueza tímbrica vocal e instrumental para una obra espiritual bien interpretada por todos, la expresividad y control total de Ana Vieira Leite, el magisterio del contratenor vitoriano de voz carnosa y poderosa en todo su registro. Y antes del Fac ut ardeat cor meum, una necesaria parada para afinar y proseguir hasta el final,. De principio a fin esta Madre en pie, «Stabat mater» del Scarlatti padre llenaría de fervor musical un jueves cartujano cuyo Amen fue casi una orden para estas partituras protagonistas y siempre necesarias en este festival.

INTÉRPRETES:

Capilla Santa María:

Manfredo Kraemer, Guadalupe del Moral (violines) – Alex Jellici (violonchelo) – Manuel Minguillón (tiorba) – Daniel Oyarzábal (cembalo y órgano)

Ana Vieira Leite (soprano)

Carlos Mena (contratenor y director)

PROGRAMA:

Escoxidas

Alessandro Scarlatti (1660-1725)

Cantata «Del Tirreno a le sponde»:

Recitativo «Del Tirreno a le sponde» – Aria. Andante. «Care arene» – Recitativo «Misero se perdei la soave cagion de miei sospiri» – Aria «Ah, voi soli tiranni pensieri»

Cantata «E penar degg’io ancora»:

Recitativo «E penar degg’io ancora» – Aria. Adagio. «Quando sarà quel dí che respirar dovró» – Recitativo «Lascia la riva onde lontano stai» – Aria. Andante. «Che gran tormento sia l’aspettare»

Alessandro Scarlatti / Francesco Durante (1684-1755)

A. Scarlatti: recitativo «Dormono l’aure estive» – F. Durante: duetto «Dormono l’aure estive» – Scarlatti: recitativo «Al fin m’ucciderete» – Durante: duetto «Al fin m’ucciderete»

Alessandro Scarlatti
Stabat Mater:

Cujus animam gementem / O quam tristis / Quae moerebat et dolebat / Quis est homo qui non fleret / Quis non posset contristari / Pro peccatis suae gentis / Vidit suum dulcem natum / Pia Mater fons amoris / Sancta Mater istud agas / Fac ut ardeat cor meum / Tui nate vulnerati / Fac me vere tecum flere / Virgo virginum preclara / Fac ut portem Christi mortem Inflammatus et accensus / Fac me cruce custodiri / Quando corpus morietur / Amen

En el 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti

Homenajes corales

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 11 a). Conciertos matinales.

Domingo 29 de junio, 12:30 horas. Monasterio de San Jerónimo, Academia Barroca del Festival de Granada, Carlos Mena (dirección musical). Spiralem tempore: Obras de A. Scarlatti y José García Román. Concierto en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

Los días pasan muy rápido pero el festival no se detiene y así llegaba otro doblete de finde en la celebración de la onomástica de los santos Pedro y Pablo, todo un regalo que la mañana me reencontraba de nuevo con la Academia Barroca del festival este año dirigida por Carlos Mena (Vitoria, 1971). Loable su trabajo con una agenda al completo y que no defraudó con sus alumnos en un programa que además de conmemorar los 300 años de la muerte de Alessandro Scarlatti (Palermo, 1660 – Nápoles, 1725) nos daba la oportunidad de compartir su música con la del maestro granadino José García Román (Las Gabias, 1945), presente en el monasterio, en esta edición donde la llamada «Nueva Música de Granada» está poniendo en valor -aunque no me gustan las frases hechas- una generación de compositores de nuestro tiempo como Juan-Alfonso García, por lo que mejor homenajes en vida escuchando tanta música aún por descubrir.

Así figuraba la presentación en la web de esta matinal de domingo en mi undécimo día de festival:

Un proyecto consolidado
La sexta convocatoria de la Academia Barroca, puesta una vez más bajo los auspicios del gran contratenor y director Carlos Mena, culminará este año con un concierto en el que se celebra el aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti hace 300 años. Scarlatti fue figura esencial de la Europa de principios del siglo XVIII con una música que marcó la historia tanto de la ópera como de la música sacra, hasta el punto de que muchos le atribuyen si no el invento sí la consolidación del aria da capo. Además, obras religiosas del granadino José García Román, cuyas creaciones actuales conectan tradición y modernidad. Una ocasión única para disfrutar de dos universos musicales separados por siglos de distancia, pero unidos por su profundidad y riqueza expresiva.

Diez voces que sobre el papel parecían descompensadas (dejo al final de la entrada la plantilla con sus nombres): cuatro sopranos, dos altos (uno de ellos contratenor), dos tenores y dos bajos que sonaron afinadas, empastadas, ricas en los matices en las obras del ítalo-español (con el sustento de mi paisano Daniel Zapico a la tiorba y del granadino, afincado en Ginebra, Darío Tamayo alternando clave y órgano  reforzando y completando las armonías), pero brillando «a capella» en los tres estrenos del granadino ubicándose en las escaleras del altar con una mejor resonancia y acústica que en el crucero, y así poder apreciar la calidad de unas voces jóvenes y talentosas en todas las cuerdas (alguna ya conocida en Asturias) siempre atentas al magisterio de un Carlos Mena que incluso participaría como solista en el Miserere o en el «inicipit» del Magnificat donde además «empujó» un tutti victorioso y más que suficiente en todos los sentidos.

Las notas al programa de mi tocayo sevillano Pablo J. Vayón explican muy bien este concierto que ponía fin a una semana de intenso trabajo por parte de una academia barroca del festival que tantas alegrías nos está dando estos años, analizando las obras de dos compositores unidos en San Jerónimo con la presencia del propio García Román:

Scarlatti y García Román: tres siglos en diálogo

Alessandro Scarlatti fue figura esencial en la evolución del Barroco italiano de entre siglos. Nacido en Palermo y formado en Roma desde los 12 años, desarrolló su carrera entre la capital pontificia y Nápoles, con estancias intermitentes en Florencia y Venecia. Aunque más conocido por su ingente producción operística, su música sacra refleja tanto su maestría contrapuntística como una sensibilidad estética profundamente personal. Muchas de sus obras religiosas fueron compuestas durante sus años en Roma, donde trabajó al servicio de cardenales como Ottoboni y Colonna, así como en Nápoles, donde ocupó el cargo de maestro de capilla en la corte virreinal. Son piezas de extraordinaria variedad que muestran una síntesis admirable entre la tradición polifónica romana y el nuevo estilo dramático del Barroco tardío.

En la biblioteca musical de Pietro Ottoboni se preservó un Salve Regina a 4 voces fechado en febrero de 1703 en que se combina el antiguo estilo palestriniano con audaces disonancias de carácter retórico. En el Dixit Dominus a cinco voces (SSATB) y acompañamiento de órgano llama la atención la entrada en canon (muy ornamentada) de las voces. La pieza, sin datar, se divide en seis números y, además de combinar imitación con homofonía, destaca por su notable complejidad rítmica.

El Miserere a doble coro fue interpretado en la Capilla Sixtina el Jueves Santo de 1708, aunque algunos estudios sugieren que podría tratarse de la obra que el compositor escribió ya en 1680 para sustituir el célebre Miserere de Gregorio Allegri. Scarlatti adopta los mismos principios formales que su antecesor: alternancia entre un coro a cuatro voces y otro a cinco, uso del estilo alternatim con los versos pares entonados en canto llano, y empleo del fabordón, una sencilla técnica de armonización. Sin embargo, frente a la sobriedad del modelo, Scarlatti introduce una mayor variedad en las secciones libres, con armonías más elaboradas y un tratamiento expresivo de las disonancias, que realzan términos clave del salmo y dotan a la obra de una intensidad emocional más acusada.

Aunque se desconoce el lugar y la fecha exacta de composición de este Magnificat (en todo caso, parece ser anterior a 1714), la obra revela un notable cuidado en la expresión musical del texto mariano. Escrita para cinco voces y bajo continuo, se articula en varias secciones diferenciadas, tanto en tonalidad como en estilo. Scarlatti no se limita a ilustrar el texto, sino que lo amplifica retóricamente: el ritmo danzante de «exsultavit spiritus meus», los arpegios descendentes en «et exaltavit» o las disonancias cuidadosamente colocadas en palabras como «humiles» o «misericordiae suae» dan cuenta de su sensibilidad dramática y su fino dominio del contrapunto.

Sin comentar cada obra del padre de Domenico, esta academia granadina consiguió combinarse a cuatro voces en el Salve Regina (con tiorba y teclados), a cinco en el Dixit Dominus, cuyos cambios de tempo y articulación Tamayo pasaba del órgano positivo al clave enriqueciendo una tímbrica especial, otro tanto en el Miserere a doble coro, reubicándose  las cuerdas repartidas en cinco a izquierda y derecha, con dos buenas sopranos solistas -no puedo distinguir sus nombres- y homogeneidad de color en la alternancia de las estrofas y empaste total, con excelentes dinámicas en los conjuntos.

