Inicio

Ay! qué banda que perdemos la Banda

3 comentarios

Atónito ante las noticias que me encuentro en la prensa y las redes sociales (Facebook y Twitter), primero cabreo, más tarde desasosiego, finalmente triste además de sorprendido como melómano y especialmente mierense.
De nuevo cainitas y mediocres con afán de protagonismo, envidias y amiguismos mal entendidos ponen en peligro algo que ha costado muchos años de esfuerzo, con una gestión opaca que parece ser el último detonante, olvidando las ilusiones y sacrificios de los verdaderos artífices de un renacer deseado: los músicos (todos bienvenidos) y el director musical.

Curioso encontrarme críticas y algunos anónimos criticando el repertorio de nuestra banda, de la que llevo presumiendo varios años. Miopes y envidiosos incapaces de reconocer el nivel que estaba alcanzando la Banda de Música de Mieres, independientemente de la procedencia de unos músicos jóvenes, de conservatorio (¡qué placer y gratitud por su esfuerzo!) tachando con aldeanismo que no eran del pueblo como si se pidiese estar empadronado para tocar gratis y venirse a ensayar a la Casa de la Música, corriendo los gastos de sus bolsillos, amén de familias que han dejado dinero mientras ensayaban o actuaban en nuestra «hermosa Villa de Mieres». Me enfada mirarse el ombligo, criticar sin conocimiento o buscando dañar y destruir en vez de remar para no volver a ahogarnos en la orilla, volver a pegar la patada a la lechera llena para lamentarse cínicamente esperando una huída que vuelva a dejar sillas vacías donde sentarse con un falso honor localista de dudosas intenciones.
Criticar es fácil, la coherencia imposible, pues dependiendo de la procedencia un mismo hecho resulta constructivo o destructivo:  fatal que una orquesta pida hablar catalán, cuando hay tantas nacionalidades distintas… qué mal una banda con gente que no es de Mieres, como si hubiese un «plus» para los no censados. Olvidan una vez más lo que supone hacer música, respeto, convivencia, sacrificio y sobre todo hablar el único lenguaje universal para construir un mundo más culto.
La Banda de Música de Mieres es heredera de aquella municipal, incluso ha sido objeto de una tesis a cargo del doctor en Musicología José Ramón Vidal, profesor mierense y percusionista de la misma (hoy ejerciendo por tierras castellanas), agrupación con músicos venidos de Liria, Zaragoza, Valencia, Moriles, Oviedo… empleados municipales «fichados para la Banda» y plenamente integrados en nuestro pueblo, todo un orgullo para la entonces pujante villa del Caudal pero que terminaría «como el rosario de la aurora», reforzada con músicos militares para alargar artificialmente la vida de aquella agonizante banda en un Mieres igualmente de capa caída (y lo que aún vendría después).

La afición musical de algunos enamorados y componentes de aquella, también del pueblo como los siempre recordados que ya no están entre nosotros Ricardo Merediz, subdirector y fliscorno de la fenecida o Enrique Álvarez, empresario confitero, melómano y músico aficionado entre otros, junto a los todavía vivos Ramón del Llano, trompeta y trompa, o Fermín Álvarez Gil, clarinete, pusieron en pie la Asociación Mierense de Amigos de la Música (AMAM), retomando una formación con pocos mimbres pero mucha ilusión, con algunos veteranos que nunca guardaron sus instrumentos y unos «educandos» que se formarían en la nueva banda. Pasacalles y conciertos en fiestas puntuales que devolvieron la esperanza a mierenses de todas las edades, creciendo el número de socios que apoyaban una banda de nuevo llevando el nombre de la villa del Caudal por todo Asturias, siendo Llanes y el 8 de septiembre casi el termómetro de los avances anuales.

La llegada del maestro murciano Antonio Cánovas Moreno (Totana, 1979), saxofonista y profesor en el Conservatorio de Oviedo supuso el último empujón en cuanto a calidad y plantilla, rejuveneciendo además de afrontar repertorios de un nivel impensable hace 25 años sin olvidar «clásicos» pero apostando por obras actuales, algo que supone estar al día en la actualidad de las músicas para banda y muchas horas de estudio previo para poder ensayarlas cara a los conciertos. Cada vez más orgulloso comprobando el nivel de nuestra Banda (pasarse por su canal en YouTube© es una pequeña muestra), capaz de codearse en igualdad e incluso superioridad con otras hermanas e incluso compartir escenario de Champions en el Auditorio de Oviedo con su Banda, o ser invitada a Galdácano devolviendo visita y dejando bien alto el pabellón de Mieres, cuyo Ayuntamiento siempre ha apoyado.
Acabando mayo la directiva ha tomado unas decisiones que solo siembran dudas, nubarrones y el desconcierto de unos músicos que han escrito un comunicado que paso a reproducir, esperando que «los de siempre» den un paso atrás o directamente se vayan dejando el cargo para gente joven con ideas claras y sin afán de protagonismo. No es justo que el Maestro Cánovas tras el excelente trabajo realizado estos años se le pague con un despido y salida por la puerta de atrás, rápidamente sustituido en una maniobra un tanto oscura por no decir ominosa y ofensiva para cualquiera con sentido común.

COMUNICADO INFORMATIVO

 

En relación a todas las informaciones aparecidas este fin de semana en medios de comunicación y redes sociales queremos decir en nombre de todos los compañeros y compañeras de la banda que hemos llegado hasta aquí de la mano de nuestro director, Antonio Cánovas Moreno, y salvando las dificultades que existen por parte de la actual directiva de la asociación a la que pertenece nuestra banda, la Asociación Mierense de Amigos de la Música.
Los componentes de esta banda siempre soportamos con resignación la desidia de los actuales responsables. Como disfrutamos ensayando y actuando, eso nos compensa como músicos.
Los miembros de esta banda somos socios de la asociación, no cobramos y hacemos esto por nuestro amor a la música y la fidelidad hacia este colectivo.
Sin embargo, hace unos meses, la expulsión de un compañero, de una forma totalmente arbitraria, en contra de todas las opiniones despertó el malestar latente en la banda.
A partir de ese momento, como músicos de la banda y como socios, comenzamos a pedir explicaciones a la junta directiva, en privado y en la Asamblea General, sobre su gestión. La información que hemos conseguido es una absoluta falta de transparencia.
 Hoy, sentimos estupor ante la manera en la que se ha procedido a despedir al Director de esta Banda. 
Cuando llegamos al lugar habitual de ensayo como todos los sábados, nos enteramos superficialmente de que nos faltaba LA BATUTA.

 

ESTAMOS EN ABSOLUTO DESACUERDO Y QUEREMOS DEJARLO PATENTE. 
Y también decir que Antonio Cánovas ha llevado a nuestra banda a ser una de las mejores formaciones de Asturias.
 Con Antonio, crecimos en número y en calidad, ampliamos repertorio, llegamos a nuevos escenarios de gran importancia y participamos en proyectos muy ambiciosos con otras formaciones musicales.
 No entendemos los motivos. La junta directiva, de manera totalmente unilateral, como practica habitual, decidió cesarle sin más.
 Nosotros propusimos siempre el diálogo y siempre chocamos con la cerrazón, las malas maneras y su negativa. 
En esos intentos de tender puentes tenemos que decir públicamente que siempre contamos con el Ayuntamiento en la persona de su alcalde, Aníbal Vázquez, y especialmente en su concejal de Cultura, Juan Ponte, a los que agradecemos su interés y su labor de mediación.

Aún sigue tristemente siendo noticia en La Nueva España «Cuencas» (web para suscriptores), martes 29 de mayo:

Mieres suena en Oviedo

2 comentarios

Domingo 11 de marzo, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Banda de Música «Ciudad de Oviedo»: Conciertos de Invierno. Banda de Música de Mieres, Antonio Cánovas (director); Banda de Música «Ciudad de Oviedo», Francisco Vigil (director).

