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Con todos los sentidos

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Sábado 4 de octubre, 23:00 horas.  Noche Blanca 2014: Campo de San Francisco, Oviedo. «Zapico a la carta. Música y comida improvisada. Forma Antiqva celebra 15 años». Aarón Zapico (clave), Daniel Zapico (tiorba), Pablo Zapico (guitarra barroca y archilaúd), Pedro Martino (chef de «Naguar«. Obras de Caldara, Händel, Kapsperger, José de Nebra, Purcell, D. Scarlatti y otros.

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En las antiguas instalaciones de la Escuela de Hostelería, conocida popularmente como el «Pavo Real» los hermanos Zapico quisieron celebrar sus 15 años con un concierto a la carta y música para todos los sentidos, donde el público elegía obra asociada a unos ingredientes que el cocinero Pedro Martino del afamado Restaurante «Naguar», preparaba mientras sonaban tres obras por sorteo, que los agraciados degustarían después el plato resultante ante la imposibilidad de invitarnos a todos.

Propuesta original para un evento que en el caso citado no estaba muy iluminado aunque la gente acudió de más a menos, mucho público en los dos primeros «platos», con duraciones nunca superiores a los 15 minutos para dar tiempo al cocinero, y menguando a medida que avanzaba la noche.

La carta resultó una auténtica caja de sorpresas, hubo «platos» que no salieron (curiosamente faltaron pan y huevos) más algunos que el azar hizo repetir aunque nunca sean iguales en cocina musical y gastronómica. Como recordaba entre plato y plato, funcionaba parecido a los primeros reproductores de CDs que tenían la posibilidad «Randomize» o «Shuffle» donde alterando el orden original resultaba una escucha totalmente distinta que en este caso afectaba a los propios intérpretes. Claro que Forma Antiqva en su genuina formación son capaces de realizar todas las combinaciones posibles de los mismos ingredientes para conseguir resultados siempre increíbles, tal es el dominio de las obras y el entendimiento más que fraternal entre los hermanos Zapico. Del «artista fogonero» faltó catar los productos, todos a la vista, pero el listón lo tuvo alto y era hipnotizante verle cocinar sobre la marcha en un espectáculo muy europeo por fusión, entorno y horario noctámbulo.

Tras explicar el proceso y en un ambiente festivo, casi familiar, proyectando imágenes de estos años, con amigos de los langreanos en ellas pero también entre el público, músicos de distintas formaciones y curiosos que se apuntan a todo a pesar de una noche fría y lluviosa, los regalos fueron saliendo al escenario. Primeros ingredientes Händel y su Ritorna, oh caro dolce mio tesoro asociado a una chuleta de vacuno que tenía una pinta increíble, combinada con chocolate, el Fandango de D. Scarlatti, y productos de la mar, las Diferencias sobre las folías, combinación de mar y montaña en la cocina con el toque dulce, y los manjares Zapico de su repertorio en estado puro. Un entrante realmente potente, sutil, maridaje de elementos de la tierra universales en olor, sabor (para quien lo probó), vista y oído, imposible evadirse con el chisporroteo de la sartén como si de un instrumento más se tratase… y el tacto siempre metafórico.
El siguiente plato a preparar también chocolate que se desechó para no repetir, setas de temporada con el Bayle del Gran Duque, hongos asturianos también universales como la carne que parece omnipresente y las hortalizas, crudas o preparadas, Quella Clizia innamorata (A. Caldara) con los toques personales de los distintos chefs, el culinario y los musicales, sumándose siempre plantas de la Passacaglia de Kapsperger que no pueden faltar  como el perejil de Arguiñano. Preparación y presentación de lujo, las cuerdas templadas, fraseos claros como cada ingrediente, ornamentaciones que engrandecen sabores para paladear con el oído.
Otro pase ya en la medianoche, con frío afuera y calor en el interior del «pavo», el chocolate goloso del siempre rico Fandango scarlattiano que puedes tomar solo o mojando, cítricos de nuevo con Kapsperger y las improvisaciones sobre Chaconas, más los quesos de la Xácara, maridaje casi imposible en la cocina y cercano en la tarima, maravillando la preparación y evolución de cada ingrediente musical para conformar un plato único.
El final trajo frutos secos de Purcell y su Chaconne: dance for the Chinese, unas grasas con oliva virgen, tuétano o cañamina que decimos en Asturias con ese impresionante arreglo para dúo de tiorba y archilaúd para A Dios, prenda de mi amor (J. de Nebra) antes de completar con más carne de vacuno astur para Händel, todo universal por supranacional, muestra que además de necesitar productos de primera, que siempre lo son, la cocina puede rematar o estropear la materia prima. Nuestros protagonistas representan la seguridad desde la especialidad y el conocimiento de ingredientes, preparación, presentación y placer final, música para todo los sentidos en otra apuesta por acercar el arte a todos los públicos desde la calidad y seriedad nunca reñida con la informalidad y originalidad de la oferta nocturna gastromusical.
Feliz cumpleaños a la familia Zapico, porque parece que fue ayer pero «quince años tiene mi amor» donde la trayectoria es impresionante y el futuro alentador luchando contra los elementos desde Asturias al mundo, y con la música por montera, regalándoles mi lema bloguero.

Pasiones y afectos de Forma Antiqva

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Martes 15 de julio, 20:00 horas. XVII Festival Música Antigua, Gijón: Centro de Cultura Antiguo Instituto. «Crudo Amor«. Pasiones y afectos en la voz de Agostino Steffani (1654-1728), Forma Antiqva: María Eugenia Boix (soprano), Carlos Mena (alto), Ruth Verona (chelo), Pablo Zapico (guitarra barroca), Daniel Zapico (tiorba), Aarón Zapico (clave y dirección).

Éxito total en la tercera jornada del festival gijonés tanto por la entrada, nuevamente aforo completo incluso en la planta primera con abundante público de pie, como por el programa donde Forma Antiqva estrenaba su último proyecto, Crudo amor, una excelente selección de cantatas de cámara para soprano, contratenor y bajo continuo del recuperado Steffani, todo un personaje capaz de protagonizar novelas y quién sabe si películas, un encargo del Festival «Ludwigsburger Schlossfestpiele» alemán para la formación asturiana que sigue viajando y triunfando allá donde va. Gijón ha sido como su punto de partida a lo largo de muchos años y el afecto es mutuo, algo que se notó desde la primera nota. Además la formación para este programa era igualmente capaz de llenar el antiguo Instituto Jovellanos, con los hermanos Zapico más Ruth casi «cuarta hermana», y dos voces de referencia: el contratenor alto Carlos Mena de reconocida fama mundial, inmenso en un registro como el suyo donde la musicalidad está presente siempre, y la soprano Mª Eugenia Boix a la que he visto crecer musicalmente en cada concierto cerca o directamente en nuestra tierra, demostrando este martes un momento espléndido, que comentaremos más adelante, con un grave más equilibrado, un centro y agudos hermosos en presencia y una vocalización más clara, sumándose a la plantilla de Forma Antiqva donde las voces femeninas siempre han brillado a gran altura.

