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Musika Música toma 8 cerrando con pasión

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Domingo 8 marzo 2015, 14:00 horas: Músika-Música 2015, Bilbao. Palacio EuskaldunaSala Príncipe Leopoldo: Raquel Lojendio (soprano), Olatz Saitua (soprano), Maarten Engeltjens (contratenor), Andrew Tortise (tenor), Pablo García López (tenor), Stephan Loges (bajo-barítono), Javier Jiménez Cuevas (bajo), Coro El León de Oro (Marco A. García de Paz, director)Forma AntiqvaAarón Zapico (director): HaendelOratorio «Johannes Passion»Entrada: 8€.

Para cerrar este «finde» tan completo nada mejor que volver a mis pasiones reconocidas de «leónigan» y «en forma antiqva«, unidos de nuevo y con solistas ya escuchados, incluso en esta maratón, sumándose otros y con Händel que también tiene su Pasión según San Juan, gran redescubrimiento que armaron todos estos intérpretes en una sala dedicada a quien en Köthen, pequeña y hermosa ciudad digna de conocerse, hizo posible que Bach pudiese desconectar un poco de la música para la iglesia, ahora con el relevo del nacionalizado inglés que pareció recorrer el camino contrario, por lo que nombre y ubicación idóneos en esta mi última toma, ocho conciertos en dos días y medio que han dado para mucho.
La pasión homónima de Bach en la noche del viernes puede que haya marcado la escucha de esta de Händel, máxime cuando volvió a cojear evitando un resultado óptimo para una obra poquísimo escuchada, puede que eclipsada por la inevitable comparación, y que requiere muchos solistas con pequeñas intervenciones no todas agradecidas y difíciles de encontrar en el panorama actual. Cierto que se trata de una obra de juventud estrenada en Hamburgo en 1704, un oratorio que combina texto del evangelio y glosas poéticas de Postel, musicalmente sencilla pero llena de dramatismo cargado de emotividad.
Para empezar por lo positivo volver a felicitar a Forma Antiqva, imbuidos todavía del «espíritu Halle» después del vespertino del sábado y llenando la «mediana» Sala Príncipe Leopoldo. Encomiable el trabajo de la formación asturiana con Aarón Zapico al frente, pues en los conciertos de Bilbao demostraron porqué son un referente europeo en la interpretación de la música barroca, con un público entregado que disfruta con sus interpretaciones, siempre novedosas al aportar el «plus» de un continuo siempre eficaz, simbiosis necesaria para unas partituras donde llenan momentos teóricamente menores pero iluminados por los gemelos, la «adoptada» Ruth o una Silvia Márquez «alter ego» del hermano mayor. Me consta el trabajo de preparar un solo tras el Mein Sünd’ mich werder kränken sehr trabajado como coral desde el laúd de Pablo, gusto y musicalidad totalmente ceñidos al estilo y ejecutado con la maestría de mi tocayo.
El León de Oro que dirige Marco A. García de Paz no estuvo tan a gusto como el viernes, puede que la colocación no ayudase y además las sopranos carecieron del color característicos para mostrarse menos empastadas de lo que nos tienen acostumbrados. Tampoco puedo decir que las entradas fueran decididas, el gesto de su titular y el de Aarón Zapico son totalmente distintos, por lo que hubo altibajos, bien el coral inicial pero indecisión en el Kreuzige, mejor el siguiente Wir haben ein Gesetz y cuando cantaron a capella, más el coral antes citado (tras la intervención de Pablo Zapico) volúmenes no siempre presentes, algo desequilibrados los planos entre cuerdas y «cortos» en los tutti pero manteniendo la afinación exquisita de la que pueden presumir. Estoy convencido que de haber cantado con la OSPA el resultado hubiese sido magnífico, quedándose en un notable alto por este último concierto, amén del esfuerzo que la maratón ha supuesto para todos los intérpretes.
Destacar la colocación de los solistas, centro para Jesús y el evangelista, con los extremos viniendo al centro para las restantes intervenciones. En las voces solistas teníamos de nuevo haciendo triplete a Lojendio y Loges o doblete de Engeltjes, en la línea de los anteriores conciertos, seguros en sus roles, sumándose el tenor cordobés Pablo García López (que además de la lírica comienza a destacar en estos repertorios religiosos), todos bien en sus intervenciones, color vocal apropiado, empastes hermosos, destacando el dúo de Pablo con el bajo del «león» y ópera ovetense Manuel Quintana Aspra (en la foto superior) realmente ensamblado y agradecido, pero bajando el listón la soprano local Olatz Saitua, voz algo «pequeña» con torpes agilidades -siendo el intríngulis del barroco por excelencia-, y muy flojo el bajo Javier Jiménez Cuevas, a quien es cierto le tocó el papel más difícil, pero suspendiendo por desafinado, falto de mayor técnica, desigualdades en los registros cambiando totalmente el color, careciendo del nivel mínimo para compartir escenario con auténticos profesionales, al menos en este programa.
Siempre con todo el respeto a quien se sube a un escenario, reconociendo el trabajo que supone llegar y mayor en mantenerse, el estudio a lo largo de toda la vida y el cansancio que todo músico pueda arrastrar, debo constatar estos detalles que sin empañar el resultado conjunto, desequilibran la interpretación de una obra como esta Johannes Passion de Händel en la que teníamos muchas esperanzas depositadas pero que no todos se involucraron de igual manera. Mi último concierto no colmó el fin de semana aunque la satisfacción por la experiencia vivida fue tan grande que tendré que dedicar otra entrada más que toma, a modo de epílogo, resumen de vivencias musicales. Al menos este año la agenda nos permitió una escapada que está más cerca de Asturias.