La música de banda sigue teniendo un público fiel además de ser no solo cimiento de melómanos sino el laboratorio de compositores actuales que encuentran las sonoridades específicas en estas formaciones, también cantera de instrumentistas y afición para una juventud no siempre visibilizada en unos tiempos donde los estudios no reglados parecen olvidados. Mi aplauso y admiración al sacrificio de horas y horas de ensayos en casa más los conjuntos para poder disfrutar de conciertos como este dominical que sigue llenando cada mes el auditorio de la capital.

Quienes me leen conocen mis raíces de melómano con la Banda de Mieres a la que escucho cuando puedo y de la que me declaro incondicional desde su renacer gracias a la la Asociación Mierense de Amigos de la Música allá en 1991, un año para no olvidarme al ser el de mi boda así como el de la fundación de la OSPA. Con el murciano Antonio Cánovas Moreno (Totana, 1979) «nuestra banda» no solo se ha consolidado y rejuvenecido sino que conocedor del excelente material humano y musical con que cuenta va aumentando las exigencias poco a poco afrontando repertorios impensables hace poco y con una calidad pareja a la banda anfitriona que invitó a la mierense a este ciclo de conciertos invernales, abriendo la velada (dejo a continuación el programa inicial que he retocado para la foto de portada y dejarlo en el orden correcto).

En un año pero especialmente desde Santa Cecilia la evolución de la Banda de Música de Mieres sigue imparable y escucharla en el auditorio con un programa casi sinfónico no solo me llenó de satisfacción y orgullo sino de felicidad por el repertorio elegido y su profesionalidad en la interpretación disfrutando de una acústica perfecta para las obras y autores elegidos.
No puede faltar nunca un pasodoble en un concierto de banda, apostando por el nuevo repertorio que avanza en lenguaje y texturas sin perder nunca el origen bailable. El Torico de la Cuerda (2002) de Luis Serrano Alarcón (Valencia, 1972) es una muestra de ello y encargo del Ayuntamiento de Chiva, dejando enlazadas en todos los títulos algunas interpretaciones aunque por otras formaciones distintas a las de este domingo por no perder mi afán didáctico en compartir y dar a conocer lo que tocan nuestras bandas hoy, aquí escritura de un músico valenciano cuya procedencia ya puede darnos idea de lo que supone a nivel musical y más en una carrera internacional que comienza a recoger sus frutos.

La generación de compositores españoles actuales dominan la técnica compositiva y todo tipo de instrumentaciones sean sinfónicas, camerísticas o corales. Hace dos años y con motivo de la exposición Aqva de «Las Edades del Hombre» descubrí al toresano David Rivas (1982) al que pude saludar en persona al finalizar este concierto, presente para disfrutar con La ruta del Cid (2017), cuatro movimientos aplaudidos cada uno al no figurar en el programa: «1. El inicio de una leyenda; 2. El deber de un guerrero, luchar por su señor; 3. Nostalgia. Jimena en su corazón; 4. Fiesta final: El Cid llega a Valencia«. Música épica sin necesidad de imágenes aunque funcione cual banda sonora (eso es un «Poema Sinfónico»), con despliegue de percusiones variadas y utilizando un teclado electrónico emulando el arpa para suplir ésta, sin desmerecer por sonido, intención y limpieza, sumándole las voces de los propios instrumentistas cual coro u otro instrumento engrandeciendo tímbricas incluso con gritos de guerra enarbolando maderas y metales, sin faltar un clarinetista haciendo de narrador en el primer número. Me impresionó la amplia gama dinámica de los mierenses tanto en los delicados pasajes cantabile de flautas y clarinetes como en los poderosos de los metales y la precisión para los exigentes cambios rítmicos y de compás perfectamente indicados y llevados por el Maestro Cánovas. El compositor subió a dar su plácet a la banda mierense y a su director recogiendo los aplausos merecidos de un público fiel y entendido que disfrutó con esta composición del zamorano.

A continuación una verdadera banda sonoraAlatriste de la que el compositor murciano Roque Baños (Jumilla, 1968) adaptó esta Suite que la Banda de Música de Mieres interpretó en Oviedo, una prueba de fuego más donde junto al teclado con sonido de arpa se unió una guitarra española (recordando el Aranjuez de Rodrigo) que dieron algún problema de afinación al estar amplificados y que hizo se notara más, al igual que cuando entró el sonido de órgano, lo que no empañó una interpretación de altura sinfónica donde brillaron todas las secciones y solistas, queriendo destacar además de los «habituales» clarinete, trompeta o flauta al trío femenino de trompas, de sonido compacto, aterciopelado y valiente.
Y de propina otro de los compositores actuales que mejor escribe para banda (todavía resuena en mi cabeza el Libertadores): el alicantino Oscar Navarro (Novelda, 1981) con el pasodoble Andrés Contrabandista donde Don Antonio apenas necesitó dirigir demostrando el duro trabajo previo de ensayos, dejando sonar a sus músicos para escucharse unos a otros haciendo música de calidad sinfónica con menos medios de los deseados pero toneladas de ilusión. Lo dicho, orgulloso de la banda de mi pueblo.

El maestro Francisco Vigil Sampedro volvía un año después de su «jubilación» al frente de la Banda de Música «Ciudad de Oviedo» en una segunda parte igual de exigente y poderosa que la primera por obras y autores seleccionados, menos actuales pero dignos de escucharse cuando hay plantilla para ello y la banda carbayona la tiene desde su fundación en 1992, contando con varios profesionales.
Así la obertura Tantaluqualen (1868) del austrohúngaro Franz Von Suppé (1819-1895) recordándome cuánta música sinfónica se adaptó para las bandas siendo nuestras primeras tomas de contacto en vivo con repertorios inalcanzables.

Más cercana en el tiempo la composición The idol of the flies (2008) del suizo Franco Cesarini (1961) que tiene de subtítulo «A Tone Poem after Jane Rice, Op. 13» de lenguaje actual en cuanto a investigador de texturas y empleo de amplia percusión casi necesaria pero con toques académicos y buena instrumentación para bandas, que la capitalina interpretó segura bajo la sabia batuta del Maestro Vigil. En la onda de bandas sonoras de la primera parte mierense, esta partitura inspirada en la historia de un niño huérfano que tiraniza su entorno e invoca repetidamente un «ídolo de las moscas» como símbolo de su poder, y con eso él realmente llama al diablo, cuyo nombre traducido por Beelzebub es «El ídolo de las moscas», Cesarini no cuenta la trama exacta de la historia truculenta sino que reproduce su atmósfera densa y sombría.
La Suite op. 66 The crown of India (1911-12) del inglés Sir Edward Elgar (1857-1934) en los cinco movimientos seleccionados por el compositor volvía el mundo de las orquestas sinfónicas «recreado» desde las bandas sinfónicas (las nuestras sin cuerda), a mayor gloria del imperio con la música ensalzando el poderío no exento de exotismo, y donde los saxofones cantan mejor que los cellos, destacando los solos del clarinete y concertino Isidoro Otero y del mierense Juan Flores al saxo alto.

No podíamos marchar sin propina y además un pasodoble, Guadix del vasco Primitivo Azpiazu (Zumárraga, 1912-1990), la forma española por antonomasia, paso doble inigualable que estas formaciones tienen la obligación de mantener, mejor cuando tenemos composiciones de tanta calidad como las elegidas para este tarde de domingo, dos generaciones que mantienen viva la música de banda.

Santa Cecilia en Mieres

2 comentarios

 

Este 2017 la festividad de Santa Cecilia caía de miércoles, por lo que en Mieres decidió ocupar no ese día sino dos sábados el Auditorio Teodoro Cuesta, anterior y posterior al 22, con sendos conciertos a cargo de nuestras mejores señas musicales de identidad, el Orfeón y la Banda, también con formaciones invitadas para hacerlas partícipes de la fiesta y con las que hay especiales relaciones.

