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Exprimiendo «el bicho de León»

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Jueves 1 de octubre, 20:30 horas. Catedral de León, Festival Internacional de Órgano, «Bach en la Catedral». Kevin Bowyer (órgano), obras de J. S. Bach. Entrada gratuita.
Larga cola hora y media antes del segundo concierto de la XXXII edición del FIOCLE y continuación del ciclo programado por el CNDM con la integral para órgano de J. S. Bach, que los sábados siguientes también se puede escuchar en el Auditorio Nacional de Música de Madrid con el sugestivo título de «Bach Vermut«, esta vez con el británico Kevin Boyer que preparó un programa perfectamente estructurado y contrastado para sacar todo el partido al nuevo órgano de la Pulchra Leonina construido por Klais en Bonn y que estrenase el gran Jean Guillou hace dos años.

El organista de Glasgow no solo organizó las obras jugando con tiempos o dificultades sino que con una delicadeza en la técnica, unos ligados asombrosos y especialmente el buen gusto para registrar logró unas sonoridades del «bicho» impresionantes, jugando no ya con el efecto de los dos coros en los teclados IV y V, sino combinando los múltiples registros desde la adaptación ideal para cada motivo, coral o melodía, con pedales siempre en su sitio de presencia y color. Impresionantes los flautados, especialmente el piccolo 1′ y la lengüetería horizontal de dulzaina, solo una mínima parte de los recursos que el gran órgano catedralicio esconde y el tiempo va templando y tomando acento castellano que tan bien le va al cantor.

Nada mejor para «limpiar los tubos» que la Fuga en si menor (sobre un tema de Corelli), BWV 579 (a. 1710?) potente, redonda, sin buscar combinaciones extremas, para entrar con cuatro «Corales de Neumeister« (a. 1705?) donde alternó flautados y caracteres, siempre escuchando las melodías desde registros lo suficientemente agudos para brillar sobre otros teclados y pedalero, Wenn dich Unglück tut greifen an, BWV 1104, Christus, der ist mein Leben, BWV 1112,  Durch Adams Fall ist ganz verderbt, BWV 1101Was Gott tut, das ist wohlgetan, BWV 1116, alternancia celestial y terrenal de amplísima riqueza dinámica.

Al órgano se le llama el rey de los instrumentos y escuchar el Concierto en Re menor (de Antonio Vivaldi), BWV 596 (1713/14) en esta recreación bachiana resultó un prodigio de virtuosismo total en los cinco movimientos, barroco italiano con acento alemán y regusto castellano, el primero potente, el segundo Grave y sereno como El Gran Canal, la Fuga capaz de dibujar la cuerda en los tubos, el Largo e spiccato recreando una flauta hasta en el fraseo o respiraciones, y unas tiorbas desde el propio viento cual punteo para rematar con un allegro plenamente orquestal y telepatía entre el cura pelirrojo y el cantor de Leipzig.
Los aires venecianos se tornaron germanos y profundos, luteranos de inspiración propia y nuevamente contrastados, Ach Gott und Herr, BWV 714 (1715?) recio, bien delineados los temas siempre respaldados por los registros adecuados, y Ein feste Burg ist unser Gott, BWV 720 (¿?), verdadera fiesta ciudadana sin perdonar la referencia divina hecha trompetería.

El virtuosismo al servicio de la música lo puso la Fantasía con imitación en Si menor, BWV 563 (a. 1708), cascada de notas perfectamente delineadas, teclados con la sonoridad buscada al detalle y pureza hecha música de órgano.

Volvía la juventud, aunque toda la obra de Bach es madura, con otros cuatro «Corales de Neumeister» bien colocados en simetría de concierto, elegancia expositiva, equilibrio de planos y redescubrimiento de timbres del Klais, Christe, der du bist Tag und Licht, BWV 1096, Christ, der du bist der helle Tag, BWV 1120, Herr Jesu Christ, du höchstes Gut, BWV 1114 y finalmente Erhalt uns, Herr, bei deinem Wort, BWV 1103, otra verdadera lección combinatoria en todos los sentidos con el doctorado del organista inglés que desde una aparente sobriedad descargaba verdadero arte en cada coral.

Probablemente lo menos agradecido en registros resultase el Contrapunctus VIII (de «El arte de la fuga»), BWV 1080/8 (1742/49), auténtica biblia compositiva e interpretativa que en su dificultad intrínseca no dejó degustar lo suficiente una partitura puede que por un anhelo de querer comunicar el organista británico todo lo que esconde. Esta vez hubo un poco de smog inglés con «cornetos y bajones» que se disipó rápidamente con la Fantasía y fuga en La menor, BWV 561 (¿?), un remate del maestro organista de la Universidad de Glasgow que ha grabado la integral organística del alemán y volvió a demostrar su sabiduría desde una paleta sonora llena de amplísimos claroscuros, registros extremos nunca exagerados, en busca del color adecuado para exprimir «al bicho», vibrante colofón antes de una propina de Paul Halley sobre aires celtas pero muy actual, contemporánea, una música que también defiende Bowyer, con mucho de cinematográfica, aunque a Mein Gott es imposible igualarlo.

Vuelta a casa y estas líneas rápidas, dejando los links oportunos casi todos del propio intérprete británico. Las escapadas a León si son para la música de órgano siempre son un placer y encontrarse con amigos tan melómanos todavía más, aunque haya que madrugar al día siguiente.

Vientos tañendo a rebato

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Martes 11 de agosto, 20:00 horas. Iglesia de Sta. María la Real de la Corte. Festival de Verano Oviedo 2015: AUDI ALTERAM: María Martínez Ayerza (flautas), Petri Arvo (bajón y flautas), Petros Paukkunen (órgano). Obras de Giovanni Antonio Pandolfi Mealli, Francisco Correa de Arauxo, Jan Pieterszoon Sweelinck, Aurelio Virgiliano, Bartolomeo de Selma y Salaverde, Pierre Regnault Sandrín / Diego Ortiz, Michelangelo Rossi, Carlo Gesualdo y Tarquinio Merula. Entrada libre.

La crisis bancaria abolió en 2013 sin más explicación ni disculpas el Festival de Órgano «CajAstur» de Asturias, una cita para los amantes del llamado instrumento rey durante los meses de mayo y junio que llevaba nada menos que ¡23 años!, rompiendo un apoyo que alcanzó numerosas manifestaciones culturales, siendo las musicales las más perjudicadas y echando por tierra los esfuerzos de muchos implicados en mantener nuestro Principado como referente en los circuitos internacionales, quedando conciertos sueltos en Covadonga con su ciclo de verano que llega éste al séptimo año, la Semana de Música Religiosa de Avilés, XXXVIII ediciones en la pasada Semana Santa, o muy puntuales en los grandes órganos del patrimonio asturiano. No me sirve de consuelo ver que León tras el titánico trabajo en alcanzar financiación para el nuevo órgano de su Catedral, y con 32 ediciones de su festival, también se haya quedado estancado ante el desinterés político e institucional (salvo el ciclo Bach del INAEM a través del CNDM) y parece quedar luchando contra todo el Festival de Órgano Ibérico de Palencia, en los históricos instrumentos de la Tierra de Campos.

Oviedo viene a paliar el desaguisado y barbecho organístico (entre todos mataron y él solo se murió), quedándose en una simple agonía porque cada verano recupera parte de este legado, estando presente algún concierto como el último al que asistimos, con un nuevo lleno «pagando» incluso la misa previa en La Corte, la antigua iglesia del monasterio de San Vicente, el mismo del Padre Feijóo que preside la plaza, y cuyo claustro acoge hoy el Museo Arqueológico, sede de la mayoría de conciertos veraniegos, una iglesia restaurada en el XVIII que tiene el mejor órgano ovetense y una de nuestras joyas (junto al de Puerto de Vega), instrumento barroco (1705) “mudo” desde 1950, restaurado por Grenzing en 1988 cuando quedaba dinero para casi todo, y que si pudiese hablar daría para muchas y variopintas historias de muerte y resurrección musical con Moisés casi patrono por «salvado» de las aguas en 2003.