Musika Música toma 4

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Sábado 7 marzo 2015, 12:30 horas: Músika-Música 2015, Bilbao. Palacio Euskalduna, Auditorio Jorge I: Raquel Lojendio (soprano), Eugenia Boix (soprano), Maarten Engeltjens (contratenor), Andrew Tortise (tenor), Stephan Loges (bajo-barítono), Sociedad Coral de Bilbao, OSPA, Aarón Zapico (director): Haendel: Dixit Dominus HWV 232; Bach: Magnificat BWV 243. Entrada: 10€.

No parece ser buena hora una mañana de sábado para un concierto, pero en este «maratón» dedicado a los dos alemanes tan cercanos y distintos con dos de sus obras más alegres y además interpretadas por músicos conocidos y conocedores, son más que razón para continuar disfrutando de la capital vizcaína, capital musical este primer fin de semana de marzo. El éxito de público volvió a ser increíble, dando gusto contemplar la gran sala llena para escuchar un concierto «made in Asturias» y traído a la ría del Nervión.
Abría Händel y una selección de su Dixit Dominus HWV 232, que como toda obra con solistas, coro y orquesta necesita tener muy equilibrado el reparto y elección de intérpretes. Los solistas, con diferente peso en la partitura, mostraron lo mejor de ellos, destacando la soprano Raquel Lojendio que repetía junto al tenor Andrew Tortise y la dirección de Aarón Zapico tras el «estreno» del viernes, uniéndose a ellos el contratenor Maarten Engeltjes al que ya conocía de Oviedo, el bajo-barítono Stephan Loges, y muy especialmente Mª Eugenia Boix que gana enteros cada vez que la escucho en estos repertorios, con un color denso que empasta a la perfección con la soprano canaria y que en los solos resultó convincente, incluso cautivadora.
La OSPA en formación para barroco contó con Eva Meliskova de concertino liderando unos intérpretes que volvieron a gustarme en cada sección, dentro de un repertorio poco o nada programado durante la temporada de abono pero que es tan necesario a los músicos como al público.
Aarón Zapico la llevó con mano firme y pulsación matemática cuando así lo requería, especialmente en los números corales, que comentaré más adelante, manteniendo buenas dinámicas en las arias y los concertantes, pudiendo escuchar a todos los intérpretes en el plano correspondiente. Aunque no es su formación, el recorrido del director asturiano con otras orquestas está cuajando (venía de ponerse al frente de la OEX) y la del Principado suena realmente bien con Zapico, que tiene una visión del barroco tan clara que la transmite a los instrumentistas sin problemas, uniéndose la calidad de todos para alcanzar un resultado encomiable.
Capítulo aparte la Coral de Bilbao que nunca encontró su sitio vocal, inseguros, desafinados por momentos, agilidades poco claras, emisión defectuosa, gritona en exceso y problemas en mantener la pulsación que es el eje vertebrador de este repertorio barroco. Una pena que empañase el resultado notable del resto.
El Magnificat BWV 243 de Bach era el complemento perfecto para esta matinal, con arias para lucimiento de todos los solistas, un Et exultavit primoroso de Eugenia Boix en su timbre aterciopelado contrastando con el brillante de Raquel Lojendio en Quia respexit, Loges impresionando con Quia fecit resonando potente, el Deposuit de Tortise más que digno y sin tiranteces, un Esurientes de Engeltjes muy musical y presente con un delicado acompañamiento orquestal, y destacando el dueto Et misericordia con el tenor y el terceto Suscepit Israel con las sopranos en el número más logrado por parte de todos.
El coro local volvió a dar la de arena, un auténtico jarro de agua fría para esta maravillosa obra en latín de «El Kantor de Leipzig», pues repitió errores del Dixit aún más graves ante las dificultades de esta partitura. No hubo química ni impacto, faltó seguridad y sólo puedo destacar las ganas de gustar y el esfuerzo que a la vista de los resultados no fue suficiente.
La OSPA nuevamente enorme como grupo y por secciones, trompetas vigorosas desde la precisión y color, maderas pletóricas, especiales con los acompañamientos vocales (en el Quia respexit un placer) y una cuerda que siempre es segura (excelente el cello con el bajo en Quia fecit), plegados a las órdenes de Aarón Zapico siempre atento a las dinámicas contrastantes y los amplios matices que los atriles respondieron «al pie de la letra».
La orquesta asturiana sigue dejando el pabellón en alto, además con un director también de la tierra para interpretarnos a un Bach que no debería faltar todas las temporadas. Casi sin respiro volverían por la tarde con su titular, pero será otra toma. La mañana resultó agridulce aunque el sabor predominante siga siendo barroco.