El sábado 18 y con poco más de media entrada era el día coral de la patrona con dos protagonistas de casa: la orfeonista y pianista Susana Álvarez y el director Carlos Ruiz de Arcaute Rivero, la primera encargada de abrir concierto con el conocido Torna a Surriento al piano y acompañando al invitado Coro Melódico también dirigido por el titular del orfeón.
Media docena de temas nos dejó esta agrupación femenina de carácter social, canciones conocidas por casi todo el público presente y presentadas por Eustaquio Álvarez Hevia, presidente del laureado e histórico orfeón local, obras sin grandes pretensiones ni arreglos pero que con el acompañamiento pianístico de Susana siempre ayuda y da empaque a estas melodías populares del pasado siglo, que paso a detallar y enlazarlas a YouTube©:
La popularizada por Jorge Sepúlveda Mirando al mar de Carlos de Haro Valencia (+1963) y Marino García González (1910), el bolero Viajera -1947- de Francisco García del Val (1897-1984) en el arreglo de Fernando García Morcillo (1916-2002), la conocida habanera-bolero Yo te diré de la película de 1945 «Los últimos de Filipinas», con letra del polifacético malagueño Enrique Llovet Sánchez (1917-2010) y música del compositor y pianista húngaro Jorge Halpern (1916) en arreglo de M. Salina, la también muy versioneada Torna a Surriento (1902) de los hermanos De Curtis, el pintor y poeta Giambattista (1860-1926) y el músico Ernesto (1875-1937), más dos canciones de la mexicana afincada en EE.UU. María Grever (1884-1951) Cuando vuelva a tu lado (1924) y Despedida (1946).

Sin más espera que la entrega de presentes más el agradecimiento a los invitados, llegó el turno del
Orfeón de Mieres de nuevo con Carlos Ruiz de Arcaute que desgranaron otra media docena de temas de su repertorio, esta vez explicados por el director y una muestra de los diferentes estilos que nuestro coro lleva por toda la geografía, igualmente enlazados a su canal en YouTube©, ganando en empaste y sonoridades aunque se note el cansancio en alguna cuerda. Comenzaron con Señor, me cansa la vida (Antonio Machado / Juan Alfonso García, 1935), el siempre agradecido folklore asturiano de Atardecer (Sergio Domingo), Ay! un galán (Javier Armenter, 1965) y Mocina, dame un besín (Senén Guillermo Molleda / Antolín de la Fuente) más la habanera popular de Totana Un velero y una canción de Santos Montiel en armonización para coro mixto de José Luis López García, para finalizar recordando a Puerto Rico en un arreglo que personalmente nunca me ha gustado de Mi viejo San Juan (Noel Estrada / arr. Antonio Barés). Nuevos detalles entre formaciones para seguir recordando este concierto de «los coros de Carlos y Susana» con repertorios y objetivos distintos aunque la música vocal no entienda de etiquetas.

El broche final unió a los dos coros para entonar con el público sumado a ellos el himno Asturias, patria querida.
Dejo recortes del diario La Nueva España recogiendo el evento:

Y el sábado 25 llegó el turno de la Banda de Música de Mieres que llenó el Auditorio que lleva el nombre de nuestro bate y músico local Teodoro Cuesta, logrando un enorme éxito celebrando también sus Bodas de Plata, compartiendo evento con su «hermana mayor» de Pola de Siero, depositaria y heredera de instrumentos y partituras cuando desapareció la Banda Municipal, devolviendo honores para rescatarla del olvido desde la Asociación Mierense de Amigos de la Música (AMAM) presidida entonces por dos antiguos componentes, el recordado fliscorno Ricardo Merediz y el trompeta Ramón del Llano, que sería su primer director y actual presidente. Cual ave fénix levantaría nuestra laureda banda el vuelo hasta alcanzar una calidad digna de elogio con su actual director Antonio Cánovas Moreno al frente.

El concierto estuvo presentado por Luis Antonio García Pardo, quien además de algunas redundancias y obviedades también leyó las notas al programa que se entregaron a los asistentes, si bien la penumbra no ayudaba a leer, ayudando su aportación en este sentido.

La Banda de Música de Siero de la Asociación Sierense de Amigos de la Música (ASAM), con Alfonso Sánchez Peña al frente tiene una plantilla no muy amplia que lleva 30 años funcionando y parece estar ahora en proceso de relevo generacional. Trajo un programa con cuatro temas distintos y variados en dificultad de ejecución (especialmente para los clarinetes): el conocido pasodoble torero Pepita Greus -1926- de Pascual Pérez Choví (1889-1953), Variazione in blue -1992- del holandés Jacob de Haan (1959), un verdadero regenerador de la música de banda con obras actuales que siguen bebiendo de la tradición, la selección de la zarzuela La alegría de la huerta -1900- del madrileño Federico Chueca (1846-1908) y la selección de temas del musical también llevado al cine My fair lady -1964- de Frederick Loewe (1901-1988), arreglos para banda bien distintos y de resultados dispares en afinación y empaste, pareciendo más cómodos en lo tradicional, en parte por la falta de más efectivos o la carencia de instrumentos como oboes o fagotes que completarían unas versiones algo vacías pese a los esfuerzos del veterano maestro Sánchez Peña que por lo menos sacó buenas dinámicas de sus pupilos sin apretarles demasiado en los aires elegidos tejiendo con los mimbres de que dispone, pues supongo que todos querríamos una verdadera banda sinfónica a falta de orquesta.

Tras la entrega por parte del presidente mierense de una placa agradeciendo la ayuda y hermanamiento de ambas bandas llegó el turno de la local con tres obras actuales, difíciles e impactantes afrontadas desde el duro trabajo y esfuerzo con la ilusión e ímpetu juvenil de todos amén de una plantilla perfecta para las partituras elegidas por el maestro murciano y saxofonista Antonio Cánovas.

Cada concierto de la «plateada» banda mierense es una dosis de optimismo por la música y su intrepretación, difícil siempre elegir obras exigentes para ir ampliando repertorio actual sin perder calidad, al contrario, llenas de complejidades siempre bien resueltas con una plantilla diríamos que ideal en cantidad y calidad, aprendiendo cada día para enamorar al público allá donde actúan.
El murciano Roque Baños (Jumilla, 1968) no solo tiene excelentes bandas sonoras sino que como buen levantino la música de banda corre por sus venas, la mejor base para todo músico. Su pasodoble sinfónico A mi madre no pierde el carácter festivo e hispano esperado pero añade una escritura realmente sinfónica y llena de matices que su paisano Cánovas transmitió a cada sección de la banda para saborear la elegancia, sin echar de menos cellos.

Otro compositor murciano innovador en sus obras para banda es José Alberto Pina (Cartagena, 1984) del que pudimos disfrutar The legend of Maracaibo, partitura de toques épicos casi cinematográficos en la línea de John Barry o Vangelis pero conocedor a fondo de la plantilla de banda sacando de ella momentos bellísimos, contrastes de dinámicas increíbles y personalmente una tímbrica en clarinetes y saxofones exquisita y delicada sin perder un ápice la intensidad demandada. Todas las secciones brillaron a gran altura, con protagonismo de la percusión empujando al resto, sumando un joven trompetista inspirado y unas solistas de flauta u oboe que suman enteros a unas calidades envidiables para una formación que sigue dándonos muchas alegrías a sus seguidores haciéndonos llegar partituras como la de Pina.

Y de cine sería Bonaparte -2008- del austríaco Otto W. Schwarz (1967), equiparable con los murcianos en esta partitura dedicada al militar y distintas etapas, documental musical con variaciones del himno francés bien delineadas, herencia beethoveniana de La victoria de Wellington (La batalla de la victoria) y los contrastes dinámicos, anímicos, contagiados por todos los soldados a las órdenes del «mariscal Cánovas», músicos plegados al mando, respondiendo al detalle desde una percusión marcial siempre ajustada a los toques militares. Músicas de nuestro tiempo, compositores básicamente españoles preparados y con proyección internacional interpretados por músicos con mucho futuro.