En el Magnificat final si cerrábamos los ojos y escuchábamos un coro de cámara más el continuo, al abrirlos parecía imposible la pequeña plantilla, con balances extremos desde un sonido compacto. Otro solo en el Gloria (a cargo de la alto Paula García Mendoza) y destacar los enlaces para pasar de García Román a Scarlatti  ornamentando y llenando el tránsito del altar al crucero, primero de Daniel Zapico (antes del Miserere), ornamentando siempre «cantando» en unos punteos cristalinos y presentes, siendo todo un seguro en el continuo, después con Darío Tamayo previo al Dixit desde el órgano (eligiendo los registros y volúmenes apropiados) y al clave antes del Magnificat, perlado, utilizando graves y agudos con la portentosa sonoridad del crucero, para proseguir con unos saltos cronológicos pero unificados en intención, emoción, fraseos textos religiosos en latín.

Poder asistir a estrenos suponte un regalo impagable para los melómanos. Retomo las notas de Pablo J. Vayón sobre las tres obras de García Román pertenecientes a su Parva opera (de los años 2014 y 2016):

En el tercer centenario de la muerte de Scarlatti su música entrará en diálogo con la de José García Román, en concreto con tres piezas de su ciclo Parva opera, iniciado en 2014, y que escucharán por vez primera en este concierto. Se trata de breves meditaciones musicales sobre máximas éticas y filosóficas tomadas de autores de la Antigüedad, como Persio Flaco, Lucio Floro o Juvenal. Con una escritura austera y atonal, pero cargada de intención expresiva, el compositor busca devolver actualidad a estos aforismos latinos, realzando su tensión interior a través de disonancias, silencios y texturas depuradas. Más que ilustrar los textos, la música los atraviesa, los suspende o los deja vibrar en la resonancia coral, como si se tratara de fragmentos de sabiduría antigua que siguen interrogando al presente.

Meditar con el canto «a capella» supuso un descubrimiento auditivo y sensorial por la escritura tan actual, que seguramente tomarán nota otros coros jóvenes dentro y fuera de nuestras fronteras, y nada mejor que la expresión de mi tocayo sevillano: «Más que ilustrar los textos, la música los atraviesa», proyección vocal sublime de las diez voces, frescas, seguras, compensadas, capaces de interpretar, guiadas por el vitoriano, a dos compositores tan distintos y distantes en el tiempo pero tan cercanos en la espiritualidad y buen gusto compositivo.

PROGRAMA:

Spiralem tempore

Alessandro Scarlatti (1660-1725):

Salve Regina, en re menor (a cuatro voces, 1703).

José García Román (1945):

Scire tuum nihil es…?, nº VI de Parva opera (para coro mixto. 2016) *

Alessandro Scarlatti:

Dixit Dominus (a cinco voces y continuo, s.d.)

José García Román:

Eam vir sanctus, nº I de Parva opera (2014) *

Alessandro Scarlatti:

Miserere (a doble coro, s.d.)

José García Román:

Vitam impendere vero, nº IV de Parva opera (2014) *

Alessandro Scarlatti:

Magnificat (a cinco voces y bajo continuo, s.d.)

INTÉRPRETES:

Academia Barroca del Festival de Granada

Darío Tamayo, órgano positivo y clave

Daniel Zapico, tiorba

Carlos Mena, dirección musical

SOPRANOS:

Carmen Callejas García – Andrea Ceballos Martín – Luna Celemín Trevín – Laura Rivas Pérez

ALTOS:

Paula García Mendoza – Alejandro López Ramiro

TENORES:

Íñigo Fernández Elorriaga – Raúl Jiménez Medina

BAJOS:

Imanol Gamboa Eguia – Jorge Trillo Valeiro

* Estreno absoluto

Concierto en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti

Clave fabricado en 1982 por Willard Martin en Bethlehem, Pennsylvania, según un original de Nicolas Blanchet.

Corpus Bachii

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (Día 1): Conciertos sinfónicos.

Jueves 19 de junio, 22:00 horas. Palacio de Carlos V: La Cetra (Barockorchester & Vokalensemble Basel), Jone Martínez (soprano), Lea Elisabeth Müller (mezzo), Carlos Mena (contratenor), Jakob Pilgram (tenor), Tobias Berndt (barítono), Andrea Marcon (director). J. S. Bach: Misa en si menor, BWV 232. In memoriam Miguel Ángel Gómez-Martínez.

Creo en dios Bach, creador del cielo y la tierra de la música, también creo en los ateos que también se emocionan con «die große catholische Messe»,  música «que nutre el alma y da alimento al hombre. Es una necesidad, como el pan nuestro de cada día» que así describía la gran misa católica el «apóstol» Andrea Marcon en la prensa local (dejo al final la entrevista). Porque este jueves 19 era la Festividad del Corpus Christi que además de Toledo tiene en Granada su día grande, como grande el inicio de la septuagésima cuarta edición de un festival que sigue siendo peregrinaje obligatorio de todo melómano. No solo los escenarios lo hacen especial, también  los intérpretes, las obras y todo lo que supone la capital nazarí. Para el que suscribe es el reencuentro  con amistades forjadas en anteriores ediciones y hacer de este «asturiano en Granada» un privilegiado que comparte sus sentimientos musicales desde este blog al llegar a mi casa colegial tras la tertulia y el paseo oliendo y escuchando la noche de la Alhambra.

La Misa en si menor, BWV 232 de «Mein Gott» estaba dedicada este jueves de liturgias religiosas y paganas a la memoria del gran maestro granadino Miguel Ángel Gómez-Martínez porque tanto esta fiesta que trasciende lo católico, como lo que supuso para esta capital andaluza su figura y talento, merecía tan magna obra para seguir recordándele, todo un guiño de Paolo Pinamonti (esta noche de anfitrión hasta para Urtasun, el ministro del ramo que al menos asoma en los eventos musicales) pero también de Andrea Marcon, nombres muy unidos a esta ciudad y su festival.

Calidad en La Cetra tanto musical como coral, una formación donde brillaron todos. La orquesta con una concertino que también tuvo su protagonismo, al igual que los dos oboes, la trompa natural, el trío de trompetas, también naturales, con todo lo que supone interpretar números virtuosos pero también melódicos, un órgano siempre atinado en un bajo continuo donde cello y contrabajo dieron sustento…  y hasta los timbales barrocos que pueden traicionar por afinación o presencia, a cada sección el maestro Marcon las llevó de la mano, firme, seguro, convencido y disfrutando. El coro tan importante en toda la misa, cantando a cuatro voces, a cinco e incluso a ocho, cambiando posiciones en las tres partes en que se dividió la misa, sin pausas, solo las justas para afinar, hidratar y no perder concentración, y donde el quinteto solista formaba parte del mismo, integrado antes de avanzar rápidamente al frente en sus arias  y conjuntos solistas antes de retornar a la posición inicial.

De las cinco voces elegidas para la ocasión destacar el empaste y color de todas ellas, con distintas exigencias y protagonismos. La mezzo Lea Elisabeth Müller, estuvo algo corta de volumen al igual que el tenor Jakob Pilgram, muy bachiano a quien La Cetra nos trajo a Oviedo como Juan el evangelista, ambas pese a tener sus intervenciones «aligeradas» por el dios Bach que escribía para disfrutarlas en solitario con unos orgánicos mínimos pero igual de cantables. Bien sin más Tobias Berndt, un barítono no bajo pues en el grave careció del empaque esperado (el Quoniam tu solus Sanctus que hubiera necesitado color y volumen, aunque lo lograse puntualmente.

Poder presumir que dos voces españoles sean ideales para la gran misa de Bach, además alumna y profesor, vuelve a demostrar el nivel que tenemos en nuestra tierra y donde no siempre son reconocidas, pero al menos en Granada se volvió a demostrar. Jone Martínez es una soprano versátil en su repertorio aunque se la nota muy cómoda en la mal llamada música antigua, pues además de tener un color que empasta siempre bien, su línea de canto se adapta como un guante a esta magna partitura. Y su maestro Carlos Mena está en un momento excepcional, sigue siendo no solamente un «alto» seguro de voz poderosa que fluye en cualquier espacio, también por una técnica y color personal que brillaron en sus arias, con el Agnus Dei emocionante, preparándonos para el final Dona nobis pacem del que Marcon decía hablando sobre los políticos actuales en estos tiempos convulsos que si lo oyeran «se les quitarían las ganas de seguir peleando». Paz de espíritu para todos los presentes en vivo y en Radio Clásica.

Casi dos horas de liturgia musical en este Corpus granadino, católicos y luteranos, agnósticos y ateos en común unión con el dios Bach que siempre hace pensar, meditar, emocionar y descubrir algo nuevo en su magna producción, donde esta «Gran Misa» ocupa un altar para intérpretes y público donde volver, al menos una vez al año.

 

Soli Bach Gloria

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Sábado 15 de julio, 12:30 horas. 72 Festival de Granada, Monasterio de San Jerónimo, Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos”: Academia Barroca del Festival de Granada, Carlos Mena (director). Soli Deo Gloria, obras de Johann Sebastian Bach. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.

