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Bach, Messiaen y Alard

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Sábado 22 de junio, 12:30 horas73º Festival de Granada. Parroquia de Nuestro Salvador / Grandes intérpretes | +Bach: Benjamin Alard, órgano. Misterios de la Trinidad. Obras de Bach y MessiaenFotos de ©Fermín Rodríguez y propias.

En la sesión matutina de mi séptimo día de Festival tocaba subir al Salvador para volver a disfrutar  del magnífico órgano de Francisco Alonso Suárez del que me enamoré el año pasado, así que no quería faltar con el francés Benjamin Alard en su ambiente natural (sin experimentos) y con dos grandes del órgano alternándose, Bach y Messiaen en programa muy bien estructurado, ideal para un instrumento tan versátil en cualquier repertorio, estilo y época, titulado Misterios sonoros y misterios de la Trinidad que las notas al programa del también organista y profesor Pablo Cepeda relaciona con todo el simbolismo (yo añadiría magia ) del número 3, y de aquí el título de mi entrada.

Con un dominio de los registros del instrumento inaugurado en 2001 que ya se ha hecho al templo y va tomando solera, el intérprete francés iría «confrontando» a Bach con Messiaen en una lectura no ya rigurosamente académica, sino con la sonoridad apropiada para cada uno. Así abría con el Preludio en mi bemol mayor, BWV 552/1 (sin «necesidad» de fuga), majestuosidad, tutti impactantes y claridad tímbrica  en manos y pies con los tres registros bien delimitados.

Messiaen y su Subtilité des Corps Glorieux (de Les Corps Glorieux, 1939) supuso cambiar de registro en todos los sentidos, pero creando una atmósfera serenamente inestable, trompetería de dos cornetas dialogantes, espiritualidad y hasta evocación de un canto gregoriano imaginado que Alard elevó por la bóveda de Salvador cual armonio poderoso.

 

Como si quisiese continuar con el canto llano instrumental, vuelta a «dios Bach» y la Allemande de la Partita en la menor para flauta sola, BWV 1013, dos registros de flauta maravillosa, la respiración continua del fuelle organístico pero el fraseo humano, inmaterializable de ser la original que el kantor también dominaba y feliz en Köthen donde lo sacro no era obligado que Alard huyó del virtuosismo vacuo para ahondar en una sonoridad organística donde los saltos originales parecen más integrados, el aliento lo ponía el fuelle y dando unidad al orden de las obras de este concierto.

 

Adelante sin dejar de fluir la buena música y escritura organística, Les Eaux de la Grâce (de Les Corps Glorieux) que Messiaen comenta y Cepeda recoge en sus notas: «flujo incesante del simbólico río de gracia que fluye en la ciudad celestial. El extraño carácter líquido de la música tiene dos causas: polimodalidad y registración»., cuerpos resucitados y agua de gracia, metáforas granadinas que Alard buscó en un órgano capaz de sonar igual de poderoso con esta «biblia messiaenica» del siglo XX.

El instrumento fue calentando tubos, el organista dedos y llegaba un «bloque Bach» con el coral luterano «Christ unser Herr, zum Jordan kam», BWV 684, simbolismo de agua y bautismo en un maravilloso juego de manos y registros fluyendo limpios y cristalinos. A continuacion la Trío Sonata nº 2 en do menor, BWV 526, un mundo orquestal en tres tiempos (Vivace – Largo – Allegro) que Alard no solo contrapuso en aire sino en registros siempre claros de los movimientos extremos, con un equilibrio de dinámicas en los pedales fruto de una elección correcta, más un Largo donde «mein Gott» siempre nos hace cerrar los ojos y agradecer tanto a la música (y a la vida) de nuevo con un tres mágico.

