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Cantabria y después Madrid

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Sábado 23 de marzo, 18:45 horas. Santuario Nuestra Señora de Las Caldas de Besaya, XXVIII Jornadas de Canto Coral. Coro «El León de Oro» (LDO), director: Marco Antonio García de Paz. Polifonía religiosa renacentista y contemporánea.

La Coral de Los Corrales de Buelna organizadora de estas jornadas, apostó este año como decía la prensa por la calidad, y nada mejor que traer hasta su tierra a los vecinos asturianos del LDO, pues no me ciega la pasión si digo que actualmente es el mejor coro español. En trabajo permanente, con cantera que permite renovar sin perder esencia ni calidad, tras un concierto en Palencia llegaban al Santuario con un programa cantado en latín y en dos partes bien diferenciadas, la primera de polifonía renacentista que sigue siendo referente coral. Basta con citar obras y autores para comprobar cómo las perlas se engarzan desde la delicadeza en la elección de ellas con una interpretación íntima, recogida, técnica por lo que supone el siempre dificilísimo «tactum» que dominan como nadie:

Nesciens Mater (Mouton), Ave, verum corpus (Byrd), Versa Est in Luctum (Alonso Lobo), Media vita in morte sumus (Lasso), Vidi Speciosam (Victoria) y Nunc Dimittis (Palestrina). Seguro que Marco limará detalles y mínimos excesos dinámicos en las sopranos, pues los orfebres del sonido no dejan nada fuera de lugar, mimando sonoridades, pronunciación, empaste, líneas, silencios tan sobrecogedores como la propia música.

Para la segunda parte, también con el latín como lengua vehicular que marida a la perfección con la música, al menos para los melómanos, polifonía religiosa cercana en el tiempo donde las combinaciones vocales tanto en colocación como interpretación siguen siendo todo un espectáculo coral. Voces blancas para Ubi Caritas (Ola Gjeillo), graves para el Kyrie de Ramona Luengen (1960), medios coros sólo en número y ubicaciones buscando magnificencia sonora para el Agnus Dei de Pizzetti (1880-1968), el pletórico Sanctus (Josep Vila), todos juntos para el «veterano» pero siempre actual Bruckner (1824-1896) del Os Justi, nueva demostración de gusto por la calidad y emociones a flor de piel, la joya del Ave Maria (Biebl) que sigue cautivándome cada vez que lo escucho, con los solistas en primer plano y el coro al fondo logrando sonoridades de colorido impactante, y el remate de Serenity (O Magnum Misterium) del noruego Gjeilo (1978) para violoncello y coro donde el bajo Manuel Quintana hace realmente cantar al instrumento que encaja perfectamente con ese color vocal único de «los leones» y que .

Disfrutar con cada obra, hasta las propinas envolviendo al público que abarratoba el Santuario de Caldas mucho antes del comienzo, ocupando incluso el crucero, nueva muestra de bordado artesanal donde el hilo áureo y de seda comienza a brotar capas corales que dibujan un cuadro en cada pieza, global y en detalle sin perder nunca entidad. Contraste temporal pero continuidad estilística de un coro que volverá a trabajar parte del repertorio renacentista escuchado en Cantabria con Peter Phillips para su actuación en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional madrileño el próximo sábado 6 de abril, otro logro y ocasión para gozar con fruición del maestro británico al frente del coro asturiano. Los «leónigans» seguimos nuestro particular peregrinaje porque cada concierto es único, irrepetible, grandeza musical que no tiene explicación tangible pero refleja nuevamente el objetivo común de «disfrutar y hacer disfrutar con la música coral».

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No hay tierra extraña con el LDO

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Sábado 3 de noviembre, 20:30 horas. XXIII Quincena Musical de Durango (Vizcaya). Iglesia de Santa Ana: Coro LDO («El León de Oro»), Marco Antonio García de Paz (director). Obras de Mouton, Byrd, Lasso, Palestrina, Rheinbergher, Mendelssohn, Rachmaninov, Biebl, Busto, Sarasola y Elberdin.