El trío Audi Alteram en gira española que les llevará el jueves 13 al Festival de Santander y el sábado 15 hasta Cuenca, es una formación hispanofinesa que se encuentran en Amsterdam, aún capital de la música antigua, audi alteram … Las piedras y los árboles movía para titular su concierto «Música para un mundo cambiante», y así resulta, cambiante y sabia conjunción de soplo mecánico en el órgano ovetense tañido por Petros y el humano de su compatriota Petri al bajón y flautas, más la española María Martínez, todos de amplio recorrido y experiencia en estas músicas instrumentales esta vez centradas en el «seicento», alcanzando momentos de empaste con el órgano de unidad tímbrica todavía más enriquecedora, a lo largo de diez piezas (hicieron dos de Sweelinck). Las notas al programa que dejo arriba, hablan de su nacimiento para promover el Stylus Phantasticus, estilo de música instrumental del siglo XVII que se caracteriza por utilizar una variada paleta expresiva, grandes contrastes y una libertad compositiva insólita hasta el momento, gracias a que desde 1600 los instrumentos encuentran su propio vocabulario independiente del vocal, lleno de virtuosismo, trinos, acentos, escalas, cromatismos… y así resultó cada obra, alguna adaptada por y para esta formación de vientos, que como su nombre latino, «escucha a los otros».

El siglo XVII resultó revolucionario también en la música y las artes plásticas por un efecto dramático que rompe con la simetría y el equilibrio renacentista y deja paso a las emociones «desde el sufrimiento extremo o la alegría más desbordada», seña de identidad en cada pieza donde alternan grandes maestros de la música instrumental con obras para órgano tituladas de “durezze e legature” como llamaría Frescobaldi, traducido a esta música como «disonancias y suspensiones», alternancia de acordes puede que «duros» para entonces, hoy más placenteros por educación y tiempo, con armonías placenteras que expresan contrastes preparatorios del barroco pleno, dolor y serenidad como pilares emocionales.

A destacar cuánto cuidó el detalle en toda la gama de registros del órgano ovetense Petros Paukkunen, sabedores de la dificultad que tiene hacerse con un instrumento único, sabiendo elegir los adecuados para ser capaz de confundirse con las flautas y bajón (fagot barroco) de su compatriota que tuvo su protagonismo cual ministril de tantos templos, mezcla perfecta de lengüetas mecánicas y humana, y las flautas dulces de la conquense María Martínez, combinadas en obras para demostraciones virtuosísticas por parte de los tres intérpretes donde no faltó elegancia ni musicalidad, presencia clara de la emancipación instrumental a partir de 1600 frente al dominio vocal: trinos, acentos, escalas y cromatismos de todo tipo resueltos con excelencia.

Variados compositores para un concierto de autores variados comenzando por la Sonata quarta: La Castella de Pandolfi Mealli, una «sonate à violino solo, per chiesa e camera» de tres movimientos donde aparecen los contrastes antes mencionados, en versión para órgano y dos flautas en subidas y bajadas dialogadas con solos intermedios de la tecla desde registros similares capaces de confundir a oídos inexpertos, para seguir con nuestro Correa de Arauxo y su Tiento de dos tiples de séptimo tono básicamente flautas, arreglo para órgano y flautín antes de la incorporación de la segunda flauta contralto al final de esta obra con tintes virtuosos rica en disonancias, como la mayoría de formas elegidas, .

El órgano solo llegó con la Fantasía (contraria) en sol, SwWV. 270, S. 3 (g1) del genio Sweelinck, nueva lección de Petros Paukkunen y sabia elección de registros de menor a mayor dinámica según avanzaban las variaciones, incluyendo la trompetería que aguantó sin problemas de afinación en un derroche sonoro y virtuoso. Del mismo compositor hicieron una nueva obra para «canto e basso» donde se conjugaron órgano, flauta y bajón con alguna dificultad de afinación de éste con la tubería homónima, especialmente en los pasajes agudos, que no sucedió con la flauta soprano siempre atinada y empastada con el padre organístico.

Crecida la flautista y profesora española en Londres nos dejó un impecable Ricercare de Virgiliano (de Il Dolcimelo), obra solística pleno de recursos al servicio de la partitura, haciendo cantar sola una flauta no ya española sino internacional, trinos imposibles, fraseos vocales y poderío instrumental, virtuosismo en estado puro en todo el amplio registro de la flauta contralto.

Brillante protagonismo de los intérpretes finlandeses en la Fantasía 5 a basso solo (Bartolomeo Selma y Salaverde), tres movimientos más empastados y afinados que en el trío “canto e basso”, con verdadero canto del fagot y contracanto organístico siempre con el registro adecuado para no tapar nunca la doble lengüeta humana con la mecánica, hermanamiento con el bajón gemelo de un compositor referente de los fagotistas.

Igualmente buena mecánica y combinaciones con la flauta baja en la cláusula Doulce memoire de Sandrin que glosase nuestro Diego Ortíz, respetuosas dinámicas del órgano con la piccolo femenina en una hermosísima reinvención remanso de paz que aumentaría en intensidad con la incorporación del bajón nuevamente en difícil afinación que no enturbió la interpretación del trío.

Habiendo órgano no puede faltar la forma por excelencia, Toccata 7 de M. Rossi que trajo un verdadero catálogo de recursos a cargo del organista finlandés, auténtico virtuoso de sonido limpio en ambos teclados, con sonoridades plenas, floreos u ornamentaciones ricas de disonancias contrarias en oposición de teclados y con registros variados y contrastados, demostrando una calidad excelente este joven intérprete corroborada con la Gagliarda del «Príncipe di Venosa» Carlo Gesualdo cual marcha procesional en tubería segura y afinada de contrates variados, trompetas frente a plenos, violones contra tutti que «el resucitado» por Grenzing soportó con la misma seguridad y templanza del intérprete nórdico, solamente frío por nacimiento y realmente fogoso sin quemar naves.

Los danzantes pájaros del dúo de flautas con órgano de la Ciaccona de Merula, perteneciente a las «Canzoni» publicadas en Venecia en 1637, redondearon una completa velada de formas instrumentales para lucimiento de todos, entendimiento de soplo humano felizmente casado con el mecánico, todo un amplio despliegue de recursos musicales que hicieron cantar a los tres vientos, ya que es denigrante el público mal educado al que no le importa siquiera estar en un templo religioso, algo que debe cantarse a los cuatro vientos pese al dicho de «espectáculo gratis, cueste lo que cueste».

 
P. D.: Dejo aquí mi crítica publicada en LNE del 13 de agosto:

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La belleza del dolor

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Miércoles 18 de marzo, 20:00 horas. S.I.B. Catedral de San Salvador de Oviedo, Concierto Conmemoración de los 1173 años de la muerte del Rey Alfonso II El Casto. Ana Peinado (soprano), Guillermo Martínez (órgano), Coro Alfonso II El Casto, Orquesta Clásica de Asturias, Joaquín Valdeón (director). Karl Jenkins (1944): selección de «The Armed Man» (A mass for peace).

Frío de cuaresma para escuchar volver a escuchar en la Catedral, casi con los mismos protagonistas que el 30 de junio de 2014, una selección de esta maravillosa misa de Jenkins.

Colas desde las siete de la tarde y «lleno hasta el coro» con gente en los pasillos y de pié para la recuperación del concierto anual en homenaje al rey Alfonso II el Casto, patrocinado por el  Ayuntamiento de Oviedo y la Fundación Valdés Salas con el patrocinio de Sabadell Herrero.