Apuntaba la recuperación de Agostino Steffani en estos tiempos gracias a artistas y grabaciones mediáticas donde no ha faltado la novela oportuna para que muchos melómanos descubriesen a este polifacético personaje, aunque me consta que los hermanos Zapico llevaban más tiempo en este proyecto, por lo que no se han apuntado a modas sino que la tendencia les ha venido bien para programar la hermosísima música de Steffani, comentando a la salida que va a suceder algo parecido a Salieri tras la película «Amadeus». Bienvenidas sean estas hornadas de fama para poder disfrutar de partituras que dormían el sueño eterno hasta que alguien las resucita. En el caso de Forma Antiqva no solo han seleccionado a la perfección para la plantilla del momento sino que han realizado edición propia para tres de las seis cantatas escuchadas: todo un placer comprobar el detalle de cada interpretación, solos oportunos de cada instrumento, dúos elegidos según la pasión textual y vocal, tutti en la medida exacta, planos sonoros bien diferenciados, doblando partes cantadas, completándolas, coprotagonizando solos y duetos, alternancias de soprano y alto con los instrumentos propicios siempre desde la labor musicológica de los Zapico que continúan asombrando con un magisterio en este periodo musical adaptado siempre a las necesidades.

Entrando ya en las seis cantatas elegidas, textos italianos del sempiterno tema amoroso con sus pasiones y afectos (también en el sentido musical de la teoría) reflejados en cada palabra, en cada párrafo donde el inicial titula cada una de ellas y donde la música complementa una letra de por sí plena: Begl’i occhim oh Dio, no più abría concierto, cuatro números perfectamente combinados vocal e instrumentalmente, comenzando a dúo para alternar solo de alto (Clori mia), de soprano (Se la tua gelosia) y cerrar nuevamente a duo. Primera alegría comprobar el perfecto empaste vocal de dos colores conocidos en solitario que combinaron perfectos en sus dos dúos, tras demostrar sus capacidades solísticas en unas arias siempre difíciles.

Dimmi, dimmi, Cupido en edición de Forma Antiqva, volvía a jugar con los mimbres elegidos en nueva combinación y mayor riqueza emocional: solo de Mena, dúo (Son’erede dei tormenti) pleno en calor y color, solo de Boix (Ah, che quei piendi oh Dio) carnoso en todo el registro, y dúo (Non bastava al Dio d’Amore) final corroborando las sensaciones de la primera cantata: juego emocional desde la dicción, emisión y color con la orfebrería instrumental ahora complemento y después compañera, todo desde esta versión propia que enriquece un de por sí bello original.

Podría repetir lo mismo para Occhi, perché piangete? en cuanto a edición hecha a medida, pero la sorpresa y la teatralidad van de la mano en estos «proyectos Zapico», por lo que el inicio solo con la guitarra de Pablo suponía apostar por colores y afectos, también efectos, siguiendo el clave de Aarón antes del lento que comienza cantando Mª Eugenia y continúa Carlos antes del tutti, matemática musical combinatoria ceñida a las expresiones italianas donde cada intervención instrumental parece subrayar palabras y responder preguntas, como la tiorba de Daniel y el cello de Ruth ante las palabras de soprano y alto. Las indicaciones de los tres movimientos (Lento: Occhi, perché piangete?, Allegro: Stolto e ben chi vi crede, y Lento: Dal nostro planto amaro) solo indicativas puesto que cada uno de ellos fluctúa en su microcosmos para buscar la terminación rápida mucho más adecuada anímicamente.

La cuarta cantata que da título al concierto, Crudo Amor, consta de seis movimientos difíciles todos ellos, jugando con todos los elementos barrocos del contraste y pasión textual corroborada en cada instrumento. Así comenzaban las voces a duo con emparejamientos instrumentales igualmente complejos, continuando el recitativo del alto Come nel mar d’Amore como si de una ópera en miniatura se tratase seguido del endiablado arioso bien ejecutado por Carlos Mena Egualmente mi nega opuesto al tranquilo recitativo La stella ch’a me splende y aria Oh, toglimi la speme de Mª Eugenia Boix con el acompañamiento de clave, hermosos y con unas agilidades para degustar antes del dueto final a tutti caminar antes de correr como las propias líneas de canto rotas tras la calma, especialmente al cantar «Speme lusingare» con la guitarra rasgueando cual folia inconclusa y sorpresiva. Tensiones bien resueltas por parte de todos, haciendo que lo difícil parezca fácil en cada intervención y sobre todo con la sensación de grupo compacto, de idea compartida donde todos reman en la misma dirección.

Aún quedaba mucho todavía en este drama musical que eran las cantatas, y así Sol negl’i occhi arrancaba con un solo de cello a cargo de Ruth «Zapico» casi bachiano, fraseado como la posterior tiorba de Daniel llevando casi de la mano a soprano y después alto, juegos amorosos desde la música como el solo Filli, filli crudele de soprano con cello y clave de pureza barroca previo al contrastante de alto Ma, se nel tuo bel viso con tiorba y guitarra sumándose el cello en una catarata de agilidades dificilísimas para todos, especialmente para unas voces siempre completando tesitura en ambos extremos para concluir en el dueto final Chi vedesse la beltá con todos en «tempo giusto» y volúmenes apropiados desde un ensamble y empastes globales dignos de admiración. Sabiduría interpretativa y técnica por parte de todos y cada uno de estos músicos que se volcaban en cada cantata sin tiempo para el desaliento.

La última Placidissime catene, también en edición de Forma Antiqva, remataría un programa estructurado al detalle para cada uno de los seis músicos de la formación, alternancias vocales e instrumentales jugando y buscando el color adecuado, el plano perfecto incluso en los tutti, respirando en la parte del compás precisa, fraseos estudiados al detalle que redondearon un programa perfecto en cada cantata, muy aplaudidas por un público tan pasional y afectuoso como el título elegido.

