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Cuando el órgano es coreografía

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Viernes 18 de marzo, 20:00 horas. Iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, XXXIX Semana de Música Religiosa de Avilés: Ana Belén García Perez y Ana Isabel Aguado Rojo (órgano). Obras de Mozart, Morandi, Saint-Saëns, Tchaikovski y Wagner.

Tomando las palabras de la organista donostiarra en la entrevista para el diario LNE (de la que dejo parte en la foto de la versión papel al final de esta entrada) «Convendría ir perdiéndole el respeto a la música de órgano» y todo desde el desparpajo juvenil que supone esta apuesta por repertorios conocidos en interpretación a cuatro manos con la palentina.

Ana Belén G. Pérez y Ana Aguado en San Hipólito (Córdoba) Foto ©Facebook Asociación «Luys Venegas de Henestrosa» de Amigos del órgano

Interesantes arreglos para dos organistas con todo lo que supone planificar registros, teclados y pedaleros, reparto de papeles sin problemas en cuanto a permutar posición en el asiento dependiendo de las obras, pero sobre todo un sentir la música a dúo como si fuese solo uno, dificultad máxima y pleno entendimiento desde el respeto a unas interpretaciones que más que arreglos o «reducciones» orquestales suponen una relectura de obras que todo melómano tiene en su memoria, con un público entregado que casi llena el templo avilesino este «Viernes de dolor», el último de los tres conciertos de órgano de esta semana de música religiosa a la que todavía restan dos días de música coral.

La proyección en pantalla gigante nos permitió admirar la coordinación y por momentos coreografía de las cuatro manos en el órgano de Acitores que va camino de los seis años y ya he bautizado, con permiso de las autoridades, como «El Tomasín», alcanzando momentos impensables en una ejecución al uso que poco a poco va ganando su espacio en los conciertos por la espectacularidad tímbrica que se alcanza con esta fórmula. Encomiable el trabajo de los organizadores de esta semana con solera en Asturias por mantener vivo el instrumento rey que hoy, más que nunca, volvió a coronarse como tal.

El Allegro y andante o  Fantasía para órgano mecánico en fa menor, K. 608 (Mozart) en su versión «habitual» es de por sí de una inmensidad de sonido y ejecución portentosa desde una escritura como sólo el genio de Salzburgo podía concebir, formando parte de una serie de cinco obras para instrumentos fuera de lo común respondiendo a distintos encargos; la versión a cuatro manos que realizase Busoni sube un escalón al cielo, por lo que disfrutarla a cuatro manos y dos pies ya alcanza límites insondables, dinámicas ayudadas por los registros casi celestes del tercer teclado (órgano recitativo expresivo).

 Ana Belén G. Pérez y Ana Aguado en Avilés, Foto ©Mara Villamuza para LNE

La Introducción, tema y variaciones de Giovanni Morandi (1777-1856) mantiene el sello italiano marcial, casi de himno, para el que el órgano a cuatro manos resulta vehículo o traje a medida. Así lo entendieron las dos organistas jugando con los registros de las distintas variaciones, en un amplio despliegue técnico y tímbrico de una partitura agradecida para intérpretes y escuchantes.

Aunque reciente y cercana en la memoria, la Danza macabra, op. 40 de Saint-Saëns (1835-1893) alcanzó en la versión a cuatro manos (de hecho la original fue escrita para dos pianos) una riqueza mayor que la del virtuoso Raúl Prieto (en transcripción del original orquestal hecha por Edwin H. Lemare y revisada por el propio organista), con un tempo más reposado y pasajes «casi imposibles» de ejecutar a dos manos se hacen ahora asequibles y luminosos con registros más ricos, así como un pedal que por momentos sonaba como los contrabajos orquestales, sustento sin oscurecer el ímpetu y clamor de los teclados, enriquecimiento pianístico elevado al órgano a cuatro manos.

Tchaikovsky (1840-1893) pasará a la historia de la música como el creador de las melodías más hermosas y populares, sobre todo las de sus ballets, y El cascanueces es uno de ellos. De él lo más interpretado son las suites orquestales, y en la versión a cuatro manos de «las dos Anas» pudimos disfrutar de tres números: la Marcha, contrapuntos ascendentes y descendentes bien dibujados en los teclados diferenciados en registros con un tempo lento, la casi etérea Danza del Hada de azúcar, con celesta o fagot de órgano en la línea de recrear más que versionear o reducir la orquesta, y el hermosísimo Vals de las flores, coreografía de manos para este ballet orgánico y organístico, cuento de hadas en el instrumento rey que es capaz de sumergirnos en las arpas y trompas de «El Tomasín» que nunca antes trabajó tanto, apostando nuevamente por un aire tranquilo que no entorpeciese la escucha dentro de una reverberación no muy grande del templo avilesino.

Y para finalizar un sentido «Coro de los peregrinos» del Tannhäuser de Wagner (1813-1883), capaz de volver instrumental una de las páginas corales eternas, buscando el lirismo y armonías vocales con el ropaje orquestal único del genio operístico. Amén de un acorde traicionero, el peregrinaje musical a cuatro manos y dos pies nos llevó a buen puerto, el crescendo sonoro y emocional en un barco sonoro avilesino que todavía seguirá asombrando, siendo las nuevas generaciones de intérpretes de órgano quienes mantendrán la singladura con timón seguro.

Hoy sábado volveremos y dejaremos constancia, como siempre, desde estas líneas.

Bach a pares

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Martes 15 de marzo, 20:00 horas. Iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, XXXIX Semana de Música Religiosa de Avilés: Ángel Montero Herrero (órgano). Obras de Bach.
Segundo concierto y de nuevo el órgano de la factoría de Federico Acitores de protagonista, continuando con la generación de jóvenes intérpretes, bien formados, ambiciosos en sus programas y con medios para seguir trabajando. Este martes el organista de la Catedral de Segovia, Ángel Montero Herrero (Madrid, 1989), alumno de Roberto Fresco con quien prepara el Grado Superior, y ya con una amplia agenda de conciertos que le ha traído hasta la SMR avilesina.