Hace nueve meses titulaba la entrada en el blog como «Armas solo musicales» y la crítica para La Nueva España «Armados musicalmente«. Entonces al Coro Universitario le achacaba falta de componentes, pero esta segunda actuación el Coro Alfonso II El Casto, creado e impulsado por Joaquín Valdeón, el auténtico «alma mater» de estos eventos, redondeó un concierto emocionante. Voces empastadas, afinadas, entregadas, con una cuerda de sopranos segura en los exigentes pasajes agudos y pianísimos, una orquesta que renace cada vez con una mezcla de músicos jóvenes y veteranos implicados y volcados con la interpretación, y el dominio de Valdeón en los dos terrenos que conoce, vocal e instrumental, gestualidad desde la elegancia, precisión y firmeza.

Como si el frío ayudase al recogimiento, deleitarse con esta música tan bella de inicio a final remueve entrañas y plantea la dicotomía entre guerra y paz como auténtica fuente de inspiración, el horror y el perdón, el dolor y la belleza, tema eterno sin solución que ha dado las mayores obras de arte de la historia del hombre.

Curioso el tema francés de «L’Homme armé» (El hombre armado) el conflicto bélico que arranca con la marcha hacia el frente de un coro marcando el paso antes de entonar la pegadiza melodía que da nombre a esta misa a la que se sumará la orquesta, caja militar, metales, fagot… Cartas boca arriba, voces claras, potentes, orquesta equilibrada y un Joaquín Valdeón dominador de espacio y tiempo, conocedor de sus efectivos pero también de la reverberación de nuestra catedral para poder sacar de la partitura toda la amplísima gama dramática.

La soprano Ana Peinado volvía a ser la solista del Kyrie, la plegaria de perdón al Señor entonada con sentimiento y mucha musicalidad, color y emisión adecuados continuando el coro con orquesta y la magnificencia del órgano en un tejido polifónico atemporal por el estilo de Jenkins.

Una de las páginas más agradecidas de las misas cantadas es el Sanctus, aquí otro tanto, ese paraíso terrenal que no aventura lo que vendrá a continuación, puede que tomando el nombre de Dios en vano como para las horriblemente llamadas «guerras santas», así enfocado en la partitura que desembocará en dos números corales terribles, una conmoción musical el Hymn Before Action con texto de Kipling, y Charge! con textos de Dryden y Swift. El coro protagonista pero la orquesta impecable, sonoridades aprovechando la acústica catedralicia, algo corta la cuerda por momentos e impactantes trompeta y percusión, sin olvidar un órgano con el genial Guillermo Martínez, batalla de emoción sonora con el «mariscal» Valdeón al mando, buen planificador y mejor ejecutor.

La paz viene dada en el Agnus, nueva belleza coral, inspirado Jenkins que recuerda a Fauré pero también al McCartney que citaba la primera vez. Como penitencia o perdón, remanso o remordimiento, el espíritu bélico cede en el celestial Benedictus donde la plegaria sonó en el cello de Elena Robledillo y elevó al paraíso musical el coro más la orquesta. Triste que del dolor emane tanta belleza, las guerras generadoras de tragedias pero también de esperanza en no volver a repetirlas, utopía casi dogma.

Éxito rotundo y bis del tema inicial, la vuelta de «El hombre armado» presente en los telediarios y periódicos cada día. Al menos la música siempre es el bálsamo del alma.

Bach (con)vence a Händel

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Llevaba tiempo con ganas de acercarme a las maratones musicales que la Fundación Bilbao 700 organiza el primer fin de semana de marzo en el inmenso Palacio Euskalduna, siempre con un tema común, a precios asequibles y la mayoría de conciertos en torno a la hora de duración, para poder acudir a varios y organizar cada uno su programación, este 2015 nada menos que 75 conciertos ofertados en «Musika-Música» durante 3 días de festival.

Las comunicaciones por carretera desde Asturias se han ido mejorando con el tiempo en lo que a carreteras se refiere, así que escaparse a Bilbao siempre es un placer, aprovechando efemérides familiar para unir pasiones que mis lectores conocen: música, viajes y gastronomía. Además este año había amplia representación de «la tierrina» por lo nada mejor que apoyar a los músicos de casa, pulsar la opinión de otros públicos, escuchar obras e intérpretes a los que admiro, saludar amistades y sobre todo disfrutar de la vida porque sólo tenemos ésta y no sabemos cuánto nos durará.

Sin hacer una crónica de un fin de semana donde apenas pisé el centro histórico, asistiendo a ocho conciertos desde el viernes 6 a las 18:00 horas hasta el domingo 8 a las 16:00 de los que fui subiendo las respectivas impresiones (tituladas como Toma N) que algunos llaman críticas y yo prefiero llamarlas comentarios de un musicógrafo, siempre con el permiso de Luis Suñén -a quien pude saludar en esta maratón-, me gustaría dejar aquí unas pinceladas que en el día a día se quedan fuera de las entradas.

Con el tiempo justo, hotel reservado cerca y a la búsqueda de cajeros que imprimiesen las entradas compradas desde casa pero no imprimibles para este macroevento, al no estar numerada ninguna sesión, tuve el primer «percance» con La BBK al terminarse el papel y quedarme a medias perdiendo incluso una de las de la primera jornada que tampoco solucioné en el siguiente cajero en el Zubiarte. Asustado por las colas me dirigí a la taquilla donde resolvieron sin problemas la incidencia comentándome que había un cajero exclusivo para las entradas detrás de los habituales en otras salas, pero que en la página indicando los posibles no figuraba. Con todo, amabilidad a raudales y una vez dentro nos dispusimos a disfrutar de la primera jornada.

Increíble el despliegue técnico en esta catedral de la música (la del fútbol cerca de la que también hablaré) para cinco salas nombradas con lo más representativo de los músicos a los que este año se dedicaba el concierto, Bach y Händel, sin olvidarse de los «kioskos» Collegium Musicum de Leipzig dentro del recinto y abierto donde actuaban distintas agrupaciones y alumnos de conservatorios venidos de distintos puntos, gente joven que son realmente los protagonistas de este festival. Un total de 820 artistas a los que se acredita con un «cipol» que les permite acceder a los distintos conciertos en el último momento siempre que haya entradas disponibles. Se respiraba música por todas partes, juventud cargada con sus instrumentos disfrutando de los maestros y conviviendo un fin de semana con lo más granado del panorama concertístico europeo, sino mundial. El resto del público impresionante, muchos franceses por la cercanía, seguidores, amigos y familiares de artistas, muchos melómanos locales en una capital con larga historia musical, y el personal atento a todas las incidencias.

Cada sala se vaciaba por completo, cerraba y volvía a abrirse para el siguiente concierto, con las colas correspondientes para intentar acceder a la mejor localidad, todo con una educación exquisita donde no faltarían caraduras profesionales como en todos los sitios. También se aprovechaba para charlar de lo humano y lo divino, encontrarte artistas que también fueron público, con quienes comentar conciertos, experiencias, proyectos, haciendo de la espera una tertulia irrepetible. Para quienes tenían «huecos» en su agenda, había stands de publicaciones como mi seguida Scherzo y una tienda de discos y partituras donde no faltaba un amplio surtido de los artistas programados.

Y una vez dentro del palacio con cualquier entrada, asistir al «kiosko» donde la música tampoco paraba. Los datos son impactantes: 33.800 entradas vendidas, 51 de 75 conciertos completos y la promoción de la música con Bilbao como epicentro en estos tres días. Todavía existen personas que consideran la cultura como una inversión y fuente de ingresos, desde la calidad y buen hacer. la llamada cultura naranja, el turismo cultural tan habitual en países de nuestro alrededor debería incluirse en las agendas de nuestros gestores políticos que a fin de cuentas manejan nuestros recursos pero no siempre con acierto, y menos con la disculpa de la crisis.

