74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 15). Música de cámara.
Jueves 3 de julio, 21:00 horas. Iglesia del Monasterio de la Cartuja. Capilla Santa María, Ana Vieira Leite (soprano), Carlos Mena (contratenor y director). Escoxidas: obras de A. Scarlatti en el 300 aniversario de su muerte. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.
En mis últimos festivales no había podido escuchar ningún concierto en otro «marco incomparable» como es el Monasterio de la Cartuja, que merece la pena visitarlo aunque no haya música. Y en un día de bochorno había que escaparse en la línea 8 para disfrutar de este homenaje a Alexandro Scarlatti con un Carlos Mena (Vitoria-Gasteiz, 1971) que está casi omnipresente en este 74º Festival de Música y Danza de Granada, primero en la misa bachiana del pasado 19 de junio abriendo la edición como cantante, después el 29 con la Academia Barroca del Festival donde dirigió y participó en algún número ya celebrando el #300AlessandroScarlatti y finalmente este primer jueves de julio con «su» Capilla Santa María, integrada por unos músicos curtidos en estos repertorios (los dejo al final de esta entrada), donde canta y comparte más que dirigir, en un programa que no pudo encontrar mejor escenario y además retransmitido en directo por Radio Clásica que es la mejor forma de llevar estas joyas a tantos oyentes fieles, contando con los mejores técnicos de sonido que hay en el ente público.
La web del festival nos presentaba este Homenaje al Scarlatti padre:
En 2025 se cumplen los trescientos años de la muerte de Alessandro Scarlatti, compositor nacido en la Sicilia española del siglo XVII y cuyos vínculos con España los reforzó su hijo Domenico, napolitano y músico al servicio de la monarquía hispánica, en Lisboa, Sevilla y Madrid, durante décadas. Al frente de su propio conjunto de la Capilla Santa María, el contratenor y director Carlos Mena rinde homenaje al compositor ofreciendo su Stabat Mater, una de sus últimas y más sofisticadas creaciones, junto a una serie de cantatas que se conservan en la Biblioteca Nacional, adonde llegaron en un manuscrito que reza en su portada: «Cantadas italianas escoxidas para la Exma. Sra. Duquesa de Osuna mi señora», obras que ahora se exhiben fuera de la intimidad de los antiguos palacios aristocráticos.
Con una iglesia llena arrancaba este recital con las cantatas de Scarlatti padre «Del Tirreno a le sponde» y «E penar degg’io ancora», un orgánico de clave, cello y tiorba siempre impecable, alternando solistas, en la primera Carlos Mena y en la segunda Ana Vieira Leite, dos tesituras y colores distintos pero mismo gusto y expresión, con el vitoriano en un estado vocal excelente y la soprano portuguesa (que descubrí por Concerto 1700 y después en Oviedo cantando Purcell) cómoda en tesitura y estilo para este homenaje al primer Scarlatti. Comenzaba Mena y seguía Vieira, mientras para el binomio Alessandro Scarlatti / Francesco Durante de las dos cantatas («Dormono l’aure estive» y «Al fin m’ucciderete») sería la portuguesa quien antes del dúo nos dejaría un recitativo con el clave perlado y la tiorba de sustento.
En la siguiente cambio de orden, tras unas palabras de Carlos Mena presentando este «300 aniversario Scarlatti«, tras el que continuaría el recitativo y el dúo, iniciado por la tiorba delicada de Mingillón, con Ana Vieira Leite, en perfecto empaste y expresividad junto al trío instrumental donde Oyarzábal ornamentaba y Alex Jellici al violonchelo cimentaba estas cantatas que son hijas del padre del «bel canto», llenas de color y sentimiento.
De las notas al programa escritas por la doctora y profesora en la Universidad de Granada Consuelo Pérez-Colodrero nos informaba de estas Escoxidas que aquí dejo:
«Cantadas Italianas escoxidas para la Exma. Sa. Duquesa de Osuna, mi señora» Biblioteca Nacional de España, M/2245, h. de guarda
A principios del siglo XVIII, Nápoles era una de las capitales de la ópera europea. Sus compositores habían generado un estilo propio, más clasicista y depurado, que generalmente reconoce sus principios fundamentales en las aportaciones de Alessandro Scarlatti (1660-1725), pues, junto a su principal colaborador, el libretista Apostolo Zeno (1668-1750), fue este maestro napolitano quien dotó al género de algunas de sus características clave para el futuro inmediato: simplificó los argumentos para dotarlos de mayor coherencia, creó el aria da capo y estableció la alternancia recitativo-aria.
Pese a lo dicho y a que sus numerosas óperas se estrenaron con éxito en Roma, Florencia, Venecia y Nápoles, donde acaso se manifestó mejor el genio scarlattiano fue en sus casi ochocientas cantatas, destinadas a las representaciones privadas de la aristocracia romana del momento y casi siempre escritas para una o dos voces solistas, únicamente acompañadas por basso continuo, como una contrastada sucesión de arias y recitativos. En efecto, como forma «concentrada» de una escena de ópera, esta alta fórmula de expresión artística constituyó un espacio idóneo para que el compositor mostrara su habilidad y refinamiento, que se hacen particularmente notables en la depurada expresión del contenido del texto poético, habitualmente un monólogo de la ninfa o pastora protagonista, a través de la música.