Programa ambicioso el del músico madrileño íntegramente dedicado a Bach, con el Preludio y fuga para órgano plenoBWV 552 de eje, intercalando en medio seis corales del Dritter Theil der Clavierübung (1739, Misa Alemana para Órgano), verdadero catecismo musical, esta vez y curiosamente los pares, en (s)elección buscada para contrastar efectos y afectos, casi todas en tonalidad menor, con las distintas partes de la misa luterana, el texto como inspiración musical de «Mein Gott», registración recia adaptada a la época y estilo del instrumento, capaz de sonar «alemán» a la orilla de la ría de Avilés en las manos y pies de un español.

El Präludium pro órgano pleno en mi bemol mayor, BWV 552/1 arrancó el poderío del órgano castellano, con flautados redondos en teclado y pedales, buen fraseo respetando la figuración clara y precisa.

Los seis corales que pudimos escuchar fueron desgranándose desde registraciones no siempre claras desde abajo (siempre distintas a como se escuchan en la consola), sobre todo el pedalero que quedó en un segundo plano algo oscurecido especialmente en el acoplamiento teclado I-Pedal, pero con una claridad expositiva y un respeto a la escritura en cada compás digno de reseñar, las notas tenidas precisas, los cantos en la mano izquierda buscando la lengüetería predominante, siempre bien arropada por el resto.
Así fueron surgiendo las distintas partes, «Los Diez Mandamientos»: Dies sind die heil’gen zehn Gebot’ (en sol mayor), BWV 678, delineadas las voces y teclados; «Credo»: Wir glauben all’ an einen Gott (en re menor), BWV 680, casi fuga potente arrancada en flautados poderosos que fueron engordando la expresión desde la contención, pedalero sustento terrenal de las manos al cielo; «La Oración del Señor»: Vater unser im Himmelreich (en si menor), BWV 682, delicia y remanso en la derecha con la izquierda adornando y el coral al pie para no perder nunca referencias; «El Bautismo»: Christ, unser Herr, zum Jordan kam (en sol menor), BWV 684, donde las semicorcheas son gotas de agua del Río Santo, ligaduras variadas cual venera en la mano del Bautista, en un fluir permanente como sonó la interpretación de Ángel Montero; «La Penitencia»: Aus tiefer Not schrei ich zu dir (en mi menor), BWV 686, el tiempo lento que desde la desnudez va tomando cuerpo como inflingiendo dolor y breves aperturas de color, con la disonancia vertebrando un discurso inestable para alcanzar finalmente «La Comunión»: Jesus Christus, unser Heiland, der von uns den Zorn Gottes wandt (en re menor), BWV 688, el ritmo ternario donde bailan incansables las semicorcheas en ambas manos mientras el pedalero marca cada compás, registros trabajados para esta «casi toccata» de virtuosismo de estos «libros de estudio» que en Bach son siempre asombrosos, intrincados, complicados y tremendamente pedagógicos. Una verdadera lección bien aprendida del organista madrileño.

La Fuga pro organo pleno, BWV 552/2 no solo cerró el ciclo sino que vino a ser como la meditación de toda la «misa musical» anterior, catedral sonora que crece paulatinamente desde la seguridad que van dando los continuos ligados, ventanas con vidreras abriendo momentos del leve descanso antes de alcanzar las deseadas agujas pinchando el cielo bachiano, del estrecho y pedal final con corcheas como gárgolas inmensas y escultura intrincada con la propia arquitectura. Trabajo ímprobo (por excesivo y continuado) de Ángel Montero Herrero que se comportó cual maestro de obra en Avilés para defender las trazas y planos musicales del cantor siempre completo y difícil.

Arranque con órgano para la XXXIX SMR de Avilés

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Domingo 13 de marzo, 20:00 horas. Iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, XXXIX Semana de Música Religiosa de Avilés: Raúl Prieto Ramírez (órgano). Obras de Bach, Buxtehude, Saint-Saëns y Widor.

La semana referente de la música religiosa en Asturias se celebra en Avilés desde hace treinta y nueve años, dos menos tiene el organista que abría esta edición, un cacereño universal de nombre Raúl Prieto (1979), al que su carrera de concertista le lleva a cruzar varias veces el «charco», residiendo en EE.UU. y realizando dos giras anuales por Rusia. Entre sus compromisos su presencia en el Ciclo «Todo Bach» del CNDM el pasado jueves en la Catedral de León, sábado en el Auditorio Nacional con entradas agotadas, y por suerte este domingo en Avilés, volviendo a nuestra tierra después de unos años gracias al trabajo de Chema Martínez quien nos los descubriese en el fenecido Festival de Órgano CajAstur y que jubilado de la docencia sigue plenamente activo en la organización de esta SMRA así como de distintos conciertos con el órgano como protagonista.

Algunos temas ya escuchados en León de Bach (con ligeros cambios que he realizado en el montaje del programa) aunque nunca iguales como tampoco los órganos, y menos en este Acitores de acento castellano pero plenamente asentado en el cantábrico tras cinco años largos cerca de la ría, el toque que yo llamo de salitre, más el inconmensurable y nunca suficientemente valorado Buxtehude para poder disfrutar del recio planteamiento barroco del órgano antes del último romanticismo brillante de Saint-Saëns o Widor, idiomas distintos, registros variados y música a raudales donde no faltó la proyección en pantalla gigante del concertista, para disfrutar visualmente de su impresionante técnica.

J. S. Bach (1685-1750) con el Preludio y fuga en re mayor, BWV 532 es el arranque ideal para dedos, tubos y público, la potencia ideal para la iglesia nueva de Sabugo de acústica muy agradecida, continuando con la impresionante Sonata V en do mayor, BWV 529 (de las Trio Sonatas) que en Avilés sonó igual de limpia y preciosista que en León pero con un pedalero más «modesto» aunque la lengüetería resultó ideal para la mano derecha.

Grandiosa la Toccata en Fa, BuxW 145 de Dietrich Buxtehude (1637-1707) digna forma virtuosística del barroco temprano que Bach eleva a las alturas y madurez del estilo, pero que su ídolo trabajó como muestrario o currículo técnico para todos aquellos que quisiesen dedicarse al duro oficio de organista, lo que da para una tertulia más allá de la sobremesa, todos los recursos instrumentales para sacar a flote una página atemporal. Escucharla en Helsingborg no tiene precio, pero desde casa también podemos viajar a Dinamarca en esta interpretación del más internacional de nuestros organistas.