Por lo menos en Bilbao no se notó. El Euskalduna llegó a competir con San Mamés el sábado, dos catedrales de fútbol y música, el Athletic vencía por la mínima al Real Madrid, Bach a Händel, ambiente festivo, calles llenas, bares y restaurantes a rebosar, Bilbao soleado ofreciendo postales inimaginables en estas fechas. Toda una fiesta. La gastronomía daría para un blog específico y ya se sabe cómo se come en el norte. Por supuesto tenemos familia y amistades en «el botxo» con las que pudimos encontrarnos aunque fuese con la rapidez de una visita médica. Esta vez la música tenía la etiqueta de «full time» pero siempre volvemos.

 

De los entresijos me fui enterando por distintas fuentes, comentándome la llegada de más de veinte camiones con material, un número ingente de claves con varios afinadores profesionales que tenían siempre a punto el instrumento rey, con permiso del órgano, en este espectáculo barroco, operarios cambiando tarimas, moviendo sillas, todo cronometrado y con unas tripas no visibles pero que resultan el corazón del espectáculo, sin olvidarme de las azafatas y azafatos más todo el personal de plantilla del Euskalduna. Catorce años supongo que dan la experiencia para una organización impecable, con ligeros y perdonables incidencias que no influyeron en la nota final de sobresaliente.

Musicalmente el nivel variaría dependiendo de muchos factores, aunque no debo olvidar que algunos artistas afrontaron hasta cuatro programas distintos con todo lo que ello supone de esfuerzo físico y mental. Quienes me leen conocen mis pasiones musicales y artísticas, Bach es Mein Gott y con él disfruté de lo lindo el viernes noche con los alemanes y la «Pasión de San Juan», el domingo por la mañana al piano con la recreación de Bussoni, y el sábado con las de Stokowski, en este orden de satisfacción. Con Händel hubo más cantidad pero menos calidad, puede que mis querencias jueguen a favor del kantor.

De los intérpretes «leónigan» convencido y «en Forma», si los unimos en concierto ya se sabe dónde vamos a estar. Como curiosidad, este viernes mi señora «sufridora» se encontraba en Almería por razones profesionales, y no perdió la ocasión de asistir al concierto de Forma Antiqva en la Iglesia de Las Claras, animándola a escribir unas líneas como colaboradora desde hace 24 años en mi vida, compartiendo todas las pasiones. En Bilbao acudimos a escuchar tanto a nuestro querido LDO, a los Zapico’s con distintas formaciones, y al Zapico mayor con la OSPA, dirigiendo también Milanov el sábado, la tercera pata del «tayuelu» suficiente para sustentarse en cualquier terreno y llenarnos de pequeño orgullo patrio comprobando que la «Marca Asturias» funciona también con nuestros músicos además de la sidra o los quesos.

A otros intérpretes les sigo y escucho en Oviedo, otra capital musical que sigue en los circuitos de ellos, por lo que no podíamos faltar al concierto de Carlos Mena, a Dani Oyarzábal tanto en el continuo como de organista solista con nuestra OSPA, y sobre todo al del pianista Luis Fernando Pérez, conciertos elegidos que sabíamos no defraudan nunca. También escuchar repertorios nuevos como esa pasión de Händel que los langreanos han rescatado, desempolvado y rehecho con el buen gusto, calidad y trabajo constante en una carrera asentada tras quince años, que continúa en ascenso. Siempre un orgullo apoyar lo nuestro.

La vuelta a casa se hizo llevadera a pesar de la niebla en este Mordor del Norte, y las experiencias engrosan mi mochila de la que alguna vez sacamos y compartimos con quienes me leen.

Musika Música toma 5

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Sábado 7 marzo 2015, 17:30 horas: Músika-Música 2015, Bilbao. Palacio Euskalduna, Auditorio Jorge I: Daniel Oyarzábal (órgano), OSPA, Rossen Milanov (director): Bach / StokowskiBWV 582, BWV 645, BWV 565; Haendel: Concierto para órgano y orquesta op 7 nº 4 HWV 292. Entrada: 10€.

Tras un vermut doble, la digestión también tendría a los «dos alemanes sin buscar más que el disfrute instrumental desde la orquestación popularizada en aquella Fantasía de Disney y uno de los conciertos para órgano del alemán de Halle interpretado por el organista vitoriano que está liderando el inmenso proyecto de la integral de Bach entre la Catedral de León y la Sala sinfónica del Auditorio Nacional, esta vez con el compatriota emigrado a la corte inglesa, además de ejecutar el continuo en el concierto del viernes con la EOS y Carlos Mena.
La OSPA con Milanov al frente abría concierto con dos obras para órgano de Bach en revisión orquestal, más que arreglos, de Stokowski, el Pasacalle y fuga en do menor, BWV 582 y el Wachet auf, ruft uns die Stimme, BWV 645, el famosísimo coral de la Cantata 140, dos versiones reposadas y pletóricas en sonoridad, con la colocación del búlgaro recordando el instrumento rey original para recrearlo en nuestra orquesta, dos interpretaciones que la orquesta asturiana hizo grandes en el auditorio bilbaíno. Si en la mañana fueron tomándole el pulso barroco, la tarde fue plenamente romántica en intención y ejecución, plena y rica, válida sobre todo con este Bach-Stokowski.
El Concierto para órgano y orquesta nº 4 en fa mayor, op. 4 nº 4 HWV 292 de Haendel traía como solista a Daniel Oyarzábal que no paró en esta maratón musical, desde la consola móvil del gran órgano con los tubos ubicados a ambos lados para alcanzar unos efectos ricos desde una elección de registros perfecta, bien encajada con la textura orquestal y unos tiempos «pactados» con Milanov que concertó bien con el vitoriano a una orquesta más reducida.
El Allegro lo marcó Oyarzábal, con buenos diálogos en los «tutti», manteniendo pulsación y sonidos cristalinos en el órgano, solos y modulaciones realmente variados, más volúmenes sin problemas en nadie; el Andante más equilibrado y de registros aflautados bailando de un lado a otro del espectro sonoro, buenas ornamentaciones del solista contestadas con la misma intención; el Adagio con protagonismo organístico lleno de trinos, apoyaturas, notas largas con leves apoyos orquestales de difícil encaje antes del Allegro fugado final que marca la orquesta, buen entendimiento entre músicos y solista, brillantes en fraseos por parte de todos desde un dominio técnico a cargo del organista que tuvo siempre el deseado equilibrio mantenido por Milanov en la dirección.
Cuánto echo de menos un órgano en el auditorio ovetense, de la misma época que el Euskalduna pero que miopías o ignorancias de políticos privaron para siempre a la capital asturiana de un edificio pensado para la música. No puedo hablar de envida y menos sana, solamente de otra oportunidad perdida.
Acabar es volver al Bach universal, el profundo y el conocido, el íntimo y el popular, el eclesiástico frente al cinematográfico. Primero Komm, süsser Tod, «ven dulce muerte» como deseo íntimo hecho música, reflexión desde el convencimiento de estar de paso que Bach como buen protestante sabe continuación de la propia vida, y en esta partitura exige un esfuerzo interior al que la OSPA con Milanov respondió con contención desde una cuerda hiriente sin estridencias, tempo lento para degustar cada intervención, el arpa o el oboe, en unidad y clímax emocional que parecía olvidado en la formación asturiana.
Y después la Toccata y fuga en re menor BWV 565, inmortalizada por las imágenes Disney para esta visión sinfónica, nuevamente romántica y así llevada e interpretada por Milanov al frente de la OSPA.
Regocijo y recogimiento por parte de todas las secciones, jugando más con sonoridades sinfónicas que organísticas al elegir el mismo discurso de Stokowski, muy americano como el búlgaro que dedica mucho tiempo a dirigir al otro lado del charco. Dos mundos en uno, la tocata virtuosa, exigente para todos en mantener tensiones, notas pedales, matices amplios, sonoridades que van de la nebulosa al sol arrebatador, intervenciones solistas fulgurantes (arpa, flautas) arropadas por el tutti, frente a la fuga más trabajada, planos superpuestos sin perder la línea maestra o hilo conductor, siempre con claridad de ideas en el desarrollo, poniendo una nota de cine a la despedida sinfónica asturiana en la tarde sabatina, soleada y en plena cuaresma. Aún queda otro concierto asturiana este sábado y la despedida dominical, que también la contaremos en las siguientes tomas…

Bach antes, durante y después

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Sábado 11 de octubre, 12:30 horas. Auditorio Nacional, Sala Sinfónica. «Bach vermut», integral de la obra para órgano de J. S. Bach. Intérprete: Michel Bouvard. Entrada: 5 €.