Finalizada la música el presidente de la ASAM hizo entrega de una placa para recordar estos 25 años de hermanamiento con la Banda de Música de Mieres, digna heredera de la municipal que también conocí y me acercó a una música que nunca he abandonado. Gracias y feliz aniversario.

Mieres orgulloso de su Banda

1 comentario

El pasado domingo 1 de mayo en el Auditorio «Teodoro Cuesta» volvimos a escuchar a la Banda de Música de Mieres esta vez con el Coro IES María Guerrero de Collado Villalba, uniendo lazos con otras agrupaciones que conforman el acerbo cultural diario de localidades que no siempre tienen acceso a los grandes auditorios a la vez que forman y encauzan aficiones. A través de coros como el de este instituto del que forman parte profesores, alumnos actuales y antiguos, padres… o bandas de música como la de Mieres que ha sacado del olvido parte de la historia local, acercando jóvenes y veteranos de varias partes de Asturias hasta la cuenca minera han vuelto a demostrar que la unión hace afición, que los valores de cooperación siguen vigentes, que el altruismo cultural sigue vigente, y además con el reconocimiento del pueblo que continúa acudiendo a sus conciertos, algo hasta hace poco considerado de extraordinario.

El coro que dirige la argentina Carina Brezzi (1967) no pretende más de lo visto y escuchado: el amor por la música uniendo generaciones y llevando el nombre de Collado Villalba y del instituto desde 2003, supongo que con todos los cambios de plantilla habituales en coros de este tipo, además del sacrificio que supone dedicar «tiempo libre», más del que muchos se creen, a preparar repertorios como el que trajeron a Mieres, agradable, variado y con música popular de todo el mundo. Desde la Canción de cuna costera (Linares Cardozo) con acompañamiento a la guitarra del «profe de Francés» evocando la patria de la responsable coral, la gallega y triste Lela (Alfonso Daniel Rodríguez Castelao) con algunos problemas de afinación, la coreografiada por coro y público Ipharadisi, con el ritmo al cajón del citado profesor, un tema popular sudafricano agradecido de cantar y compartir, el conocido Hallelujah (Leonard Cohen) con el profesor de música al teclado (supongo que no sea su instrumento habitual) y que en Mieres han cantado varias veces el coro local que dirige Reyes Duarte, para finalizar también con el conocido y bellísimo Dirait On (Morten Lauridsen) una vez resuelto el cambio de tono anterior en el teclado. Esfuerzo plausible pero exigencia de buscar siempre calidad, así como un consejo de veterano para Carina: la tranquilidad se transmite, hay que tener claro el tono del coro antes de arrancar, y por supuesto mejor parar y comenzar de nuevo que seguir mal, decisión correcta que seguramente muchos de los presentes ni se percataron.

Por supuesto cantar con el acompañamiento de una banda es mucho mejor para cualquier coro, y así cerrarían el concierto, aunque lo comentaré más adelante.

La Banda de Música de Mieres lleva desde 1991 luchando contra los elementos por recuperar una historia que incluso ya tiene su estudio con la tesis doctoral a cargo precisamente de uno de sus componentes, el profesor, doctor en Musicología y timbalero José Ramón Vidal, y que con el murciano Antonio Cánovas Moreno (1979) está consolidándose desde su llegada al podio hace ocho años como una joven agrupación de calidad, especialmente apostando por repertorios que conjugan tradición y modernidad, madurez y futuro aplaudiéndoselo como aficionado y profesor, puesto que el mundo de las bandas tiene en esta época un resurgir global con obras adaptadas a las plantillas y que con los ensayos bien aprovechados consiguen triunfar allá donde se lleven, como sucedió este primero de mayo. Aún en mi recuerdo el anterior «concierto de primavera«, las obras de entonces resultaron más trabajadas, empastadas y hasta impactantes, asentadas y asumidas con verdadero convencimiento por todas las secciones que cuentan con solistas excelentes, dando una dimensión de grandiosidad que el público premió con merecidos aplausos.

Desde el pasodoble Marta Agustín (Pere Sanz Alcover, 1975) valenciano como la horchata y con un trompeta de postín hasta el arreglo del holandés Johan Meij (1953) de Star Wars Saga (John Williams) plenamente americano, que con la selección de números del oscarizado compositor en esa adaptación para banda por parte del holandés, referente mundial en el nuevo repertorio, los músicos de Cánovas sonaron sinfónicos. Y otro tanto podemos decir del difícil y complicado Danzón nº 2 (Arturo Márquez, 1950) en arreglo de Oliver Nickel, otro compositor a tener en cuenta como así se encargan estos directores siempre al día en obras, conocedores de la materia prima con la que trabajan, dejándonos una interpretación de calidades superlativas donde quiero destacar a la pianista y a toda la sección de percusión por ser sustento obligado del resto, haciendo ilusionarnos a todos los melómanos y seguidores de nuestra banda.

Las dos obras con el coro fueron la mejor forma de unir y confluir, el arreglo del galés John Glenesk Mortimer (1951) del tema principal de la película 1492: The conquest of Paradise (1992) del griego Vangelis (1943), con un Cánovas escrupuloso en los matices para dejar protagonismo a las voces madrileñas cuando aparecían, sin olvidar la riqueza tímbrica de la propia partitura, y sobre todo el Gospel Train (Norman Tailor), «poutpurri» de espirituales negros sencillos de cantar, excelentemente orquestados y broche sinfónico-coral que levantó de nuevo al público de sus asientos para vitorear esta fiesta musical de un día señalado en el calendario.

Solo pedirle a Ramón Hernández, presidente de la AMAM, que sus notas podrían acompañarse como programa, evitando sus largas exposiciones de presentación de temas y formación (por otra parte sí incluidas en unos programas poco manejables pero completos).

Ya es primavera con la Banda

2 comentarios

Sábado 12 de marzo, 20:00 horas. Auditorio «Teodoro Cuesta». Concierto de Primavera: Banda de Música de Mieres, Antonio Cánovas Moreno (director). Entrada libre.
La próxima llegada de la primavera, al menos en el calendario, cuenta con una cita cultural que se ha convertido en un clásico dentro de la agenda de actividades de Mieres, una original forma de recibir la nueva estación y este año casi la Semana Santa, de la mano de nuestra Banda de Música (que ya tiene al fin escrita toda su historia y actualizada en la Tesis Doctoral defendida por el musicólogo local y percusionista de ella José Ramón Vidal Pereira). La banda nos ofreció a sus incondicionales seguidores un original programa, con estrenos y clásicos que conformaron un concierto del agrado del nutrido público que casi llenaba el auditorio de la Casa de Cultura.

Con la presentación de cada tema y compositor a cargo de​
Ramón Hernández, presidente de la AMAM,​ la banda fue afrontando pasodobles casi obligados con otros arreglos y composiciones originales, una formación con mayoría de jóvenes bien arropados por veteranos que hacen de nuestra banda la perfecta conjunción de empuje y contención, ganas y sabiduría, puede que algo descompensada en las secciones (por ejemplo solo un oboe o bombardino) pero bien contrapesada por la calidad de sus componentes, clarinetes, saxofones y trombones suficientes, flautas con una flautín que es ya virtuosa, dúo de trompas, trompetas o tubas, percusión al completo y hasta un piano electrónico con una intérprete brillante, presente y segura en sus intervenciones, bien llevados por el profesor Cánovas.

