Sábado 22 de junio, 22:00 horas. 73º Festival de Granada. Palacio de Carlos V / Grandes intérpretes: Seong-Jin Cho, piano. Obras de Ravel y LisztFotos de ©Fermín Rodríguez.

Hace años que el Lejano Oriente, del que conocemos menos que ellos de nosotros, nos está «invadiendo» occidente, y el mundo de las nuevas tecnologías es una pequeña muestra que me viene como anillo al dedo para ampliarla a una legión de intérpretes, cada vez más mediáticos, que hacen dudar si son de este mundo, creados por la llamada IA (Inteligencia artificial) o robots capaces de asimilar como máquinas toda nuestra herencia milenaria. En los años en que el pianista de jazz Herbie Hancock era una leyenda, dio un concierto en el Imperio del Sol Naciente y un nativo estuvo tocando unas melodías que el americano no reconocía, contestándole que eran suyas y las había memorizado de sus discos… Sírvame la comparación con toda la distancia del tiempo y lo rápido que avanza todo, para intentar enfocar lo vivido en mi séptimo día de festival, tras la excelente mañana de órgano y la noche plomiza de piano ¡muchas teclas! y totalmente distintas.

Al pianista surcoreano Seong-Jin Cho (Seúl, 1994) formado en París y residente en Berlín le escuché hace un año en Oviedo clausurando las jornadas de piano, por lo que dejo el enlace a mi reseña de entonces para intentar no repetirme. La técnica asombrosa de esta generación venida de oriente es increíble y ya son verdaderos prodigios en su niñez (hay vídeos en las redes que lo atestiguan), preguntándome hasta cuánto de necesaria es para afrontar partituras al alcance de unos pocos, y una vez mecanizadas llegar a la «verdadera» interpretación o si se quiere, aportar lo propio, la visión tras investigar, conocer y asimilar una música escrita cual guión donde cada actor hace suyo con una impronta única que cuando se copia deja de ser original.

Elegir Liszt y Ravel, que mi admirada Ana García Urcola (d)escribe en las notas como «el peregrinaje técnico, estético y espiritual del piano moderno» habla de dos genios de la composición y que «no se puede entender la pacífica revolución de la escritura raveliana sin la arrolladora técnica y estética de Liszt». Una pena que su documentada presentación no me coincidiese con lo escuchado en el Carlos V, y quienes hemos gozado en vivo de las leyendas del piano en el pasado siglo se nos hace difícil convencernos con el marketing del siglo XXI. Nadie les negará los años de estudio y sacrificio para tocar y ganar concursos (cada vez más desprestigiados) optando por el virtuosismo vacuo, vacío de arte (por muy subjetivo que sea), olvidando lo personal, lo distintivo, lo original… mas cuando hay talento además de cualidades, éste emerge y es elemento diferenciador (al menos también los hay), más allá de fallar notas o comerse compases porque ¡errar es humano!.

Cho tiene una legión de seguidores, fans en todas partes que le idolatran. Cierto que hay algo de hipnótico y hasta mágico al escucharle, pero la técnica apabullante no emociona, al menos a quien esto suscribe. Con algunos cambios de obras sobre el programa inicial, el silencio en palacio que el surcoreano logró es para analizar desde la primera parte dedicada a Ravel, su sonido es vaporoso, etéreo, maneja el pedal perfectamente, los tempi elegidos son correctos, la gama dinámica amplia, más parecía estar escuchando algo pregrabado con las técnicas y programas que reproducen nota a nota las partituras. Del vasco-francés solo me abrió los ojos los Valses nobles et sentimentales porque el resto se me hizo plomizo, pesado y senza anima, será que ahora prima lo inocuo envasado al vacío.

De los Años de Peregrinaje de Liszt llegué a pensar mientras los escuchaba si tomar los hábitos al final de su vida sería para purgar tantos pecados y hasta exorcizarse de la fama de endemoniado («el Paganini del piano») que le precedía. Una estrella asentada y fenómeno de masas del XIX para un aprendiz del XXI que aún peca de excesos, artificio y tentaciones en las que cayeron sus acólitos. Creo que este peregrinaje  de Seong-Jin Chao no tiene destino por muchos años que le dedique, discos vendidos y entradas agotadas, aunque tengo claro que no viviré para saber si estoy confundido y la música va por unos caminos que ya desconozco.

La propina de la Rêverie (número 7 de Kinderszenen Op. 15, Träumerei) de Schumann me sonó a las melodías pregrabadas de algunos pianos electrónicos pese a los bravos de parte del público. Me estoy haciendo mayor y demasiado exigente…

PROGRAMA

-I-

Maurice Ravel (1875-1937):

Sonatine (1903-05):

Modéré – Mouvement de menuet – Animé

Valses nobles et sentimentales (1911)

Le tombeau de Couperin (1914-17):

Prélude. A la memoria del teniente Jacques Charlot III

Fugue. A la memoria de Jean Cruppi

Forlane. A la memoria del teniente Gabriel Deluc

Rigaudon. A la memoria de Pierre y Pascal Gaudin

Menuet. A la memoria de Jean Dreyfus

Toccata. A la memoria del capitán Joseph de Marliave

-II-

Franz Liszt (1811-1886):

Années de pèlerinage, Deuxième année «Italie», S. 161 (1846-49)

Sposalizio

Il Penseroso

Canzonetta del Salvator Rosa

Sonetto 47 del Petrarca

Sonetto 104 del Petrarca

Sonetto 123 del Petrarca

Après une lecture du Dante. Fantasia quasi Sonata