Apostar por formatos distintos, incluso en la publicidad en distintos medios, captar nuevos públicos o por agradecimiento a los fieles melómanos (muchos conocidos), lo que está claro es que ofrecer música y gastronomía viene de lejos, pero el horario tan español del vermut para ofrecer la integral para órgano del padre de todas las músicas es todo un acierto del Centro Nacional de Difusión Musical y su director Antonio Moral, por otra parte barato porque la degustación con la entrada ya era reclamo para el lleno de la mañana sabatina en la capital de España.

Como aperitivo con música, regalado, y Bach aún más en el grandioso órgano Grenzing que lleva veinte años en la gran sala del auditorio aunque no funcionando a pleno rendimiento a pesar de distintos proyectos.

Para continuar nada mejor que seguir con Bach a ritmo de jazz en el vestíbulo del primer piso a cargo de un cuarteto donde hubo un cambio de saxo a trombón sobre el programa previsto (que dejo arriba), desconociendo el nombre aunque por lo escuchado debió reclutarse a última hora pero con el trío piano-contrabajo-batería en la línea del genial Jacques Louissier.

Coordinador y responsable del ciclo es el gran organista vitoriano Daniel Oyarzábal, que ha logrado convocar a veinte intérpretes de primera fila para participar, incluyéndole a él, en este gran fiesta bachiana que repetirán en el nuevo órgano de la Catedral de León inaugurado hace un año y con un futuro algo oscuro salvado precisamente con iniciativas como la que aquí comentamos. No olvidemos que un instrumento como el llamado rey de ellos, necesita respira, utilizarse a diario para ir asentando y «cogiendo acento propio», así que la iniciativa que arrancaba este sábado de octubre es digna de aplauso. Igualmente coordinar a esa pléyade de intérpretes para encajar la integral a lo largo de dos años resulta de por sí inabarcable y sólo al alcance de un compañero como el organista vitoriano, encaje de bolillos y buen entendimiento por cada uno de los intérpretes que desfilarán por León y Madrid.

El encargado de inaugurar esta magna aventura fue el francés Michel Bouvard, abriendo con la más conocida y universal obra del Kantor, cerrando con otra y desgranando en medio corales de Leipzig y del Orgelbüchlein más un extracto del Ricercar a 6 de «La Ofrenda Musical» ya puede dar una idea de lo variado y difícil del programa elegido por el «lyonés» titular del Cavaillé-Coll de Saint-Sernin de Toulouse y uno de los grandes organistas de la actualidad, ayudando al mantenimiento y divulgación del instrumento rey.

Virtuosismo y recogimiento, técnica y meditación a lo largo de un concierto casi litúrgico por el ambiente y podría decir que resumido en la última obra: Toccata, adagio y fuga en do mayor, BWV 564, compendio de todo lo escuchado gracias a Grenzing, presentes órgano y organero.

El Bach de Bouvard resultó hondo, rico de registros y acertado en un programa difícil donde dedos, pies y cabeza deben funcionar con precisión germana, esta vez desde un francés internacional que bebe y forma el futuro organístico del rey, Bach padre de todas las músicas.

Incluso el número antes citado de la «Ofrenda Musical» sonó como si para el teclado se pensara e incluirlo en este ciclo me pareció una excelente aportación. Abrir con la conocida Toccata y fuga en re menor, BWV 565 y cerrar con esa hermosura de la BWV 564 dejando en medio esas páginas siempre imperecederas fue como el primer volumen de una enciclopedia bachiana que se escribirá también en León hasta mayo de 2016.

El programa con el ciclo completo incluye excelentes comentarios de especialistas así como el catálogo de la obra a escuchar del siempre inabarcable Bach, que pude adquirir impreso por el módico precio de 2 €.

Nada mejor para la mañana del sábado que comprobar el heterogéneo público degustando productos de primera calidad, antes y después… cada uno que ponga la disculpa que quiera.

Tubox asombrando

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Domingo 1 de junio, 19:30 horas. Iglesia de San Pedro, Pola de Siero. Concierto de órgano y saxoDúo Tubox (Antonio Cánovas Moreno, saxos; Rubén Díez García, órgano). Obras de André LamproyeLassoGiorgio ParisCabezónCabanillesGuy de LioncourtGeminianiVillalobos y Denis Bedard.

El pasado 16 de mayo asistía en Avilés a la presentación de esta «extraña pareja» como les titulaban en la primera crónica del diario La Nueva España, augurando larga vida al Dúo Tubox por lo novedoso en España de esta combinación órgano y saxo.

Repetían programa en Pola de Siero, volviendo a dejar aquí los mismos enlaces de entonces y suscribiendo plenamente lo escrito hace quince días, con pequeños matices: no hay dos órganos iguales, en este caso el nuevo de Gerhard Grenzing, con lo que supone de ardo trabajo en la búsqueda de registraciones específicas; no hay dos acústicas iguales, citando siempre la dificultad añadida de la reverberación para las músicas rápidas en ejecución, si bien la ubicación tanto del órgano como del solista en un lateral del crucero, aún más cerca del público, favorecieron la riqueza de mixturas; finalmente que no hay dos días iguales, en este caso este dúo sigue rodando repertorio y cada vez más compenetrados desde un perfecto entendimiento entre ambos intérpretes.

Volver a destacar el ímprobo esfuerzo por parte de Rubén Díez en la búsqueda de los registros del Grenzing, segunda vez que le escuchaba y que como cualquier instrumento, va adquiriendo identidad sonora, comentando hace tiempo que los órganos tienen un acento como el propio lenguaje y hasta una personalidad propia. Si en Avilés el de Acitores puedo hablar de su carácter marino y salitroso pese a fabricarse en Tierra de Campos, este de Pola de Siero, con menos posibilidades sonoras pero rico igualmente, posee un carácter recio como el alemán afincado en Cataluña, llegado a las vegas de este rico concejo asturiano. Posibilidades sonoras, texturas adaptadas a cada partitura, flautados, trompeterías y la lengüetería más allá del acompañamiento o el rigor histórico de la obra interpretada, al igual que la elección por parte de Antonio Cánovas del saxo alto o del soprano volvieron a impresionar al público que acudió en buen número y llegado de varias partes de Asturias a este concierto del primer día de junio.

Los seis números del «Hommage a Saint Hadelin» de André Lamproye (1931-2005) siguen el orden y espíritu litúrgico, música totalmente apta para el culto en combinación de saxo soprano y alto con órgano plenamente integrados en esta especie de poema organístico. Entrée Solennelle: Cantique à St. Hadellin marcial, pleno, toque a llamada antes de la Méditation: A son maitre Remacle de belleza y recogimiento a partir del órgano solo en «registros franceses», exquisitos en el Grenzing, antes del central Choral: L’envoi en mission deudor de los luteranos que todos los compositores organistas tienen en su catálogo, de nuevo combinando colores con el saxo y el Offertoir: Le Miracle de la Source de virtuosismo y placidez en perfecto equilibrio, melodía casi mariana con típica estructura ABA preparatoria de la explosión sonora de la Communion: La Résurrection de Guiza o la salida Sortie: Au Christ Couronnant pletórica, ambos de escritura logradísima en ritmos ternarios, ligeros o procesionales, contrastando dinámicas con registros bien empastados. «Espectáculo sonoro» de una partitura muy actual, agradecida de escuchar y dura de trabajar, resultando obra perfecta para abrir concierto y avanzando la multiplicidad que se avecinaba.