Sé que seré perdonado por titular Soli Bach Gloria esta entrada de la sesión matutina en el vigésimoquinto día de este festival donde los sones antiguos y barrocos han tenido un papel esencial. Y es que Johann Sebastian Bach (1685-1750), “Mein Gott” sigue siendo el padre de todas las músicas, incluyendo las cantatas y el motete que la Academia Barroca del Festival de Granada nos ha traído hasta San Jerónimo, la faceta docente que entre Aarón Zapico y Carlos Mena han llevado a cabo los últimos años.

Seis solistas que tienen mucha carrera por delante y tres instrumentistas de altura, especial mención a Darío Tamayo que participó en todo el concierto alternando órgano positivo y clave, todos bajo la dirección del contratenor vitoriano Carlos Mena (1971) que tras duros días de trabajo han interpretado una selección de seis cantatas que como titula Pablo J. Vayón sus notas al programa, son “Arte y divisa de Bach”. Sin saber distinguir específicamente todas las voces que participaron, pido disculpas por ello, paso a comentar en la sobremesa tras esta “clase final” en concierto.

Primera cantata Sehet, wir geh’n hinauf gen Jerusalem, BWV 159 con el duetto: «Ich folge dir nach» cantado por las dos sopranos, el alto Juan Manuel Morales y el órgano de Tamayo. Excelente dicción y fraseos con un solista de timbre bellísimo que los años le redondearán.

Siguiente cantata con altos más un tenor solista con acompañamiento de órgano y chelo, Aus der Tiefe ruf ich. Herr, zu dir, BWV 131 y su aria con coral: «Meine Seele wartet». Tenor con buena proyección y altos muy piano, en parte por un órgano positivo que no varió los registros, pero disfrutando de un trío vocal que más adelante también se lucirían como solistas.

De la cantata Der Himmel lacht! die Erde jubiliert, BWV 31 se organizó entre el recitativo «Erwunschter Tag!» por un lado con solista y bajo continuo incluyendo el clave, para en la vivaz aria «Fürst des Lebens, starker Streiten» sumarse el trío instrumental con cierto desequilibrio en el balance vocal pero ejecutado con pulcritud por todos, siempre bajo las atentas indicaciones de Carlos Mena.

La mezzo asturiana Serena Pérez interpretó de la cantata Geist und Seele wird verwirret, BWV 35 el recitativo «Ich wundre mich» con órgano, bien fraseado y emitido, más el aria «Gott hat alles wohl gemacht» con una base instrumental algo fuerte donde el granadino de nuevo marcó más decibelios de los necesarios al òrgano, pero como comentaba con mi vecino de localidad al final del concierto “hay cantera” y en Asturias el talento vocal lo exportamos. El registro grave irá ganando en volumen y técnica tiene para lograrlo.

Una de mis cantatas favoritas es Christ lag in Todes Banden, BWV 4, que con órgano más la asturiana y una de las sopranos nos emocionaron con el Versus II «Den Tod niemand zwingen kunnt», buen empaste y afinación, dominando el idioma de Goethe que tanto ayuda a la colocación de la voz.

Los nervios supongo que siempre son necesarios en los conciertos, y hubo “entrada falsa” mientras Tamayo cambiaba partituras. La cantata Jauchzet Gott in allen Landen, BWV 51 también se eligió alternar entre las dos sopranos el recitativo «Wir beten zu dem Tempel an» por la primera de ellas y el bajo continuo al completo, más la segunda soprano de mayor proyección y volumen para el aria «Höchster, mache deine Güte», dos colores vocales distintos para comprobar que las tesituras no son suficientes en las clasificaciones tendiendo más a diferenciar las diferencias en ese color, emisión y hasta matices o fraseos. Las lecciones de Mena surten buen efecto y estas solistas toman nota en cada página estudiada.

Para cerrar este bloque de cantatas, Erhalt uns, Herr, bei deinem Wort, BWV 126 poderosa, variada, combinando solistas y conjuntos, recitativo «Der Menschen Gunst und Macht» con altos y tenores, aria «Stürze zu Boden» de excelente bajo solista, nuevo recitativo «So wird dein Wort und Wahrheit offenbar» con clave y distinto solistas para finalizar todos en el bellísimo coral «Verleih uns Frieden gnädiglich», buen cierre a este pequeño ciclo donde cada cantante participó y se sumó en esta última plegaria, destacando la tiorba de Sergio Bermúdez y el poderoso cello de Héctor Hervás, con pasajes virtuosos ejecutados con limpieza y presencia.

Una breve pausa para reorganizar el órgano en el centro y las voces colocadas tradicionalmente por cuerdas, cuatro a cada lado. Mientras una explicación del maestro Mena sobre el motete Jesu, meine Freude, BWV 227, el más largo y complejo musicalmente de los compuestos por Bach, alfa y omega, principio y final, “Jesús mi alegría” porque la muerte luterana también es volver a la mejor vida, y con la música del dios Bach una explosión interior. Como recordó el vitoriano, se cumplen 300 años de este motete (escrito en julio de 1723 para el funeral de Johanna Maria Kees, esposa del jefe de correos) donde disfrutar cada una de las partes, diferenciando coro y corales, ocho voces o cuatro con “cantus firmus” a cargo del contratenor, una práctica hoy habitual por historicista aunque en su momento fuesen los niños. Los once movimientos juegan con los impares escenario de los versos de la coral del mismo nombre de Johann Franck de 1653, mientras que los pares son extractos de la Epístola de Pablo a los Romanos. Se han analizado hasta hablar de una simetría general, no aparente para algunos diletantes pero recordando que el primer y último movimiento son armonizaciones idénticas de la coral, el segundo y el décimo movimiento trabajan con el mismo material musical, el sexto movimiento central es una fuga elaborada, y Bach reduce la textura a tres voces en el cuarto y octavo movimiento. Con ese final que dice “Huid, espíritu de tristeza, que el maestro de mi alegría, Jesús, ya entra en mí”, así Bach ayudó a estas voces jóvenes con el órgano de Tamayo a darnos la esperanza siempre necesaria.

Final con las palabras de Antonio Moral despidiendo estos conciertos en San Jerónimo y agradeciendo el trabajo de Carlos Mena así como de Aarón Zapico con esta Academia Barroca del Festival de Granada, un proyecto que es realidad y sigue sumando jóvenes al apostolado bachiano que nunca morirá.

Academia Barroca del Festival de Granada

Soraya Méncid y Laura Rivas, sopranos – Serena Pérez y Juan Manuel Morales, altos – Raúl Jiménez y Luken Munguira, tenores – Roger Casanova y Julen García, bajos.

Darío Tamayo, clave/órgano positivo – Héctor Hervás, violonchelo – Sergio Bermúdez, tiorba

Carlos Mena, dirección musical

PROGRAMA

Soli Deo Gloria

Johann Sebastian Bach (1685-1750)

De la cantata Sehet, wir geh’n hinauf gen Jerusalem, BWV 159

 Duetto: «Ich folge dir nach»

 De la cantata Aus der Tiefe ruf ich. Herr, zu dir, BWV 131

Aria con Coral: «Meine Seele wartet»

 De la cantata Der Himmel lacht! die Erde jubiliert, BWV 31

Recitativo: «Erwunschter Tag!»

Aria: «Fürst des Lebens, starker Streiten»

De la cantata Geist und Seele wird verwirret, BWV 35

Recitativo: «Ich wundre mich»

Aria: «Gott hat alles wohl gemacht»

De la cantata Christ lag in Todes Banden, BWV 4

Versus II: «Den Tod niemand zwingen kunnt»

De la cantata Jauchzet Gott in allen Landen, BWV 51

Recitativo: «Wir beten zu dem Tempel an»

Aria: «Höchster, mache deine Güte»

De la cantata Erhalt uns, Herr, bei deinem Wort, BWV 126

Recitativo: «Der Menschen Gunst und Macht»

Aria: «Stürze zu Boden»

Recitativo: «So wird dein Wort und Wahrheit offenbar»

Coral: «Verleih uns Frieden gnädiglich»

Motete Jesu, meine Freude, BWV 227

Bendita locura de inspiración musical

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Viernes 21 de abril, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Abono 9 «Musica est litterae I»: OSPA, José Antonio López (barítono), Carlos Mena (director). Obras de Telemann, Ibert, Ravel, Purcell y Finzi.

No nos dejemos impresionar por títulos «cool» muy «modernos» que mezclan idiomas para aparentar universalidad como el propio «Books Folixa Music» ni tan siquiera llamar a estos conciertos y recitales «OspaFest«, pues la literatura siempre ha sido fuente de inspiración musical en esta unión que engrandece los textos desde los orígenes. Y celebrar el 23 de abril musicalmente daría para muchísimos programas, por lo que es de aplaudir la elección de Miguel de Cervantes y William Shakespeare bajo el lema La música es literatura, dos ejes vertebradores del Barroco al siglo XX explorando páginas orquestales donde la palabra cantada crece gracias a los compositores, el español y el inglés que siguen siendo más que suficientes para recorrer mundo.

La presencia del vitoriano Carlos Mena (1971) ya auguraba el perfecto maridaje de estilos, sumándose el barítono murciano José Antonio López (1973) que engrandecerían la figura de un Don Quijote instrumental y también cantado en francés (Ibert y Ravel) más las canciones shakesperianas de Finzi en inglés. Sin descanso, con las mínimas pausas para adaptar plantilla, «El sueño imposible» como titula Pablo Gallego sus notas al programa, unió a Don Miguel y Don Guillermo como inspiradores en distintos estilos bien ensamblados para este primer viaje literario de este extraño abril.

