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VIVAnco con Victoria de ORO

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Domingo 14 de mayo, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de cámara: X Primavera Barroca. El León de Oro, Marco A. García de Paz (director): Erat autem quidam homo, obras de Vivanco, Tejeda, Guerrero, Victoria y Lobo. Fotos propias y cortesía de Beatriz Montes.

Avanza hacia el final esta décima Primavera Barroca ovetense, en colaboración con el programa «Circuitos» del CNDM, trayéndonos a nuestro mejor coro, El León de Oro (LDO) en otro concierto de repertorio renacentista donde los «leónigans» disfrutamos con esta formación que aunque se mueve bien en todas las épocas, está claro que la polifonía de nuestro Siglo de Oro la llevan en vena y son referente para el relevo generacional del coro luanquín, el cual sigue manteniendo en estos  26 años su «núcleo duro» cual bastión infranqueable en las obras que les han consagrado a nivel mundial. Las nuevas incorporaciones irán tomando confianza en las entradas y sintiéndose seguras en unas obras siempre difíciles por tesitura en todas las cuerdas (especialmente las agudas), con desdobles para todas las combinaciones «marca de la casa», y el siempre complicado tactus que el maestro García de Paz les imbuye creciendo con ellos desde una consolidada madurez al frente y el pleno entendimiento con su coro.

Y aprovechando el reciente cuarto centenario del fallecimiento del compositor abulense Sebastián de VIVANCO (ca. 1551-1622), Los Leones nos ofrecieron lo mejor de su repertorio «a capella» donde escuchar parte de la «terna» (sólo faltó Morales) con un Victoria impresionante (el más aplaudido incluso antes de finalizar las obras) junto a un Lobo de altura, o al menos conocido Tejeda, e incluso recuperar obras que suponen un estreno en nuestros tiempos.

De todo ello el protagonista sería VIVANCO del que en todas las combinaciones o agrupaciones flexibles a que nos tiene acostumbrados el coro gozoniego, desplegaría sus reconocidas cualidades de afinación, empaste, dinámicas, fraseos, dicción y todo lo que queramos añadir.

Así sonaron cinco de los cien de motetes atribuidos al Maestro en su fructífera época salmantina de la cátedra de Música de su Universidad, tres de ellos recuperados (e indicados con ø+): Erat autem quidam homo, que daba título a este concierto, O quam suavis est, Diligite inimicos vestros (ø+) en un primer bloque, y tras Guerrero, Cum ieiunatis (ø+) y O Rex gloriae (ø+). Magisterio compositivo e interpretativo, fraseos claros, balances para degustar una escritura polifónica rica que en distintas combinaciones y número fueron llenando el grueso del programa según fuesen a cuatro voces, cinco (Cum ieiunatais) o las impresionantes seis voces del último, con total control dinámico plegado al latín donde la mezcla de juventud y veteranía se nota por un esmerado trabajo, especialmente en los finales.

Antecesor de Vivanco en la capilla salmantina, el zamorano Alonso de TEJEDA (1540-1628) también rescatado para nuestro tiempo, nos dejaron el motete a cinco voces Hodie in monte (ø+) sobre la transfiguración, la misma que LDO ofrece en cada página. Breve pero impecable, bien situado en el orden del concierto, sin pausas, dotando de unidad «argumental» además de vocal y agradecidos de ampliar un repertorio donde los asturianos siguen siendo un referente coral en nuestros días.

De la trilogía o «tridente dorado», nada mejor que escuchar a Francisco GUERRERO (1528-1599), primero con las voces blancas en el Sancta et immaculata (1589) que aprovechan la «Cantera Aurum» en este canto a la Virgen para tres voces de sopranos y una de alto, ideales por su tesitura brillante para esas dos cuerdas femeninas que mantienen un color y volumen dignos de admiración; proseguirían con la villanesca Mi ofensa es grande (1589), la única que no se cantó en latín pero igualmente de dicción clara en su polifonía; el Ave Virgo sanctissima (1566) a cinco voces (con dos de tiple) sería otro nuevo despliegue vocal, especialmente en los registros extremos (sopranos y bajos), más el motete funerario a seis voces Hei mihi, Domine (1582) que se escuchó en las exequias por Felipe II celebradas en la catedral hispalense en 1598, tal y como nos cuenta en las notas al programa Pablo J. Vayón. Buena elección y colocación de las distintas obras y formas utilizadas (antífona mariana, villanesca, motete) por el maestro de capilla sevillano avanzando ya una policolaridad que el LDO interpreta como pocos dada la versatilidad de sus componentes.