«Susane un jour» (Orlando di Lasso) opta lógicamente por registros renacentistas en órgano y saxo alto emulando sonidos de cornetto, dúos habituales en aquella época todavía vigentes con esta combinación, volúmenes sumatorios en teclados y saxo desde una melopea vocal contenida, fraseos no ya musicales sino expresamente «cantados» donde parece que el instrumento cantase un texto inexistente.

Moderna de composición e inspirada en la ancestral secuencia de Celano «Dies Irae«, el «Alio Modo» del compositor Giorgio Paris (1961) vuelca recursos para lucimiento de ambos intérpretes, comenzando con un solo de saxo soprano virtuoso donde la acústica formando parte de la propia obra, otro descubrimiento del Dúo Tubox y lo apuntado de la «verbalidad» en los fraseos.

La extraordinaria formación musical de Rubén Díez como organista y músico en la amplia acepción, le permite adaptar y preparar obras ad hoc, caso de esta «Suite» muy personal uniendo dos de nuestros grandes, castellano y valenciano, Antonio de Cabezón y Juan Bautista Cabanilles a partir de las obras más populares de ambos, Diferencias sobre el canto llano del caballero y Corrente Italiana, dos épocas españolas enlazadas desde la actual, Renacimiento y Barroco, música modal y tonal, registros de entonces en instrumentos actuales para que el saxo alto volviese a «ejercer» de cornetto, cañas y lengüetas, unión de órgano y saxo que en los pasajes pianísimos se hacía difícil diferenciar ambos en la búsqueda de una sonoridad única e irrepetible, contrastes y variaciones de ambos intérpretes aprovechando la técnica de las diferencias, algo tan del jazz asociado al saxo precisamente en esta musical suma. Guiño al origen renacentista organístico y al norteamericano saxofonista del jazz, aquí la aportación o visión de Antonio Cánovas, donde ambos instrumentos son los reyes para fusionar desde la excelencia ambos mundos en el único posible y eterno: el musical que ponía la potente a la vez que solemne «corrente» de Cabanilles.

Mismo gusto musical y gravitando en cierta cuarta dimensión espacio temporal Guy de Lioncourt (1885-1961) escribe «Trois Melodies Gregoriennes» que Tubox siguen actualizando, combinación saxo alto y órgano que supone la esencia gregoriana, importancia del texto en latín realmente «pronunciado» por Antonio Cánovas en una auténtica lección de fraseo, y el magisterio del órgano que con los años pasó a completar (que no acompañar) el canto llano. Clemens Rector comienzo desde las teclas antes del delicado y dulce canto del alto, timbres ensamblados desde el conocimiento histórico y la técnica instrumentística del dúo; Puer Natus Est brillante y ligero sin perder de vista la expresividad del propio texto; Pascha Nostrum rematando la liviana redondez del propio «canto llano» en otra demostración de buen gusto, definiendo ese estado anímico que siempre supone el canto gregoriano, bien entendido especialmente por Rubén Díez.

La Sonata en mi menor (Francesco Geminiani) de cuatro movimientos bien contrastados es típicamente barroca: Andante, Allegro, Largo y Vivace, muy difícil en este arreglo a órgano y saxo soprano que en los tiempos rápidos la acústica impide degustar plenamente el virtuosistimo de ambos aunque a favor la disposición más cercana que de nuevo permitió paladear esas sonoridades buscadas desde el riguroso trabajo de investigación en los registros del organista praviano y el saxofonista murciano.

De la amplia producción musical de Heitor Villalobos, buscando el mismo espíritu de este programa que bebe de la historia para hacerla suya y compartirla con todos, escuchamos con auténtico placer de las Bachianas brasileiras nº 5 el «Aira Cantilena» para corroborar que la buena música lo es en cualquier versión, con un órgano cual orquesta de violonchelos, otra excelencia en los registros del Grenzing, y el saxo soprano respirando, recitando, cantando y vocalizando cual voz blanca, sensaciones nuevamente únicas, invención desde la recreación, catarata sentimental de esta joya musical en interpretación sentida y contagiada.

El brillante colofón lo puso la Sonata I de Denis Bedard (1950), tres movimientos y original para este dúo con saxo alto del organista y compositor canadiense, despliegue tímbrico, armónico y melódico que hizo parecer el instrumento de Pola de Siero mayor en sus posibilidades, reconstruyendo ingredientes tomados de Avilés para cocinar un postre de nuevas sensaciones. Sonata de nuestro tiempo pero compuesta a la antigua usanza: Invention de estructura binaria arrancando con un «allegro maestoso» en órgano, marcial, un lento más melódico y vuelta al tema principal; Barcarolle de registros románticos muy «paraíso Fauré», y la alegría final de la Humoresque, también forma ABA épica, cinematográfica y como la primera vez con recuerdos organísticos a los inicios del cine mudo, fuegos artificiales y enorme paleta sonoro de la «Factoría Tubox» que volvieron a levantar auténtica pasión y asombro entre los asistentes de una población que lleva la música en sus venas.

Debo siempre dar las gracias a los organizadores (Asociación Pro-Órgano) y patrocinadores (Gerhard Grenzing), así como al organista titular Emilio Huerta Villanueva, que siguen apostando por la música del instrumento rey, y especialmente a Antonio y Rubén por este programa tan trabajado, sabiamente elegido además de magistralmente interpretado, creciendo en cada concierto, esperando puedan exportarlo y escucharlo más allá de nuestras fronteras porque el éxito está asegurado.

Inventando nuevos registros

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Viernes 16 de mayo, 20:15 horas. Iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, Avilés. Concierto de órgano y saxo Dúo Tubox (Antonio Cánovas Moreno, saxos; Rubén Díez García, órgano). Organizado por la Fundación Avilés Conquista Musical. Obras de André Lamproye, Lasso, Giorgio Paris, Cabezón, Cabanilles, Guy de Lioncourt, Geminiani, Villalobos y Denis Bedard.

No podía faltar como melómano a la presentación de un dúo original, probablemente único en España, formado por dos músicos de reconocida trayectoria individual que han decidido unir fuerzas y pasión musical para ofrecer un repertorio atemporal, de calidad en fórmula exportable que dará muchas alegrías allá donde vayan.

Tras lo escuchado en Avilés, sumar el órgano del Taller Acitores al saxo (soprano o alto), supuso inventar nuevas tímbricas y (re)descubrir unas obras que así combinadas resultan emocionantes, impactantes y más desde un trabajo previo muy serio a cargo de Rubén (con el oboe de la OSPA Juan Pedro Romero) y Antonio (como Saxperience junto a la pianista Elena Miguélez).

Esta «extraña pareja» como titulaba la primera crónica en el diario La Nueva España, preparó un viaje histórico desde el Renacimiento hasta nuestros días en hora y cuarto, alternando tiempos cronológicos y musicales, donde la reverberación del templo avilesino no ayudó en los movimientos rápidos por cierta la sensación de barullo melódico aunque lograsen coloridas y originales mezclas. Antes de pormenorizar cada obra, destacar el ímprobo esfuerzo por parte de Rubén Díez en la búsqueda de los registros adecuados del gran órgano de Federico Acitores que sigue asombrando por las posibilidades sonoras, texturas adaptadas a cada partitura, flautados, trompeterías o una lengüetería más allá del acompañamiento o el rigor histórico de la obra interpretada, al igual que la elección por parte de Antonio Cánovas del saxo alto o el soprano. Curiosamente de la fusión de registros podríamos escribir largo y tendido, pues mi paladar «omnívoro musical» (como me bautizó mi querido Mario Guada) recordó las llamadas músicas «New Age» que Ramón Trecet ponía en su programa radiofónico «Diálogos» en los años 80, con los saxos de Javier Paxariño o Paul Winter y unos acompañamientos que el órgano de Santo Tomás parecía recrear no desde la electrónica sino desde la propia historia del instrumento.