La cuerda de la OSPA tiene personalidad propia, y nuevamente comandada por el austriaco Benjamin Ziervogel de concertino invitado, más el clave de David Palanca junto a la percusión impecable de Rafael Casanova, nos ofrecieron la suite Don Quijote, TWV 55:G10 de Georg Philipp Telemann (1681-1767) de estilo y sonoridad ideal bien llevados por un Mena dominador de estos repertorios barrocos. Los siete números (I. Obertura; II. El despertar de D. Quijote; III. El ataque a los molinos de viento; IV. Suspiros de amor por Dulcinea; V. Sancho Panza decepcionado; VI. El galope de Rocinante; VII. El sueño de D. Quijote) fueron la mejor ilustración sonora de estos capítulos que el coloso Telemann recrea magistralmente en esta bendita locura quijotesca llena de humor y color.

En un salto cronológico de gigante, que solo la música puede dar, el francés Jacques Ibert (1890-1962) escribe sus cuatro Canciones de Don Quijote (1932) para la película Don Quichotte de G. W. Pabst. La instrumentación es curiosa y perfecta para que la voz dramatice esos pasajes cervantinos, y José Antonio López pudo lucirse en todas ellas poniendo las imágenes con su amplia gama de matices, musicalidad a raudales y entrega bien entendida por un Mena que como cantante respiró con el barítono. Maravillosas las cuatro (I. Canción de partida; II. Canción a Dulcinea; III. Canción del Duque; IV. Canción de la muerte de D. Quijote) por expresividad, dicción, lirismo y entendimiento, feliz conjunción de obra e intérpretes en un microrrelato hecho música.

Y sin perder los aires del otro lado de los Pirineos pero más cercano, del vascofrancés Maurice Ravel (1875-1937), conocedor y amante de nuestro folklore, sus tres Don Quichotte à Dulcinée (I. Canción novelesca; II. Canción épica; III. Canción báquica) dieron a Cervantes la universalidad musical en la lengua de Molière, para disfrutar nuevamente con José Antonio López, cerrando este nuevo acercamiento al Ilustre Hidalgo con la canción para beber y disfrutar embriagándonos de belleza musical con la OSPA y Carlos Mena perfectos compañeros de viaje, donde delicadeza y potencia fueron de la mano con el barítono lorquí, inmenso Alonso Quijano cantado.

La riqueza de los idiomas se la han dado sus grandes escritores, y así nos referimos al español de Cervantes, el italiano de Dante, el francés de Molière y evidentemente el inglés de Shakespeare. Dos compositores contrapuestos pero como en espejo, dos mundos musicales que beben de su literatura, primero el «Sueño de una noche de verano» que Henry Purcell (1659-1695) convierte en The Fairy Queen o «La reina de las hadas«, híbrido de teatro y ópera para que OSPA y Mena, como con Telemann, nos devolvieran a la sonoridad inicial desde una cuidada selección instrumental (I. Preludio; II. Hornpipe; III. Aire; IV. Rondó; V. Danza de los monos) nuevamente perfecta de interpretación por contrastes y sonoridades plena con plantilla para la ocasión.

Para cerrar aniversarios, homenajes o encuentro vital de Don Miguel y Mr. William, el compositor londinense Gerald Finzi (1901-1956) escribirá entre 1929 y 1942 el ciclo Let us garlands bring, op 18 (canciones de Shakespeare). Con solo la orquesta de cuerda _arreglo posterior al estreno- las cinco canciones en la voz de José Antonio López pusieron lo mejor del noveno de abono, cinco maravillas melódicas donde texto y música emocionan separadas y aún más juntas. Leer los poemas originales o traducidos ya supone un disfrute (I. Márchate, muerte; II. ¿Quién es Silvia?; III. No temas más el calor del sol; IV. Señora mía; V. Érase un joven y su amada); la música de Finzi transita del amor al dolor con rememoranzas isabelinas de la época de Shakespeare pasando por las sempiternas músicas de taberna. Grandeza interpretativa en el idioma inglés con una cuerda aterciopelada que vistió de gala la auténtica fiesta musical comandada por un Mena que transmite confianza y seguridad para que López brillase con luz propia. Un éxito muy aplaudido pese a la escasa entrada que no se merecía este concierto de inspiración literaria, bisando la canción segunda Who is Silvia?.

Con dos eMes

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Martes 22 de marzo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara: IX Primavera BarrocaCircuitos CNDM: Per voi ardo. La canción en los libros de vihuela. Carlos Mena (contratenor), Manuel Minguillón (vihuela).

Nuestro Siglo de Oro musical aún esconde muchas obras para seguir disfrutando. El dúo Mena-Minguillón han llevado al disco, con el sello IBS, este patrimonio titulado como el segundo concierto primaveral ovetense, Per voi ardo, obras de cinco de los grandes vihuelistas, más el siempre «actual» Juan del Enzina, una verdadera «playlist» de éxitos para escuchar con dos emes (Maravillosa Música) que ya tienen rodada y en Oviedo volvieron para dejarnos disfrutarla en vivo desde una sala ideal por acústica para estas maravillosas partituras, que escritas casi todas para cuatro voces, también era habitual cantar sólo la voz más aguda (bien explicado por el propio Minguillón en las notas) con las otras tres voces en la propia vihuela, un instrumento tan español como esta pareja de grandes intérpretes en un formato muy cercano. De nuevo la unión de poesía y música en estos madrigales italianos o franceses, también nuestro romancero y villancicos, que pese a estar escritos en el siglo XVI siguen igual de vigentes quinientos años después.

El vitoriano Carlos Mena mantiene su color vocal intacto, esmaltado, que en este repertorio resulta perfecta en su expresión y tesitura, dicción perfecta en todos los idiomas de villanescas o madrigales renacentistas, fraseos sentidos y melodías onomatopéyicas, con el siempre ideal complemento, más que acompañamiento, del madrileño Manuel Minguillón con dos vihuelas (en sol y en mi) de distinta sonoridad como también pudimos comprobar en sus intervenciones solistas, colocadas en cada uno de los compositores, de sonido delicado, cuidado y refinado.

Cinco de los siete cancioneros renacentistas que los vihuelistas españoles transcribieron con mimo para deleite de los cortesanos y reyes hispanos de nuestro «cinquecento», sin olvidarnos de Enzina, un avanzado de su época, al que Mena recreó con su gusto y poderío vocal. Y preciosistas las obras instrumentales con Minguillón, que no solo hizo de profesor explicándonos el origen de este repertorio sino que cada fantasía o tiento tan nuestros, fueron verdadera clase práctica del buen tañer.

El público disfrutó de estos dos músicos, conocidos de los buenos aficionados, como si la sala fuese del «Palacio del Agua» donde recrear esta música con cinco siglos que sigue sonando actual y admirada en esta real capital a la que llamo «La Viena Española», música de nuestro imperio y el mejor patrimonio posible interpretada por esta M al cuadrado (Mena y Minguillón).

Tras una hora que supo a poco, y aunque tengamos el disco para seguir disfrutándolo en su totalidad, todavía nos regalarían la primera folía de Rodrigo Martínez en el Cancionero de Palacio, y el bis de  la simpática Madonna mía famme bonna offerta de Willaert que cerraba el programa, además de quedarse un buen rato a firmar autógrafos y conversar con una afición fiel a la mal llamada «Música antigua«, más moderna que nunca.

Programa:

Enríquez de VALDERRÁBANO (ca. 1500-ca. 1557),  de Libro de musica de vihuela, intitulado «Silva de sirenas» (1547): «Gloriar mi poss’io, donne«, «Madonna, qual certeza» y «Amor tu sai pur fare«.

Juan del ENZINA (1468-1529): «Una sañosa porfía«, «Todos los bienes del mundo» y «Levanta, Pascual».

Alonso MUDARRA (ca. 1510-1580), de Tres libros de música en cifra para vihuela (1546): «Fantasia I», «Itene a l’ombra» y «O gelosia, d’amanti orribil freno».

Miguel de FUENLLANA (1525-ca. 1605) de Orphénica lyra (1554): «Tiento II», «Quanto sia lieto il giorno», «Il bianco e dolce cigno» y «Quando ti vegio».

Luis de NARVÁEZ (ca. 1505-1552), de Los seys libros del delphín de música para tañer vihuela (1538): «Fantasia», «Mille regretz» y el Romance ‘Paseábase el rey moro‘.

M. de FUENLLANA
de Orphénica lyra (1554): «Madonna per voi ardo» y «Tant que vivray».

Diego PISADOR (ca. 1509-1557)
del Libro de música de vihuela (1552): «Sparsi sparcium», «A quand’a quand’havea», «O bene mio fa, famm’uno favore» y «Madonna mia famme bonna offerta».

