Viernes 27 de enero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Abono IV OSPA: «Jubiloso Strauss». Roman Simovic (violín), Nuno Coelho (director). Obras de Miklos Rózsa y Richard Strauss.

Este cuarto de abono tenía todo para disfrutar de una sesión casi cinematográfica, una conferencia previa titulada «DE HÉROES Y VILLANOS» a cargo de Eduardo Chávarri, autor de las notas al programa, el regreso, por quinta vez si no falla mi blog, del director y violinista Roman Simovic, que nunca defrauda, colaborador artístico de la OSPA junto a otros más donde también se encuentra el Cuarteto Quiroga del hoy concertino invitado Aitor Hevia, nuevamente con Simovic y esta vez con Fernando Zorita de ayudante, el titular Coelho al frente (que también se pasó a saludar al inicio de la conferencia antes de la prueba acústica) y sobre todo un programa para gran orquesta de aires cinematográficos con los que el director, como el cinematográfico, debe manejar una ingente plantilla de numerosos «extras» y además en una «toma única» que da toda la emoción al directo. El disfrute fue total, casi merecedor de un oscar, pues hasta las propinas resultaron como los «bonus track» de los DVD que ahora disfrutamos los cinéfilos desde la comodidad del sillón aunque nada como la pantalla grande, y así fue este viernes el auditorio.

Interesante lo que nos contó el doctor Chávarri con sus ilustraciones musicadas, primero del húngaro Miklós Rózsa (1907-1995) al que conocemos por el cine tras instalarse en Hollywood, especialmente por «Ben Hur» que fue galardonado varias veces más, y que en «La vida privada de Sherlock Holmes» de 1970 (dirigida por Billy Wilder) se escucha en la banda sonora al protagonista tocando el violín que aparece como compositor, una adaptación para el film de «la Metro» del segundo movimiento de su Concierto para violín, op. 24 (1953)en estructura clásica tripartirta: I. Allegro non troppo ma passionato  – II. Lento cantabile – III. Allegro vivace, con la colaboración, dedicatoria, grabación y estreno del virtuoso Jascha Heifetz. Esta vez Roman Simovic (Montenegro, 1981) con su Stradivarius pienso que mejoró al destinatario porque su violín es mágico, su musicalidad contagiosa (de respigar el II. Lento cantabile), el sonido fluye cómodo y vertiginoso cuando así le exige, la orquesta arropa y escucha (con un clarinete inspirado), química total con ella, de sonoridad plena en el último movimiento, y además compartida con un Nuno Coelho como gritando Acción! en esta «película» majestuosa, así que el concierto del compositor magiar al completo nos permitió disfrutar tanto del músico  afincado en Londres como de los primeros atriles (hoy varios segundos en esta primera parte) para «otra banda sonora», la auténtica música sinfónica del pasado siglo que las grandes orquestas también van incorporando a su repertorio.

El belga Eugène Ysaÿe (1858-1931) es uno de los preferidos de los violinistas por su riqueza melódica y virtuosismo, por lo que Simovic nos dejó tras su Rózsa (para recuperarlo en RNE2 cuando lo emita), no una sino dos propinas de las seis sonatas: el impresionante Prelude, primer movimiento  de la nº 2, «Obsesion», ese inicio bachiano para una auténtica lección en solitario del maestro, y más lujo con la conmovedora primera parte del Lento molto sostenuto de la nº 3 «Ballade», perfecto final de esta primera parte que nos dejaba preparados y listos para afrontar una segunda parte «jubilosa», cinematográfica sin imágenes pero con mucha música.

Con la plantilla de cine ya preparada se pudo afrontar a Richard Strauss (1864-1949) al que la OSPA parece regresar puntualmente para ponerse a prueba en todas las secciones y los directores tomar el pulso de la formación asturiana, y tras unas palabras explicativas del maestro portugués, arrancaba el Don Juan TrV156, op. 20, verdaderamente jubiloso, majestuoso y grandioso, heroico por momentos, idílico en otros, casi para una nueva banda sonora con este mito que en estos tiempos está tan mal visto pero que el compositor muniqués enfoca como la búsqueda de su mujer ideal, coincidente con el momento joven en que conoció a su esposa. Como director conocía la orquesta como pocos, y siendo hijo del trompa solista de la ópera de la capital bávara escribió para ellas pasajes que son la verdadera prueba de examen, esta vez la sección asturiana sólo se quedó en «aprobado y rapado» (como decía en mis años de docente) porque en ella se aprecian los errores más que los aciertos. Mejor calificación para el resto de metales, subiendo nota la cuerda homogénea comandada por Hevia, hoy reforzada y necesaria ante la inmensidad del viento, muy brillante la madera y excelente la percusión, todos bien ensamblados por un Nuno Coelho que está recuperando la ilusión y buen hacer de nuestra orquesta «treintañera».

Si a Walt Disney le hubiesen descongelado, estoy convencido que habría rodado una tercera versión de «Fantasía» donde necesariamente Las divertidas travesuras de Till Eulenspiegel, TrV171, op. 28 tendrían su momento, ya todos los solistas en su sitio comenzando por la excelencia del clarinete, hoy Till Weisgerber pero también Eva García, y por supuesto el resto en una chispeante versión llevada al detalle por el maestro portuense, muy atento a las dinámicas y su balance, claro en los cambios de ritmo, apostando por aires para degustar la acción. Cada sección brilló con luz propia, todas las escenas protagonistas y con nota, quedándome de nuevo con una madera hoy inspirada y engordada que hacía más difícil un empaste ideal. El próximo de abono en Oviedo (10 de febrero) seguiremos «revolucionando» con Shostakovich bajo el mando de otro conocido, Ari Rasilainen tras Haydn y su concierto de cello con otra nueva visita (la sexta que tenga controlada desde 2011 en el auditorio ovetense) de Daniel Müller-Schott. Sería buena idea ordenar los programas al revés, para quedarnos con el buen recuerdo de los solistas.

Cuarto concierto de abono muy aplaudido por su vitalidad, calidad y con más asistencia de la habitual, esperando se recupere la afición perdida. Finalmente un consejo para el prócimo: controlar desde taquilla, especialmente on line, las butacas asignadas a los abonados para no ofrecerlas a la venta -es cuestión de «cerrarla» en el ordenador- y así evitar malos tragos a los implicados. Hoy estaban libres las contiguas, pero no quiero pensar lo que sucedería en caso contrario, y más cuando servidor lleva en la misma localidad todos mis años en el Auditorio con la OSPA, incluso en época pandémica de restricciones con las ventas individuales, solo con un breve cese de convivencia tras el que «recuperé mi asiento».