El «Hommage a Saint Hadelin» de André Lamproye (1931-2005) consta de seis números que siguen el orden y espíritu litúrgico, música totalmente apta para el culto en combinación de saxo soprano y órgano plenamente integrados en homenaje al santo gascón. Entrée Solennelle: Cantique à St. Hadellin marcial, pleno, toque a llamada antes de la Méditation: A son maitre Remacle de belleza y recogimiento a partir del órgano solo en «registros franceses» antes del central Choral: L’envoi en mission deudor de los luteranos que todos los compositores organistas tienen en su catálogo, de nuevo combinando colores con el saxo y el Offertoir: Le Miracle de la Source de virtuosismo y placidez en perfecto equilibrio, melodía casi mariana que me recordó a Caccini, con típica estructura ABA preparatoria de la explosión sonora de la Communion: La Résurrection de Guiza o la salida Sortie: Au Christ Couronnant pletórica, ambos de escritura logradísima en ritmos ternarios, ligeros o procesionales, contrastando dinámicas con registros bien empastados que podían provenir de ese «Tubox» tan logrado antes de concluir obra en tiempo medio con mayor presencia del saxo soprano y un concepto diría americano en cuanto al «espectáculo sonoro» de una partitura muy actual agradecida de escuchar y dura de trabajar, resultando la obra perfecta para abrir el concierto y avanzar la multiplicidad que se avecinaba.

«Susane un jour» (Orlando di Lasso) optó por registros renacentistas en el órgano y el saxo alto emuló sonidos de cornetto, dúos habituales en su época que siguen vigentes con la combinación actual, volúmenes sumatorios en teclados y saxo desde una melopea vocal contenida.

Moderna de composición e inspirada en la ancestral secuencia de Celano «Dies Irae«, el compositor Giorgio Paris (1961) vuelca en «Alio Modo» recursos para lucimiento de los dos intérpretes, comenzando con un solo de saxo soprano virtuoso y esta vez con la acústica formando parte de la propia obra, recordándome otra escuchada hace pocos años a la extinguida JOSPA en la capilla de la Laboral gijonesa también con un saxofonista como Andreas Prittwitz antes de la entrada de un «órgano con sabor francés», siempre referente en la búsqueda de los registros adecuados, variaciones sobre esa melodía iracunda que evoluciona hacia el barroco italiano cual Albinoni muy bien escrito y actualizado antes de finalizar nuevamente con la melodía primigenia en el soprano llenando el templo de luz musical sobrecogedora para otro descubrimiento del Dúo Tubox.

Rubén Díez tiene una extraordinaria formación musical, y como organista preparó una «Suite» muy personal que une a dos de nuestros grandes, uno de Castrillo Matajudíos y otro de Algemesí, burgalés y valenciano, Antonio de Cabezón y Juan Bautista Cabanilles a partir de las obras más populares de ambos, Diferencias sobre el canto llano del caballero y Corrente Italiana, dos épocas españolas enlazadas desde la actual, Renacimiento y Barroco, música modal y tonal, buscando registros de entonces para que el saxo alto volviese a «ejercer» de cornetto de la época, cañas y lengüetas si se me permite, unión de órgano y saxo, contrastes y variaciones de ambos intérpretes aprovechando la técnica de la variación o diferencias, por otra parte tan del jazz con el que solemos asociar el saxo precisamente en esta musical suma de dos igual a uno. Guiño al origen renacentista organístico y al norteamericano saxofonista del jazz, aquí la aportación o visión de Antonio Cánovas, donde ambos instrumentos son los reyes para fusionar desde la excelencia ambos mundos en el único posible y eterno: el musical que ponía la potente a la vez que solemne «corrente» de Cabanilles.

Con el mismo gusto musical y gravitando en cierta cuarta dimensión espacio temporal Guy de Lioncourt (1885-1961) escribe «Trois Melodies Gregoriennes» que Tubox actualizan aún más. La combinación saxo alto y órgano supone la esencia gregoriana donde la importancia es el texto en latín realmente «pronunciado» por Antonio Cánovas en una auténtica lección de fraseo, y el magisterio del órgano que con los años pasó a completar (que no acompañar) el canto llano. Clemens Rector comienza desde las teclas antes del delicado y dulce canto del tenor, timbres ensamblados desde el conocimiento histórico y la técnica instrumentística del dúo; Puer Natus Est sonó brillante y ligero sin perder de vista  la expresividad del propio texto; Pascha Nostrum remató la redondez liviana del propio «canto llano» en otra demostración de buen gusto partiendo de lo que mi admirado profesor Emilio Casares denominaba a veces «yoga musical» para definir el estado anímico del canto gregoriano.

La Sonata en mi menor (Francesco Geminiani) con sus cuatro movimientos bien contrastados es la típicamente barroca: Andante, Allegro, Largo y Vivace, difícil para este arreglo a órgano y saxo soprano que, como ya apuntaba al inicio, en los tiempos rápidos no pudimos degustar la catarata virtuosística de ambos aunque a nuestro favor tuvimos paladear sonoridades que el riguroso trabajo de investigación en los registros consiguió el organista praviano.

Heitor Villalobos tiene una producción musical en la onda de este concierto: bebe de la historia para hacerla suya y compartirla con todos. De sus Bachianas brasileiras nº 5 el dúo eligió «Aira Cantilena» para constatar que la buena música lo es en cualquier versión, lógicamente en interpretación maestra todavía más, y con un órgano cual orquesta de violonchelos y el saxo soprano respirando, recitando, cantando y vocalizando cual voz blanca, las sensaciones fueron realmente únicas, invención desde la recreación y todo un placer musical.

El brillante colofón lo puso la Sonata I de Denis Bedard (1950), tres movimientos original para este dúo con saxo alto del organista y compositor canadiense, un despliegue tímbrico, armónico y melódico del que espero disfrute más público en una carrera que comenzaba en plena festividad de San Honorato, dulces panaderos nuevamente franceses en cocina pero españoles en ejecución, Pravia (Asturias) y Totana (Murcia), viajes académicos recíprocos del Principado de Asturias al País Valenciano para reconstruir con los mismos ingredientes un auténtico postre de excelencia. Sonata de nuestro tiempo compuesta a la vieja usanza: Invention de estructura binaria que arrancaba con un «allegro maestoso» en órgano, marcial, un lento más melódico y vuelta al tema principal; Barcarolle de registros románticos muy «paraíso Fauré», y la alegría final de la Humoresque, también forma ABA épica, cinematográfica como Tavernier, también recuerdos organísticos a los inicios del cine mudo y al dúo también de cine ShostakovichKubrick para esos fuegos artificiales de la «Factoría Tubox» que levantaron auténticas pasiones entre los asistentes y largas charlas una vez finalizado el concierto.

Gracias a los organizadores y patrocinadores que siguen apostando por la música, y especialmente a Antonio y Rubén, programa muy trabajado, sabiamente elegido y magistralmente interpretado.

La voluntad de Bach en Cuaresma

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Lunes 17 de marzo, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: Bach Collegium Japan, Joanne Lunn (soprano), Clint van der Linde (alto), Gerd Türk (tenor), Peter Kooji (bajo), Masaaki Suzuki (director). Obras de J. S Bach.