Recuperando al Literes sacro

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Es de agradecer que en tiempos de pandemia no se acalle la música ni el trabajo de grabación de nuestras formaciones históricas, pero fundamentalmente la recuperación de nuestro patrimonio que ha encontrado su lugar necesario desde el patrocinio de becas como las Leonardo de la Fundación BBVA, la ardua investigación de asociaciones como Ars Hispana con los musicólogos Antoni Pons y Raúl Angulo al frente, más la de músicos como el malagueño Daniel Pinteño que con su formación Concerto 1700 han sacado un nuevo trabajo dedicado al mallorquín Antonio Literes (1673-1747) titulado Sacred Cantatas for alto, con la participación del contratenor vitoriano Carlos Mena, tras el aquí comentado hace un año de Italy in Spain.

Grabación realizada en San Lorenzo de El Escorial en julio del pasado año para su propio sello 1700 Classics, gracias a la Beca Leonardo de 2019, supone tras su recuperación el estreno en tiempos modernos, así como la primera grabación en disco de estas cuatro «Cantadas al Santísimo» del compositor de Artá, uno de nuestros grandes del barroco que poco a poco va ganando presencia en nuestro panorama musical, con partituras que habían permanecido olvidadas en los archivos de la catedral de Guatemala durante dos siglos pero donde la rigurosa investigación musicológica toma su necesario papel por salvar del olvido obras que corroboran la importancia de nuestros compositores barrocos también en Hispanoamérica, y la obligada presencia en la historia universal de músicos como Literes.

Tres de las cuatro cantadas sacras ya han podido escucharse en vivo hace apenas un mes dentro del FIAS madrileño que ha dirigido hasta ahora Pepe Mompeán, y del que merece la pena leer la crítica de Mario Guada para Codalario. El disco es una joya en sí, no solo como documento sonoro sino literario, que abre Antoni Pons citando al Padre Feijóo, tan vinculado a Oviedo, referido al mallorquín: «Don Antonio Literes, compositor de primer orden, y acaso el único que ha sabido juntar toda la majestad y dulzura de la música antigua con el bullicio de la moderna» (Teatro crítico universal, 1726), poniendo en contexto no ya la biografía sino la recuperación de estas cuatro cantadas sacras al Santísimo, menos conocidas que su producción escénica, obras tardías que reflejan la evolución compositiva de Literes asimilando estilos de otros países como Francia o Italia que comienzan a ponerse de moda en el mundo hispano sin renunciar a nuestra propia tradición musical. Magisterio en traducir al pentagrama las imágenes y «afectos» que los textos transmiten y que en la voz de Carlos Mena podemos disfrutar además de seguirlos con el libreto en mano.

El orgánico instrumental de este Concerto 1700 lo forman músicos reputados y experimentados en nuestra música antigua, encabezados por el malagueño Daniel Pinteño en la dirección y violín junto a Pablo Prieto, más Ricard Casañ (trompeta), Jacobo Díaz (oboe),
Ester Domingo (violoncello), Ismael Campanero (violone), Pablo Zapico (tiorba) e Ignacio Prego (clave y órgano), plantilla perfecta para las cuatro cantadas con intervenciones siempre acertadas, protagonismos puntuales y un equilibrio con la voz que las grabaciones permiten mucho más que el directo.

Abre el disco Ya por el horizonte para violines, oboe y clarín (1728) con un Mena pletórico, virtuoso como la trompeta de Casañ, canto bucólico a la vez que marcial, el vivo «suene el alboreada» contratado con el grave «Ay, que si yo pudiera», las coplas vibrantes y el recitado «Repite, ave canora» donde la tiorba de Zapico arropa la belleza vocal del contratenor antes del vivo final «De su aplauso en el empleo», seguridad en ambos protagonistas, con exposiciones claras y sonoridades brillantes en esta «italianización» de un género típicamente hispano como la Cantada al Santísimo que no pierde su esencia, recordando el cinematográfico duelo entre Farinelli el castrado y la trompeta.

Continúa con Si el viento con violines y oboe (ca. 1725) que arranca con el recitado «Si el viento busca ave placentera» con protagonismo de tiorba más órgano delicado y expresivo, la voz de Mena en su registro medio-grave ideal y homogéneo igualmente en el aria «Es el divino centro del hombre», buenos balances con la orquesta en un bello y acertado juego entre violines y oboe. Impecable dicción del vitoriano para unas melodías bellas bien armadas en la instrumentación desde un tempo medio ideal antes del aria con el violonchelo y el continuo elegante para destacar esa voz pletórica y medida en expresión antes del aria «Como alegres placenteros», disfrutando de nuevo con los  violines y el oboe en un aria perfectamente trabajada con un ritmo vibrante que nunca enturbió el fraseo y articulación del contratenor vasco.

La tercera cantada, Cuando a pique señor con violines (1733) metáfora de tormenta que son las tentaciones y el creyente guiado por la gracia de Dios, un cuadro musical de virtuosismo vocal y violinístico iniciado el recitativo por el flautado del órgano antes del aria «Va zozobrando la navecilla» vitalista y bien equilibrada de contrastes donde la riqueza de las cuerdas mantiene esa inestabilidad buscada que la voz lleva con mano firme al timón, el recitado «¿Qué tiene que temer?» con la tiorba  asturiana sustentante agrandada por el cello maño y las perlas del clave antes del aria final «Llegue ansioso tu cuidado» de brillo italiano y esmaltes hispanos. Interesante juego de estilos en Literes que mantiene una línea argumental en los instrumentos siempre remando a favor de los textos en un barroco religioso plenamente nuestro.

Finaliza el disco con De aquel fatal bocado para violines y oboe (1730), cuatro movimientos que alternan dos recitados y sus respectivas arias, inmensidad melódica y belleza apabullante en la voz de Carlos Mena, musicalidad pasmosa por la que no pasan los años y con ese timbre único que parece ideal para este Literes recuperado. Órgano aterciopelado y rasgueo de tiorba vistiendo el inicio antes de un aria versallesca, «Pan de llanto y de dolor» con un oboe casi clarín, un violín elegante y un «ensemble» sobrio en todo momento pero colorista por contrastes manteniendo la pulsación y el balance exacto con el solista, nuevamente preciso y claro en la dicción para una música del Literes universalmente hispano al que Guatemala ha conservado para al fin disfrutarlo de nuevo.

Destacar una toma de sonido impoluta con el conocido Jesús Trujillo a los mandos, que pude disfrutar a todo volumen apreciando cada detalle cual concierto íntimo en este Viernes Santo.

© Fotos webs Toda la música y Loff.it The Music Clasical.

Incertidumbres

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Mis abonos están congelados, muertos, esperando lo que no llega. Nos cogió a todos de improviso y comenzamos a ver desaparecer del calendario nuestros conciertos ya pagados, nuestros abonos fieles que son más que un sueldo toda una ilusión. Pensábamos que todo volvería a la normalidad, pero pasaban las semanas y caían las hojas del calendario como en un otoño fuera de temporada, recordando mi triste final de 2018 encerrado por obligación.
El viernes 13 de marzo saltaba la alarma, se cerraban espacios públicos y acudíamos al instituto sin alumnos, para una reunión atípica separados entre nosotros como apestados. Al menos esa semana pude disfrutar en familia, y ya con la gente asustada, de Noelia Rodiles, pero desaparecía el primer concierto esperado, nada menos que el violinista Michael Barenboim y la Orquesta de la RAI dirigidos por James Conlon el sábado 14 dentro de los Conciertos del Auditorio de Oviedo, con Mozart (obertura de La Clemenza di Tito y el Concierto nº 1 de violín) más la primera de Mahler. Ya no habrá más tema de conversación que el dichoso Coronavirus, después Covid-19 que parece más científico que llamarlo directamente «virus de mierda» o cinematográficamente «El virus del miedo».

La siguiente semana no depararía tampoco cambios y se quedaban, aún no sabemos si aplazados o cancelados, otros dos: el miércoles 18 con el cellista Pieter Wispelwey y la Orquesta del Siglo XVIII dirigidos por Gustavo Gimeno en un programa monográfico de Schumann, mientras el viernes 20 nos despedíamos del noveno de abono de la OSPA, «Lenguajes propios II», otro concierto esperado con dos invitados, el pianista macedonio Simon Trpčeski y el prometedor director Pablo Rus Broseta, con Shostakovich y el segundo Concierto para piano y orquesta más la segunda de Sibelius. Oportunidad perdida de seguir con la historia «Conociendo batutas con la OSPA».