Y la propina permitió disfrutar con todos ellos desde la calidad y belleza de toda la música escuchada, aunque esta vez Monteverdi, primero el cuarteto y después ambas voces entrando entre bastidores para cantar el dúo de amor final de L’incoronazione di Poppea, última degustación de Poppea y Nerón, Pur ti miro, pur ti godo Boix y Mena en perfecta unión con el acompañamiento nuevamente a la altura del reparto vocal y coprotagonistas siempre con este barroco en el que Forma Antiqva siguen sorprendiendo y los alemanes sacarán provecho de ello…

Mucha luz en primavera

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Viernes 4 de abril, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara. CNDM Circuitos: «Primavera Barroca«. Con afecto y armonía: la circulación de música y músicos entre España, Portugal, Italia y América. María Espada (soprano), Forma Antiqva, Aarón Zapico (clave y dirección). Entrada sin numerar: 15€ (abono seis conciertos: 72€).

En Asturias solemos tener una primavera alternando lo invernal con lo veraniego que musicalmente también resulta barroca por los tremendos contrastes en la programación. Que se lo digan a los cinco intérpretes de este segundo concierto del ciclo primaveral, asturianos de una u otra forma porque son «La gran familia Zapico» adoptando a dos hermanas que no tenían, una canaria y otra extremeña, pasando de la cuaresma oscura, tenebrosa con cirios de la pasión sanjuanesca a lograr abrir esta ventana de afecto y armonía por la que entró la luz primaveral tan distinta de la otoñal.

Este «Quinteto Zapico» que pude disfrutar en El Escorial en febrero de 2013 -foto superior del propio grupo- traía un programa muy bien planificado al que pudo faltarle más tiempo de ensayo o incluso más aire puro tras un Bach realmente bueno. Pero la base de Forma Antiqva con Ruth Verona al chelo es tan sólida que pueden armar en nada unas obras recuperadas (por encargo del CNDM) casi a primera vista, contando para las partes vocales con la siempre única María Espada, voz carnosa, redonda, clara, de fraseo y dicción perfectas para unos textos tan importantes como la música que los realza, y ese color único que nunca se pierde, haciéndolo más rico en las distancias cortas como la sala de cámara, con buena entrada. Hay complicidad entre todos, lo que se percibe en las entradas, respiraciones compartidas y misma dirección interpretativa, por lo que estas obras en cuanto se rueden un poco más estoy seguro que engrosarán el Re FA (Repertorio Forma Antiqva) con su sello personal siempre presente.

El título del concierto se centraba en cantatas del barroco español flanqueadas por piezas instrumentales de manuscritos como el Códice Saldívar nº 4 hallado en México en 1963 o los de nuestra Biblioteca Nacional como el Libro de música de clavicimbalo del Sr. D. Francisco de Tejada, datado en 1721 y hallado en Sevilla, conocido como «Libro de Tejada» del que los Zapico han sacado danzas y otras obras arregladas para teclado como la de Corelli, reflejo de la influencia italiana y con historias de amores y odios que alcanzaron a las propias vidas de los compositores, como bien figura en el programa.

Abrían recital Los imposibles de Santiago de Murcia para el cuarteto instrumental de cuerdas varias (pinzadas, golpeadas, frotadas) antes de incorporar las vocales de María para ya en quinteto dejarnos la primera cantata, encontrada en la Catedral de Lima: En la rama frondosa de Roque Ceruti (ca. 1685-1760), compositor milanés que llegó a Lima en tiempos de Felipe V y gran difusor de su estilo, género típico italiano que se adaptó y adoptó por muchos más compositores pasando «el charco» cual música de moda, al ser como microrrelatos cantados cual óperas minimalistas con sus recitativos y arias. El primer estreno en tiempos modernos fue el anónimo del «Libro de Tejada» Glosa de mano yzquierda del 1º tono, estilo zapico por alterancias tímbricas, juegos coloristas entre los punteos y rasgados de Pablo y Daniel remarcados por el arco casi vocal de Ruth, también en pizzicati, y las perlas de cada ornamentación al clave de Aarón, disfrutando de armonías luminosas y melodías bien dibujadas.

Me dejó con excelente sabor de boca tanto por la riqueza de la partitura como por la ejecución del quinteto Déjame, tirano dios de Antonio Literes (Ms. Pombalino de Lisboa), compositor curtido en la música teatral de la que esta cantata emana acción dramática, brillo pleno de María Espada con el cuarteto coprotagonista, alternancias en acompañamientos y combinaciones como Forma Antiqva saben. Hubo dicción (vocal e instrumental) y emoción, aplaudiendo antes de finalizarla, puede que sabiamente al llegar escrita con un recitativo final esta «cantada humana».

La jotta de Santiago de Murcia está en la génesis de los pequeños Zapico, un dúo guitarra-tiorba que logra «trampantojos auditivos» al permutar en momentos técnicas de rasgueo y punteo, nuevo juego tímbrico, preparando la jácara Vaya, pues, rompiendo el aire (Sebastián Durón) un «solo de navidad» cual aria que la soprano extremeña todavía no pudo hacerla propia aunque sigue siendo única en dicción y técnica.

Otro «estreno» instrumental fue la Alemanda y Aria de Corelli del citado «Libro de Tejada», adecuado para el cuarteto a pleno rendimiento y bocanada de aire fresco antes de las dos cantadas de José de Torres (ca. 1670-1738) encontradas en la Catedral de Guatemala: Con afecto y armonía que da título al programa, cantada sola al Santísimo íntima, tiempo de Cuaresma que el autor refleja en melodía y armonías perfectamente arregladas para María con Forma Antiqva, recogimiento vocal e instrumental de mucha exigencia para todos, al igual que Cercadme flores. Aquí noté la falta de tiempo para conseguir más hondura en dos cantatas sacras que resultaron como cortinas tamizando la luz primaveral de las anteriores. En el medio sí se abrió la ventana con la Españoleta y Marizápalos, segundo anónimo instrumental del «Libro de Tejada», tercer estreno moderno antes de la ya mencionada segunda Cantada al Santísimo, los ritmos zapicos que llevan siempre en su equipaje renovado pero propio, el «Trío con Verona» que funciona a la perfección.