Manteniendo el sabor y buen escribir de la escuela andaluza de polifonía con Guerrero al frente, no podía faltar en este concierto Alonso LOBO (ca. 1555-1617), único que ostentó las dos principales maestrías de capilla de entonces (Toledo y Sevilla), cuyo Versa est in luctum (1598) «prologó» y nos preparó para el gran Victoria de la mejor manera posible.

Y paisano de Vivanco además de compañero en la escolanía de la catedral abulense, Tomás Luis de VICTORIA (ca. 1548-1611) sigue poniendo la carne de gallina cuando lo escuchamos al LDO. La «semilla PP» ha prendido y aprendido en estas voces, nuevamente «refrescando repertorio» para las veteranas y transmitiendo magisterio a las jóvenes. Sus dos antífonas marianas a ocho voces nos trajeron las 31 voces (8-7-8-8) de este coro único y al completo para el «compositor de oro»: Regina coeli, que volvió a emocionar a un auditorio entregado (aunque «algo novato» por interrumpir antes de finalizar) tras el primer Aleluya que bisarían al final, y la Salve Regina, impresionante entendimiento vocal, todos plegados y entregados al maestro García de Paz, doble coro cual estéreo renacentista, dinámicas extremas sin perder nunca afinación, empaste o fraseos, contrastes perfectos con estas obras que son cual «ADN dorado». Si Vivanco sirvió de hilo conductor, Victoria volvió a vencer.

 

Nota: (ø+ ) Recuperación histórica, estreno en tiempos modernos.

Pinturas corales doradas

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Sábado 16 de noviembre, 20:30 horas. Basílica Santuario del Sagrado Corazón, Gijón: V Encuentro Coral de Música Sacra: Coro El León de Oro, Marco A. García de Paz (director). Obras de Mouton, PalestrinaAlonso LoboVictoria, Schütz, Pearsall, Grieg, Stanford, Holst, Pizzetti, Josep Vila y Ola Gjeilo.

Organizado por el RGCC y luchando contra la tijera cultural vuelve la música sacra a la capital de la Costa Verde en la incomparable «Iglesiona» que se llenó para disfrutar de nuestro coro mas internacional y laureado, un imprescindible para este Encuentro, legión de leónigans que acudimos a una auténtica lección histórica coral, perfectamente programada cronológicamente con un repertorio que sigue asombrando por su sabia elección para estas voces que marcan referencia. Las cualidades de El León de Oro siguen impolutas pese a la siempre necesaria renovación, porque el Proyecto LDO está muy bien asentado: cimientos sólidos desde su origen que mantienen segura la estructura vocal más las voces jóvenes que ascienden desde «Los Peques» o se suman ilusionados a la construcción del «coro grande» comulgando con esa búsqueda de la perfección. Empaste, afinación, equilibrio, dinámicas impresionantes, policoralidad exquisita, disciplina, mucho trabajo, entrega total y así hasta el infinito.

Cada partitura resultó un fresco que no admite corrección en su pintura, colores distintos para todas ellas a lo largo de esta historia de pintura coral que el maestro García de Paz va sacando con detalle a flote, perfilando, dibujando cada melodía como personajes pintados que descubrimos a medida que avanza la obra.

Nesciens mater (Jean Mouton) como un Leonardo en Francia, Nunc dimittis (Palestrina) auténtico Miguel Ángel y sentando cátedra del espíritu tridentino referido a la polifonía religiosa, Versa est in luctum (Alonso Lobo) cual Pedro Berruguete, y a continuación Regina coeli (Victoria) auténtico El Greco de la polifonía sacra hispana. Coro completo, medio o doble para jugar con la paleta vocal, siempre el color preciso y la temática contenida, ascetismo no exento de placer. El salto alemán, como si de Durero se tratase, vino con Heinrich Schütz con dos maravillas corales: Die mit Tränen säen, SWV 378 y Selig sind die Toten, SWV 391 que no pueden faltar en este recorrido histórico del Renacimiento al Barroco partiendo siempre del ideal romano y universal pero con el peculiar estilo de cada escuela, esta vez «dorada» por bien pintada a cargo del tándem LDO – Marco Antonio García de Paz que volvieron a sacar de cada partitura intensidades y líneas impensables. Para la primera parada rodear al público en su ubicación, compartir con nosotros esta nueva perspectiva sonora del Lay a garland (Robert Lucas de Pearsall) que abrazó con cuerpo este clásico coral.