El estilo vibrante, aunque esencialmente conservador y contrapuntístico de Scarlatti, limitaron su influencia directa en la siguiente generación de operistas napolitanos, encabezada por Leonardo Vinci (1690-1730), Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) o Niccolò Jomelli (1714-1774), por lo que no debe extrañar que incluso su extraordinario Stabat Mater (1724), obra de madurez para dos voces y continuo que había encargado la Confraternità dei Cavalieri di San Luigi di Palazzo, fuera desplazada en apenas una década por la propuesta homónima del pronto malogrado Pergolesi. Sin embargo, precisamente por excelente oficio como compositor, Scarlatti fue valorado como uno de los grandes maestros napolitanos tanto por la incipiente musicología –el historiador Charles Burney (1726-1814), por ejemplo, lo destacó como «el más grande armonista de Italia, es decir, del mundo»–, como por los músicos de la primera mitad del siglo XVIII, que estudiaron con particular interés su producción religiosa. Una clara evidencia de dicho interés fue la circulación de sus cantatas en copias privadas, como el manuscrito M/2245 que custodia la Biblioteca Nacional de Madrid, muy probablemente destinado a las veladas musicales organizadas por Francisca Bibiana Alonso Pérez de Guzmán el Bueno (†1748), Duquesa de Osuna consorte y gran aficionada a la música italiana. Otro magnífico ejemplo de la amplia aceptación de Scarlatti como referente musical para las generaciones siguientes son, sin duda, los XII Duetti da camera (1776) de su alumno Francesco Durante (1684-1755). Este, en el espíritu pedagógico iluminista, se encargó de transformar los recitativos de las cantatas a solo de su maestro en expresivos dúos, en los que la adición de una segunda línea vocal y una serie de interludios, aunque modifica considerablemente las obras originales, establece los que muy probablemente sean los mejores ejemplos de la técnica de parodia del Siglo de las Luces. Con este subterfugio, Durante aseguró la continuidad de al menos una parte de la producción musical de Alessandro Scarlatti, cuyo grueso, pese a ser reconocido por la literatura como ineludible para entender el fértil tránsito entre los siglos XVII y XVIII, ha sido injustamente valorado.
Tras una breve pausa para recoger el clave y recolocar el orgánico completo, ya con los dos violines y el órgano centrado detrás, vendría la obra más conocida y completa de Scarlatti padre, su Stabat Mater donde disfrutar de la alternancia de los solistas, dúos y la expresividad de cada uno de los números que lo conforman con una instrumentación rica, matizada, perfecto ropaje a la escritura vocal del siciliano.
Con un orgánico perfecto en tempi y matices, donde Carlos Mena apenas indicaba el aire para cantar sus solos o dejar a la soprano los suyos, cada «oración» surgió natural, rica, llenando la iglesia del monasterio, riqueza tímbrica vocal e instrumental para una obra espiritual bien interpretada por todos, la expresividad y control total de Ana Vieira Leite, el magisterio del contratenor vitoriano de voz carnosa y poderosa en todo su registro. Y antes del Fac ut ardeat cor meum, una necesaria parada para afinar y proseguir hasta el final,. De principio a fin esta Madre en pie, «Stabat mater» del Scarlatti padre llenaría de fervor musical un jueves cartujano cuyo Amen fue casi una orden para estas partituras protagonistas y siempre necesarias en este festival.
INTÉRPRETES:
Capilla Santa María:
Manfredo Kraemer, Guadalupe del Moral (violines) – Alex Jellici (violonchelo) – Manuel Minguillón (tiorba) – Daniel Oyarzábal (cembalo y órgano)
Ana Vieira Leite (soprano)
Carlos Mena (contratenor y director)
PROGRAMA:
Escoxidas
Alessandro Scarlatti (1660-1725)
Cantata «Del Tirreno a le sponde»:
Recitativo «Del Tirreno a le sponde» – Aria. Andante. «Care arene» – Recitativo «Misero se perdei la soave cagion de miei sospiri» – Aria «Ah, voi soli tiranni pensieri»
Cantata «E penar degg’io ancora»:
Recitativo «E penar degg’io ancora» – Aria. Adagio. «Quando sarà quel dí che respirar dovró» – Recitativo «Lascia la riva onde lontano stai» – Aria. Andante. «Che gran tormento sia l’aspettare»
Alessandro Scarlatti / Francesco Durante (1684-1755)
A. Scarlatti: recitativo «Dormono l’aure estive» – F. Durante: duetto «Dormono l’aure estive» – Scarlatti: recitativo «Al fin m’ucciderete» – Durante: duetto «Al fin m’ucciderete»
Alessandro Scarlatti
Stabat Mater:
Cujus animam gementem / O quam tristis / Quae moerebat et dolebat / Quis est homo qui non fleret / Quis non posset contristari / Pro peccatis suae gentis / Vidit suum dulcem natum / Pia Mater fons amoris / Sancta Mater istud agas / Fac ut ardeat cor meum / Tui nate vulnerati / Fac me vere tecum flere / Virgo virginum preclara / Fac ut portem Christi mortem / Inflammatus et accensus / Fac me cruce custodiri / Quando corpus morietur / Amen
En el 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti








