Lunes 17 de julio, 22:30 horas. 72 Festival de Granada, Patio de Los Arrayanes, “Solo Bach”: El arte de la fuga, Armida Quartett. Obra de J. S. Bach. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.
En esta edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada se han programado conciertos de cuartetos y varios dedicados a “Mein Gott” por lo que sumando ambos en un solo concierto era la cuadratura del círculo. Y Johann Sebastian Bach (1685-1750), padre de todas las músicas encontró en estos cuatro “apóstoles alemanes” del Armida Quartett (Berlín, 2006) la profecía cumplida de “inventar el cuarteto de cuerda” antes que el propio Haydn de quien toman el nombre estos cuatro artistas que con sus cuerdas frotadas fueron capaces de convertir la teoría en práctica.
Seremos muy pesados insistiendo en los “marcos incomparables” de Granada que hacen distinto y especial este festival, pero de nuevo la magia del Patio de Los Arrayanes funcionó, tras un día infernal la temperatura bajó lo suficiente para no agobiarnos con el calor, y el agua que los nazaríes adoraban obró el milagro o la magia no solo de refrescar el ambiente, la acústica ideal y el reflejo del estanque en los arcos haciendo pensar que brotaba agua encima del cuarteto alemán.
El maestro Enrique Martínez Miura titulaba sus notas al programa como «Perenne modernidad» porque “dios Bach” sigue actual, habita entre nosotros y no debemos tomar su nombre en vano. Nos cuenta sobre El arte de la fuga que “los datos señalan que Bach la escribió al acabar la Ofrenda musical, del verano de 1747 a la primavera de 1749, hasta casi el momento mismo de su enfermedad final”, cerrando también el círculo bachiano con “el arte de la alquimia musical”, pues a partir de una melodía con la matemática musical se construye el universo de la fuga, no sólo un arte sino una inspiración para encontrar la fórmula magistral y como matemática sonora, combinar cuatro elementos en todas las variante posibles, nada mejor que con un cuarteto de cuerda siempre capaz de desentrañar los secretos insondables que un teclado, peo ni siquiera el órgano, pueden salir a la luz.
Retomando el texto de Martínez Miura sobre esta receta magistral de “dios Bach” que es El arte de la fuga, “(…) se ve hoy como una creación atemporal, aunque de hecho solo podía haber sido fruto de su época. Los músicos más jóvenes coetáneos de Bach pensaron que con ella el viejo compositor daba un gigantesco paso atrás, al intentar la resurrección del contrapunto, porque para ellos ya solo contaba la música elegante y sentimental. Pero la posteridad ha visto en la asombrosa compilación todo un símbolo de modernidad por lo que menos se comprendió en su momento: como música absoluta”.
El Armida Quartett que ha transitado compositores de todas las épocas con notable éxito, vuelve al origen para jugar con las cuatro voces en contrapunto desde todas las combinaciones posibles, alternando inicios de la frase en cada uno de sus componentes, disfrutando de una sonoridad compacta y clara que permitía escuchar cómo “Bach dios nuestro” iba construyendo cada uno de los motivos, dándoles el aire y presencia diferenciadas sin perder la unidad global de tan magna obra aún por explorar. Casi 300 años después cada “receta” trabajada desde 1747 a 1749 traducida al cuarteto de cuerda sigue asombrando por la interminable capacidad creativa para conseguir emocionar con dinámicas extremas, juegos de arcos, la monodia básica que arma una polifonía contrapuntística mágica, superposición de líneas construyendo un magno edificio sonoro al que de haber proseguido Bach podría haberlo ampliado “ad aeternum” en una escalera al cielo.
Die Kunst der Fuge, BWV 1080 es como cuadrar el círculo o redondear el cuadrado, las combinaciones de cuatro elementos tomados de cuatro en cuatro que matemáticamente dan veinticuatro permutaciones aunque el alquimista puede convertirlas en tres, pues “La monumental fuga inacabada –se interrumpe abruptamente en el compás 239–, se conserva como página a tres voces, pero justo donde éstas se cruzan aparece en notación alemana el tema BACH –si bemol, la, do, si–, lo que sugeriría una fuga cuádruple destinada a culminar con esta firma un posible plan de veinticuatro fugas finalmente incompleto” como nos cuenta don Enrique. Iniciar en el violín segundo, en el chelo o en la viola, prescindir de los extremos y seguir manteniendo la magia, las dinámicas, el empaste, afectos y experimentos todos satisfactorios porque el resultado final sigue siendo “oro musical”. No es un planteamiento abstracto ni una elaboración teórica, trasciende al más allá y la perfección de la música es tal que permite todo tipo de recreaciones, por lo que desde el cuarteto de cuerda se destilan todos los microorganismos que conforman un ente musical siempre único.
Uno de los hijos de Bach, el segundo Carl Philipp Emanuel, afirmaba que «mientras escribía esta fuga murió el compositor donde el nombre de BACH aparece en el contrapunto». Misterios que se resuelven plagiando a Santo Tomás, “si no lo escucho no lo creo” y Bach descendió a Los Arrayanes invitándonos a poner el oído en la fuga. El “nuevo catecismo” nos lo explica Enrique Martínez Miura y la transmutación la realizó el Armida Quartett.
Todos los que escuchamos anhelantes la “palabra de Bach” nos faltó terminar orando al unísono “Amen” este nuevo milagro musical, aunque en uno de nuestros mandamientos se nos diga “No tomarás el nombre de Bach en vano”. Este lunes vigesimoséptimo del advenimiento granadino hemos santificado la fiesta.
Martin Funda, violín – Johanna Staemmler, violín – Teresa Schwamm-Biskamp, viola – Peter-Philipp Staemmler, violonchelo
PROGRAMA
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Die Kunst der Fuge, BWV 1080 (1747-1749)
Contrapunctus I
Contrapunctus II
Contrapunctus III
Contrapunctus IV
Contrapunctus V
Contrapunctus VI a 4 in stile francese
Contrapunctus VII a 4 per Augmentationem et Diminutionem
Contrapunctus VIII a 3
Contrapunctus IX a 4 alla Duodecima
Contrapunctus X a 4 alla Decima
Contrapunctus XI a 4
Contrapunctus XII a 4
Contrapunctus Inversus XIII a 4
Contrapunctus XIV