Sumábamos otra semana en blanco y comenzábamos a escuchar música grabada (que al menos tengo para varias vidas) con cierto mono de escribir aunque comentando discos en vez de conciertos, y a conectarnos con muchas plataformas de conciertos en streaming que abrían sus plataformas a todo el público. La Primavera Barroca se marchitó nada más llegar y así el miércoles 25 nos quedamos sin The King´s Consort mientras el viernes 27 de marzo otro aplazado «sine die» de la OSPA, el décimo de abono «Orígenes», conferencia previa a las siete, y esta vez con protagonismo femenino, la ayudante de concertino Eva Meliskova que actuaba de solista y en el podio la colombiana Lina González Granados, con obras de BachStravinsky y Mendelssohn. El cansancio pesaba y ni escribir quería…

El arranque de abril volvía a ser tremendo a nivel general en España, todo parado, confinados con mucho miedo, devorando noticieros y «fake news«, mientras en lo musical se llevaba por delante en «La Viena española» de Oviedo tres actividades: primero la zarzuela Katiuska muy esperada esta temporada el jueves día 2, con Ainhoa Arteta de figura estelar (con una gala fuera de abono el día 24 de abril también cancelada) junto a Martín Nusspaumer y otras voces ya conocidas en el Campoamor; después el concierto extraordinario de Semana Santa con la OSPA el viernes 3, con la vuelta de Kynan Johns al podio junto al Coro de la FPA y un Beethoven de 250 aniversario con su Misa en Do mayor op. 86 sumando un buen plantel de solistas tras la Sinfonía Londres de Haydn.
De mis gustos omnívoros también nos quedamos sin Zenet en el Teatro Filarmónica programado para el sábado 28 de marzo repitiendo «la Guapería de Gijón«.
El domingo 5 ya comenzamos a leer «cancelado» en vez de «aplazado» por todo lo que supone rehacer agendas, y en esas deberíamos haber disfrutado dentro de «Los Conciertos del Auditorio» con los alemanes de Stuttgart, su coro de cámara y la capilla instrumental, Kammerchor Stuttgart / Hofkapelle Stuttgart dirigidos por Frieder Bernius que nos hubiesen deleitado con Mozart, primero el Requiem y después las Letanías, programa ideal para una Semana Santa que vendría con pasión y muerte sin resurrección.

Mientras tanto a seguir en casa trabajando «on line», adaptándonos a crear materiales en «la nube» para un alumnado al que llaman «nativos digitales» pero que no todos tienen ordenador en casa o menos aún conexión (y ya no hablemos de la Asturias rural), como mucho un móvil al que su saldo queda temblando, con familias donde hermanos y padres comparten lo que tienen. Atención individualizada nada parecida a la presencial (necesaria porque educar también es convivir y socializar), y no quiero ni contar cómo es la «Música» en ESO, por lo que las llamadas «vacaciones» solo las salvó mi buena costumbre de seguir con las dos pasiones de Bach (bendito YouTube©) y mi particular resurrección de Mahler desde Lucerna, sin olvidarme de Victoria.

Se detuvo abril, al menos Radio Clásica sigue como siempre, «Entre dos luces» omnívoros musicales y echando mucho de menos la música en vivo, nada comparable con las óperas y los conciertos en plataformas de pago que ahora se abren para posiblemente buscar ganancias cuando acabe este enclaustramiento, el directo irrepetible y sin ayudas tecnológicas ni micrófonos que equilibran lo que la sala o las voces no logran.

Otra semana horrible y cuatro conciertos menos: el Ensemble 1700 del miércoles 15 dentro de la Primavera Barroca, al día siguiente el esperado contratenor de moda Jakub Orlinsky con Il Pomo d’Oro (jueves 16), el undécimo de abono «Legados» de la OSPA el viernes 17 que nos hubiese devuelto a la gran directora Marzena Diakun en un programa verdaderamente jugoso, y el domingo 19 cuando nos traería a la violinista Isabel Faust con Les Siècles.y François-Xavier Roth a la batuta para un monográfico dedicado a Stravinsky.

Avanza abril y otra ausencia irreemplazable aunque esperando se «reprograme» como era la vuelta de Martha Argerich con la Sinfónica de Lucerna el jueves 23, más otro extraordinario fuera de abono de la OSPA con Mayte Martín y Joan Albert Amargós el viernes 24, uno de esos conciertos distintos, Tempo rubato para una versión personal y «quasi flamenca» de El Amor Brujo (Falla).

Despedíamos abril como comenzase, incluso sonó como nunca «Quién me ha robado el mes de abril» (mejor que un «Resistiré» que no resisto), más cancelaciones como la del violinista Ilya Gringolts con la Orquesta de la Radio Noruega dirigida por el peruano Miguel Harth-Bedoya el martes 28 dentro de los Conciertos del Auditorio o el duodécimo de abono, «Contrastes II» de la OSPA para abrir mayo en un extraño día del trabajo donde deberíamos haber escuchado a Juan Barahona en el piano con Jordi Bernácer en el podio (que sigue esperando un titular como agua de un mayo estrenado). Al menos el Ateneo Musical de Mieres estuvo currando desde el inicio de esta cuarentena siempre «Repartidos por casa» con varios grupos de cámara que prepararon un concierto virtual emitido el sábado 2 patrocinado por el Ayuntamiento de Mieres, siempre mimando la cultura y apostando por estos «tiempos modernos» donde un virus nos abofeteó y seguimos  grogui.

Mayo era un mes de lo más prometedor en mi agenda, florido y hermoso aunque marzea tras abril, con todo bien programado desde septiembre del año pasado pues así funcionamos los docentes y melómanos, apuntando cada evento para no perderse nada aunque la dura y cruda realidad nos lo quitó todo.

Sin las conferencias de La Castalia que había preparado su III Ciclo verdaderamente apetecible que arrancaría el martes 5 con mi querida amiga y compañera de facultad Mª Luz González Peña, una avilesina en el archivo de la SGAE para contarnos desde su trabajo las más de 10.000 zarzuelas que atesoran. Sin el Handel de L’Apotheose en la Primavera Barroca carbayona. Sin la ansiada María Moliner de Antoni Parera Fons a estrenar en la temporada de zarzuela del Campoamor con Victor Pablo Pérez en el foso al frente de la OFilMaría José Montiel en el rol protagonista de la famosa bibliotecaria y filóloga, junto a Amparo Navarro o Simón Orfila entre un elenco de voces excepcionales que Oviedo siempre espera con ilusión.
También sin el esperado decimotercero de abono con la OSPA dedicado a Telemann desconocido bajo la dirección de Carlos Mena con el poco conocido oratorio Der Tag des Gerichts, y unos solistas españoles encabezado por María Espada, Juan Antonio Sanabria, José Antonio López más nuevamente el Coro de la FPA, junto a una conferencia previa para el reciente viernes 8 de mayo. Huérfanos también del Homenaje a Lorca con el espectáculo «El Poeta y La Luna» que el Ateneo Musical de Mieres iba a repetir tras el éxito de diciembre 2018.

Llegamos a esta semana del 11 al 17 que completa dos meses enclaustrados y perdidos en casi todo. El martes 12 sería la segunda conferencia de La Castalia con ganas de escuchar al joven compositor Gabriel Ordás, hablándonos de su obra lírica, mientras este jueves 14 hubiera llegado otro de los soñados en Oviedo que se cancelará aunque figure como aplazado porque cuadrar fechas para estos artistas se hará imposible: nada menos que un monográfico Bartok con Sir Simon Rattle y la LSO dentro de los Conciertos del Auditorio que habían programado para esta temporada de mucha altura.
El proyecto LinkUp de la OSPA (este año de nuevo La Orquesta Canta) que con tanta ilusión preparamos desde casi todos los centros educativos asturianos a lo largo de este curso escolar (que no olvidaremos jamás) para hacer música todos juntos también se ha cancelado esta semana a pesar del esfuerzo de alumnado y profesorado así como de la propia OSPA y muchos de sus músicos que han intentado hacerla sonar desde casa, pero la experiencia que vivimos todos en la sala sinfónica tampoco podrán compensarla Internet ni las redes sociales. Parón emocional y también económico para la cantidad de autobuses que hubieran llenado los alrededores de la Plaza de La Gesta (o del Fresno, según toque al gobierno local de turno).
Es grande el refranero español, «Mal de muchos consuelo de tontos» al ver que seguimos huérfanos de música en todo el mundo y no ya en la desunida unión europea, de la que Ibermúsica está padeciendo y mucho, con Alfonso Aijón deleitándonos desde Instagram en una genial conversación con Pablo L. Rodríguez para «La Música Confinada» de Scherzo (mi revista habitual que por primera vez no mandó a casa las revistas de abril y mayo aunque las regaló a todos en PDF, siempre de agradecer), otro de los canales que me han ocupado «cuando la tarde languidece y renacen las sombras», vamos que no estaba teletrabajando aunque siempre esté pegado a una pantalla.

La semana próxima aparecían en mi agenda la chelista Alisa Weilerstein en la Primavera Barroca el martes 19, más el abono 14 de la OSPA, de nuevo celebrando a Beethoven el viernes 22, con Christoph König dirigiendo la séptima del genio de Boon así como a Schumann o el concierto de cello de Haydn con Kian Soltani de solista, manteniendo una estructura de concierto decimonónica para un siglo que busca no ya un director sino nuevos públicos. Menos mal que mi inversión en abonos no incluye el Festival de Danza porque entonces «mi ruina» ya hubiese sido total.