Musika Música toma 1

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Viernes 6 marzo 2015, 18:00 horas: Músika-Música 2015, Bilbao. Palacio Euskalduna, Sala Príncipe Leopoldo: Raquel Lojendio (soprano), Andrew Tortise (tenor), Coro «El León de Oro» (Marco A. García de Paz, director), Forma Antiqva, Aarón Zapico (director). HaendelOda para el día de Santa Cecilia HWV 76. Entrada: 8€.

Inicio del mayor espectáculo musical que podemos disfrutar durante un fin de semana en Bilbao, este año dedicado a Haendel y Bach, con presencia de músicos de mi tierra a los que siempre hay que seguir fuera de ella para pulsar públicos distintos y mostrar todo mi apoyo incondicional.

Tras encajar mi personal puzzle de ocho piezas, comenzamos el espectáculo con mis dos pasiones: leónigan de LDO que en esta obra del de Halle volvió a brillar cuerda por cuerda pese a no estar al completo y continuar el bien preparado relevo, en una obra con pocas pero precisas intervenciones cantadas en inglés, buena pronunciación y emisión global más que correcta: el cuarto número From harmony, con Andrew Tortise en The trumpet’s loud clangot y el gran coro con Raquel Lojendio As from the pow’r of sacred lays, volúmenes adecuados en todos con entradas no muy seguras pero sin desajustes dignos de mención.

Los dos solistas ya mencionados fueron idóneos para la Oda handeliana, el tenor inglés con color ideal para estas obras barrocas y la soprano canaria de timbre algo metálico en el agudo y sonoridad poderosa que le permite alcanzar toda la tesitura con bastante uniformidad. Cierto que las agilidades barrocas son siempre difíciles y las cinco arias exigentes en expresión, pero que Lojendio resolvió con seguridad pese a algunos apoyos más de estilo operístico que religioso.

De Forma Antiqva en formación mediana solamente elogios, desde la Obetura: Larghetto e staccato-Allegro-Minueto se mostraron convencidos, dominadores de un repertorio todos y cada uno de los músicos, con un continuo donde el tándem Zapico (trioba y laúd) más la «hermana» Verona y el órgano-clave de Silvia Márquez conforman el toque propio de la formación asturiana, los acompañados siempre redondeados con intervenciones solistas subrayando las partes vocales, momentos primorosos de cada uno de ellos, o el colorido de la Marcha donde las trompetas naturales sonaron virtuosas sin necesitar excesos dinámicos, además de una formación que adaptada a los distintos programas, siempre suena sin fisuras.

Al frente de todo un Aarón Zapico más cómodo con su formación que en los conjuntos, atento a los solistas más que al coro, pero resultando su visión de la Oda a Santa Cecilia realmente brillante, todo un trabajo de tiempo donde Haendel ocupa un lugar de honor. El público que casi llenaba la sala mediana del Euskalduna brindó una larga y merecida formación en este arranque de «maratón musika» llevando el nombre de Asturias a esta capital barroca del primer fin de semana de marzo.

El Mesías renacido

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Viernes 20 de diciembre, 20:00 horas: Catedral de Oviedo, Concierto Extraordinario «Europa canta a la Navidad»: El Mesías (G. F. Haendel). Ana Quintans (soprano), José Hernández-Pastor (contratenor), Andrew Tortise (tenor), Andreas Wolf (bajo barítono), Coro de la Fundación Príncipe de Asturias (José Esteban García Miranda, maestro de coro), OSPA, Aarón Zapico (director).