Supongo que sabedores de recuperar aliento y buenos perfumes para todos, dos propinas conocidas y hermosas de «Los Cinco Zapico»: Se l’aura spira (Frescobaldi) y Trompicábalas amor (Juan Hidalgo) para dejar el sabor vocal de María Espada mezclado en la proporción exacta con el instrumental de la formación langreana, si se me permite el guiño, a las niñas de Barajas, hoy de Oviedo y hermanas adoptadas por Forma Antiqva en esta primavera luminosa desde Asturias. Al día siguiente repiten en León, pero es como en casa.

Creo en Herr Bach todopoderoso

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Lunes 31 de marzo, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: J. S. Bach: La Pasión según San Juan, BWV 245. El León de Oro (LDO, director: Marco A. García de Paz), Forma Antiqva, dirección y clave: Aarón Zapico.

Parafraseando los dos últimos versos de la pasión «Herr Bach, erhöre mich, Ich will dich preisen ewigllich!» (Escúchame, Señor Bach: ¡eternamente te alabaré!) hasta los agnósticos terminamos creyendo en este Jesucristo a menudo lúgubre pero eternamente luminoso cuando lo musica el Kantor de Leipzig. Pecando sin propósito de enmienda, consciente desde el peculiar y personal «Credo en mi dios Bach, creador de todo lo visible y lo invisible» musicalmente, íntimo o grandioso, esta pasión asturiana en el amplio sentido de la palabra, ha vuelto a emocionar por todo lo que en ella habita.

Nuestro mejor y más internacional coro asturiano es capaz de preparar el cercano y durísimo Ravel junto a su próxima participación en el concurso internacional londinense que preside P. Phillips, y todavía encontrar más tiempo para elegir medio coro que afrontase con plena capacidad y calidad esta «pasión asturiana». Para ellos mi primeras palabras y felicitaciones más allá del orgullo de leónigan, pues siguen siendo un referente, no ya por la calidad pasmosa en cada aspecto sino por una disciplina que les permite transmitir los deseos del director que tengan enfrente, haciéndolos suyos. Esta «Pasión Zapico» volvió a demostrar porqué son los números uno: matices increíbles, emisión envidiable, fraseos de vértigo, corales cercanos y coros protagónicos en su búsqueda de la belleza inabarcable superándose en cada aparición.

Mi otra pasión son Forma Antiqva, siempre sorprendiendo en cualquier combinación, más cuando traen el proyecto grande, no ya por número sino por la excelencia de todos sus componentes. Poder aglutinar tanta calidad instrumental contando con solistas de talla internacional no está al alcance de cualquiera, pero esta pasión crece, convence, aglutina desde una dirección de la que hablaré al final. Aunque en el extenso programa (incluyendo texto original y traducción que seguimos durante las casi dos horas como si de una iglesia se tratase) figuran todos los intérpretes de una inolvidable pasión bachiana, citar dos componentes del Cuarteto Quiroga (Aitor Hevia y Cibrán Sierra) junto al habitual Jorge Jiménez, sin olvidarme de Ruth Verona quasi Zapico porque el continuo con Pablo y Daniel no es el mismo sin ella. Del resto sólo elogios con dúos de traverso, oboe y ambos sutiles, bellos desde la primera bocanada, al igual que las violas d’amore alternando con las habituales, el violagambista Andrea de Carlo o la organista y clavecinista Silvia Márquez, siempre complemento de los tres Zapico. Forma Antiqva en formación grande, cantidad y calidad, rigor y vigor, perfecta base instrumental para una visión moderna sin olvidar la historia, bien conducida desde el clave y la dirección por el magister Aarón.

Los solistas para el evento tampoco se encuentran fácilmente, con dos aún recientes (Bach Collegium Japan de Suzuki) y bachianos puros -aunque los años no perdonen pero todavía referencia por la entrega y dominio de una partitura que han hecho suya-, especialmente el evangelista Gerd Türk que brilló incluso en sus arias, y el bajo Peter Kooij con un Jesús cercano. Grata sorpresa el alto francés Damien Guillon de color idóneo para este Bach, pero especialmente la gran soprano extremeña María Espada, enamorando con «sólo» dos arias (Ich folge dir gleichfalls, nº 13 primera parte, y Zerfließe, mein Herze, nº 63 en la segunda parte), auténticas joyas en su voz, emocionantes, sentidas y cantadas como sólo ella es capaz, otra de mis pasiones confesas que volveré a degustar esta misma semana con más barroco. Citar el Pilato de Jiménez Cuevas, bajo en los números corales, así como las breves pero más que correctas intervenciones de los coralistas Manuel Quintana, Fernando Fernández y Elena Rosso.

Dejo para el final al auténtico alma mater del proyecto, al maestro Aarón Zapico, Kapelmeister de Sama, «apóstol del barroco», líder por convencimiento, entrega y dominio desde el duro trabajo. Esta pasión sentida desde tiempo, capaz de transmitirla a todos los intérpretes desde el minuto uno, llevada como él quiso desde esa autoridad ganada con diálogo y magisterio, pacto compacto con tacto, barroco en estado puro desde el siglo XXI, las luces y sombras luteranas del Evangelio de Juan con el subrayado genial del Kantor, música al servicio del texto, riqueza expresiva de contrastes brutales, tiempos vivos con agilidades de vértigo sin perder ni una sílaba y lentos profundos para transmitir el castigo o la desnudez (los momentos del coro a capella fueron de lo más emocionante). Dirección y acompañamiento al clave de los recitativos dejando fluir al genio con toda esa cadena de vivencias más allá de la partitura, el aliento lúcido y la esperanza hecha Bach en su discutido cumpleaños (31 de marzo de 1685).

Pasiones corales, instrumentales, solistas… pasiones personales compartidas, pasión por Bach, pasión por las pasiones, cuaresma con pasión sin compasión. La semana arranca cerrando marzo.

El Mesías renacido

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Viernes 20 de diciembre, 20:00 horas: Catedral de Oviedo, Concierto Extraordinario «Europa canta a la Navidad»: El Mesías (G. F. Haendel). Ana Quintans (soprano), José Hernández-Pastor (contratenor), Andrew Tortise (tenor), Andreas Wolf (bajo barítono), Coro de la Fundación Príncipe de Asturias (José Esteban García Miranda, maestro de coro), OSPA, Aarón Zapico (director).