 

El «misterio» de esta trinidad tomaba todo el sentido: Alard, Bach y de nuevo MessiaenLe Mystère de la Sainte-Trinité despedía al compositor francés en las manos de su intérprete y paisano, cierre de la colección de Les Corps Glorieux y exigente para todo organista. Por medio de los timbres que el órgano de la Placeta del Abad esconde y Alard conoce, pudimos comprender lo de «Dios, Uno y Trino«, Padre en el pedal registros graves que retumban, Hijo en la voz central y Espíritu Santo en el tiple, escucha perfecta de los tres, cada uno con su registro pero con la tímbrica y frecuencias perfecta que permiten la feliz unión  o «bendita comunión» organística, estructura tripartita y simbolismo elevado al máximo que personalmente  recreaba contemplando el altar mayor…

 

Para mí y tantos otros Bach es «dios padre de todas las músicas» y hasta Trino así que con él cerraba Benjamin Alard este concierto «a 3», primero la monumental Sonata en trío nº 6 en sol mayor, BWV 530 que como en la 2 sus movimientos conjugan virtuosismo y placidez (Vivace – Lento – Allegro) con la alegría de encontrar el equilibrio siempre estable del tres, teclados de manos y pedalero, una orquesta reducida pero inmensa, con fraseos precisos, pulsación rigurosa, ornamentaciones claras y cerrar desde el principio del Preludio al final de la Fuga en mi bemol mayor, BWV 552/2, forma pura, matemática espiritual donde cada elemento va construyendo un edificio sonoro con los planos de Bach y Alard de arquitecto.

Aplausos y bravos de los muchos madrugadores, algún despistado que se sintió «santificado» en El Albaicín y un regalo que parece flotar en el Festival de Granada: unas improvisaciones de Benjamin Alard sobre el conocido De los álamos, vengo, madre, aún frescas en su mente y en la mía desde hace unos días (más de tres) pero totalmente nuevas este mediodía disfrutando con los registros, jugando y explorando un órgano con solera, seguro, afinado, bien tratado y que necesita aire diario para seguir respirando. El francés lo demostró y Paco Alonso, «padre de la criatura» mantuvo la magia del tres…


PROGRAMA

«Misterios sonoros y misterios de la Trinidad»

Johann Sebastian Bach (1685-1750):

Preludio en mi bemol mayor, BWV 552/1

Olivier Messiaen (1908-1992):

Subtilité des Corps Glorieux (de Les Corps Glorieux, 1939)

Johann Sebastian Bach:

Allemande de la Partita en la menor para flauta sola, BWV 1013

Olivier Messiaen:

Les Eaux de la Grâce (de Les Corps Glorieux)

Johann Sebastian Bach:

«Christ unser Herr, zum Jordan kam», BWV 684

Sonata en trío nº 2 en do menor, BWV 526:

Vivace – Largo – Allegro

Olivier Messiaen:

Le Mystère de la Sainte-Trinité (de Les Corps Glorieux)

Johann Sebastian Bach:

Sonata en trío nº 6 en sol mayor, BWV 530:

Vivace – Lento – Allegro

Fuga en mi bemol mayor, BWV 552/2

Clase de Schiff en el Colegio

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Viernes 21 de junio, 22:00 horas73º Festival de Granada. Colegio Mayor Santa Cruz la Real / Cantar y tañer | +Bach / Festival Joven: Orquesta Freixenet de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, Marlon Mora (trompeta),
Sir András Schiff (piano y dirección). Obras de BachHaydn y MendelssohnFotos propias y de ©Fermín Rodríguez.

La Escuela Superior de Música Reina Sofía (ESMRS) de Madrid es una cantera internacional de músicos que pronto pasarán a engrosar formaciones sinfónicas o se convertirán en la nueva generación de grandes solistas, contando con un claustro de profesores donde mirarse para seguir creciendo. Este sexto día de mi festival llegaba su orquesta con el maestro húngaro Sir András Schiff, tras su concierto en Madrid, dentro del llamado «Festival Joven» en el claustro del Colegio Mayor Santa Cruz la Real, todavía con estudiantes universitarios acabando el curso antes de las merecidas vacaciones (que por cierto los músicos nunca tienen), y un programa que supone una verdadera lección práctica de historia musical en tres de los periodos más transitados y necesarios tanto para público como los intérpretes: el Barroco de «dios Bach», el Clasicismo de «papá Haydn» y el Romanticismo de Don Félix, cerrando este círculo el pudiente compositor hamburgués que recalaría en el Leipzig del kantor.