Como el instrumento de Torquemada está diseñado para todo repertorio, estaba claro que las dos obras siguientes nos darían la grandeza de expresión y dinámicas que atesora, junto a timbres casi pensados para lo que vendría: la orquestal Danse macabre de Saint-Saëns (1835-1921) en el arreglo de Edwin Henry Lemare es más una reinterpretación que transcripción porque siempre se ha dicho que el órgano es el instrumento rey y así lo entiende Raúl Prieto que tiene esta obra entre las más demandas allá donde va precisamente por toda la riqueza que el órgano saca de una partitura ya de por sí llena de color en su versión orquestal. Cambios de tiempos, matices casi infinitos, planos sonoros, protagonismo del pedal en su momento, hacen de esta danza macabra una fiesta mexicana en cuanto a la concepción de la muerte, con el sonar de los huesos musicales en un guiño vital.

Y probablemente sea Ch. M. Widor (1844-1937) uno de los compositores que mejor ha entendido el órgano y su «Allegro» de la Symphonie VI, Op. 42/2 , sinfonía para órgano que puede sea una mínima muestra de la capacidad de este extremeño universal en su instrumento, siempre distinto allá donde va y sacando de todos ellos los registros ideales para afrontarla en su amplia gama dinámica y tímbrica. Obra magna y magnífica interpretación en el Acitores de Sabugo.

El regalo nuevamente «de León», con el llamado «ejercicio de pedal» atribuido a Bach para virtuosismo con los dos pies enfundados en zapatos americanos a medida cual guantes con talón para hacer música solamente con las extremidades inferiores, las que no faltan como sustento vital también en el órgano, disfrutándolo en la pantalla cual ballet barroco. Al menos Avilés estuvo en su «escapada a casa» y se lo agradecemos.

Highway to Bach

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Jueves 10 de marzo, 20:30 horas. «Bach en la Catedral», León: Raúl Prieto Ramírez, órgano. CNDM en coproducción con el XXXI FIOCLE. Entrada libre. Fotos del órgano ©Twitter archivos personales de @RPrietoRamirez.

Continúan los jueves con la segunda parte de la integral de órgano de Bach en la Catedral de León, que el sábado en el Auditorio Nacional se convierte en «Bach Vermut«, un hito en nuestra historia musical, que nos traía de nuevo a casa a nuestro intérprete español más internacional, actualmente afincado en EE.UU. pero con agenda mundial completa que esta semana española incluye además de León y Madrid, la Semana de Música Religiosa de Avilés donde además de Bach le tendremos con sus obras más habituales en los conciertos: Saint Säens, Widor o Reger, que también forman parte de sus cursos en la Universidad de Indiana, la Ball State University, la Universidad de Baylor (Tejas) e incluso en el Conservatorio de Moscú o la
Universidad de Graz (Austria).

Y es que Raúl Prieto (Navalmoral de la Mata -Cáceres-, 1979), al que descubrí hace seis años en el defenestrado Festival de Órgano de Asturias, ha tocado en los mayores templos mundiales de la música de órgano: la catedral de Milán, el Victoria Hall de Londres, el Teatro Mariinsky de San Petersburgo o la sala de conciertos central de Moscú, donde se halla el órgano más grande de Asia, así como el órgano del Disney Concert Hall de la Filarmónica de Los Ángeles, y mantiene un dúo único en España con la pianista Maria Teresa Sierra. Imposible reflejar su amplio currículo y palmarés aunque no quiero olvidar que con 27 años le nombraron asesor artístico e intérprete asociado de la OCNE y divulgador, haciéndose cargo de toda la actividad de los órganos del Auditorio Nacional de Música de Madrid con su «Proyecto Órgano» cuyos resultados propiciaron un titular como el del periódico ABC: «El órgano sale de las tinieblas».
Rutilante e imparable carrera que le ha llevado a Estados Unidos, donde la agencia más importante de representación de organistas según la revista especializada «Fanfare» (Phillip Truckenbrod Concert Artists) le ofreció un contrato sin condiciones para hacer giras por Norteamérica, y ahora mismo tiene tantos compromisos mundiales que debe rechazar ofertas inimaginables en estos tiempos.

El programa Bach de León presentaba verdaderas «salvajadas» que no están al alcance de cualquier organista, y debo destacar que las dificultades van más allá de la cuestión técnica, con una elección de registros adecuados que hubiera necesitado de muchas horas (las que Raúl Prieto no tiene) para investigar las infinitas posibilidades tímbricas que atesora «el bicho» de Klais. Apostó por los prefijados de fábrica aunque no desmerecieron en ninguna obra, con especial esmero en el pedalero (incluyendo la propina del conocido estudio atribuido a «Mein Gott» sólo garabateado en una portada de cantata como bien explicó a los asistentes) y con un frío que convirtió esta ruta del organista no como una escalera al cielo sino autopista al infierno gélido capaz de inmovilizar las manos del mejor conductor.

Arrancar con dos Corales de Leipzig son una buena forma de «entrar en calor», la Fantasía super Komm, Heiliger Geist, Herr Gott, BWV 651 en despliegue brutal como corresponde a la propia forma, poderío sonoro desde un tiempo casi vertigionoso, y sin apenas respiro para el cambio de registros Komm, Heilige Giest, Herr Gott, BWV 652 como tanteo no ya digital para una mano izquierda que marca el motivo, sino tímbrico, contrastes también en tiempos para continuar admirando la escritura siempre increíble del cantor. Con Christ lag in Todesbanden, BWV 718 el frío lo acusó sobremanera la mano siniestra, «amortajada» como reflejo de la letra del coral utilizado en la cantata BWV 4, aunque no nos perdimos la limpieza de voces en teclados y pedalero, juego rítmico y melódico diferenciado en ejecución y timbre.

