Martes 25 de junio, 21:30 horas. 73º Festival de Granada. Patio de los Mármoles (Hospital Real) | Grandes intérpretes / #Schubert esencial: Paul Lewis, piano. Integral de las sonatas completas para piano I.
En esta edición del festival granadino contamos con el pianista inglés Paul Lewis (Liverpool, 1972) como artista residente, quien ofrecerá nada menos que cuatro conciertos con la integral de las sonatas completas para piano (once de veinte) de Schubert, un verdadero hito, más un encuentro con el crítico musical Rafael Ortega Basagoiti, (autor tanto de la presentación como de las notas al programa) el próximo jueves 27 de junio a las 12:30 horas en la Fundación Euroárabe de Altos Estudios.
Los textos de mi admirado Rafael Ortega Basagoiti son un programa para guardar, pues tiene las cuatro sesiones de esta integral diseccionadas a fondo así como la presentación de este ciclo «Schubert esencial» y que el doctor titulada ‘Hacia el Schubert más humano’ con la relación entre el compositor y su intérprete, al que escuché hace casi diez años en Oviedo con las tres últimas de sonatas de Beethoven, siempre presente en el malogrado músico vienés. A lo largo de este ciclo tomaré «prestadas» algunas de sus notas, siempre enriquecedoras.
El primero de los cuatro conciertos tenía lugar este último martes de junio en el Patio de los Mármoles con las sonatas números 7 (D 568), 14 (D 784) y 17 (D 850). Por si alguno de mis seguidores aún no sabe por qué no figuran con número de opus (obra), aclararé que como para Bach se usan las iniciales «BWV» (Bach-Werke-Verzeichnis, catálogo de las obras de Bach en alemán) o Mozart «K» ó «KV» (de Köchel Verzeichnis, al ser creado por Ludwig von Köchel en 1862 donde enumera las obras), en el caso de Schubert la abreviatura «D» refiere a Deutsch por Otto Erich Deutsch, quien elaboraría el catálogo cronológico de la obra de Franz Schubert.
Con una acústica buena, temperatura llevadera y un Steinway© perfectamente ajustado, y ordenando cronológicamente las tres de hoy, comenzaba Lewis su primer concierto con la Sonata D 568 de 1817 en la tonalidad de mi bemol mayor aún con luz natural. El doctor Ortega refeleja cómo ve el propio intérprete inglés la música del vienés: «Me encanta la vulnerabilidad de Schubert, su fragilidad, la falta de resolución. En cierto modo, la suya es la música más real y humana. Schubert es el que es, con todas sus preocupaciones y neurosis, y eso se refleja en su música. Las cosas que hacen frágiles a los seres humanos –la pérdida, la esperanza, la nostalgia– siempre salen a relucir en la música de Schubert». Estos contrastes anímicos se reflejaron en los cuatro movimientos (Allegro moderato / Andante molto / Menuetto. Allegretto – Trio / Allegro moderato) por la riqueza de matices, fraseos, tempi ajustados, un pedal siempre al servicio de la sonoridad buscada, largas pausas para crear un clima especial de expectación, y todas las cualidades del Schubert de Lewis, en parte asimiladas tras contactar con Alfred Brendel, a quien considera su máxima influencia en este repetorio. Contemplando el semblante del pianista británico ya iba mostrando ese fluir sentimental casi esquizoide como algunos han dicho, pero ejerciendo el equilibrio y control interior necesario para completar una paleta riquísima en esta séptima sonata, con la firma del vienés en melodías dignas de ponerles letra.
Aún más profunda la decimocuarta Sonata en la menor D 784 (1823) compuesta en un momento de salud delicado para Schubert. La angustia del Allegro giusto nos la transmitió el de Liverpool con una tensión y fuerza arrolladoras que no se detendrían hasta la esperada y terapéutica serenidad del Andante, luces y sombras siempre en el «equilibrio que era tan buscado por su maestro Brendel» como escribe Don Rafael, logradas con unos matices amplios y unos fraseos verdaderamente sentidos. El Allegro vivace final devolvió la garra, fuerza tempestuosa volcada en la partitura desde la devoción por Beethoven que Lewis bordó desde una personalidad propia.
Breve pausa para estirarnos antes de la decimoséptima Sonata D 850 en re mayor, compuesta en 1825 que Lewis arrancó con energía y parte del público aún ocupando las torturadoras sillas. De nuevo tengo que citar literalmente a Ortega Basagoiti: «Están en ese Schubert todas sus facetas y preocupaciones: la poesía, la exaltación, el drama, el dolor, la inseguridad, la sencilla alegría y el desolado desgarro» pues expresa a la perfección cómo sonó esta página: riqueza y equilibrio en el momento adecuado, técnicamente perfecto pero nada «robotizado», elegante, profundo, expresivo, aguerrido y sobre todo cercano, transmitiéndonos un Schubert de primera mano, especialmente el sentido Con moto del segundo movimiento. Todavía crecería con el rítmico Scherzo, casi operístico en el Trío que parece esperar la entrada del barítono, más un final por todo lo alto con el desconcertante Rondo «cuya sencilla y casi engañosamente sonriente, hasta burlona, ingenuidad casi desconcierta, hasta que el movimiento adquiere una dimensión más exaltada y enérgica, y luego transita por la danza y el canto, para retomar la dulce sencillez del inicio en un tramo final
que, más que terminar, parece esfumarse».
Un hondo respiro antes de la gran ovación al terminar, con varias salidas a saludar para regalarnos aún más Schubert, el Andante de la Sonata nº 13 en la mayor D 664, como buscando más integral en las inacabadas y los mismos mimbres de una primera entrega que nos esperanza para las otras tres que aún quedan.
PROGRAMA
-I-
Franz Schubert (1797-1828):
Sonata para piano nº 7 en mi bemol mayor, D 568 (1817):
Allegro moderato
Andante molto
Menuetto. Allegretto – Trio
Allegro moderato
Sonata para piano nº 14 en la menor, D 784 (1823):
Allegro giusto
Andante
Allegro vivace
-II-
Sonata para piano nº 17 en re mayor, D 850 (1825):
Allegro vivace
Con moto
Scherzo. Allegro vivace – Trio
Rondo. Allegro moderato