Comenzábamos por el pasodoble Los dos Adolfos de José María Martín Domingo (1889-1961), historia no ya de Adolfo padre e hijo timbaleros de la Banda de Música de Madrid a quienes va dedicado, sino del propio compositor y músico militar menorquín, partitura para banda sin complejos, conocedor del material sonoro y de la forma final como Antonio Cánovas que exprimió cada momento, bien trabajado y aún fresco del pasado concierto de Santa Cecilia (incluido en el enlace del título).
Star Wars Saga es un espectacular arreglo para banda del trombonista y compositor holandés Johan de Meij (1953), un «compendio» de los temas más famosos de John Williams para la «triple» trilogía, conocimiento de primera mano del material humano y sonoro de una banda, demostrado en los diferentes motivos del genial compositor americano que pudimos disfrutar en cada sección con unas contraposiciones bien elegidas por el arreglista, casi recreador del original, desde los potentes metales a las delicadas maderas sumando una percusión segura, todo perfectamente conducido por el maestro Cánovas que sabe buscar y encontrar las partituras apropiadas a esta formación. No tenemos banda sinfónica pero por momentos sonó como tal.

Marta Agustín (2009) es un pasodoble de concierto moderno, obra del valenciano Pere Sanz Alcover (1975), acumulando premios con sus obras y labor, música en sus venas por herencia y geografía, esta vez con el nombre de la fallera mayor destinataria de la forma española más típica de banda y plenamente exportable, con una «actualización» que mantiene vivo un ritmo y forma tan nuestra como la próxima Semana Santa (donde estas músicas son inseparables de las procesiones). Así la entendió el director de Totana con la Banda de Música de Mieres, versión muy digna donde no faltó un buen solo de trompeta, la presencia poderosa de las tubas, la percusión completada con el piano, clarinetes manteniendo el aire marcial, saxofones alternando protagonismo lírico, de una partitura que destila mucha música heredada y vivenciada en una tierra de bandas.
De 1999 es Loch Ness (fantasía escocesa) del ya citado Johan de Meij, un poema sinfónico para banda, con la inclusión de dos gaitas escocesas (esta vez asturianas con Jorge Areces y Pablo Álvarez, director y componente respectivamente de la Banda de Gaites «Villa de Mieres»), donde cada sección tiene su importancia, especialmente las trompas y la percusión, corroborando el buen conocimiento del viento, incluso en máquina, con reminiscencias del Moussorgski de Una noche el el Monte Pelado que relatan en cinco movimientos ambientes con distintos tiempos y texturas, bien llevados por un Antonio Cánovas que parece dar en el clavo con el repertorio y poder sacar a flote con estos mimbres unas obras muy exigentes técnicamente, dinámicas amplias, rítmicas cambiantes y un lenguaje plenamente cinematográfico de lo más actual, que no suele faltar en los conciertos de las bandas de música.

El pasodoble Dauder del riojano Santiago Lope Gonzalo (1871-1906) mantiene el espíritu de banda pero sin alcanfor ni caspa, porque las buenas obras permanecen en el tiempo, que les da aún más solera, obra que ya interpretaron el pasado noviembre con motivo del concierto de Santa Cecilia. Sabor y sentido de nuestra música capaz de compartir programa entre los grandes, y obligado mantenerlo presente.
Para acabar nada menos que el inmenso Danzón nº 2 del mexicano Arturo Márquez (1950) en arreglo para banda de Oliver Nickel, un mosaico de combinaciones afrocubanas y mexicanas con intervenciones solistas difíciles y bien resueltas, apostando por calidades tímbricas así como la base rítmica de verdadera solera y sostén para un universo melódico con un final trepidante bien entendido para banda.

Buen nivel el demostrado por nuestra banda de música local dirigida por un murciano afincado en nuestra tierra, convenciendo y trayendo músicos de todas partes cada sábado para reunirse y trabajar en lo que les gusta, sacrificando su tiempo y así poder deleitarnos puntualmente con conciertos como el de este sábado pre-primaveral. Les seguiremos siempre que podamos y apoyando porque la inversión en cultura siempre es a largo plazo… aunque ya recojamos frutos cada poco.

Dos bandas en una

Deja un comentario

Domingo 2 de noviembre, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo: Banda de Música «Ciudad de Oviedo», Antonio Cánovas Moreno (saxofones), Francisco Vigil Sampedro (director). Homenaje al compositor Manuel Lillo. Obras de Julius Fučík, Satoshi Yagisawa y Manuel Lillo Torregrosa. Entrada libre.

De mis notas, que suelo tomar sobre la marcha en mi agenda de bolsillo cuando me enfrento a obras nuevas, quiero dejar las siguientes:

La obertura Marinarella, Op. 215 de J. Fučík (1872-1916) es una obra compuesta en 1907 y muy conocida y programada normalmente por las bandas de música europeas, alegre, con intervenciones de toda la agrupación muy al gusto patriótico que retomarán los norteamericanos, juegos en 3/4 a uno sin pausas antes de la parte melódica y «da capo» al tema fuerte antes de un puente lento en los instrumentos graves con intervenciones solistas de clarinete cuidadoso en diálogo con oboe y flauta «muy Grieg», tubas ambientando antes de la entrada de la sección de «cañas» y resto de maderas con metales en la base. Aunque podamos escucharlo en YouTube® no me resisto a seguir comentando lo escrito sobre la escucha, el otro tema tras el puente en unísonos antes de la aparición de un tema folklórico de reminiscencias zíngaras en un acelerando triunfal con todos los fuegos de artificio al uso y con oficio sonoro, bien equilibradas todas las secciones antes de la vuelta al 3/4 en flautas, clarinetes, todo muy lírico junto a la trompeta solista que desemboca en un «tutti» manteniendo el compás y un acelerando hacia el final de lo más efectista en una obra en torno a los diez minutos.

Capítulo aparte merece el estreno en España de «Mystic Quest», Concierto para saxofón del japonés Satoshi Yagisawa (Tokyo, 1975) en tres movimientos con Antonio Cánovas de solista con los saxos alto y soprano. Arranca esta obra con una introducción que me recordó al mejor Bernstein para una banda casi cual orquesta ligera, con un «tutti» donde no falta la percusión antes de la primera entrada del saxo alto en una instrumentación impresionante y con dinámicas muy logradas, empaste, juegos de planos sonoros, tiempos sin respiro para texturas bellas en el saxo solista sobrevolando y bajando a la masa sonora para volver a remontar en un planeo majestuoso. Buen tratamiento de cada sección de la banda, compositor conocedor de la tímbrica a la perfección y los ingredientes de un concierto llevados a rajatabla.

El segundo movimiento, lento, será protagonista el saxo soprano, sumándose el arpa, con maderas detallistas y pequeños toques en tubas y sección de saxos creando el clima previo a la entrada del solista en una melodía extrema de registros sin perder nunca el color que realza la entrada de toda la banda y un breve puente a solo antes de ser arropado por toda la agrupación. El agudo del saxo soprano del Maestro Cánovas siempre contrastado con los graves de la banda, pasajes rápidos y virtuosos dibujando espacios siempre llenos por el tutti, dando paso a la obligada cadencia que explora toda la tesitura del saxo soprano, fraseo vocálico cual aria operística, misticismo del título sin perder armonizaciones clásicas y cercanas al oído, climas hasta el clímax, emociones de aire por el aire y desde el aire con el toque mágico del arpa.

El último movimiento retoma el solista saxo alto para un tempo movido, épico, casi cinematográfico, juguetón en el solo y las contestaciones de la banda, ascensos y descensos bien construidos desde una sonoridad clara bien arropada por una instrumentación muy trabajada y cuidada desde una escritura realmente de calidad. Vuelta al soprano como protagonista para completar registros agudos inalcanzables, melódicos cual saxo inabarcable, inmenso en la vuelta al alto, dos instrumentos en uno rematando melodías con mordentes, ataques secos, silencios justos y tejiendo un masa redonda donde cada sección de la banda aporta su color. El «tutti» con el solista tocando a unísono la melodía bien vestida antes del acelerando final dará paso a su última cadenza de vértigo, saltos y registros en las fronteras, silencios luminosos ante lo que sigue, siempre cantabile desde el virtuosismo y color de un saxo tenor rotundo, como otra aria final «a capella» rota por el arpa y los bronces en grave preparando un final «de película», policoralidad y épica por ese toque militar de marcha, vuelo de un águila muy americana hecha saxofón desde el magisterio y sonido único de Antonio Cánovas. Unos veinte minutos para una obra donde la banda ovetense que dirige el Maestro Vigil, sonó con acento asturamericano, de tímbrica propia y sin folclorismos sonoros.