Punto y aparte merece la Sonata V en do mayor, BWV 529 (de las Trio Sonatas) por ser de lo más difícil de escuchar en vivo ante las exigencias planteadas, tres voces cada una con su registro específico que deben sonar casi orquestales y ser interpretadas limpias además de sin trampas, ya que el «puñetero» de Bach es un delator de errores único. La registración fue ideal en planos y equilibrios, más asequible en el Largo pero sabrosísima en los Allegri extremos, pletórico y vibrante el inicial, majestuosamente brillante el final, todo un despliegue técnico e interpretativo por parte de este extremeño universal.

Un poco de aire tranquilo para disfrutar el motivo variado del conocido y versioneado «coral de la Pasión» para Herzlich tut mich verlangen BWV 727, de los Preludios Corales BWV 714 a 765, con exposición clara en presencia aunque me hubiese gustado mayor despliegue tímbrico, apostar por la lengüetería o incluso una trompetería corta que sobresaliese mínimamente en una apuesta muy uniforme en presencia donde el propio registro y su tesitura hace brillar solo el coral.
No faltan distintos números de El Arte de la fuga BWV 1080 en versión organística dentro de este ciclo con la integral de Bach, y los distintos intérpretes eligieron el suyo, Raúl Prieto optó por el Contrapunctus XII a 4, inversus, pulcro como la catedral leonesa, registros en agudos para mantener el espíritu inicial incluso en cada variación y tiempo calmado para no enturbiarse en los trinos con la reverberación gótica, antes de un final apoteósico como es el Preludio y Fuga en mi menor, BWV 548, magno en toda su concepción, un crescendo único desde las primeras notas hasta la matemática artística de la fuga, equilibrios en los planos, valentía en los tiempos y expresividad máxima. Se nos olvidó el frío porque Bach merece autopistas de peajes varios. En Avilés mucho más…

Tarde completísima primando lo sinfónico

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Ambiente dentro y fuera del Palacio Euskalduna, una comida rápida y vuelta porque quedaban por delante más de cinco horas de música.

Sábado 5 de marzo, 17:00 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 19, Real Filharmonía de GaliciaPaul Daniel (director).
F. MendelssohnSinfonía nº 3 en la menor, op. 56 «Escocesa». Entrada: 10,90 €.

De nuevo una orquesta de cámara que elige repertorio apropiado como la conocida «Escocesa», número ideal para evitar «males mayores» con refuerzos en pos de un espectáculo que no es tal sino un despliegue cara a la galería. Escribía yo en las notas rápidas lo de «Galicia Calidade» porque la formación con sede en Santiago nos pintó una acuarela escocesa  más que óleo, secciones bien equilibradas donde la cuerda suena lo suficiente para mantener las dinámicas en su sitio y donde las brumas del norte brillaron al mismo nivel que la orquesta y su director titular, sin batuta ni podio porque la cercanía también es física para exigir a sus músicos la máxima intensidad. Placer verle trabajar y cómo la orquesta responde siempre, contrastes de movimientos donde las indicaciones se interpretan literalmente: Andante con moto . Allegro poco agitato, Vivace non troppo, Adagio para disfrutar del sonido atlántico y Allegro vivacissimo – Allegro molto assai. No me defraudaron en absoluto aunque esta sinfonía sea siempre agradecida de interpretar y escuchar con las referencias gaiteras que tan bien entendemos todos los del llamado Arco Atlántico.

Sábado 5 de marzo, 18:30 horas: Sala Schubertiadas, Concierto nº 41, Galdós Ensemble con Ivan Martín (piano).
R. StraussCuarteto con piano en do menor, op. 13 TrV 137. Entrada: 6,90 €.

Siempre alternando sinfónico y cámara, quería volver a escuchar al canario Iván Martín con un trío de su Galdós Ensemble formado por Sheila Gómez (violín), Daniel Lorenzo (viola), Juan Pablo Alemán (violonchelo) y el citado Ivan Martín, en una obra poco conocida e interpretada, la más ambiciosa, lógico porque las dificultades técnicas son enormes y de nuevo necesario mucho tiempo de estudio previo para alcanzar la interpretación ideal. Impactante y duro romanticismo en estado puro este cuarteto opus 13 de Strauss, la «excelencia Galdós» con un trío que sólo junto a Iván Martín puede sonar así, cuatro movimientos a cual más intenso, sin respiros, con silencios subyugantes y sonoridades potentes en los cuatro, con una abundancia de ideas apabullante.
El Allegro de apertura muy elaborado y tempestuoso, alcanzó cotas y temperatura
elevada; El Scherzo con un piano decididamente straussiana, el Andante original y lírico con una melodía que pasa del piano a las cuerdas recordando a Brahms y sin cambiar el color del cuarteto y el Finale: Vivace otra vez romántico puro en ritmo sincopado, pasional e interpretado con el mismo entusiasmo de su compositor. Seguir recuperando al enigmático Richard Strauss camerístico porque la inmensidad también es necesaria.

Sábado 5 de marzo20:00 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 21, Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Hanna-Elisabeth Müller (soprano), Rossen Milanov (director): obras de R. Strauss. Entrada: 10,90 €.

No quería perderme la presencia de nuestra orquesta asturiana, representación de nuestra cultura en este segundo concierto, esta vez con dos obras de un Strauss con el que Milanov se siente muy a gustoLas alegres travesuras de Till Eulenspiegel, poema sinfónico op. 28 presentaron una orquesta muy reforzada que nos ofreció un juguetón más que travieso Till, más sal gorda que maldon porque «amarrar» el poderío de una sección de metales se hace difícil y las exigencias para la cuerda se multiplican. Con todo Milanov pareció disfrutar con esta descarga sonora más atento a matizar que a sonsacar las melodías o dar entradas (alguna falsa), especialmente la que hace de motor de la obra. Tanto las trompas que están en un momento perfecto de ensamblaje como todo el metal y el entendimiento con nuestra madera siguen siendo de primera y esta fue la que marcó la intención de este grandioso poema sinfónico.

Las siempre hermosas Cuatro últimas canciones, op. 150 nos trajeron a una joven soprano alemana (1985) que promete en estos repertorios, con excelente carne en el agudo y más hueso en el grave pero dejando buen sabor «al ir a dormir» (Beim Schlafengehen) ante una obra asimilada incluso en escena, elegante en el amplio sentido de la palabra. «En la puesta de sol» (Im Abendroth) estuvo bien su dicción y musicalidad, con una interpretación no muy ayudada desde el podio, lo que por momentos la eclipsó pero una voz de la que tomo nota como «la Müller«, con una orquesta dúctil y más pendiente de la voz que nunca, don de los solistas cantaron con la misma intención que la soprano alemana.