Y la Oviedo Filarmonía bajo la dirección de su titular Lucas Macías, nos debería traer el Requiem de Verdi (muchos difuntos para recordar) con el Coro de la FPA junto a un cuarteto solista de lo más operístico el domingo 24, pero tampoco me imagino yo el auditorio ovetense con un tercio de aforo (creo que los abonados ya ocuparíamos mucho más) o la orquesta y el coro separados cada uno de sus músicos dos metros además de rodearse de metacrilato (a precio de oro para la Fase 1) o actuando con mascarillas. Despropósitos de los expertos que crecen como setas en todos los terrenos al igual que los «periolistos» capaces de hablar sin saber… muchos interrogantes, dudas, mariposas en el estómago, insomnios muchas noches, confinamiento respetuoso, acatar las normas y así «ad infinitum«.

No hay nada claro en el horizonte, cada día aparecen decretos ministeriales, órdenes autonómicas, instrucciones incompletas, fases de desescalada (aumenta la jerga sin sentido) cual concurso televisivo sin pasarela, bulos permanentes, odios y enfrentamientos en redes o platós televisivos y estudios radiofónicos, insatisfacción y cabreo en toda la sociedad de a pie con unos políticos cada vez más alejados de la realidad. Se apela a la responsabilidad de todos y al sentido común (el menos común de los sentidos).

Mi agenda sigue llena de anulaciones, aplazamientos y cancelaciones… ya estoy cansado tras dos meses encerrado en casa escuchando discos, Spotify©, entrevistas de todo tipo o conciertos en los miles de canales que hay en Internet. Estoy cansado de leer libros nuevos o releídos (con más poesía que novela). Cansado de ver películas de todo tipo (aunque confieso debilidad por las musicales de todo tipo) y series en canales como Netflix, Movistar o Amazon en un caos visual de tanto trabajo delante del ordenador.
No me apetece ni quiero tanta pantalla, echo de menos «mi música» en vivo, los conciertos en Oviedo, Gijón, León, las escapadas a Bilbao, Málaga o Pamplona. La mal llamada «nueva normalidad», otro eufemismo horripilante en una sociedad cada vez más pobre y quebrada, no tendrá nada de normal y tendrá todo de nueva. Incertidumbre en todas partes, las necesidades vitales con la salud primero y el trabajo después, le pese a quien le pese (es decir a los de siempre), ayudar a quienes se han quedado sin nada, con demasiados muertos por el camino y hambre en pleno 2020.

Prioridades ideológicas antes que las diarias, las de gente corriente como nosotros, el fútbol sucedáneo del «pan y toros» porque mejor entretener a la masa aborregada mientras hacen caja en partidos planteados sin público (como los conciertos), los necesarios test para los que puedan pagarlos, la puerta cerrada a la cultura con todo lo que mueve y significa para miles de autónomos que ven derrumbarse su vida sin ingresos ni ayudas ni siquiera perspectiva de futuro en un presente muy negro y un futuro impensable por no decir terrible. La generación actual no quiero pensar qué le espera pero tampoco a la mía, con 61 años y casi 33 cotizados.

Palabrerío y apariciones televisivas que no aclaran nada a nadie, sembrando más odio, envidias, cabreos, cacerolas y aplausos en claro «diminuendo». Al menos la música me acompañará siempre, pero hay algo que tengo claro y escribí ya en Twitter cuando nos confinaban:

NADA VOLVERÁ A SER IGUAL

En honor a Lidón

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Domingo 26 de marzo, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de cámara: Ayuntamiento de Oviedo – CNDM: IV Primavera Barroca. Eugenia Boix (soprano), Marta Infante (mezzo), Carlos Mena (contratenor), Víctor Cruz (barítono), Acadèmia 1750, Emilio Moreno (concertino), Aarón Zapico (director). «En honor a Santa Bárbara«: Oratorio al Iris de paz, la gloriosa Vírgen y Mártir Santa Bárbara (José Lidón, Béjar 1748 – Madrid 1827).

La vida te da sorpresas y la música muchas más. Oviedo, a la que llamo «La Viena del norte» (de España, se entiende), presentaba hoy tres eventos: el recital de José Bros en el Teatro Campoamor dentro de la temporada de zarzuela, y en el propio Auditorio la despedida del Maestro Francisco Vigil Sampedro al frente de la Banda de Música «Ciudad de Oviedo» más la segunda jornada de la primavera barroca. Ante la posibilidad de elegir me decanté por lo último, no ya al tener adquirido el abono (con descuento para los que lo estamos a los otros) sino por la posibilidad de disfrutar de un estreno en tiempos modernos de un oratorio dedicado a Santa Bárbara compuesto por el bejarano José Lidón, otro de tantos grandes compositores españoles que han dormido el mal llamado «sueño de los justos» pues el olvido también es pecado y máxime en obras religiosas que por lo menos tenemos la suerte de ir recuperando con musicólogos de talla internacional como Raúl Angulo y Antoni Pons desde Ars Hispana, que el tiempo deberá reconocerles, trabajando para las muchas formaciones dedicadas a unos repertorios que no pueden seguir archivados. Al menos los aficionados lo agradecimos y poder compartir en una sala de cámara (casi) llena nuevamente con un precio de 15 € esta joya de nuestro patrimonio musical demuestra la grandeza de una oferta cultural para todos los públicos.

Sevilla, Madrid, Burgos y Oviedo han sido las ciudades que Acadèmia 1750 con el gran Emilio Moreno de concertino, visitó estos días para presentar este «Oratorio a Santa Bárbara» (1775) del que no nos dejaron los textos (que yo sí enlazo), bajo la dirección del asturiano Aarón Zapico. A él supongo se debe la elección de las cuatro voces solistas bien buscadas por color, estilo, empaste y musicalidad para una partitura exigente técnicamente pero donde la formación internacional se vistió a la medida para poder disfrutar de todo el esplendor, gracias a un control de dinámicas y tiempos desde su gestualidad amplia y precisa, «respirando con ellos» como cualidad de todo buen director que el langreano posee.

Como bien escribe Mario Guada en su crítica para «Codalario» del concierto celebrado en Madrid el pasado viernes 24, «el manuscrito autógrafo se hallaba en la Real Biblioteca, de donde por fortuna ha sido rescatada, además del libreto del mismo, encontrado en la Biblioteca Pública de Castilla La Mancha, en Toledo. La portada reza de la siguiente manera: Oratorio / que se ha de cantar / en el Real Colegio / de su Majestad / al Iris de Paz, / la gloriosa Virgen y Mártir, / Santa Bárbara, / como patrona y titular, / en el día 4 de Diciembre / de este año de 1775 / Puesto en música / por Don José Lidón, / organista de la Real Capilla y maestro de dicho Colegio«. También aclara algunos errores como que «no tres de los papeles son femeninos y uno masculino, especialmente porque concebir en esos términos roles en aquella época carece de sentido, cuando las mujeres no podían cantar en ámbitos sacros y sí estaban destinados a castrati. Por otro lado, la totalidad de los recitados no es para acompañamiento de cuerda, sino que algunos de ellos se acompañan únicamente por el continuo».

Bien matizado todo lo anterior, el «Oratorio al Iris de Paz» consta de 22 números que se dividieron en dos partes, supongo que por la duración, alternando recitados, arias para cada voz y dúos donde poder apreciar la cantidad de matices en las combinaciones y acompañamientos. Las voces y  roles según rezaba el programa, estuvieron a cargo de: Eugenia Boix (Santa Bárbara, vírgen y mártir cristiana del siglo III), Marta Infante (Custodio, que alienta y reconforta a la santa), Carlos Mena (Valenciano, compañero cristiano de Bárbara) y Víctor Cruz (Dióscoro, cruel y malvado padre de Bárbara, que tras intentar en vano que su hija abandonara el cristianismo, la entrega a la tortura y la muerte).

Si Eugenia Boix como solista es un seguro en repertorios que la buscan, el empaste con Carlos Mena ya lo descubrimos en Crudo Amor grabado precisamente en este mismo recinto (y concierto grabado para «Los Conciertos de la 2» emitido por RTVE en Madrid). Los recitativos siempre sentidos y las arias variadas (Ya no temo la cadena) manteniendo buen gusto, compostura, dicción y buena emisión, independientemente del acompañamiento de cada una. El contratenor vitoriano sigue siendo indiscutible por musicalidad, registro y sobre todo color. Escucharle en escena resulta convincente, desde unos recitados claros (Nuevamente indignado) a unas arias cargadas de expresión (Como nave después de tormenta). Ambos se lucieron en cada intervención con algunas agilidades endiabladas, vocalización clara y verdadero dramatismo en sus papeles.

El barítono granadino Víctor Cruz me sorprendió gratamente no ya por las mismas cualidades antes apuntadas sino por una tesitura muy igualada en todos los registros sin necesidad de cambiar el color ni abusar de dramatismo para el grave, con el aria Muriendo aleve verdaderamente bien interpretada y el dúo ¡Oh, sumo Bien! «bárbaros» ambos. Capítulo aparte Marta Infante, una mezzo «de verdad», voz carnosa, profunda, llena de matices, perfecta línea de canto, interpretación sentida sin perdernos ni una sílaba y un color empastado con todos sus compañeros de «reparto». Las arias a cuatro (la inicial El cielo y la tierra y la final No tema borrascas) nos permitieron escuchar cada una de ellas con personalidad propia desde el conjunto bien empastado, pero los dúos entre Custodio y Valenciano en contraste a los de éste con Santa Bárbara brindaron momentos sublimes para una escritura de altura a cargo del recuperado Lidón.

