Miércoles 12 de julio, 22:00 horas. 72 Festival de Granada, Palacio de Carlos V, “Universo vocal”, Ópera III: Turandot, drama lírico en tres actos, música de Giacomo Puccini (1858-1924), finalizada por Franco Alfano (1875-1954); libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, basado en la fábula homónima de Carlo Gozzi. Versión concierto. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.

Muy esperado este Turandot en el palacio imperial llegado de Madrid este mismo miércoles, haciendo un “paréntesis” en sus representaciones, con todo el despliegue humano y técnico para una noche de ópera donde la escena la pusimos y pensamos nosotros (evitando comparaciones), y la música el último Puccini, con un elenco muy equilibrado y bien elegido, junto a la Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real bajo la dirección de Nicola Luisotti que realmente fueron los que “al alba vencieron” conociendo las respuestas a los tres enigmas de la pérfida Turandot.

Y aunque la acústica del Palacio de Carlos V no es la más idónea, sumándole el número de intérpretes sobre el escenario parecía complicado encontrar el punto exacto, pero la magia en Granada sigue viva. El coro se situó en nueve tribunas añadidas por la zona trasera de la tarima para casi 90 cantantes (no los conté), voces jóvenes, empastadas, dominando esta obra donde su protagonismo es indudable desde su estatismo, con una gama de matices amplia en todas las cuerdas, incluso tapándose la boca para los momentos más “recogidos» y desplegando toda la potencia de un pueblo que pide sangre pero también esperanza, el miedo junto al perdón. Bravo por el coro que tan bien ha preparado Andrés Máspero.

La Orquesta Sinfónica de Madrid, también joven, con la concertino Gergana Gergova impecable, a la que Luisotti sacó a saludar con todo el elenco como copartícipe del éxito, comandando una cuerda aterciopelada y compacta, de buenos graves, sumando arpas y celesta con el volumen necesario para mostrar todos los efectivos equilibrio y excelentes dinámicas que mantuvieron ese color especial de Puccini; maderas llenas de musicalidad, metales tanto recogidos como poderosos en sus momentos, y una percusión que nunca aturdió aunque por momentos retumbase en las piedras palaciegas.

Evidentemente el control de Nicola Luisotti fue absoluto, dominador de esta ópera, sacando el jugo a una orquestación brillante, orientalista y “guerrera” sin olvidarse de subrayar los momentos cantados, sabedor de que los solistas encontrarían el punto justo de volumen.

Del reparto, comenzar por el casi omnipresente Calaf del tinerfeño Jorge de León, en un momento vocal dulce, con potencia en los agudos, redondez en el medio y seguridad en los graves, todo el protagonismo y carga dramática que escribió Puccini más allá del “Nessun dorma” (aplaudido antes de finalizarlo aunque la acción no se detuvo). Metido en su personaje valiente y generoso, todos los estados de ánimo se reflejaron en él, volumen suficiente para tener a la orquesta detrás, emisión precisa y memorable final con Turandot en perfecta sintonía y empaste con la “principesa”.

Hoy en día la napolitana Anna Pirozzi es la princesa Turandot por capacidad, color, fuerza, dramatismo, entrega, expresividad y demás calificativos que queramos añadir. Si en las óperas los “malos” son importantes, en esta aún más y desde esa majestuosidad vocal. Su presencia en escena desde la primera aparición marcó diferencias y su gestualidad digna de analizarse incluso el egoísmo de la mirada. Peo el amor todo lo redime y perdona, y esa “muda” de sanguinaria a enamorada resultó el broche ideal a un rol que ya es suyo.

Liù es el personaje más “pucciniano” con todo el simbolismo que conlleva, y la georgiana Salome Jicia (que sustituye a Nadine Sierra) mostró en sus dos conocidas arias calidad y calidez, agudos en planísimo sobrevolando sin problemas la orquesta, línea de canto hermosa y mucha musicalidad, empastes en los dúos, fiato asombroso y con gusto, más un color que en los conjuntos brilló entre los tutti.

Al fin un bajo joven con cuerpo para el Timur del polaco Adam Palka, voz redonda que con los años aún ganará en emisión, línea de canto muy cuidada y matices controlados con volumen más que suficiente.

El trío de Ping, Pang y Pong encontró los cantantes adecuados por escena (los que más), empaste, volumen y buen gusto sin olvidar el toque cómico de los ministros. El barítono mexicano (Ping) Germán Olvera de color broncíneo y emisión potente, con los dos tenores que ayudaron a redondear estos personajes inspirados tanto por libreto como por música: el Pang del granadino Moisés Marín resuelto junto al Pong del vasco Mikeldi Atxalandabaso, siempre un seguro de calidad y más en este rol que lleva años defendiéndolo.

Citar el buen nivel dentro de ese reparto homogéneo del tenor barcelonés Vicenç Esteve, el emperador Altoum, de color diferenciado del Calaf (algo importante en la elección de las voces), o el mandarín del barítono Gerardo Bullón, intervenciones no por breves igual de importantes y destacables.

Y no puedo olvidarme del granadino Coro Infantil «Elena Peinado», con el nombre de su directora, demostrando un nivel altísimo de empaste, afinación, volumen cuidado en los matices, habiendo trabajado muy bien sus apariciones en escena y educados en el amor por la ópera, los niños y niñas a quienes Puccini ha tratado con su estilo y mimo.

Público feliz, entregado, incluso intentando aplaudir “hasta donde llegó Puccini”, y ya de madrugada, con el “añadido“ de Alfano, todo como el propio final: “nadie duerma” hasta el amanecer, que me llega escribiendo.

REPARTO

 Nicola Luisotti (director)

Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real (Andrés Máspero director del coro)

Coro Infantil «Elena Peinado» (Elena Peinado, directora)

Anna Pirozzi, soprano (La princesa Turandot)

Vicenç Esteve, tenor (El emperador Altoum)

Adam Palka, bajo (Timur)

Jorge de León, tenor (el príncipe desconocido, Calaf)

Salome Jicia, soprano (Liù)

Germán Olvera, barítono (Ping) – Moisés Marín, tenor (Pang) – Mikeldi Atxalandabaso, tenor (Pong)

Gerardo Bullón, barítono (Un mandarín)