«El Mesías de la Catedral de Oviedo» es una cita ineludible desde hace muchos años para los aficionados y público variopinto que siempre llena hasta los pasillos para arrancar musicalmente las vacaciones de Navidad. Pese a llegar con hora y cuarto de antelación mi ubicación hubo de ser lateral puesto que la nave central estaba reservada casi hasta la mitad para los invitados y autoridades habituales, lo que no me impediría disfrutar con otro «Mesías» siempre distinto cada año con dos protagonistas fijos, coro y orquesta (lógicamente con la plantilla adecuada para la obra), siendo solistas y director los que marcan diferencias.

Volvía el director asturiano Aarón Zapico al frente de la OSPA para hacer de este oratorio de Händel una nueva versión y visión fresca, luminosa, viva desde el conocimiento que de la música barroca tiene con su Forma Antiqva, haciendo del proyecto «mesiánico» una nueva formación incorporada a su ya larga lista de programas, donde no faltó el concertino Jorge Jiménez o sus hermanos Daniel (tiorba) y Pablo (archilaud) que se sumaron al continuo junto a la clavecinista y organista Silvia Márquez.

Los detalles marcan diferencias y la apuesta era arriesgada, incluso criticada por algunos que preferirían un Zapikov para encumbrarlo como referente de los «mesías catedralicios». El concepto barroco va unido al contraste en su amplia acepción, y así lo entendió el director asturiano: contrastes bien marcados en los tiempos, casi diría que extremos, en las dinámicas cercanas a los reguladores aún no datados pero sutiles para remarcar dramatismos casi teatrales, en las articulaciones (algunas de cosecha propia en el continuo) y especialmente en los silencios tan protagonistas y preparatorios de los compases siguientes, sin olvidar unos puntuales pizzicati que subrayaron protagonismo vocal.

Excelentes el bajo barítono alemán en cada aria y la soprano portuguesa con intervenciones solventes, seguras y siempre de una musicalidad única con un colorido vocal perfecto para estas obras, más allá del conocido Rejoice graetly o el dúo con el concertino en medio del pasillo del aria I know that my Redeemer... El tenor inglés no desentonó y cumplió sobradamente sus difíciles partes, con unos recitativos de auténtica escuela británica y arias bien sentidas. No puedo decir lo mismo del contratenor valenciano, que no parece estar en su mejor momento, opaco, sin apenas proyección, soso y desafinando por momentos, aunque con la soprano empastase bien, pero engullido por el acompañamiento… lástima que bajase tanto un muy buen nivel de solistas y me hiciese añorar al gran Carlos Mena del año pasado.

El coro tiene tan interiorizada esta obra que cada año se pliega a las exigencias de los distintos directores con auténtica profesionalidad y versatilidad. En la versión de Zapico optando por tiempos siempre ajustados y opuestos, los pasajes rápidos sonaron contundentes (a pesar de la siempre molesta reverberación de la catedral) con agilidades cómodas, frente a los lentos maduros de emisión perfecta y bien equilibrada con los instrumentos; sobresalientes los matices tan diferenciados, los pianísimos de recogimiento y los fortísimos potentes sin escandalizar, desde la contención siempre necesaria. A muchos sorprendió el conocido Hallelujahh (bisado al final y los solistas sumados al coro) en esta línea distinta y contrastante dinámicamente, y sobre todo el Amen que sonó dual, espiritual el primero y explosión final para una perfecta conclusión.

La orquesta reducida para estas ocasiones, con el  continuo y el comentado concertino habitual cuando Aarón Zapico dirige, un auténtico placer sonoro y técnico en cada sección, con unos timbales recogidos que nunca enturbiaron el ambiente sereno de sus intervenciones, la madera fundida con el continuo o doblando voces siempre en un plano de perfecto empaste y presencia, la cuerda con fraseos y ataques ideales para el barroco, al que siempre se debe volver, y la trompeta solista que nunca sonó tan perfecta no sólo de musicalidad sino de presencia en la catedral, todo llevado con la pasión y dominio del Maestro Zapico que con El Mesías ha realizado un auténtico doctorado en casa, auténtico renacer de una obra señera en la historia de la música.

Esperamos que en 2014 esta cita pase al Auditorio, incluso cobrando una pequeña entrada que evite públicos curiosos, a menudo maleducados, abandonando sin pudor ni rubor el recinto en medio de momentos casi espirituales rotos por taconeos o comentarios. Aunque creo que la Catedral volverá a recibir un Elías de Mendelssohn que también puede hacer historia en Asturias, pero eso será en las siguientes vacaciones, ahora tocan las navideñas.

FELICES FIESTAS
P. D.: Críticas en El Comercio y La Nueva España del sábado 21.

Opera(ndo) Zapico desde dentro

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Domingo 15 de diciembre, 12:00 horas. Museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo, Palacio de VelardeForma Antiqva: presentación de su nuevo disco «Ópera Zapico«. Entrada libre.

Preciosa y original «matiné» de los Hermanos Zapico, en casa y como en ella, Forma Antiqva en su formación primigenia y sin extras, presentando su último trabajo en el mejor entorno posible, el patio del Palacio de Velarde con amigos y familia arropando, tocando para nosotros

Del disco, otra exquisitez del sello Winter&Winter, disco excepcional para la revista Scherzo y de nuevo nominado a los Premios ICMA 2014 (en la categoría «Barroco instrumental» como en 2012), críticas más que merecidas, música que de antigua solo tiene el nombre porque con los Zapico suena más que nunca como actual, asombrado desde el primer día que lo escuché, esta vez sin los invitados de lujo para poder sentir todo el proceso hasta la elección del repertorio. Búsqueda de sonoridades cordófonas en combinaciones de clave, trioba y guitarra barroca alternada con el archilaúd para equilibrar melodías y armonías de las arias que les (nos) gustan y vuelven a recrear haciéndolas suyas.

Imposible desgranar cada una de ellas, escuchadas casi en medio del trío, sintiéndome uno más entre ellos, vibraciones a flor de piel en el estricto sentido, desde «il mandolino» hecho clave por Aarón para la «canzonetta» del Don Giovanni mozartiano, el dúo de los gemelos Pablo y Daniel de José de Nebra resonando eterno en un entorno propicio, sin olvidarme la Obertura de Artaserse de J. C. Bach auténtica delicia tímbrica donde el trío sonó a orquesta de cámara, si se me permite, orquesta palaciega en «El Velarde«. Siempre un gusto escuchar tan cerca las virtuosísticas ornamentaciones del clave, los potentes bajos de la tiorba luego transmutados a punteos o los ritmos de la guitarra que vuela en las melodías o contrapuntean al archilaúd. Técnica al servicio de la música que siempre subrayo, y auténtico concierto de «concertar«: acordar, pactar, decidir conjuntamente.