Tomado el aire necesario y el cambio en la «base de imprimación» para continuar el fresco histórico coral, tras el «tactus» renacentista o el marcado silabeo barroco antes del equlibrio clásico, desde Noruega nos pintaron el Ave maris stella (Grieg) con la luz estival del norte antes del estallido siempre contenido para los sentidos del irlandés Sir Charles Villiers Standford y su motete Beati quorum via, el latín como idioma católico y la polifonía a su servicio en una forma musical que hace brillar como nadie a este coro que sigue alcanzando cotas increíbles en todas sus cuerdas, luminosidad que nunca ciega por la delicadeza de sus matices capaces de «forti» en su punto exacto al lado de «pianissimi» que quitan la respiración. Sigue asombrándome la versatilidad demostrada por el coro gozoniego, capaces de interpretar músicas de cualquier época con tanto rigor, aunque el gran público parece gozar más en la cercanía cronológica y ellos mismos «soltando tensiones» acumuladas antes de un nuevo derroche sonoro como sólo son capaces de alcanzar pletóricos. Y planetario resultó entrar en el siglo XX con el Nunc dimittis de Holst, nuevo ejemplo de la persistencia de Palestrina capaz de pintar un mismo tema con técnica y lenguaje distinto, mirando la bóveda ovoide de «la iglesiona» con esta música vocal en estado puro para «El León de Marco» seguido por el Agnus Dei (del «Requiem» de Ildebrando Pizzetti) que volvió a rodearnos a los asistentes en total simbiosis. Cada final de obra mimado permitiendo paladear el último suspiro antes del aplauso arrebatador con un público totalmente entregado al placer coral de la música sacra.

Josep Vila i Casañas (1967) y su Sanctus – Benedictus también es «equipaje» habitual del coro y más en estos conciertos sacros, mostrándonos obras actuales de nuestros compositores que triunfan en todo el mundo. Partitura maravillosa de este catalán que han hecho suya con una riqueza tímbrica sumada a las cualidades ya citadas, calidad coral en una interpretación emocionante, fresco hecho lienzo.

Como última experiencia cromática añadir el color del cello a este coro supone la rúbrica del paseo histórico de un concierto siempre emocionante. El noruego afincado en Estados Unidos Ola Gjeilo (1978) ha compuesto su Serenity (O magnum Mysterium) para coro y violoncello, esta vez del propio coro (Manuel Quintana) que dando el paso adelante pareció mudar su voz de bajo a las cuerdas del instrumento (dicen que más cercano a la voz), hacerlo cantar con un empaste más allá de la perfecta escritura de esta obra de nuestro tiempo interpretada con la misma calidad que el Mouton que abría velada cual cierre expositivo de esta auténtica lección de música coral cronológica y estilísticamente perfecta, siempre con «el lenguaje eterno del alma«.

Foto ©LDO / Víctor Gallego

Entregada una placa de agradecimiento al coro que inauguró en 2009 este ciclo y siempre que se les llama acuden a la cita, bisaron Holst en otro fresco coral todavía más lumínico en esta segunda «pasada del pintor Marco», y aunque finalizado hubo despistados (o hambrientos) que la hora debía parecerles avanzada, la exposición de pintura coral volvía a cerrarse como estaba prevista recreando «Serenity», serenidad aún más emotiva por parte de todos que volví a escuchar con los ojos cerrados. Tengo que seguir confesándome «leónigan» hasta la muerte. Gracias.

Magisterio renacentista

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Foto: Diego Domínguez Pérez

Sábado 6 de abril, 19:30 horas. Auditorio Nacional de Madrid, Sala de Cámara: Peter Phillips & El León de Oro: Grandes Maestros del Renacimiento. «Laudibus in sanctis», obras de Lasso, Victoria, Byrd, Gombert, Gesualdo, Lobo y Palestrina. Entrada: 15€.