La formación instrumental adoleció de más precisión en la afinación (aunque sabemos los problemas con estos instrumentos), aunque las combinaciones en dúos de flautas y oboes sobresalieron sobre las trompas, por otra parte comedidas en presencia y buscando más el color que la intensidad. Brilló con luz propia el continuo de clave (Eva del Campo) y chelo (Mercedes Ruiz) mientras la cuerda comandada por Emilio Moreno logró una paleta dinámica amplia acorde con el estilo de Lidón. Bien el maestro Zapico que se consolida como un director demandado más allá de los proyectos con Forma Antiqva, un investigador y laborioso trabajo de concertar una partitura (por cierto le robaron en el Hotel de Sevilla la suya junto al traverso de Joan Bosch) para esta orquesta que, a la vista de las posibilidades, bien podría ampliar efectivos (especialmente violines segundos) y porqué no, llevarla al disco o DVD porque estamos ante un oratorio de primera en una tierra donde sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, siendo también patrona de artillería y de la minería.

Steffani, afectos y efectos

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Domingo 24 de abril, 19:00 horas. Sala de Cámara del Auditorio de Oviedo. III Primavera Barroca: Mª Eugenia Boix (soprano), Carlos Mena (contratenor), Forma Antiqva, Aarón Zapico (clave y dirección). «Crudo amor: Pasiones y afectos en la voz de Agostino Steffani«.
No pudo ser el 3 de marzo pero por fin volvieron a casa Forma Antiqva este último domingo de abril para traernos a la «Primavera Barroca» su Crudo amor, un programa que presentaron en Gijón durante el Festival de Música Antigua el 15 julio de 2014 y festejando sus 15 años en el Conservatorio de La Felguera el pasado 11 de octubre de 2015 tras grabar en esta sala, donde trabajan regularmente como grupo residente, su último trabajo para el sello alemán Winter&Winter, por lo que los muros del antiguo depósito de agua aún conservaban parte de la memoria reciente de los mismos intérpretes que han dejado otra joya para nuestra historia musical.

Impresionante ver la agenda de todos y cada uno de estos músicos que alternan trabajo docente (cuando lo permiten las autoridades incompetentes), escenarios, repertorios, formaciones, pero que vuelven a reunirse para recrear ahora a un Steffani por el que han transitado otros muchos intérpretes pero que «los Zapico» han actualizado y adaptado a su ya amplio repertorio, volviendo a contar con la «hermana adoptada» Ruth Verona y las voces de la soprano aragonesa Eugenia Boix y el contratenor vitoriano Carlos Mena, repuesto de sus problemas, en un directo siempre único e irrepetible porque el barroco todavía permite la licencia del momento, los ornamentos nunca iguales, los tiempos sin ceñirse a marcas metronómicas, los matices extremados hasta el infinito, todo ello desde el dominio de un programa por parte de cada uno que les permite disfrutar y contagiar «pasiones y afectos» con todos los efectos de la época.

Y como en el disco, las seis cantatas del cantante, organista, compositor, obispo, diplomático y puede que hasta espía Agostino Steffani (Venecia, 1654-1728), todo un personaje con una vida de novela donde sus partituras fueron admiradas y conservadas por Händel, alternando en un discurso muy homogéneo con intervenciones solistas de los hermanos Zapico perfectamente elegidas para completar un idioma común desde distintos acentos, como el propio veneciano, variando ligeramente el orden de la grabación.
Para empezar «Begl’occhi, oh Dio, non piú piangete» (1699) con sus seis números alternando dúos y solos y distintas combinaciones de acompañamiento instrumental: Begl’occhi, oh Dio, non piú piangete (dueto), el aria para alto Clori mia, s’il cor t’ingombra más recitativo Per te, mia vita, moro disfrutando de un continuo plegado a la expresividad del contratenor, manteniendo la estructura con una nueva aria de alto La tua troppo pietà ti fa crudele  seguidas del recitativo de soprano Se la tua gelosia  y el aria duetto Clori mia, deh, ferma alquanto.
Sin apenas pausa «Dimmi, dimmi, Cupido» (ca. 1688) en edición de los asturianos, que comienza con el recitativo para alto Dimmi, dimmi, Cupido, poderoso en el grave, afecto sin afectación al igual que el continuo, preparando el duetto: Son erede dei tormanti, una maravilla de empaste de las voces, líneas que se entrecruzan, contestan, contracantan, se «instrumentalizan» sin olvidar jugar con la melodía fundamentada en el acompañamiento exacto para realzar textos; el recitativo de soprano Ah, che quei piedi, oh Dio antes del último duetto Non bastava al Dio d’amore con el primoroso el trabajo instrumental donde las combinaciones de instrumentos están elegidas para jugar con las voces en registro y fraseo, además de la riqueza tímbrica que proporciona el cuarteto de cuerda junto a las agilidades vocales bien entretejidas para no perdernos los textos.
Y lo mismo cabría decir de los solos en los «intermedios», comenzando con Daniel Zapico a la tiorba que nos dejó la Toccata Terza del «Libro Terzo d’involatura di chitarrone» (Giovanni Girolamo Kapsberger) para disfrutar, reposada, llena de matices y sonido limpio.

Nueva edición propia de «Occhi, Perché piangete?» (ca. 1702) introducido por el clave cristalino antes de lento Occhi, Perché piangete? en juego vocal primoroso, sin necesidad de buscar dónde empieza y acaba una voz para unirse en color, engrosado por el cello de Ruth «Zapico» que enriquece aún más la paleta, al igual que el allegro Stolto è ben chi vi crede donde las agilidades vocales juegan con la cuerda frotada o el rasgueo de la guitarra, antes de retomar el lento Dal vostro pianto amaro.
La guitarra barroca de Pablo Zapico con la Passacaglia del libro cuarto de «Varii scherzi per la chitara spagnola» (Johann Caspar Ferdinand Fischer) hace de nexo entre cantatas recreándose en la rítmica sin olvidar lo lírico, casi un paseo entre cuadros, bocetos preparatorios del mismo trazo aunque distinta autoría.

Más extenso «Crudo Amor, morir mi sento» (ca. 1702) que da título a programa y grabación ahonda en pasión y efectos jugando con afectos bien ejecutados desde el primer aria duetto Crudo Amor, morir mi sento, el recitativo de Mena Come nel mar d’amore seguido por el arioso Egualmente mi nega deja paso y protagonismo a Boix con su recitativo La stella ch’a me splende casi operístico seguido del arioso Oh, toglimi la speme, de los momentos más emotivos del concierto, pausado, amoroso, rico en matices y templado, el clave completando con igual delicadeza las notas largas, respirando con la soprano, como el duetto, recitativo y nuevo duetto final È la speme un falso bene, Così seguendo le fallaci idee Mai non gode quel cor, explicación sin palabras del título del programa llevado al disco.
Aarón Zapico al clave deleitó con una primorosa Passachaglia de «Musikalischer Parnassus» (Francesco Corbetta), trinos claros para una mano izquierda cantante y cambio de roles para una derecha lírica, perlada, apoyada en unos graves poderosos, alcanzando la impensable continuidad de estilo y afecto entre cantatas.

«Sol negl’occhi» (ca. 1702) tiene cuatro números con los mismos ingredientes anteriores ordenados en duetto (Sol negl’occhi del mio bene), recitativos de soprano (Filli crudele, oh Dio!) y alto (Ma, se nel tuo bel viso) donde el virtuosismo del contratenor en las agilidades rivalizaba con el cello de Ruth Verona antes del duetto final (Chi vedesse la beltà) en un tutti matizado lleno de fuerza y empuje.
Placidissime catene (1699) fue la última cantata del concierto, también edición propia para demostrar las múltiples combinaciones posibles que dotan de colorido la previsible monotonía de autor, mantener figuras cambiando el paisaje, duetto Placidissime catene para jugar con color y calor en los tempi: Ha perduto ogni suo bene, Vivo in doglie, e moro in pene, Affani pene e guai voi non farete y Amor fa quanto sal da la prigion. Las voces como instrumentos de viento en agilidades, las cuerdas de ripieno y continuos diferenciados, asombrando los exactos finales de frase para mantener flotando el último acorde en el aire. Placidísimos momentos muy trabajados con las horas de ensayo que un disco requiere y aprovechados para el directo aún más exigente e irrepetible.

Monteverdi y L’incoronazione de Poppea fue el espaldarazo en el foso del Campoamor para Forma Antiqva, y como regalo, además de su aparición en la exitosa serie «El Ministerio del Tiempo» (este lunes 25 de abril), la oscense Boix-Poppea con el alavés Mena-Nerón nos interpretaron Pur ti miro, pur ti godo tras un preludio instrumental Made in Zapico’s preparando la aparición por los laterales del patio de butacas y llenando la sala con «el más bello dúo de amor jamás escrito» en unas voces nuevamente empastadas con un perfecto entendimiento que arrancó las másque  merecidas ovaciones para poner el punto y seguido de un «Crudo Amor» que seguirá sonando, al menos el grabado.

Crítica en La Nueva España del martes 26:

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