La primera lección barroca contaría con el maestro Schiff ejerciendo de pianista y director de la Orquesta Freixenet, un «doctorado Bach» del húngaro que nos brindarían el Concierto para clave, cuerdas y bajo continuo en fa menor, BWV 1056 con una óptica nada historicista (que en mi juventud ni existía) pero fiel al estilo del alemán que además sigue siendo mi preferida y, como siempre digo, sólo «mein Gott» suena bien en todas las épocas y versiones. Maravilloso comprobar cómo Sir András desde el piano y con leves gestos fue llevando a la orquesta de la ESMRS, marcando una pulsación milimétrica desde el Allegro moderato con un sonido cristalino en el Steinway© que engrandece este concierto con todo el respeto a lo escrito en cuanto a los contrastes dinámicos, el ataque pluscuamperfecto, los ornamentos cristalinos y la cuerda de «La Freixenet» impecable, afinada, empastada, arropando y siguiendo al Maestro Schiff. El tiempo se detuvo en un Largo que me conmueve siempre desde los tiempos del «apóstol Gould», Sir András cincelando cada frase, perlando los trinos, transmutando el piano a la clave sonora de la «modernidad» con una orquesta acunada y rendida a esa música eterna, para con el ímpetu juvenil absorvido por el húngaro (ventajas de la docencia), atacar un Presto prístino, brillante, impecable, alegre e incluso juguetón incluso. El Collegium musicum de Leipzig fue Santa Cruz La Real de Granada y el primer sobresaliente.

Crecía la plantilla orquestal, se sumaba el colombiano Marlon Mora a la trompeta, y Sir András, sin tarima ni batuta -pues sus manos y cara transmiten sabiduría y conocimiento, con todo el programa de memoria inspirando confianza- arrancaba el conocido Concierto nº 17 para trompeta y orquesta de Haydn. Segunda lección que en «los apuntes» de Pablo J. Vayón «Un siglo de música alemana» entregados como programa de mano, cita: «(…) tras Bach que emplea el tipo de concierto vivaldiano (…) la estructura tripartita fue también la de los conciertos clásicos, aunque las formas en ritornello del Barroco hayan dado ya paso a las típicas formas sonata. Un buen ejemplo es este Concierto para trompeta en mi bemol mayor de Haydn, una obra tardía, ya que fue escrita en 1796 y no estrenada hasta 1800. El Concierto estaba destinado a Anton Weidinger, trompetista de la corte de Viena que hacia 1795 había inventado una trompeta de llaves en mi bemol que permitía reproducir todos los sonidos de la escala cromática en dos octavas. Haydn le escribe un Allegro de apertura en 4/4 y forma sonata, un Andante en 6/8 y un ágil y brillante Allegro de cierre en 2/4 en su forma preferida para estos tiempos, el rondó-sonata».