Disfrutar nuevamente de mi coro preferido, dirigido por un Maestro con mayúscula como el británico Peter Phillips con el repertorio que domina como nadie, y además en el Auditorio Nacional, no tiene precio. Compartirlo con amigos «in situ» supone contar de primera mano otra experiencia irrepetible, porque El León de Oro (LDO) sigue asombrando en cada concierto, independientemente del repertorio o la renovación de voces en sus 15 años de historia. La propia presentación del programa de mano merece leerse como ideario de esta formación que todavía seguirá dando a los «leónigans» muchas alegrías: «lo que cuenta es la pleitesía al sonido, la entrega a un bien superior como es la belleza. La belleza nunca está en crisis. La belleza es. Somos sus intérpretes los que podemos estar en crisis personales, económicas o de otra índole, algo que poco puede importar ante la grandeza de un acorde bien construido por Palestrina como el que cierra este programa».

De la búsqueda de esa belleza sonora puedo dar fe en cada una de sus actuaciones en directo, siendo la más «cercana» y parecida por las obras y autores elegidos la vivida en la Catedral de Oviedo con el propio maestro británico: un arduo trabajo, no ya musical que es enorme, sino de búsqueda de financiación, quedando reflejado en un DVD que atesoro y sirve de pequeña muestra al ímpetu de un coro amateur pero profesional en sus resultados. Para su presentación en la capital de España nada menos que en el templo musical, que celebra sus 25 años, el esfuerzo volvió a tener recompensa, contando con la colaboración del Coro de Voces Graves de Madrid, el Excmo. Ayuntamiento de Oviedo, Hoteles El Carmen de Carreño y Dña. Bettina von Scheidemantel, repitiendo Phillips con el LDO y acrecentando la grandeza de unos intérpretes magistralmente llevados por el británico en unas obras donde la música coral es sublime.

Comenzar con Lasso fue el primer reto. La Missa Bell’ Amfitrit’ altera a ocho voces «a capella» supone para cualquier coro trabajar y condensar todo lo necesario para una interpretación acorde a la magnitud de esta obra: emisión clara, pronunciación correcta, afinación perfecta, seguridad en los ataques, dinámicas amplias y sobre todo un perfecto entendimiento con el director, logrando una flexibilidad impecable desde el Kyrie al Agnus con emociones a veces contenidas y otras rebosantes (Gloria), grandeza de Lasso que también alcanza a Media vita para un coro reducido que volvió a deleitar en todos los aspectos.

El remate nuestro insigne Tomás Luis de Victoria y su Regina coeli, otra lección del Maestro Phillips con sus «leones aventajados», puntuación sobresaliente hasta para el público: educado, emocionado, conteniendo respiraciones y dejando flotar cada final el tiempo suficiente para degustar todas las notas, los finales de frases que se miman al detalle, sin prisas por aplaudir y una acústica de la sala que devolvió en todo su esplendor la obra del abulense en las voces celestiales del coro asturiano «llevado de la mano» por un experto.

Tras la pausa del cigarrilo que me sirvió para saludar a otros «leónigans» venidos de distintas partes de la geografía, una segunda parte tal vez menos interiorizada y exigente para todos pero igualmente sabrosa donde no podían faltar estilos y nombres que llevan el latín a su máxima expresión musical, perfecta unión donde el texto alcanza el paraíso sonoro, o «flotar» como el día antes en Gijón.

Laudibus in sanctis (Byrd) que también titulaba el programa, la óptica inglesa del Renacimiento con lenguaje propio e igualmente universal que director y coro bordaron, Media vita (Nicolas Gombert), acento franco-flamenco en el amplio muestrario vocal que brilla en esta partitura, Ave dulcissima Maria (Gesualdo), la belleza interior del canto a La Mujer compuesto por el Príncipe del madrigal emotivamente llevado, Versa est in luctum (Alonso Lobo) con el color sevillano de un compositor nuestro que El Maestro recuperó para seguir mostrándonos la grandeza del repertorio renacentista en las voces de los gozoniegos, otros escolares siguiendo el camino de sus «armas gemelas» The Tallis Scholars, para finalizar nada menos que con Nunc dimittis (Palestrina), obra trabajadísima con Marco A. García de Paz, interiorizada por todo el coro y que dirigida por «PeP» parece levantar vuelo desde el gesto siempre conciso e íntimo bien contestado por los cantantes. Disfrute de cada obra en su individualidad y grandeza, la universalidad de una música vocal tan bien hecha e interpretada que puede detener el tiempo y volvernos al presente en toda su magnificencia.