Intervenciones también en palabras de cada uno de ellos, en los momentos justos, colocadas inteligentemente para tantos agradecimientos e historias de la «cocina» antes de deleitarnos con el producto en el plato, que tiene por delante mucho recorrido. Händel poniendo emociones íntimas en el «Lascia ch’io pianga» de Rinaldo protagonizado por los tres, y palabras musicales con «el tesoro» de Rodelinda, las gracias con Purcell repartidas entre Dido y Eneas y la chacona mágica de las hadas, hasta rematar la fiesta como si del «Concerto Zapico 2″ (que aún esperamos) se tratase, la esencia fresca de Las Indias galantes (Rameau) y el jolgorio de las Folías que los hermanos trabajan desde las «Diferencias» que unen.

Si este disco es una joya de coleccionista para enamorar a públicos de todos los gustos, los directos de Forma Antiqva son regalos que hacen festivo cada concierto suyo.

Atardecer musical con los Zapico

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Sábado 17 de agosto, 20:00 horas. Salón de Actos del Monasterio de Santa María de Valdediós (Villaviciosa). Círculo Cultural de Valdediós: Atardeceres Musicales 2013 «Intérpretes e interpretación», cuarto concierto. «Concerto Zapico«: Forma Antiqva. Obras de José Blasco de Nebra, Santiago de Murcia, Gaspar Sanz, Conte Ludovico RoncalliKapsberger, Johann Caspar Ferdinand Fischer, Diego Ortiz y D. Scarlatti.

La oferta musical, incluyendo la asturiana, continúa también en verano, y en Valdediós los «Atardeceres musicales» son parte importante de las vacaciones. Recién llegados del Festival Internacional de Música de Santander donde ofrecieron sendos y exitosos conciertos en Comillas y Loredo, Forma Antiqva en su versión «pura», es decir con los tres hermanos Zapico, deleitaron a un salón al completo, con público de pie y colas desde casi una hora antes del inicio de este «Concerto Zapico» siempre distinto y siempre alegre, calidad y calidez en un repertorio organizado como ellos saben, capaces de darle mil vueltas para que obras conocidas sigan sonando frescas y las nuevas aportaciones se hermanen con la misma vitalidad.

Fandangos y folías, pasacalles y recercadas, cumbées y chaconas de sus autores habituales en trío: Santiago de Murcia y Kapsberger, los anónimos que acabarán siendo también Zapico atemporales. La música ibérica para Consort de Continuo con su particular orden y arreglos, improvisaciones de vértigo en la mínima expresión de Forma Antiqva. Combinaciones de tres elementos tomadas desde todas las variantes para lograr no sólo las complicidades a que nos tienen acostumbrados, sino unas sonoridades que siguen creciendo y asombrando en cada interpretación, virtuosismo al alcance de todos.

La guitarra de Pablo Zapico en solo impresiona, a dúo rasguea y «contrahace» el canto, en trío iguala planos. La tiorba de Daniel Zapico tan pronto resuena a cello como se camufla en punteos con la guitarra o complementa los solos de tecla. El clave de Aarón Zapico es más que sustento, sabor y aderezo, ornamentaciones exquisitas, mano izquierda en el amplio sentido, capaz de emparejar con la tiorba, derecha rasgueando para el punteo de la guitarra, y ambas manos con intervenciones a solo que engrandecen un repertorio hecho a medida.

Público entregado como los propios intérpretes, crecidos por un ambiente que les empuja a buscar bifurcaciones sin perder el camino, sensaciones de un trío único capaz de sentir un mismo corazón, una misma respiración y una misma inteligencia musical. Si los fandangos abren y cierran espectáculo, las Marionas de Gaspar Sanz vuelven a brillar con la Xácara y el Preludio del Conde Roncalli es enorme incluso al lado de la Passacaglia de Kapsberger. Inmensos los Zapico que no paran, lo que siempre es bueno… Enhorabuena!

El cambio climático de Forma Antiqva

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Martes 30 de abril, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo. Forma Antiqva, Aitor Hevia (violín), Aarón Zapico (clave y dirección). Obras de Telemann y Vivaldi. Entrada: 23 €.

La música siempre me depara placeres únicos, irrepetibles en directo aunque las grabaciones tiendan a capturar lo perecedero. En mi vida guardo momentos imborrables que tiendo a compartir con mis seres queridos, siendo un San Fermín de 2011 en Granada uno de ellos. Allí disfruté de un concierto increíble que titulé «Vivaldi redescubierto» con unos paisanos míos que sabía estaban haciendo historia y felizmente era testigo de ella, dudando en titularlo como «Estaciones asturianas».

La música escrita es guión y pauta para los estudiosos, razón de existir en la propia historia y hasta motivo de discusiones encontradas en pleno siglo XXI para musicólogos, melómanos e intérpretes. La música escuchada plantea la dualidad objetividad – subjetividad por todo lo que conlleva de estado anímico en ambas partes, intérpretes y auditorio, preparación y/o formación, pero sobre todo, algo tan primigenio como el gusto individual.

Forma Antiqva no lograrán jamás dejarnos indiferentes, algo que en sí ya marca diferencias. Su regreso a casa siempre resulta noticia y puedo decir que «son profetas en su tierra», que les devuelve en pequeñas dosis todo lo que ellos hacen por ella. Volver a escuchar sus Concerti Figurati ossia Le Quattro Stagioni («Conciertos descriptivos, o Las Cuatro Estaciones») casi dos años después me mantiene la capacidad de seguir sorprendiéndome por lo irrepetible de la música.

