Domingo 22 de octubre, 12:30 horas. Sala de cámara del Auditorio de Oviedo: Vermut de cámara: Quinteto VentArt (Myra Sinclair, flauta; Juan Ferriol, oboe; Andreas Weisgerber, clarinete; Vicent Mascarell, fagot; José Luis Morató, trompa). Obras de Klughardt, Arnold, Hindemith y Medaglia. Entrada: 12 €.
Primero del nuevo
ciclo de conciertos de cámara organizado por la
OSPA con el título de
«Vermut de cámara» donde sus solistas conformando distintas agrupaciones nos ofrecerán a las 12:30 de la mañana y a razón de uno mensual (hasta el 16 de junio) estas sesiones con el precio de 12€ y que por lo visto este domingo de octubre, solo llenaron medio aforo de la sala de cámara, donde no faltaron compañeros de la orquesta, jóvenes estudiantes y los melómanos incombustibles.

Siempre digo que la música de cámara no solo es un «banco de pruebas» para los autores, también una excelente forma de trabajar el pequeño formato y una verdadera delicia para los melómanos que se acercan a este formato bien por afición o por la curiosidad de escuchar «nuevas sonoridades», tan necesarias para todos y más cuando hay obras originales, como esta vez, para el quinteto de viento (las maderas más una trompa), con un programa interesante y «cercano en el tiempo» para poder comprobar la evolución en la composición para esta formación abarcando desde el período romántico hasta finales del pasado siglo. Si el cuarteto de cuerda es la prueba de fuego, está claro que la riqueza tímbrica del quinteto de viento, unida a la amplia capacidad dinámica y los recursos que ofrece, son para disfrutar con el estilo propio de cada compositor y mostrar el dominio y conocimiento instrumental así como de las formas musicales usadas en cada obra.
Un programa sin pausas que volvió a demostrar el feliz entendimiento de
estos cinco «asturianos» de adopción (para mí desde el pasado siglo con sus nombres propios: Myra, Andreas, Vicent, José Luis y Juan) que llevan tantísimos años de compañeros y manteniendo este grupo que
incluso actuó en El Vaticano, ya peinando canas como todos, con la madurez del trabajo diario, el entendimiento y no ya una técnica magistral en cada uno de ellos, que podemos comprobar en los conciertos sinfónicos, sino un mismo amor por la música que se transmite al público, premiando cada obra presentada brevemente por el maestro Morató.

La primera obra sería del alemán
August Klughardt
(1847-1902) y su
Quinteto de viento, op. 79, obra publicada en 1901, por tanto tardía pero plenamente romántica con muchos «recuerdos» tanto de
Brahms como de
Mendelssohn en sus cuatro movimientos (
I. Allegro non troppo
II. Allegro vivace
III. Andante grazioso
IV. Adagio – Allegro molto vivace). Impresionantemente bien tratados cada uno de los instrumentos, permitió que disfrutásemos con juegos de timbres, diálogos y contestaciones en los cinco intérpretes, estructurando este quinteto de forma académica, muy bien escritos, destacando el último movimiento con una introducción lenta antes de atacar el virtuoso final donde degustar el virtuosismo individual de
este conjunto siempre al servicio de la música.

Del británico Sir
Malcom Arnold
(1921-2006), un trompetista que también compondría
bandas sonoras, destacan estas tres «Canciones marineras»,
Three Shanties for Woodwind Quintet, op. 4 que el público disfrutó recordando estas melodías populares tan cercanas a la angloastur
Myra:
I. Allegro con brio («What Shall We Do with a Drunken Sailor»), un tango o habanera que va creciendo y jugando con la tímbrica del quinteto,
II. Allegretto semplice («Blow the Man Down / Boney was a Warrior») de contagioso ritmo ternario, simpático, brillante, con el tema pasando por los cinco instrumentos, y el
III. Allegro vivace («Johnny Come Down to Hilo») virtuosístico, humorístico y casi cinematográfico en su concepción, muy aplaudido y con la deseada alegría contagiosa de esta obra del compositor británico en una interpretación colorista y muy matizada.

A continuación
VentArt nos ofrecerían a uno de los grandes del pasado siglo, el violista, musicólogo y compositor alemán
Paul Hindemith
(1895-1963) con la
Kleine Kammermusik, op. 24 nº 2 («Pequeña Música de cámara») creada para sus compañeros de la orquesta de la ópera de Frankfurt estrenada en Colonia el 12 de junio de 1922. Rompedora en su tiempo por sus armonías, toques de jazz, referencias al mejor
Stravinsky y de nuevo el toque de humor que prevaleció en este primer vermut de octubre. Música camerística que solo pequeña en el título, con cinco movimientos exigentes tanto individualmente como en conjunto, demostrando la necesaria compenetración del quinteto en interpretarnos esta maravilla de obra con la «curiosidad» de utilizar el
piccolo en el segundo movimiento con
Myra Sinclair «
haciéndonos olvidar a Peter» más allá del apellido, y maravillándonos con la sonoridad del oboe de Juan, el toque bufón de Andreas, el lirismo de Vicent y el «soporte tímbrico» de José Luis. Maravillosa partitura para ir disfrutando de cada movimirnto:
I. Lustig. Mäßig schnell Viertel, el vals satírico y también lírico del
II. Walzer. Durchweg sehr leise, la muerte inspiradora del
III. Ruhig und einfach, de ritmo vital casi marcial, el interludio
IV. Schnelle Viertel para degustar la calidad del quinteto con tantas partituras compartidas en su larga trayectoria, hoy unidos en esta
joya del compositor alemán, concluyendo con el enérgico
V. Sehr lebhaft, la lógica evolución romántica que en su momento fue revolución y el tiempo nos la ha dejado cercana, agradecida de escuchar y seguir disfrutando con la excelente interpretación de
VentArt.

Y nada mejor para cerrar el programa que el brasileño
Julio Medaglia (São Paulo, 1938), también muy
cinematográfico, formado en la Europa de la llamada «vanguardia» con Berlín de capitalidad musical. Todas las obras son del gusto del quinteto y cada una igual o más de exigente, que en este caso
Medaglia partiendo de tres danzas populares en sudamérica a principios del pasado siglo (
tango,
vals paulista y
chorinho), compondrá para
el quinteto de viento de «
Los Berliner» su
Belle Epoque en Sud-America, tres aires que nos suenan conocidos por la cercanía cultural y reconocibles incluso en su escritura:
I. El Porsche Negro (Tango), porteño y casi «plagio» de una
Cumparsita con «buenos vientos» tanto individuales como en conjunto;
II. Traumreise nach Attersee (Vals Paulista) reposado, cantado con el aire instrumental y un «rubato» bien entendido por este quinteto, más el
III. Requinta Maluca (Chorinho), derroche de virtuosismo de Andreas en diálogo con sus cuatro compañeros con un desenfreno musical que levantó los mayores aplausos tanto para el
solista de la OSPA como para sus amigos en esta travesía musical por el
quinteto de viento.

Con el regusto argentino que me ha hecho «continuar» en esa tierra, nada mejor que el excelente arreglo de
Adiós Nonino de Astor Piazzolla (1921-1992) que
VentArt tiene desde sus inicios casi como «obligado» en su repertorio, muestra de la pujanza de la música hispana trabajada en la Europa académica y engrandecida por los compositores de nuestro tiempo.