Los que peinamos penas aún recordamos a Maurice André y últimamente al gran Pacho Flores, así que el reto para el trompetista colombiano era grande, casi el examen final de curso, pero el trabajo bien hecho siempre tiene recompensa. El maestro Schiff fue presentando cada frase, cada motivo, con unos reguladores espectaculares y cediendo al joven Marlon su protagonismo, sin aparentes nervios para ir tomando confianza en el Allegro de sonido redondo, matizado, bien acompañado por una orquesta nuevamente cristalina y precisa, ya engrosada y engrasada con maderas, metales más timbales enriqueciendo la tímbrica del solista. Trinos claros, emisión redonda y el tempo giusto para este movimiento con una cadenza explorando los registros, dominada técnicamente y bien rematada por todos. En el Andante, cuyo inicio tiene notas del Himno de Alemania, cuerda y madera prepararon un movimiento plácido, lírico, para que el colombiano luciese un sonido aterciopelado antes de enfrentarse al siempre exigente Finale. Allegro donde Schiff no frenó, la orquesta respondió y la trompeta de Mora alcanzó con rigor militar la nota máxima en este segundo capítulo de la lección vespertina, con el beneplácito del Maestro y compañeros en el escenario. 

Y para cerrar en todo lo alto, «la Freixenet» al completo y una «Italiana» de Mendelssohn (concebida durante el Grand tour que hizo por el país transalpino entre 1830 y 1831 inspirada en la atmósfera, ritmos y colores de Italia) impecable. Un lujo observar de cerca a SirAndrás marcar todo con sus manos y su expresión facial, haciendo fácil lo difícil, confiando en este selecto alumnado, encontrando siempre la respuesta adecuada de la deliciosamente juvenil orquesta. Cuatro movimientos para examinar cada sección y primeros atriles: arranque enérgico sin titubeos ni medios tempos, directamente Allegro vivace sin contemplaciones. Dinámicas perfectas, balances en su sitio, escuchando todo lo escrito por el hamburgués impecable y «sin tachones». Majestuoso Andante con moto con los graves sustentando este edificio sinfónico, la disposición vienesa que se agradeció más que nunca con los violines enfrentados para conseguir la sonoridad y planos exactos, un viento afinado (como la leve brisa que apenas movió los papeles de los atriles), adornos dibujados con los dedos o la muñeca izquierda del Maestro en este caminar con leve parada antes del Con moto moderato moviendo, pasando los protagonismos bien consentidos en cada sección, en cada familia (bravo por las trompas y flautas), «repartiendo juego» cual profesor preguntando aparentemente de forma aleatoria pero con todo controlado antes del último esfuerzo que pide el Saltarello. Presto, apretando y exprimiendo cada dedo, cada labio, cada arco y llave, hasta las baquetas sin tropiezos, musicalidad exquisita y Matrícula de honor tras el último examen con ese gozo que supone la «tarantella» final.

El regalo como orla o birrete conjunto y Cum laude vendría con la obertura de Le nozze de Fígaro de Mozart. En los citados «apuntes» de mi admirado tocayo sevillano dice: «En el siglo XIX las sinfonías siguen el patrón formal haydniano, bien es cierto que después de la Eroica de Beethoven empiezan a expresar contenidos nuevos. Felix Mendelssohn conocía bien a Beethoven, pero su música sinfónica enlaza acaso mejor con la de los grandes clásicos, especialmente Mozart», por lo que perfecto broche fuera de «temario» tras una hora sin pausa que pasó volando con obras que todo melómano conoce de memoria pero siempre suenan distintas en el directo irrepetible.

Las calificaciones fueron justas, los aplausos merecidos para los alumnos pero todo el reconocimiento al Maestro Sir András Schiff que supo trasladar sabiduría a una orquesta madura de quienes algunas profesionales deberían escuchar para ser buen ejemplo, y no verse superadas pronto por esta generación que ocupará su lugar.

PROGRAMA

Johann Sebastian Bach (1685-1750):

Concierto para clave, cuerdas y bajo continuo en fa menor, BWV 1056 (1738):

Allegro moderato – Largo – Presto

Joseph Haydn (1732-1809):

Concierto nº 17 para trompeta y orquesta en mi bemol mayor, HOB VIIe:1 (1796):

Allegro – Andante – Finale. Allegro

Felix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847):

Sinfonía nº 4 en la mayor, op. 90 «Italiana» (1833):

Allegro vivace – Andante con moto – Con moto moderato – Saltarello. Presto