Dos de los Concerto Polonoise (Concierto polaco) de Telemann,  los TWV 43:G7 y B3 escoltarían la Symphonia RV 111a de Vivaldi en un bloque ejecutado como único a petición suya, con una formación que varía según programas y ligeramente de «la granadina». Aarón Zapico cual prete bruno tomaría el timón de una nave que convirtió el auditorio carbayón en Ospedale della Pietà que recoge jóvenes músicos de primera remando en la misma dirección, en Ovetus veneciana por aguas mil de este cierre abrileño con acqua alta para dar y tomar. Pero esta orquesta barroca «de casa», capaz de igualar otras que ya han pasado por el mismo escenario, quería arrancar precisamente con el compositor alemán, que fusionase los estilos alemán y francés con su collegium musicum en Leipzig y Eisenach emulando aquel espíritu de difundir los conciertos de música instrumental entre el público aficionado fuera de la exclusividad de los ambientes cortesanos y eclesiásticos como bien recoge en las notas al programa Maria Sanhuesa, autoridad en música de la época y valedora como pocos de nuestro patrimonio histórico y actual. Alternancia de movimientos lentos y rápidos típica de los conjuntos de cuerda y continuo que Forma Antiqva fue desgranando, seguros en los movidos, líricos en los pausados, claros en los danzables, para dejar a Vivaldi aún más luminoso entre ellos. Jorge Jiménez como concertino, conocido ya en Oviedo, marcaba el ritmo y velaba armas nuevamente a las órdenes del Mayor Zapico, capitán de la nave, algo exagerado en el gesto pero eficiente en el resultado: una regata por aguas nada fáciles capaz de mantener equilibrio y contagiar sensación de remanso ante una auténtica tormenta emocional que no dio tregua en casi media hora de remo. El fondo de la embarcación lo ponían los contramaestres Zapico a la tiorba y guitarra – archilaúd, con un clave y órgano de Silvia Márquez más el contrabajo de Vega Montero, que asentaban el conjunto y sumaban agilidades. La tripulación estaba preparada para la larga ciaboga final.

La cuarta parte asturiana «del Quiroga» Aitor Hevia tiene mucho peso en estas «cuatro estaciones de Forma Antiqva» y sin él no resultarán nunca igual (del cuarto gallego lo dejo en los «links» finales, dando de pista que está en los violines segundos). Los años dan madurez y perspectiva, poso y sabor, paso de crianza a gran reserva, por lo que seguir aportando cosas nuevas a los archiconocidos conciertos para violín de Vivaldi no es reto sino virtud.

Apuntaba en el momento de escucharlas en Granada que fue como redescubrir «Las Meninas» tras la limpieza, pero aún siguen capa a capa sacando a la superficie colores nuevos (alternar guitarra y laúd), sombras llenas de luz (silencios ligeramente más largos), fraseos distintos (arcos, ataques, peso del viento en el órgano), dinámicas estremecedoramente extremas (los pp acallaron incluso toses), respiraciones con poso (el sustento del contrabajo solo o el órgano con nota pedal) y sobre todo la frescura del espectáculo (qué bien queda rebajar el tempi cuando el tema mayor torna a menor) volvieron a asombrarme y deslumbrarme sin cegar del todo, para poder visualizar lo siguiente sin momento para el reposo (hasta los movimientos lentos resultaron subyugantes).

Cada estación, cada uno de los doce números sonaron nuevos, pero esta primavera invernal ovetense sirvió para disfrutar de un Verano indescriptible, en especial el Allegro mà non molto. La magia de Hevia no tiene parangón cuando es contagiosa para todos. Hay otras formaciones, incluso españolas, que siguen interpretando «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi, pero Forma Antiqva con Hevia las reinterpretan con la frescura y juventud de quien no pretende más que disfrutar y compartir (los alemanes han apostado por ellos ¡caramba, qué coincidencia!).

No suelo elegir ni priorizar cuando el conjunto es sobresaliente, pero realmente hubo cambio climático y me marcó toda la velada (más el resto de la noche).

El público no daba crédido a este ciclón musical y la propina del conocido Fiddle Faddle (John Johnson) supo a poco ante un auditorio entregado que olvidó la Champions televisada. Sin descanso en todos los sentidos, aún bisarían el Largo de «El invierno», otra delicia para recordar la temperatura real en el exterior, aunque la belleza de la nieve cristalizada fuese musical (en Pajares creo que no). Obras conocidas y siempre distintas, grandeza de los intérpretes que quiero citar uno a uno, pero sobre todo el placer en primera persona de continuar viviendo momentos irrepetibles en una España que va por el camino equivocado: educar no es gasto sino inversión, y Forma Antiqva rentabilizan con creces esta premisa. La música nos haría enderezar el rumbo pero la ignorancia es la madre del atrevimiento, y todavía quedan quienes piensan que el cambio climático es una tontería.

Forma Antiqva:

Violín solista: Aitor Hevia; Violines I: Jorge Jiménez (concertino), Pablo Prieto, Cecilia Clares; Violines II: Cibrán Sierra, Miren Ceberio, Judith Verona; Violas: Antonio Clares, José Vélez; Violonchelos: Diana Vinagre, Ruth Verona; Contrabajo: Vega Montero; Tiorba: Daniel Zapico; Guitarra barroca – archilaúd: Pablo Zapico; Clave – órgano: Silvia Márquez; Clave y dirección: Aarón Zapico.

Destino Halle

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Sábado 23 de febrero, 20:00 horas. Teatro Real Coliseo de Carlos III, San Lorenzo de El Escorial. VII Febrero Lírico «Paisajes barrocos para la celebración». María Espada (soprano) y Forma Antiqva: Dramma in musica. Obras de Gaspar Sanz, Kapsperger, Santiago de Murcia, Händel y D. Scarlatti.

También un 23 de febrero nacía Händel (1685-1759) en Halle, cerca de Leipzig, y precisamente en su casa natal podrán disfrutar del programa escuchado en el penúltimo del ciclo escurialense donde el público casi llenó esta joya de edificio, perfecto entorno para la música que nos ofrecieron la soprano extremeña y los hermanos asturianos a los que se sumó el cello de Verona, quasi Ruth Zapico por la complicidad con el trío que la hace estar en la misma sintonía que los langreanos.

Volver a escuchar a María Espada siempre es un placer por su bellísimo color vocal, su esquisitez en el fraseo y dicción, su gestualidad oportuna pero sobre todo su personalidad con una musicalidad digna de admiración, moviéndose en el Barroco como transportada en el tiempo. Si detrás está Forma Antiqva el éxito está asegurado por los excelentes arreglos para sus distintas formaciones, esta vez el «Concerto Zapico» con Ruth Verona, pues la combinación entre cuerdas pulsadas, punteadas, frotada, alternando Aarón clave y órgano para crear ambientes tanto en arias como recitativos, suponen el ropaje y talla apropiada para cada obra, con una María vestida de negro pero con toda una paleta de color en su voz.

Pablo Zapico entraba directamente a escena tocando las Marionas (Gaspar Sanz) para una vez colocados todos dejarnos la primera Folia anónima pero tan internacional que sirvió de preludio sin pausa a la primera cantata Ah! che pur troppo è vero, HWV 77 (Händel) en un discurrir de recitativos y el Largo que María nos transmitió con todo el verso italiano hecho música por el alemán posteriormente nacionalizado inglés, primera delicia de la noche.