«El Mesías de la Catedral de Oviedo» es una cita ineludible desde hace muchos años para los aficionados y público variopinto que siempre llena hasta los pasillos para arrancar musicalmente las vacaciones de Navidad. Pese a llegar con hora y cuarto de antelación mi ubicación hubo de ser lateral puesto que la nave central estaba reservada casi hasta la mitad para los invitados y autoridades habituales, lo que no me impediría disfrutar con otro «Mesías» siempre distinto cada año con dos protagonistas fijos, coro y orquesta (lógicamente con la plantilla adecuada para la obra), siendo solistas y director los que marcan diferencias.

Volvía el director asturiano Aarón Zapico al frente de la OSPA para hacer de este oratorio de Händel una nueva versión y visión fresca, luminosa, viva desde el conocimiento que de la música barroca tiene con su Forma Antiqva, haciendo del proyecto «mesiánico» una nueva formación incorporada a su ya larga lista de programas, donde no faltó el concertino Jorge Jiménez o sus hermanos Daniel (tiorba) y Pablo (archilaud) que se sumaron al continuo junto a la clavecinista y organista Silvia Márquez.

Los detalles marcan diferencias y la apuesta era arriesgada, incluso criticada por algunos que preferirían un Zapikov para encumbrarlo como referente de los «mesías catedralicios». El concepto barroco va unido al contraste en su amplia acepción, y así lo entendió el director asturiano: contrastes bien marcados en los tiempos, casi diría que extremos, en las dinámicas cercanas a los reguladores aún no datados pero sutiles para remarcar dramatismos casi teatrales, en las articulaciones (algunas de cosecha propia en el continuo) y especialmente en los silencios tan protagonistas y preparatorios de los compases siguientes, sin olvidar unos puntuales pizzicati que subrayaron protagonismo vocal.

Excelentes el bajo barítono alemán en cada aria y la soprano portuguesa con intervenciones solventes, seguras y siempre de una musicalidad única con un colorido vocal perfecto para estas obras, más allá del conocido Rejoice graetly o el dúo con el concertino en medio del pasillo del aria I know that my Redeemer... El tenor inglés no desentonó y cumplió sobradamente sus difíciles partes, con unos recitativos de auténtica escuela británica y arias bien sentidas. No puedo decir lo mismo del contratenor valenciano, que no parece estar en su mejor momento, opaco, sin apenas proyección, soso y desafinando por momentos, aunque con la soprano empastase bien, pero engullido por el acompañamiento… lástima que bajase tanto un muy buen nivel de solistas y me hiciese añorar al gran Carlos Mena del año pasado.

El coro tiene tan interiorizada esta obra que cada año se pliega a las exigencias de los distintos directores con auténtica profesionalidad y versatilidad. En la versión de Zapico optando por tiempos siempre ajustados y opuestos, los pasajes rápidos sonaron contundentes (a pesar de la siempre molesta reverberación de la catedral) con agilidades cómodas, frente a los lentos maduros de emisión perfecta y bien equilibrada con los instrumentos; sobresalientes los matices tan diferenciados, los pianísimos de recogimiento y los fortísimos potentes sin escandalizar, desde la contención siempre necesaria. A muchos sorprendió el conocido Hallelujahh (bisado al final y los solistas sumados al coro) en esta línea distinta y contrastante dinámicamente, y sobre todo el Amen que sonó dual, espiritual el primero y explosión final para una perfecta conclusión.

La orquesta reducida para estas ocasiones, con el  continuo y el comentado concertino habitual cuando Aarón Zapico dirige, un auténtico placer sonoro y técnico en cada sección, con unos timbales recogidos que nunca enturbiaron el ambiente sereno de sus intervenciones, la madera fundida con el continuo o doblando voces siempre en un plano de perfecto empaste y presencia, la cuerda con fraseos y ataques ideales para el barroco, al que siempre se debe volver, y la trompeta solista que nunca sonó tan perfecta no sólo de musicalidad sino de presencia en la catedral, todo llevado con la pasión y dominio del Maestro Zapico que con El Mesías ha realizado un auténtico doctorado en casa, auténtico renacer de una obra señera en la historia de la música.

Esperamos que en 2014 esta cita pase al Auditorio, incluso cobrando una pequeña entrada que evite públicos curiosos, a menudo maleducados, abandonando sin pudor ni rubor el recinto en medio de momentos casi espirituales rotos por taconeos o comentarios. Aunque creo que la Catedral volverá a recibir un Elías de Mendelssohn que también puede hacer historia en Asturias, pero eso será en las siguientes vacaciones, ahora tocan las navideñas.

FELICES FIESTAS
P. D.: Críticas en El Comercio y La Nueva España del sábado 21.