Sin descanso llegó el homenaje al maestro alicantino Manuel Lillo Torregrosa (San Vicente del Raspeig, 1940), desde 1959 a 2010 requinto (clarinete en mi bemol) solista de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid, compositor que sobrepasa las 600 obras -más de 100 sinfónicas- que devolvieron el color típico de las bandas de música valencianas sobremanera, terreno donde siempre se ha movido como pez en el agua, y partituras que no esconden un casticismo algo rancio pero cercano al público, que casi llenaba la sala principal del auditorio en el día de difuntos.

Estreno en Asturias del Fandango de un torero (estreno absoluto 16 de junio de 2013, Castellón), apenas cinco minutos de duración que presenta una introducción muy al uso del compositor en sonoridades: trompetas, percusión y clarinetes con un ritmo muy claro y evocador. Cada sección va tomando su protagonismo en una escritura algo trillada, incluso en el cambio a ritmo de marcha muy de su tierra en cuanto al recuerdo de «Moros y Cristianos», ciertamente agradable pero poco renovadora musicalmente hablando. Hasta el uso de las castañuelas dan ese toque «casposo» por la referencia tan directa, sin estar claros nunca los planos sonoros, excesivos siempre, y donde la melodía luce más por frecuencia (tesitura) que por escritura.

Más ambiciosa es «Mares lunares», Suite sinfónica (estreno 18/02/1996) de unos veinte minutos de duración, la primera vez que se escuchaba en Asturias, obra organizada en cuatro números más líricos en sus títulos que en la partitura, y es que dentro de cierta unidad evocadora desde las diferencias, el lenguaje instrumental resulta deudor de muchas influencias, amén de su afición por la astronomía. Mar de vapores tiene un inicio descriptivo, tormentoso, en fortísimos y reguladores dinámicos varios, con trompas y arpas muy marineras antes del excelente solo de corno inglés con las tubas de fondo antes de tornarse en ritmo ternario de salón muy movido con intervención de un xilófono bien utilizado y un tempo de vals casi ruso con recuerdos a Shostakovich en concepción, instrumentación e incluso armonías. Delicados los instrumentos graves, brillante el xilófono, clara la madera de los clarinetes y cambios rítmicos internos sin perder de vista el ternario.

Mar de las crisis con las trompas nuevamente en el inicio nos llevaron al mar «debussyano», con caja marcial y melodías orientales, escritura modal en vez de tonal con intervenciones siempre acertadas de clarinete bajo y fagot, crescendi instrumentales casi ravelianos por la siempre presente influencia francesa en esos mares impresionistas más que de crisis desembocando en un pasaje «pianisimo» y melódico bien logrado antes de retomar una melodía más de los mares de China, pequineses desde la trompeta con sordina y los saxofones retomando protagonismos compartidos entre nuevos reguladores y cierta marcha al cadalso «berlioziano» con final fuerte y seco.

El Mar de Néctar trajo oleaje en los saxofones y clarinetes con recuerdos de Mendelssohn, mares del norte antes de las flautas ternarias y el binario yunque con clarinetes para volver al dulce tres por cuatro que quiere y no puede en su pugna con el binario vencido en oleaje por un «tutti» que se apodera dulce aunque machacón, de color «labanda» en clarinetes algo agresivos por su tímbrica aguda para poner más sal que azúcar antes de volver a la calma chicha más matizada y «senza tempo» desembocando en un final brusco como de la ola traidora que siempre nos moja aunque sea mar lunar.

El Mar de las lluvias mantuvo el oleaje con un virtuoso xilófono, clarinetes en ostinatos, saxofones llenando pausas y un cierto ritmo de foxtrot con melodía en los bajos contrapuesta a los clarinetes en el más puro estilo de música de banda tan distinto al del japonés. Es difícil apostar por algo nuevo y parece usar clichés aprehendidos y reelaborarlos, agradecidos para el gran público, todo muy espectacular buscando el efecto deseado pero que personalmente no me aportó nada nuevo excepto el oficio de un compositor conocedor de la materia prima al que se le rendía homenaje en vida, estando presente en la sala y pudiendo disfrutar con su música, que es lo mejor que podemos brindarle. El final de esta suite resultó cual preludio zarzuelístico tras mostrar todos «los palos» en sus cuatro mares de luna.

Tras las gracias del maestro Vigil al homenajeado compositor alicantino, la propina del pasodoble Quiosco del Retiro (18/09/1994) de lo más académico y «ad hoc» para banda de música en todo, oficio más que calidades, algunas armonías buscando romper sin llegar a alcanzar vanguardias, manteniendo el casticismo en el buen sentido de la palabra, melodías pegadizas, dúo de trompetas o «tuttis» muy previsibles en todo el desarrollo. La banda ovetense mostró calidad aunque exagerando en momentos donde no se lo pedía el maestro, dejándose arrastrar por una partitura casi popular.

El propio Manuel Lillo subió al podio para dirigir nuevamente su pasodoble, esta vez distinta, directa del compositor, más pausada y matizada con todo el respeto de la banda ovetense hacia el maestro, sonando con más sabor y dulzura finalizando con el respetable dando palmas a petición del propio compositor a ritmo marcial que fue lo que faltó, desfilar para rematar un sentido homenaje.

Tubox asombrando

Deja un comentario

Domingo 1 de junio, 19:30 horas. Iglesia de San Pedro, Pola de Siero. Concierto de órgano y saxoDúo Tubox (Antonio Cánovas Moreno, saxos; Rubén Díez García, órgano). Obras de André LamproyeLassoGiorgio ParisCabezónCabanillesGuy de LioncourtGeminianiVillalobos y Denis Bedard.

El pasado 16 de mayo asistía en Avilés a la presentación de esta «extraña pareja» como les titulaban en la primera crónica del diario La Nueva España, augurando larga vida al Dúo Tubox por lo novedoso en España de esta combinación órgano y saxo.

Repetían programa en Pola de Siero, volviendo a dejar aquí los mismos enlaces de entonces y suscribiendo plenamente lo escrito hace quince días, con pequeños matices: no hay dos órganos iguales, en este caso el nuevo de Gerhard Grenzing, con lo que supone de ardo trabajo en la búsqueda de registraciones específicas; no hay dos acústicas iguales, citando siempre la dificultad añadida de la reverberación para las músicas rápidas en ejecución, si bien la ubicación tanto del órgano como del solista en un lateral del crucero, aún más cerca del público, favorecieron la riqueza de mixturas; finalmente que no hay dos días iguales, en este caso este dúo sigue rodando repertorio y cada vez más compenetrados desde un perfecto entendimiento entre ambos intérpretes.

Volver a destacar el ímprobo esfuerzo por parte de Rubén Díez en la búsqueda de los registros del Grenzing, segunda vez que le escuchaba y que como cualquier instrumento, va adquiriendo identidad sonora, comentando hace tiempo que los órganos tienen un acento como el propio lenguaje y hasta una personalidad propia. Si en Avilés el de Acitores puedo hablar de su carácter marino y salitroso pese a fabricarse en Tierra de Campos, este de Pola de Siero, con menos posibilidades sonoras pero rico igualmente, posee un carácter recio como el alemán afincado en Cataluña, llegado a las vegas de este rico concejo asturiano. Posibilidades sonoras, texturas adaptadas a cada partitura, flautados, trompeterías y la lengüetería más allá del acompañamiento o el rigor histórico de la obra interpretada, al igual que la elección por parte de Antonio Cánovas del saxo alto o del soprano volvieron a impresionar al público que acudió en buen número y llegado de varias partes de Asturias a este concierto del primer día de junio.