La instrumental Passacaglia de Kapsperger brilló con los «cuatro Zapico» también seguida de la cantata Tu mi chiedi o mio ben (D. Scarlatti), segundo bloque para un primer plato servido por María Espada desde el Recitativo íntimo, siguiendo por un Adagio digno tanto de una ópera como de una cantata religiosa, hondura en canto y acompañamiento, otro Recitativo y el final Allegro de frescura y agilidades prodigiosas por parte de todos, compartiendo protagonismos con el texto.

Los Cumbees de Santiago de Murcia no suelen faltar en los Hermanos Zapico, y con el añadido cellístico no sólo ganan en variedad tímbrica sino en el color rítmico, la guitarra de Pablo especialmente al tener cubiertos los «punteos», contrapuntos de la tiorba de Daniel y las perlas virtuosas del clave de Aarón, sumándose Ruth que hace sonar su cello cual viola da gamba en registros agudos para volver al «ripieno» con el arco. Y como continuación la tercera cantata, nuevamente del alemán Occi miei che faceste? HWV 146, ojos negros de María Espada preguntando en los dos Recitativos siempre con un color homogéneo que brilla en el Adagio concluyente donde el órgano cumplimenta el viento con el «trío de cuerda» que vuelven a vestir y revestir a la soprano emeritense en otra lección cantabile.

Para cerrar un cuarto bloque con la Colascione de Kapsperger seguida del Fandango atribuido a Domenico Scarlatti de pleno sabor español con Forma Antiqva en perfecta complicidad, solos, dúos, tríos, concertantes de auténtico virtuosismo pero con la ligereza de la técnica al servicio de cada instrumento, guiños en ritardandi, silencios subrayando todo el «Dramma in musica» al que se sumaría para el completo María Espada en la última cantata del italiano Fille, già più non parlo, hablando y cantando, haciéndonos partícipes de esa poesía en música que brilló hasta el Allegro final, voz que enamora, voz de enamorada transmitiendo buen gusto en cada nota, recreando cada «Da Capo» con agilidades siempre en su sitio y el perfecto acompañamiento del «cuarteto Zapico» que tienen al napolitano español entre sus preferidos desde hace años.

Un placer que levantó grandes ovaciones y dos propinas en la misma línea de conjunto de primera con la soprano aun si cabe más inspirada: Frescobaldi con Se l’aura spira y el toque hispano de Juan Hidalgo con Trompicábalas amor, cantada como sólo María Espada sabe, remate de lujo que subió la temperatura de un gélido sábado escurialense lleno de calor musical barroco.

Quedan otros conciertos, grabación y programas antes del viaje alemán, pero este «Drama» triunfará en Halle y el cumpleaños de Händel habrá sido premonitorio del éxito que les espera a estos intérpretes de casa con proyección internacional.

Banquete Zapico

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Miércoles 16 de enero, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Sociedad Filarmónica de Gijón, Año 105 (Concierto 1.537): Concerto Zapico. Pablo Zapico (guitarra), Daniel Zapico (tiorba) y Aarón Zapico (clave): «Música Ibérica para consort de continuo», obras del repertorio ibérico e italiano de los siglos XVII y XVIII.

Siguiendo mi enero musical por las sociedades filarmónicas asturianas recalé en Gijón para volver a disfrutar de los Hermanos Zapico y su espectáculo Concerto Zapico o lo que es lo mismo, Forma Antiqva en estado puro, trío siempre único, cada vez más maduro y técnicamente perfectos, desgranando un repertorio que han hecho propio cual menú musical. A otro espectáculo le llamé «Manjares y colores«, ellos tienen «Soberano manjar» y repito referencias culinarias porque con los mismos ingredientes pueden cocinar platos muy distintos. No habrá estrellas ni tenedores pero el éxito allá donde van está asegurado porque la calidad es de categoría especial. Podría haber elegido la coctelería en el mismo sentido pero cada concierto es tan sólido que me alimenta bien y no deja dolor de cabeza.

El hermano mayor deja unas notas al programa suficientemente explicativas de las que resaltaría dos frases: «el mutuo empeño de explorar y ampliar sus posibilidades como músicos» con «un repertorio que les resulta cercano y familiar«. El resultado siempre único, cercano y para disfrutar, como una comida entre amigos.

Las obras conforman todo un placer para el espectador y los propios músicos que disfrutan cocinando cada plato, y donde Aarón cede más protagonismo a los gemelos aunque sus intervenciones siempre resulten virtuosas, con ornamentaciones de vértigo en su punto, y el sustento necesario en las distintas apariciones solistas.

Aperitivo de Fandangos, Blasco de Nebra y Santiago de Murcia, dúo de cuerdas pulsadas cada vez más unificadas con un Pablo virtuoso y preclaro bien secundado por Daniel.

Entrante de Marionas Gaspar SanzXácara.

Un primer plato fuerte con Obras por 5º tono, Preludio Grabe y Giga de Murcia según A. Corelli, aderezado con Toccata XI de Kapsberger y el punto delicioso de las Diferencias sobre la Españoleta, como un toque de albahaca.

Sorbete de PreludioRoncalli, PassacagliaKapsberger y Bayle del Gran Duque totalmente digestivo, alegre, para cambiar sabores en el paladar auditivo.

Segundo plato de Improvisaciones sobre Caponas y Chaconas, sugerente hasta en el título, Cumbees de Murcia y Diferencias sobre las Folías, otro toque exquisito y con técnicas al servicio del sabor.

Surtido de postres: ColascioneKapsberger, PassacagliaFerdinand Fischer, Recercada IOrtiz y siempre rematando sabores Diferencias sobre El Baile de las Antorchas.

Cual cafés y copas, siempre con caldos nuevos producto de la investigación, Folias Gallegas de Murcia y el bouquet de la casa que es el FandangoDomenico Scarlatti.

Cocineros de formación clásica que preparan platos bien condimentados, de presencia agradable y sabores increíbles, siempre una sorpresa para el público.

El lugar donde paladeamos este banquete, perfecto entorno para paladares de cualquier época y gusto.

La ruta gastronómico-musical de «Los Zapico» y Forma Antiqva no para, España y resto de Europa como Amberes ya han probado sus combinaciones, y pronto servirán su menú nada menos que en la casa natal de Händel, aunque aún están con la cesta de la compra pero los ingredientes, María Espada incluida, están anotados.

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