Sábado 5 de marzo21:30 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 22, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, Yaron Traub (director).
R. StraussSinfonía Alpina, op. 64. Entrada: 10,90 €.

Nada mejor para concluir este sábado que asistir a una obra sinfónica de las que hacen época por todo el despliegue instrumental casi wagneriano al que odió y admiró el músico muniqués. Siempre reconforta escuchar el órgano del Auditorio engrosando la enorme plantilla. Podría decir que el concierto hizo cumbre alpina con ostentación sonora, disfrutando del órgano y una pletórica orquesta local con un aparentemente algo cansado Traub cuyo oficio le permitió ir marcando las complicadas intervenciones de esta magna sinfonía en veintidós números sin apenas respiro.

El llenazo se puede apreciar en la foto de la propia organización y hasta me he localizado… Público entregado a su orquesta al que no le importó la tardía hora de finalización pasadas las 22:30 de la noche. Menos mal que nosotros estábamos cerca y llegamos a tiempo de una reconfortante cerveza y una cena ligera tan exquisita como este sábado completísimo.

Salud a mis lectores y aún queda la última entrada del domingo, de nuevo siguiendo a la OSPA, a los conservatorios y a mi admirada Judith Jáuregui, que nos redescubrió a Fanny Mendelssohn. Mañana más…

Vidrio, piedra y Bach

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Jueves 4 de febrero, 20:30 horas. Catedral de León: «Bach en la Catedral». Arvid Gast, órgano. CNDM en coproducción con el XXXII FIOCLE.

De octubre de 2014 a junio de 2016 la integral para órgano de Bach suena en el Auditorio Nacional de Madrid y dos días antes siempre en la Pulchra Leonina, peregrinaje para todos los amantes del instrumento rey, un total de 20 conciertos (supongo que el número 18 quedará suspendido tras la muerte de Jacques Van Oortmerssen el pasado 21 de noviembre de 2015) donde ir desgranando el maravilloso mundo de «Mein Gott», organizados por los mejores intérpretes actuales sin repetir obras. Y llegó a León un músico de Bremen, organista en Lübeck y Magdeburgo, dos puntos de referencia en la vida de Bach, dispuesto a seguir sorprendiéndonos con la riqueza tímbrica del instrumento de Klais al que bauticé en su inauguración como «El Bicho«.
Impresionante la limpieza de ejecución en cada obra, la sabia elección de registros, la claridad meridiana con la que pudimos paladear todas y cada una de las voces, notas independientes siempre relacionas, una verdadera liturgia oficiada por el maestro Arid Gast (1962) que pergeñó obras con verdadero primor, orden y concierto similar al de las vidrieras y las piedras góticas de la catedral más bella de España, con perdón para las demás (y lo dice un asturiano).

El «pastor» Gast convocó al pueblo, que volvió a llenar el templo catedralicio de Santa María de Regla, para escuchar el sonido alemán ya de acento castellano, con el Preludio y fuga en la menor, BWV 551, logrando mantener ese respeto mágico desde un silencio que permitía asombrarse con los sonidos saltando de una a otra fachada (los llamados «coro del norte» y «coro del sur»), estando yo situado en la nave central bien ubicado para escuchar los efectos, con la vista puesta en el retablo, las vidrieras, las bóvedas y los arcos ojivales. Toque de arrebato en trompeterías con pedaleros como truenos y relámpagos descansando con reposo en el acorde perfecto.

Tres corales (uno de Schübler BWV 649, más el preludio coral BWV 717 y el BWV 706 de Kirnberger) nos hicieron meditar, saborear unos flautados deliciosos en el del medio o unas homogéneas lengüetas claramente diferenciadas en color y dinámica, sin perder nunca las melodías populares que Bach eleva a divina, ceremonia casi religiosa con los comentarios musicales a los textos luteranos antes de otra explosión de la perfección matemática del orbe divino, la Fuga en do menor (sobre un tema de Giovanni Legrenzi) BWV 574, donde el organista demostró no ya un virtuosismo presupuesto sino la sabiduría en elegir los registros, poder escuchar las voces con timbres independientes desde el sujeto hasta la exposición, con un pedalero casi tercera mano de presencia luminosa y sustento pétreo en el Klais, recovecos, precisión, balance y reposo a la búsqueda del descanso en el acorde mayor.

De nuevo la meditación con tres de los llamados Corales Neumeister, los BWV 1097, BWV 1099 realmente poderoso, y BWV 1108, ligero desde una mezcla de lengüetería y principal, el contraste barroco de tiempos y dinámicas, ordenados cronológicamente además de sapiencia, fraseos brillantes, contracantos equilibrados, luces y sombras sin oscuridades, esperanzadoras sin cegarnos y siempre respetando cada nota, su duración, los ornamentos justos y el silencio sepulcral sobrecogedor para dejar sonando en el aire cada exhalación de los tubos.
La Fantasía en do mayor, BWV 570 supuso el momento álgido de la ceremonia, la liturgia de la palabra hecha música, cual golpe de pecho inicial y sobrecogedor ante unos pecados siempre veniales en un Bach que componía «Soli Deo gloria«, vanidad y soberbia casi necesariamente reflejadas en la escritura y aún más en una ejecución cual penitencia y absolución por el «pastor Gast«.

Aún quedaba el Contrapunctus XII a 4, rectus de «El arte de la fuga», BWV 1080/12,1 como si de un Apocalipsis se tratase, capaz de inspirar las mejores obras de arte y mantener todas las relecturas que se quieran incluidas las musicales. Rectitud y altura de miras como las columnas sosteniendo las bóvedas de esta catedral ansiosa de absorber lo que el material le impide, devolviendo generosa los versos en frases musicales donde seguían brillando registros por descubrir como la luz de las vidrieras a lo largo del día.