No cansaré nunca de «Bach, Mein Gott», del que escucharemos también en este mismo auditorio sus dos pasiones. Atrás han quedado las interpretaciones románticas de grandes formaciones para volver a los orígenes en Leipzig, algo que el maestro Suzuki y su «colegio» llevan por el libro. Tres cantatas y una misa donde los cuatro solistas invitados se integraron en el coro, dando el paso al frente cuando correspondía, más una formación instrumental de primera para gozar sin pecado de la palabra de Dios, textos originales y traducidos en el programa, con la música del Kantor desde un conocimiento directorial que transmite a intérpretes y aficionados.

Las notas de la profesora Miriam Perandones se titulaban con palabras del propio Johann Sebastian: «La música nos ha sido ordenada por el espíritu de Dios» que podemos parafrasear cambiando por «el espíritu de Bach» que flotó en el auditorio cual templo luterano en Cuaresma.

Primera parte con la Cantata Alles nur nachGottes Willen, BWV 72 (Todo sea según la voluntad de Dios) desde la oscura introspección, donde los solistas estuvieron desiguales, despuntando algo más la soprano inglesa (bien en estos repertorios) que el contratenor sudafricano, al que en su anterior visita a Oviedo hace cinco años achaqué los mismos problemas de poco volumen en el registro grave, así como un color característico de ese registro alto menos frecuente que los contratenores más sopranistas pero cercano al original del Leipzig bachiano. El coro siempre perfecto de color, empaste y afinación, equilibrio exacto con los instrumentos.

Para la Cantata Mit Fried und Freud ichfahr dahin, BWV 125 (En paz y alegría me iré) pudimos disfrutar de la flauta (con Kyomi Suga) que también dominase el Kantor, y donde los solistas vocales masculinos resultaron más coristas de lujo que propiamente figuras, más en el dúo acompañados por los dos violines solistas (Terakado y Yamaguchi), cello (Balssa) y órgano (Masato Suzuki), pues de intimismo volvieron a quedar algo oscuros en los graves con un texto que habla de la luz que llena toda la tierra con poderosas palabras que resonaron más bien poco. El recitativo anterior contó con el barítono más que bajo (no hay coro tal y como figuraba en el programa) encareciendo una cuerda auténticamente en crisis, salvo honrosas excepciones, pero más en la música sacra que en escena. El alto al menos se portó en su aria y recitativo antes de volver a disfrutar del coral final «Él es la salvación…» antes de la pausa (descanso no eterno).

La Cantata Bekennen will ich seinen Namen, BWV 200 (Proclamaré mi fe en su nombre) nos cambió en el órgano al Suzuki Masato por el maestro Suzuki Massaki, con los dos violines y el cello acompañando el aria del alto, auténtico acto de fe que resultó más luminoso pese a la precariedad de medios utilizada por Bach pero perfecto preámbulo para la Misa luterana en Sol mayor
BWV 236
, breve por utilizar solamente el Kyrie y el Gloria pero donde el griego primero y el latín después consiguen contagiar la musicalidad eterna del texto a un compositor cercano a Dios. El coro siempre perfecto, el aria de bajo (Te damos gracias) con cuerda y continuo mejor que en las cantatas, pletórico el duetto soprano-alto del «Domine Deus» con el acompañamiento de cuerda, órgano y (contra)fagot, aceptable el aria del tenor con continuo y oboe para tocar el cielo coral «con el Espíritu Santo en la gloria de Dios-Bach» por siempre Amén.

Felicidad venida de Japón con refuerzos internacionales para esta música universal en un concierto del espíritu capaz de acallar «tisis y toses» aunque la hora actúe cual resorte en ciertas posaderas de mal asiento. Desconozco si el «padre Bach» lo perdonará eternamente…

Vuelta a casa

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Domingo 20 de octubre, 20:00 horas. XXX Festival Internacional de Órgano Catedral de León: Adolfo Gutiérrez Viejo (órgano). Obras de Cesar Franck y Ch. M. Widor. Concierto Homenaje a la Asociación de Amigos del Órgano Catedral de León.

De auténtico éxito podemos calificar esta trigésima edición del festival leonés donde el auténtico protagonista ha sido el nuevo órgano de Klais inaugurado el pasado 21 de septiembre por Jean Guillou con diecisiete conciertos variados y colas enormes para todos ellos, incluso hora y media antes del comienzo, para abarrotar la catedral independientemente del programa del día. Anécdotas aparte sobre las colas o los asientos reservados para la asociación que homenajeaba al primer director de este festival, la emoción estaba presente este domingo como nunca.

Tras un discurso del director actual, Samuel Rubio, con agradecimientos varios y sinceros al público, a la propia Catedral, a los artistas que han pasado por ella, al nuevo órgano, a sus colaboradores del festival, a la asociación y sobre todo al amigo Adolfo, también el de Lugán quiso rendir su propio homenaje, leyendo sus notas al programa y después deleitándonos en este instrumento por el que ha esperado 30 años y que ya pudo estrenar el día 22 de septiembre, pero cerrando edición supondría dar, darle y darnos este homenaje nada menos que con los Trois Chorals (1890) de Cesar Franck, el compositor que más ha hecho tras Bach por este  monumental rey de los instrumentos desde su conocimiento y magisterio, tanto del compositor como del intérprete, ayudado en los registros por otro amante del órgano y amigo como el asturiano José Mª «Chema» Martínez.

«El bicho de Klais», este animal sonoro salvaje aún, fue domado desde la experiencia, luchando con el pedal de expresión tan necesario en los corales, encontrando registros en los teclados III y IV realmente conmovedores, utilizando el trémolo con cautela, pedaleros siempre en el equilibrio sonoro para dejarnos tres interpretaciones de madurez en la lectura y ejecución.

El Coral nº 1 en mi menor ya presentó el «ideario» a seguir, pianisimi delicados, crescendos y decrescendos enriqueciendo dinámicas, cromatismos, transiciones entre teclados ceñidas al discurso y los tutti siempre redondos y potentes.

Para el Coral nº 2 en si menor los registros estuvieron cercanos a la intimidad del armonio y la claridad en ambas manos para esa melodía que irá alternando teclados, dialogando, con ligados hermosos, contrastes en matices y dinámicas realmente logradas, el Franck más romántico, ingenioso, inspirado y delicado con un «Cor de nuit» celestial sumado a los fortisimi uniendo teclados y pedalero, vigoroso, virtuoso y riguroso, misterio sonoro desvelado por Gutiérrez Viejo.

Y el Coral nº 3 en la menor cerrando trinidad organística, poderosamente bachiano, silencios dramáticos, trompetería poderosa, trémolos melódicos para unas dinámicas llenas y bien reguladas desde el pedal de expresión ya dominado, con un oboe y/o fagot creando un momento lumínico mientras la melodía pasaba del flautado en el III antes de caer la mano derecha en el IV en otro remanso lírico que acaba con esa nota pedal sobre la que las manos revolotean los teclados antes del «crescendo» hacia el tutti final.

No pudimos escuchar el estreno de los Vitrales I, II y III que la premura y horarios impidieron trabajar la partitura del propio Adolfo, pero la Toccata, último movimiento de la Quinta Sinfonía para órgano en fa mayor de Widor cerró concierto pasadas las nueve de la noche, ciclo, homenaje y espera, desde una tímbrica algo yanqui con reminiscencias electrónicas más que neumáticas desde el poderío sonoro y un aire mantenido de principio a final por Don Adolfo, juegos expresivos, riqueza dinámica y de elección acertada en los registros, pianísimos para paladear en el teclado III y Tutti regios como el clima leonés en un órgano que comienza a adquirir el acento castellano traído desde Alemania y domado poco a poco por estos gladiadores expertos en luchar con «fieras» en peores condiciones. Un triunfo en esta vuelta a casa que he podido disfrutar de cerca.

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