Los seis números del «Hommage a Saint Hadelin» de André Lamproye (1931-2005) siguen el orden y espíritu litúrgico, música totalmente apta para el culto en combinación de saxo soprano y alto con órgano plenamente integrados en esta especie de poema organístico. Entrée Solennelle: Cantique à St. Hadellin marcial, pleno, toque a llamada antes de la Méditation: A son maitre Remacle de belleza y recogimiento a partir del órgano solo en «registros franceses», exquisitos en el Grenzing, antes del central Choral: L’envoi en mission deudor de los luteranos que todos los compositores organistas tienen en su catálogo, de nuevo combinando colores con el saxo y el Offertoir: Le Miracle de la Source de virtuosismo y placidez en perfecto equilibrio, melodía casi mariana con típica estructura ABA preparatoria de la explosión sonora de la Communion: La Résurrection de Guiza o la salida Sortie: Au Christ Couronnant pletórica, ambos de escritura logradísima en ritmos ternarios, ligeros o procesionales, contrastando dinámicas con registros bien empastados. «Espectáculo sonoro» de una partitura muy actual, agradecida de escuchar y dura de trabajar, resultando obra perfecta para abrir concierto y avanzando la multiplicidad que se avecinaba.

«Susane un jour» (Orlando di Lasso) opta lógicamente por registros renacentistas en órgano y saxo alto emulando sonidos de cornetto, dúos habituales en aquella época todavía vigentes con esta combinación, volúmenes sumatorios en teclados y saxo desde una melopea vocal contenida, fraseos no ya musicales sino expresamente «cantados» donde parece que el instrumento cantase un texto inexistente.

Moderna de composición e inspirada en la ancestral secuencia de Celano «Dies Irae«, el «Alio Modo» del compositor Giorgio Paris (1961) vuelca recursos para lucimiento de ambos intérpretes, comenzando con un solo de saxo soprano virtuoso donde la acústica formando parte de la propia obra, otro descubrimiento del Dúo Tubox y lo apuntado de la «verbalidad» en los fraseos.

La extraordinaria formación musical de Rubén Díez como organista y músico en la amplia acepción, le permite adaptar y preparar obras ad hoc, caso de esta «Suite» muy personal uniendo dos de nuestros grandes, castellano y valenciano, Antonio de Cabezón y Juan Bautista Cabanilles a partir de las obras más populares de ambos, Diferencias sobre el canto llano del caballero y Corrente Italiana, dos épocas españolas enlazadas desde la actual, Renacimiento y Barroco, música modal y tonal, registros de entonces en instrumentos actuales para que el saxo alto volviese a «ejercer» de cornetto, cañas y lengüetas, unión de órgano y saxo que en los pasajes pianísimos se hacía difícil diferenciar ambos en la búsqueda de una sonoridad única e irrepetible, contrastes y variaciones de ambos intérpretes aprovechando la técnica de las diferencias, algo tan del jazz asociado al saxo precisamente en esta musical suma. Guiño al origen renacentista organístico y al norteamericano saxofonista del jazz, aquí la aportación o visión de Antonio Cánovas, donde ambos instrumentos son los reyes para fusionar desde la excelencia ambos mundos en el único posible y eterno: el musical que ponía la potente a la vez que solemne «corrente» de Cabanilles.

Mismo gusto musical y gravitando en cierta cuarta dimensión espacio temporal Guy de Lioncourt (1885-1961) escribe «Trois Melodies Gregoriennes» que Tubox siguen actualizando, combinación saxo alto y órgano que supone la esencia gregoriana, importancia del texto en latín realmente «pronunciado» por Antonio Cánovas en una auténtica lección de fraseo, y el magisterio del órgano que con los años pasó a completar (que no acompañar) el canto llano. Clemens Rector comienzo desde las teclas antes del delicado y dulce canto del alto, timbres ensamblados desde el conocimiento histórico y la técnica instrumentística del dúo; Puer Natus Est brillante y ligero sin perder de vista la expresividad del propio texto; Pascha Nostrum rematando la liviana redondez del propio «canto llano» en otra demostración de buen gusto, definiendo ese estado anímico que siempre supone el canto gregoriano, bien entendido especialmente por Rubén Díez.

La Sonata en mi menor (Francesco Geminiani) de cuatro movimientos bien contrastados es típicamente barroca: Andante, Allegro, Largo y Vivace, muy difícil en este arreglo a órgano y saxo soprano que en los tiempos rápidos la acústica impide degustar plenamente el virtuosistimo de ambos aunque a favor la disposición más cercana que de nuevo permitió paladear esas sonoridades buscadas desde el riguroso trabajo de investigación en los registros del organista praviano y el saxofonista murciano.

De la amplia producción musical de Heitor Villalobos, buscando el mismo espíritu de este programa que bebe de la historia para hacerla suya y compartirla con todos, escuchamos con auténtico placer de las Bachianas brasileiras nº 5 el «Aira Cantilena» para corroborar que la buena música lo es en cualquier versión, con un órgano cual orquesta de violonchelos, otra excelencia en los registros del Grenzing, y el saxo soprano respirando, recitando, cantando y vocalizando cual voz blanca, sensaciones nuevamente únicas, invención desde la recreación, catarata sentimental de esta joya musical en interpretación sentida y contagiada.

El brillante colofón lo puso la Sonata I de Denis Bedard (1950), tres movimientos y original para este dúo con saxo alto del organista y compositor canadiense, despliegue tímbrico, armónico y melódico que hizo parecer el instrumento de Pola de Siero mayor en sus posibilidades, reconstruyendo ingredientes tomados de Avilés para cocinar un postre de nuevas sensaciones. Sonata de nuestro tiempo pero compuesta a la antigua usanza: Invention de estructura binaria arrancando con un «allegro maestoso» en órgano, marcial, un lento más melódico y vuelta al tema principal; Barcarolle de registros románticos muy «paraíso Fauré», y la alegría final de la Humoresque, también forma ABA épica, cinematográfica y como la primera vez con recuerdos organísticos a los inicios del cine mudo, fuegos artificiales y enorme paleta sonoro de la «Factoría Tubox» que volvieron a levantar auténtica pasión y asombro entre los asistentes de una población que lleva la música en sus venas.

Debo siempre dar las gracias a los organizadores (Asociación Pro-Órgano) y patrocinadores (Gerhard Grenzing), así como al organista titular Emilio Huerta Villanueva, que siguen apostando por la música del instrumento rey, y especialmente a Antonio y Rubén por este programa tan trabajado, sabiamente elegido además de magistralmente interpretado, creciendo en cada concierto, esperando puedan exportarlo y escucharlo más allá de nuestras fronteras porque el éxito está asegurado.

La Banda sonó por Pipo Romero

1 comentario

Miércoles 12/12/12, 20:30 horas. Auditorio Teodoro Cuesta de Mieres, «Concierto Centenario de Vital Aza»: Banda de Música de Mieres, Antonio Cánovas Moreno (director).

Amanecía triste en un día frío al conocer la muerte de mi querido amigo Juan Romero, Pipo, uno de los padres de la Psicología Jurídica en España e Iberoamérica, pamplonica de adopción al que siempre tendré en el recuerdo por el hueco que deja en mi vida, apoyando desde la distancia y cercanía en el corazón a Gloria su mujer y a sus hijas Alba y Juana, familia melómana, solidaria, entregada siempre a los demás.

Y nada mejor para mi pequeño homenaje a Pipo que acudir esta tarde al concierto que daba la Banda de Música de mi pueblo con motivo del centenario de Vital Aza, nacido en Pola de Lena pero mierense de corazón, recientemente nombrado hijo adoptivo, tan unido a la música, el humor, la literatura, la medicina… y curiosamente con tantas cosas comunes con mi albaceteño de corazón navarro.