Como seguidor confeso y «leónigan» pude escaparme a Durango en el puente de los Santos y volver a recrearme con este coro del que no canso jamás porque siempre hay momentos mágicos, irrepetibles, capaces de seguir creciendo hacia una excelencia coral desde una belleza sonora que plumas y oídos más doctos ya han descrito. Cada directo es irrepetible y único, el repertorio está tan trabajado, las voces tan afinadas y empastadas, la complicidad y entendimiento con Marco tan agradecida, que el resultado siempre es óptimo. Incluso la mezcla de veteranía y juventud en una formación coral que sigue promocionando la cantera hace que las «bajas puntuales» se cubran con una alineación siempre ganadora. El modelo o escuela vasca triunfa siempre y acudir a esta tierra cercana a la nuestra es como cantar en casa, donde se les admira y ovaciona como propios, público entendido que respeta cada obra, los finales y el esfuerzo. Si además finalizas con dos temas en euskera, con premio en esa capital coral que es Tolosa, la apoteósis es lógica y esperada.

Últimamente no llevo conmigo ordenador, solamente uso el teléfono móvil o la tableta, trabajo rápido y cómo para estos viajes cortos aunque con algunas limitaciones (enlaces o links, fotos, formato…) pero sigo fiel a la inmediatez del comentario. Puntualmente amplío desde casa y esta vez no quería dejar sólo unas líneas porque el pasado sábado volví a «levitar» como dice mi amiga Cristina Otadui, que entendió mi opción coral frente a la operística.

La música renacentista sigue siendo referencia con estos leones, buenos y aplicados alumnos bien empapados de las enseñanzas y matizaciones del Maestro P. Phillips, que «tripetirá» a la vista de los resultados.

El francés Mouton, el inglés Byrd, el franco-flamenco Lasso o el italiano Palestrina tienen muchísimo que cantar en distintas combinaciones del coro, capillas, completo o doble coro, con la dificultad añadida del tactus, esa melopea donde manda la letra subrayada por unas melodías llenas de vericuetos capaces de escucharse en su polifonía, como bien indicó el Concilio de Trento al poner de modelo precisamente a Giovanni Pierluigi da Palestrina, cuyo doble coro para el Laudate pueri resultó atemporal por vigencia, aunque las cinco obras de la primera parte fueron impecables y casi pecaminosas para mi lujuria coral.

El Romanticismo es otro terreno donde LDO se mueve cómodo, contrastes y emociones más viscerales que espirituales aunque los textos lo sean. El Kyrie de Josef G. Rheinberger impacta por esa montaña rusa de matices y registros extremos siempre afinados, empaste coral que con Mendelssohn roza el paroxismo, sobre todo con el Richte mich, Gott donde las voces graves atacan y las blancas contienen, fluir vocal con cascadas y remansos. Para seguir convenciendo, mezclar rigor y vigor (sé que abuso de los juegos de palabras) el Bogoroditsie Devo de Rajmáninov colocó al público en el centro de la acción rodeado por un coro que cerrando los ojos te envuelve y transporta. No sólo se buscan nuevas sonoridades, que también, sino un compartir musical completo haciendo copartícipes del gozo a intérpretes y público.

Para seguir redondeando actuación, el trío solista Elena Rosso, Fernando Fernández y Ángela P. Alba completan un Ave María de Franz Xaver Biebl único, global, compacto, integrando todas las voces en una sola sensación.

El puente lo tiende un músico de la tierra como Javier Busto, otro enamorado del LDO porque sus obras en estas voces hacen aún más grande su música. O Magnum mysterium rinde tributo religioso y romántico desde lo contemporáneo con el exquisito quehacer coral del doctor, degustador de lo bueno capaz de lograr cual reputado enólogo piezas que son reserva para paladares entendidos. Aroma, sabor, color, maridajes increíbles llevan a un final increíble: disonancias, agudos al límite, contrapuntos endiablados y el acorde final a tono tras los difíciles vericuetos de todas las voces, «Grandísimo misterio». Y noté a Marco revisar la afinación con el diapasón al finalizarla ¡sí, no calan ni un cuarto de tono!. Bien por los leones.

El final sigue con músicos de la tierra y en euskera, X. Sarasola y Neskatx’ ederra reconfortante al oído tras la cumbre anterior, más ese zortzico que mueve a todos, Segalariak (Josu Elberdin) reconocido en esta tierra que con permiso, he rebautizado como País Vascoral.

Propina acorde con el entorno sobrio de Santa Ana y Requiem como adiós que resulta siempre cercano, Agnus Dei que nos quita el pecado pero no de leónigan, pecados musicales capitales sin acto de contrición ni propósito de la enmienda.

© Víctor Gallego Baviano