Finalmente la Toccata (Preludio y fuga) en do mayor, BWV 566a sonó cual bendición, recapitulación de una liturgia única, arrebatadoramente bella sin éxtasis barrocos, meditaciones con tormentas y recovecos para manos y pies que nos llevan hasta la luz cegadora del acorde perfecto de do mayor. Aplausos de alivio tras la tensión y agradecimiento ante unos sermones organísticos en el buen sentido de la palabra, la música pura desde la sabiduría y experiencia de un intérprete que parece imbuido del espíritu bachiano.

No son habituales las propinas, de hecho el maestro Arvid Gast estaba recogiendo las partituras pero el público le jaleaba, feliz ante tanta belleza, y qué mejor regalo que otras hermosas palabras al órgano, «Despertad, nos llama la voz» de Bach en el Klais, Wachet auf, ruft uns die Stimme de la Cantata BWV 140 en este caso la meditación que supone en el órgano el Coral Schübler BWV 645, un prodigio de sonidos todos en perfecto equilibrio, estabilidad emocional, capaz de escuchar una melodía arropada por las armonías del paraíso bachiano para dejarnos, si es que había duda, que Bach es mi Dios…

En Oviedo los jueves suenan a órgano

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Desde el pasado 10 de diciembre y hasta el 28 de abril del presente 2016, en Oviedo sigue sonando la música de órgano con un ciclo titulado «Las veladas de los jueves» que lleva como subtítulo Un recorrido didáctico por la Historia de la Música a través del órgano. Feliz iniciativa que recupera en parte un defenestrado Festival de Órgano de Asturias que patrocinaba la extinta (y saqueada) Caja de Ahorros de Asturias.

Así se mantienen en funcionamiento tres instrumentos de primera y la posibilidad de dar conciertos a alumnado y jóvenes intérpretes, completando la amplia oferta musical de la capital, coincidente con otras actividades pero con entrada gratuita a las 20:00 horas.
Volverán a sonar los órganos de San Tirso el Real fabricado por el Taller de Acitores, de Santa María la Real de la Corte de la factoría Grenzing, y de San Isidoro el Real de 1678 (Alonso Menéndez de Forcinas) y restaurado por Jorge Méndez (los únicos conciertos a las 20:30 h) siendo proyectados en pantalla gigante para no perdernos detalle de manos, pies o registros, y con la participación de los organistas Samuel Maíllo y Elisa García, así como la Escolanía San Salvador que dirige esta última, alumnado del CONSMUPA y del CPM de Oviedo, y solistas puntuales con programas realmente interesantes que dejo aquí:

De lo mucho y bueno merece la pena destacar el Ensemble de tubas del CONSMUPA que reforzará y hermanará el sonido de su «hermano mayor», los propios alumnos de órgano y cámara de los dos Conservatorios de la Corrada del Obispo, así como la Cantata BWV 56 (J. S. Bach) con el barítono Óscar Castillo y la Escolanía de San Salvador que repetirá cerrando ciclo con música del archivo de la S. I. Catedral de Oviedo junto al alumnado del CONSMUPA, pero repito que los programas además de didácticos, repasan un amplio espectro de autores y estilos.

Espero poder asistir a alguno aunque las coincidencias con otros ciclos donde estoy abonado siempre priman, pero la agenda también permite jueves organísticos y no solo en la vecina Catedral de León que continúa con su ciclo dedicado a la integral de Bach.

Equilibrada inestabilidad

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Jueves 19 de noviembre, 20:30 horas. Festival Internacional de Órgano Catedral de León, CNDM: «Bach en la Catedral«, Roberto Fresco (órgano).
Concluyó otra edición, la trigesimosgunda de un festival casi sin apoyos, que como indicaba en la presentación su director Samuel Rubio, resultó ser el de mayor éxito de público. El apoyo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través del INAEM y el Centro Nacional de Difusión Musical ha sido un verdadero salvavidas y este ciclo de «Bach en la Catedral» continuará varios jueves en «el Klais» de la Pulchra Leonina y los sábados en «el Grenzing» del Auditorio Nacional con el exitoso «Bach Vermut«.
En León el frío es intrínseco y no impide las colas para asistir a este verdadero peregrinaje bachiano, incluyendo aficionados y músicos asturianos, todo un éxito impensable que demuestra la vigencia eterna del cantor de Leipzig así como la música de este órgano que engrandece la catedral leonesa.

Foto ©Fernando Álvarez con Roberto Fresco, Jaime Mdez. Corrales y José Mª Martínez

Esta vez la neblina sumada a la gélida noche pareció alcanzar al organista de la Almudena que personalmente no acertó en las combinaciones casi infinitas del «Bicho de Klais» (2013) con un programa que arrancaba con el Preludio en la menor, BWV 569, algo oscuro pese al rugido del pedalero que llenaba lo más profundo de la acústica catedralicia.

Prosiguieron seis «Corales de Adviento y Navidad», donde fueron alternando registros digamos habituales con unos «octaviantes» realmente deliciosos e íntimos, buscando el contraste de dinámicas además del tímbrico por parte del organista astorgano, ayudado por Guillermo A. Ares: el Num komm, der Heiden Heiland del trío BWV 660 más el BWV 699, verdaderas meditaciones corales de Leipzig en el pedalero aflautado revestido por los teclados, Lob sei dem almärchtigen Gott, BWV 704, voces bien diferenciadas desde la dificultad, el hermosísimo Vom Himmel hoch, da komm ich her, BWV 738 vertiginoso y difícil de seguir la melodía tan trabajada, y la «fughetta» de Christum wir sollen loben schon oder, BWV 696, muy denso en el desarrollo con flautados impercebtibles y algunas imprecisiones porque Bach resulta tan perfecto en su escritura que nada que se salga de ella es delator implacable.

Más ligeros y en la misma línea de contrastes, sin «arriesgar» con los registros escuchamos cinco duetos consecutivos del BWV 802 al BWV 805, agradecidos en cualquier teclado, que en el órgano adquieren su verdadera dimensión, antes de continuar con cuatro «Corales de Navidad» del Orgelbüchlein: In dulci jubilo, BWV 608, un canon doble de registros celestes, Lobt Gott, ihr Christen, allzugleich, BWV 609, sonoridades en estado puro y pedalero presente, Christum wir sollen loben schon, BWV 611, lento y bien dibujado por Fresco, para finalizar con el vigor del Wir Christenleut, BWV 612, esta vez más homogéneo en desarrollo y lirismo siempre con profundidad expresiva aunque flotando la neblina exterior hecha sonido.