El programa lo dejo aquí abajo, agradeciendo el esfuerzo de esta agrupación de gente joven que trabaja duro, más en fechas de exámenes que siempre suponen un hándicap en el estudio de repertorios exigentes como el elegido para estos dos conciertos de Mieres y Pola de Lena (el próximo viernes), con algunas bajas que merman el resultado esperado pero compensado por la ilusión y ganas. Trabajo en equipo que consigue aunar sentimientos hechos música, bien compenetrados, con buenas dinámicas y empastes solamente logrados con el ensayo.

De agradecer las palabras sobre Vital Aza y la música escuchada antes de cada obra a cargo de Ramón Hernández, presidente de la «Asociación Mierense Amigos de la Música», conducidas por el saxofonista y actual director de la formación mierense Antonio Cánovas, que recupera para la música de banda obras como el pasodoble Antañona de Fernando Tormo Ibáñez o la jota Viva la Pepa de Mariano San Miguel, alternando con el homenaje a Frank Sinatra in concert en arreglos de Norbert Studnitzky escuchando desde el Cheeck to cheeck que dice «estoy en el cielo», nuevo recuerdo a los seres queridos que se nos van, o incluso Something Stupid, una «tontería» que cantase con su hija Nancy, hasta el New York, New York.

Tampoco pueden faltar «clásicos» de banda como la fantasía militar El sitio de Zaragoza de Cristóbal Oudrid (en arreglo de José Mª Martín Domingo), que para los que nos tocó el servicio militar siempre saca el espíritu castrense y épico, la obertura del conocidísimo El tambor de Granaderos de Chapí (arreglo de Manuel Gómez Arriba) o el pasodoble Cádiz de Federico Chueca (arreglado por el general, compositor y pedagogo Francisco Grau Vegara), bien solventados por la joven formación con ánimo y alegría contagiosa. El broche final precisamente de otro maestro desaparecido que tanto hizo en nuestra Asturias como el cartagenero Benito Lauret, cuyas Escenas Asturianas son un legado para la cultura regional y musical por la excelente armonización, instrumentación y elección de motivos del folklore desgranados en una «suite» que concluye con el himno mezclado con El Pericote, armonización casi imperecedera para un final de concierto, aunque fuese donde más se notasen las ausencias pero recordando como me explicaron en un Curso de Dirección de Bandas Musicales en Alicante allá por 1980, que la banda de música no es una orquesta sinfónica (y esta vez enhorabuena al oboe solista que sonó como si en ella estuviese). Supongo que para el poco público asistente pasase desapercibido el detalle y disfrutasen de la versión «reducida», que con la plantilla al completo hará sonar nuestra formación instrumental como si de profesionales se tratase.

De vuelta a casa sigo con Pipo encogiéndome el alma aunque seguro que disfrutó con la música como siempre que nos encontrábamos en su casa de Pamplona: entre amigos, alrededor de una mesa degustando los manajares por él cocinados, excelentes bebidas y la sobremesa musical que nunca tenía fin y donde la música nunca faltaba, como la de este 12 del 12 del 12.

Juan Romero, DESCANSA EN PAZ

Muy grande

Deja un comentario

Jueves 7 de junio, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Gijón. Clausura de Temporada de la OSPA, Truls Mork (violonchelo), Perry So (director). Obras de Dvorak y Rachmaninov.

Hay citas ineludibles y más en este final de curso. Llegué a pensar que me perdería un concierto dirigido nuevamente -la tercera vez- por el maestro So, uno de los posibles titulares que nos había dejado tan buen sabor de boca, y sobre todo la presencia de un grande del cello como el noruego Mork. Pero Gijón está cerca de Mieres y mis amistades se ofrecieron a regalarme una entrada en la fila 2. Con tiempo para evitar cortes de carretera en estos convulsos días, no podía imaginar semejante regalo fin de curso.

El Concierto para violonchelo en Si m, Op 104 (Dvorak) es probablemente el más hermoso que se haya compuesto para un instrumento tan cercano a la voz humana, y Mork lo hizo hablar desde la música. Faltarían calificativos para contar su interpretación que destiló Arte con mayúsculas, sonido increíble, matices extremos, perfecta integración con podio y atriles crecidos ante una figura como el noruego y conducidos todos con una energía siempre atenta a cada detalle de los muchos que atesora el concierto del checo. Desde el Allegro todo sonó distinto a otras veces, no ya por mi ubicación tan cercana que me hizo sentir privilegiado de cada vibración emanada desde el escenario. La textura de la OSPA era cual terciopelo con dinámicas amplísimas desde unos pianísimos casi exhalados (impecables los clarinetes) a unos fortísimos nunca estridentes, ataques incisivos en su punto con momentos quejumbrosos tal y como se exige, fraseos impecables… Y el cello de Mork, música en estado puro, emociones indescriptibles que continuaron en ese Adagio ma non troppo capaz de ponerme la piel de gallina. Como bien escribe Tania Perón en las notas al programa (enlazadas arriba en los autores), «el solista será alternativamente cantante o virtuoso», y escuchar esa cuarta cuerda era placer y dolor, lo más profundo de la fibra humana, esos tintes religiosos que yo casi tildaría de místicos, música de cámara desde lo sinfónico conseguido por la total y común unión de todos los músicos, con solistas pugnando por brillar a la misma altura (qué dúo nos dejó Vasiliev) solista y director en cabeza pero como un gran sonido lleno de infinitos matices y colores donde flauta y oboe pintaron nuevas gamas. Y el Allegro moderato acabó de tocar el paraíso, pegada en los graves, ritmo contagioso, empaste global como nunca, melodías sobrecogedoras, la voz humana del cello y esa explosión final desde un crescendo que arrancó en penumbra para alcanzar el sol en su cénit. Respiración profunda y aplauso interiorizado para una interpretación que me marcará el resto de mis días. Queda ahí la entrevista en OSPA TV.

Si Perry So ha sido asistente del gran Dudamel en Los Ángeles, puede que el aura del barquisimetano haya pasado al de Honk-Kong, pues energía, carisma, carácter, alegría y dominio de la orquesta son casi miméticos aunque el maestro So demostró además una pulcritud en el gesto que no olvidó nada para mayor compromiso y exigencia de todos los músicos, volviendo a dejarnos un sonido propio en dos obras «Made in Usa», primero la joya de Dvorak y después las Danzas sinfónicas, Op. 45 de Rachmaninov. Nuevo muestrario de los valores que nuestra OSPA atesora y aumenta cada curso como el maduro estudiante que no sabe aún cuál es su techo. La instrumentación del ruso afincado en Long Island permitió desplegar una formación donde no falto de nada, pues cerrar temporada y con los invitados de lujo obligaba a estar a la altura. El Non allegro titulado inicialmente «El día» abría este viaje musical con unas maderas formando un corpus único, esta vez con el saxo alto de Antonio Cánovas perfectamente integrado en la familia y alcanzando un lirismo que quedó en el aire a pesar del descanso. «El crepúsculo» vendría con el Andante con moto – tempo di valse donde el maestro So consiguió cotas extremas de calidad asombrosa, una tímbrica compacta pero delineada, ese misterioso 6/8 sin perder el rubato, apoyándose en la baradilla, poniéndose de puntillas para blandir una batuta que dibujaba el torbellino de Kubrick con Shostakovich permutado por un Sergei elegante como nunca. Para concluir «Medianoche» Lento assai-Allegro vivace y el nuevo juego sonoro, texturas y rítmicas, metales broncíneos en su momento álgido de la temporada, percusión inmejorable, madera de lujo y la cuerda que siempre enamora, «Dies irae» contrapuesto al «Bendito seas, Señor», lirismo en la sala a lo largo del concierto para ese inmenso final henchido de emoción y contagiado a todos.

Dejaré posar emociones antes de afrontar el resumen de una temporada plagada de emociones, solistas inolvidables y directores que espero mantengan el contacto, pues entre todos han conseguido llenar de felicidad muchas veladas, y el optimismo debe imperar en estos tiempos difíciles. La cultura es una necesidad, la música el aire que respiramos, y compartir momentos como el de hoy sólo se entienden desde lo profundo del ser humano.

Newer Entries