De propina otra joya renacentista que LDO tiene muy presente en su amplio repertorio, el motete Nescien mater (Jean Mouton) para rematar una clase magistral, doctorado «cum laude» para los leones asturianos con el catedrático británico en un encuentro satisfactorio a más no poder para ellos compartido por un público entregado que aplaudió merecidamente este nuevo escalón hacia la belleza. No en vano las armas expuestas son «poderosas: Entusiasmo y calidad. Amor y perseverancia. La búsqueda del sonido imposible». Orgulloso de ser leónigan una vez más…

Cantabria y después Madrid

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Sábado 23 de marzo, 18:45 horas. Santuario Nuestra Señora de Las Caldas de Besaya, XXVIII Jornadas de Canto Coral. Coro «El León de Oro» (LDO), director: Marco Antonio García de Paz. Polifonía religiosa renacentista y contemporánea.

La Coral de Los Corrales de Buelna organizadora de estas jornadas, apostó este año como decía la prensa por la calidad, y nada mejor que traer hasta su tierra a los vecinos asturianos del LDO, pues no me ciega la pasión si digo que actualmente es el mejor coro español. En trabajo permanente, con cantera que permite renovar sin perder esencia ni calidad, tras un concierto en Palencia llegaban al Santuario con un programa cantado en latín y en dos partes bien diferenciadas, la primera de polifonía renacentista que sigue siendo referente coral. Basta con citar obras y autores para comprobar cómo las perlas se engarzan desde la delicadeza en la elección de ellas con una interpretación íntima, recogida, técnica por lo que supone el siempre dificilísimo «tactum» que dominan como nadie:

Nesciens Mater (Mouton), Ave, verum corpus (Byrd), Versa Est in Luctum (Alonso Lobo), Media vita in morte sumus (Lasso), Vidi Speciosam (Victoria) y Nunc Dimittis (Palestrina). Seguro que Marco limará detalles y mínimos excesos dinámicos en las sopranos, pues los orfebres del sonido no dejan nada fuera de lugar, mimando sonoridades, pronunciación, empaste, líneas, silencios tan sobrecogedores como la propia música.

Para la segunda parte, también con el latín como lengua vehicular que marida a la perfección con la música, al menos para los melómanos, polifonía religiosa cercana en el tiempo donde las combinaciones vocales tanto en colocación como interpretación siguen siendo todo un espectáculo coral. Voces blancas para Ubi Caritas (Ola Gjeillo), graves para el Kyrie de Ramona Luengen (1960), medios coros sólo en número y ubicaciones buscando magnificencia sonora para el Agnus Dei de Pizzetti (1880-1968), el pletórico Sanctus (Josep Vila), todos juntos para el «veterano» pero siempre actual Bruckner (1824-1896) del Os Justi, nueva demostración de gusto por la calidad y emociones a flor de piel, la joya del Ave Maria (Biebl) que sigue cautivándome cada vez que lo escucho, con los solistas en primer plano y el coro al fondo logrando sonoridades de colorido impactante, y el remate de Serenity (O Magnum Misterium) del noruego Gjeilo (1978) para violoncello y coro donde el bajo Manuel Quintana hace realmente cantar al instrumento que encaja perfectamente con ese color vocal único de «los leones» y que .

Disfrutar con cada obra, hasta las propinas envolviendo al público que abarratoba el Santuario de Caldas mucho antes del comienzo, ocupando incluso el crucero, nueva muestra de bordado artesanal donde el hilo áureo y de seda comienza a brotar capas corales que dibujan un cuadro en cada pieza, global y en detalle sin perder nunca entidad. Contraste temporal pero continuidad estilística de un coro que volverá a trabajar parte del repertorio renacentista escuchado en Cantabria con Peter Phillips para su actuación en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional madrileño el próximo sábado 6 de abril, otro logro y ocasión para gozar con fruición del maestro británico al frente del coro asturiano. Los «leónigans» seguimos nuestro particular peregrinaje porque cada concierto es único, irrepetible, grandeza musical que no tiene explicación tangible pero refleja nuevamente el objetivo común de «disfrutar y hacer disfrutar con la música coral».

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