La recta final comenzaba con las «Variaciones canónicas» BWV 769, complicadas donde las haya, Vom Himmel hoch, da komm ich her que «ahuyentaron» a algunos espectadores tal vez despistados ante tanta música como esconden estas joyas organísticas, lengüetas agudas en mano derecha contrapuestas a una izquierda aflautada con el canto grave de los pies, el Contrapunctus X de «El arte de la fuga» BWV 1080, siempre más agradecido en versiones camerísticas porque en teclado parece misión imposible disfrutar la matemática hecha música del kantor, que el organista leonés buscó incansable limpiar de lo nunca accesorio en Bach, y finalmente el vivaldiano a dos violines reconstruido como Concierto en la menor BWV 593 que convierte al órgano en rey de los instrumentos reviviendo la orquesta en una explosión de registros para teclados y pedalero con tres movimientos que volvieron a resucitar al «bicho«, un Allegro poderoso, el Adagio retomando flautados mínimos y el luminoso Allegro final para reencontrarnos con el mejor Bach. En definitiva, un concierto de inestable equilibrio pero de equilibrada inestabilidad para todos los posibles que el instrumentos construido por Klais atesora, tomando poco a poco el aire leonés que a Mein Gott siempre le sienta bien. Supongo que en el Auditorio Nacional la paleta sonora caliente dedos y disipe nieblas.

Órgano virginal

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Viernes 6 de noviembre, 20:00 horas. Iglesia de Santa María la Real de La Corte, Oviedo. XI Ciclo de Música Sacra Maestro de la Roza. «Organi carmen in sanctae Mariae Virginis honorem», Germán Yagüe (órgano). Obras de Francisco Correa de Arauxo (1584-1654), Pablo Bruna (1611-1679), Sebastián Aguilera de Heredia (1611-1679), Giovanni Battista Fasolo (1598-1664), Juan Bautista Cabanilles (1664-1712), Girolamo Frescobaldi (1583-1643), Pierre Dandrieu (1664-1733), Girolamo Cavazzoni (1510-1580) y Pedro de Araujo (1640-1705).

Lleno para el concierto inaugural del ciclo de música sacra que organiza la Escolanía San Salvador siempre recordando a Don Alfredo y alcanzando su undécima edición (#yosoydelciclo), todo un logro en estos tiempos de crisis, en el órgano restaurado por Grenzing que tras múltiples vicisitudes nos ha devuelto su sonido de acento castellano ya hecho al asturiano en las manos de un burgalés que está llamado a protagonizar muchos días de gloria, actualmente finalizando sus estudios con Elisa García Gutiérrez (también directora de la Escolanía) en el vecino conservatorio, que comienza este año su colaboración con el ciclo desde este concierto «Jóvenes Talentos» para dar oportunidades a sus instrumentistas en el siempre duro terreno de la música en vivo.
Por supuesto que estudiar órgano supone el plus añadido de tener que hacerlo fuera de tu casa y en este caso un lujo mantener vivo este instrumento de finales del XVIII considerado por muchos como el mejor órgano barroco asturiano, un solo teclado lleno de sonoridades variadas que en el programa elegido por Ignacio Germán González Yagüe (Burgos, 1989) de música renacentista y del primer barroco se adaptaron perfectamente, sin «gemidos» y abarcando una amplia gama tímbrica ayudado en el difícil manejo de los tiradores.

Despligue de medios con dos pantallas. En una pudimos contemplar la técnica depurada de Yagüe, ligados asombrosos escrupulosamente ejecutados, ornamentos que van ganando en personalidad propia, registros no siempre bien diferenciados en ambas manos pero perfectamente elegidos para conseguir variedades no ya tímbricas sino expresivas adecuándose a cada partitura, organizadas con el título de «Cantos de órgano en honor de Santa María Virgen», misma advocación de la iglesia y señalando la inspiración de cada una, con los textos en la otra pantalla que también mostraban la partitura gregoriana e incluso en las «salve» con escucha previa de una grabación vocal a la interpretación organística.

El Canto Llano de la Inmaculada Concepción (Arauxo) se dibujó realmente pegado a la tierra, perfilado vocalmente o acompañamiento sencillo del gregoriano inspirador, lo mismo con el Tiento sobre la Letanía de la Virgen (Bruna, «el ciego de Daroca»), variaciones donde los registros, nunca potentes, ayudaron a diferenciar y frasear la oración.
Las mencionadas «salve» permitieron tras escuchar el fragmento gregoriano original disfrutar del «arte de tañer» de Aguilera de Heredia en la Salve de primer tono por de la sol re, sencillez melódica que va engarzando flores bien ligadas sin perder la esencia primigenia, o los cinco versos de la conocida Salve Regina inspiradora de tantos músicos a lo largo de la historia, esta vez del italiano Fasolo, mayor despliegue de registros en cada exposición incluyendo bajoncillos y trompetería.
El «Ave Maris Stella» fue motivo elegido por Cabanilles para su Tiento de primer tono Partido de Mano Derecha sobre el Inno Ave Maris Stella así como Frescobaldi y su Inno, contraposición estilística hispano italiana con un mismo origen y distinto desarrollo, contención castellana y explosión italiana así reflejadas en la interpretación de Germán Yagüe.

