Éxito coral de la OFIL y «El León de Oro» en el Auditorio
La sinfónica ovetense y la agrupación luanquina, bajo la experimentada dirección de García de Paz, ofrecen un sublime y sentido concierto
Pablo Siana
Miércoles, 20 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, Conciertos del Auditorio. El León de Oro (LDO), Oviedo Filarmonía (OFil), Marco A. García de Paz (director). Obras de Bruckner y Cherubini.
(Reseña rápida para LNE del jueves 21, escrita desde el teléfono, con el añadido de los links siempre enriquecedores, tipografía que no siempre la prensa puede adaptar, y fotos propias)
Interesante concierto “Made in Asturias” que también llegará a Santander este viernes con nuestro coro más internacional, del que me he convertido en “leónigan” y Marco Antonio Gª de Paz asumiendo esta vez la dirección total junto a la OFil, con el bagaje de muchos años trabajando desde Covadonga hasta Luanco, de Madrid hasta Andalucía y recorriendo medio mundo con su LDO. Dirigir el Réquiem de Cherubini además de muchas emociones es un espejo donde mirarse, mas Bruckner y la Sinfonía en Fa menor “de estudio” de 1863 (sin entrar en ceros) todavía mayor reto al aunar en ambas obras no solo un compromiso con la música sacra, también una religiosidad que trasciende creencias religiosas por su magnificencia musical siempre atemporal.
Bruckner abría el concierto con la OFil capaz de transitar por programas variados y encontrándose cómoda y convincente con el maestro gozoniego al frente. La “Studiensymphonie” WAB 99 es mucho más de lo que su título sugiere en cuanto a composición, y no digamos interpretación de los cuatro movimientos. García de Paz colocó la orquesta en disposición vienesa para jugar con la tímbrica y los balances logrando contrastes muy satisfactorios en matices y tempi desde una sonoridad romántica muy “coral” en todas las secciones.
El Requiem en do menor, op. 21 de Cherubini es auténtico «progreso por volver a lo antiguo” como escribiría Verdi y una obra que Beethoven pidió para su entierro, auténtica revolución para los románticos que la tomarán como modelo de “misa de difuntos”, enlazando en parte con el organista de Linz. Obra sinfónico coral sin solistas, introspectiva y grandiosa a la vez, sobrecogedora, que solo se puede afrontar con un conocimiento profundo por parte de todos, y García de Paz lo demostró llevando a su coro verdaderamente “de la mano” optando por una colocación que a los leónigans nunca sorprende: bajos y tenores en el centro flanqueados por sopranos y altos, verdadera simbiosis de apuesta sonora que redundaría en una interpretación “de autor”, magnífica, sublime y sentida por todos.





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