Aún quedaba por escuchar y disfrutar de los múltiples sonidos que atesora el órgano de La Corte, comenzando por un nada habitual Stabat Mater de Dandrieu con siete números que en cierto modo indican los registros buscados y así sonaron, ganando en expresividad e incluso técnica, picados y ligados, contrapuntos sencillos para el momento pero diferenciados en los timbres para una obra «dolorosa» de inspiración y otra muestra de escritura renacentista con inspiración vocal llevada al llamado «rey de los instrumentos». Y del sabor dolorido francés a la magnificencia italiana del Magnificat Quarti Toni (Cavazzoni) con sus cinco números vocales realmente cantados al órgano en despligue sonoro total, sabiamente elegidos los registros recordándonos el importante papel que la música instrumental tenía en las iglesias católicas sin perder nunca el rezo original, que tristemente pareció obnubilar a los dirigentes de entonces.
Y en un concierto de música renacentista no podía faltar una forma genuinamente española como la «batalla» para poner a prueba el órgano ovetense, Batalha de VI Tom, un anónimo atribuido a Pedro de Araújo que hizo vibrar la trompetería desde la música modal no siempre bien entendida ni atendida. Excelente Yagüe y sus ayudantes en una verdadera guerra y despliegue sonoro antes de las siempre bien recibidas Improvisaciones, cómo no sobre la Salve Regina, supongo que muchas veces cantada como escolano en su Burgos natal en las distintas escrituras (como las de VictoriaGuerrero) que nunca «perdimos de escucha» en todas las variantes posibles, expuestas en ambas manos, jugando con los registros, modulaciones modales que hoy vuelven a sonarnos contemporáneas, el «tactus» como ritmo al servicio del texto, y un auténtico examen final con nota para el organista castellano.

El público en un respetuoso silencio a lo largo del concierto explotó con este final luminoso, brillante de principio a fin, deseoso de más oferta musical de órgano que siempre tuvo su papel en esta tierra nuestra, patrimonio cultural que no sólo debe recuperarse sino, y sobre todo, mantenerse. Tomen nota los a veces miopes ideólogos de rutas, turismo, congresos o ciclos porque disponemos de medios técnicos y también humanos para un referente que en otras partes mueve pasiones. Y felicidades nuevamente al Ciclo, con ideas siempre claras en su programación desde hace más de una década.

Don Alfredo, la muerte no es el final

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Este sábado 31 de octubre se cumplían once años del fallecimiento del Maestro Alfredo de la Roza Campo (Santa Marina de Siero, 1925 – Oviedo, 2004) y «su» Escolanía San Salvador le rendía homenaje con una Misa en San Isidoro oficiada por su párroco Don José Luis Alonso Tuñón, y cantando porque es la mejor forma de mantener vivos a nuestros seres queridos, desde el inicial Cerca de tí, Señor hasta La muerte no es el final pasando por una de las misas compuestas por el propio Don Alfredo, cuyas partituras calígrafas eran mejores que las de imprenta, porque así era este sacerdote que ejerció su pastoral por y desde la música, con alumnado a lo largo de muchos años al que inculcó su pasión plantando una semilla que con el tiempo ha dado buenos frutos.

La «Escolanía de Don Alfredo» sigue funcionando a la perfección, con muchos avatares (situación o vicisitud contraria a la buena marcha de algo) pero muy viva y madura, dirigida actualmente por Elisa García Gutiérrez, también organista y profesora. Por esta formación han pasado varias generaciones, incluyendo a su anterior director Don Gaspar Muñiz, sin olvidarme de Joaquín Sandúa que tanto trabajó codo con codo con Don Alfredo en la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» (en los tiempos de Benito Lauret) y que le ayudó a crear junto a Manuel Ardura Nachón la Escolanía de Mieres, de breve recorrido ensayando en la entonces llamada Casa de la Juventud de Mieres en Oñón, con Javier Pérez López de responsable. Todos buenos amigos.

Y los viernes de noviembre vuelven a ser cita obligada del Ciclo de Música Sacra «Maestro de la Roza», que con esfuerzo, como todo en la vida, alcanza su undécima edición, siendo esta Misa el verdadero arranque del mismo y siempre con nuestro Alfredo presente. El lema de este año «Nada te turbe», acertado como la música e intérpretes elegidos para la misma, cuatro conciertos #yosoydelciclo, etiqueta en las redes sociales donde la Escolanía y sus seguidores van informando puntualmente.

La Iglesia de Santa María de La Corte acogerá el día 6 de noviembre a las 20:00 horas el concierto del compositor y organista burgalés Germán Yagüe, también en su momento escolano en su tierra, ahora estudiante y organista en Oviedo, que interpretará obras de Correa de Arauxo, Pablo Bruna, Cabanilles o Frescobaldi entre otros. Buen repertorio para poner a prueba el órgano de La Corte, también con mucha historia.
Volveremos a la «sede oficial» de San Isidoro el 13 de noviembre a las 20:30 horas, la iglesia de la Plaza del Ayuntamiento, con la cantante griega Nektaria Karantzi, un referente del canto bizantino que será objeto del programa a escuchar.
El 20 de noviembre a las 20:30 horas será el turno del grupo malagueño Oniria que dirige Daniel Anarte, especializado en repertorio renacentista y barroco en una formación que seguro llamará la atención del público con sacabuches, antecesores de los actuales trombones, percusión y narrador en un concierto titulado «La música estremada», música y mística del Siglo de Oro enlazando con ese «Nada te turbe» tan teresiano con obras del Cancionero de Upsala, Francisco Guerrero, Morales, Cabezón o Victoria.
Cerrará el XI Ciclo la propia Escolanía San Salvador dirigida por el prestigioso profesor y músico argentino Gabriel Garrido, especialista del barroco y fundador del Ensemble Elyma, el 27 de noviembre a las 20:30 horas, un concierto titulado «Oh luz gozosa» con Marc Sunyer al violón, Luis Alberto Rodríguez al bajón, arpa y Elisa García al órgano, interpretando villancicos navideños con batallas y lamentos de Juan de Araujo encontrados en los archivos del virreinato peruano donde fue Maestro de Capilla en Lima, verdadera mina para rescatar repertorio hispano.
coincidiéndome con un concierto en el Auditorio, pero seguro que colofón perfecto de una música que ha encontrado su hueco en el mes que comienza con todos los santos y los difuntos, aunque como la propia letra de esta maravillosa partitura del sacerdote Cesáreo Gabaráin Azurmendi (1936-1991), autor entre muchas más de la popular Pescador de hombres, y hoy convertida como otras en himno militar, aunque fuese compuesta tras la pérdida de Juan Pedro, joven organista de 17 años de su parroquia:

«Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.

Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Siendo felices contigo,
sin padecer ni morir
«.

Casi palabras en boca del propio Don Alfredo, siempre en nuestro recuerdo.

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