Jueves 26 de enero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Conciertos del Auditorio: Metamorphosen Berlin, Alban Gerhardt (violonchelo), Wolfgang Emanuel Schmidt (violonchelo y director). Obras de Vivaldi, Haydn, Janácek y Karayev.
El piano argentino Jubilosa banda sonora sinfónica
Metamorfosis del Ospedalle della Pietà
27/01/2023
Pablo Siana Asturias, clásica, conciertos, música, Música contemporánea, sinfónica Alban Gerhardt, Auditorio de Oviedo, conciertos, Haydn, Janacek, Karayev, música, Metamorphosen Berlin, Vivaldi, Wolfgang Emanuel Schmidt 2 comentarios
Como en la mítica serie de RTVE «El ministerio del tiempo», este jueves pude recrear con la formación Metamorphosen Berlin, mayoritariamente femenina, con la plantilla ideal (5-4-3-2-1) y su director Wolfgang Emanuel Schmidt el ambiente que debía respirarse en el Ospedalle della Pietà veneciano y viajar por el túnel musical para esta metamorfosis desde Viena a Chequia y Azerbaiyán (sin prisiones), pues esta orquesta de cuerda «femenina» transitó por todas las épocas con la misma calidad, solvencia, desparpajo con esa sonoridad germana. Si además podemos contar con Alban Gerhardt al violonchelo (aún recuerdo su ya lejano concierto de intercambio astur gallego con la OSPA) en vez del originariamente previsto Johannes Moser (otro conocido del auditorio y también con un enero tan completo como el de 2010), más el propio Schmidt «compitiendo» y compartiendo, la ficción se volvía feliz realidad en un programa rico, variado y sufrido pues el estruendo de toses ha vuelto para quedarse, olvidándonos de los «tiempos de mascarilla» así como de los modales perdidos. Si me olvido del niño y lo cambio por los comentarios a mi alrededor, sigue igual la entrada que hice el pasado noviembre. Pero ni así consiguieron que viajásemos en el tiempo. Schmidt ha conseguido de la Metamorphosen que suene como un solo instrumento, el ideal orquestal: disciplinada, atenta, rica en dinámicas y con una formación a su altura donde las solistas confluyen para interpretar igual de certeros todos los estilos posibles (sus grabaciones siempre han tenido premios) plegándose a lo que el director les exige en cada momento. Su gira con Oviedo, «La Viena española» parada ya obligada, seguro que será todo un éxito y lo comprobaremos en la prensa digital.
Del llamado «Petre rosso» veneciano muerto en Viena, Antonio Vivaldi (1678-1741), con un amplísimo catálogo que no gustaba nada a Stravinski (enterrado en San Michele), y por paradojas de la vida decía del «cura rojo» que «no compuso cientos de obras sino una repetida cientos de veces», escucharíamos con Gerhardt y Schmidt el Concierto para dos violonchelos en sol menor, RV 531 (I. Allegro – II. Largo – III. Allegro) que evidentemente tiene la sonoridad del veneciano, la estructura barroca típica, la plantilla ideal incluyendo el clave, y el encuentro de dos grandes del cello que se entendieron a la perfección haciendo escucharlos (con permiso de griposos, griposas y griposes) como si de uno solo se tratase. Cadencias impolutas, balances perfectos con la orquesta y dinámicas «de libro» en otro de los conciertos para dos instrumentos, el único para dos cellos y el primero doble, con ese Largo que Michel Talbot tilda de «una tristeza casi autobiográfica» en el movimiento lento como bien refleja en las notas al programa (enlazadas en obras) de Alberto González Lapuente.
Y dejando a Gerhard en solitario para tomar la batuta Herr Schimdt, uno de los conciertos ideales del repertorio para cello, el del austriaco Franz Joseph Haydn (1732-1809), Concierto para violonchelo en do mayor, Hob. VII b:1 (I. Moderato – II. Adagio – III. Allegro molto) quien da el paso del barroco al clasicismo aunque se note el conocimiento de «papá Haydn» del estilo previo pero escribiendo para un cello ya en plenitud siguiendo los consejos de Josep Weigl, su destinatario y compañero en la corte de Eszterhazy. El Matteo Goffriller de 1710 en las manos de Alban Gerhardt fue oro de muchos quilates, corpóreo y con un arco impresionante para disfrutar de cada cadenza en los tres movimientos, especialmente el Adagio central donde las dobles cuerdas me llevaría a la Viena del veneciano.
La propina tenía que ser con los dos cellistas, Gerhardt y Schmidt, que «tomaba prestado» el de Lai (quien se sentaría en la silla del clave ya vacío) para la virtuosa locura de J. B. Barrière (1707-1747) y el Allegro prestissimo de su «Sonata en sol mayor, que Schmidt tiene grabada con otro grande como Jens Peter Maintz, esta vez algo menos «prestosa» aunque mi versión sea digna de escucharse (siempre pongo los links para quien quiera curiosear).
La segunda parte nos acercó el tiempo con otras dos figuras de la composición para orquesta de cuerda, comenzando con Leoš Janáček (1854-1928) y su Suite para cuerdas, JW VI/2 (I. Moderato – II. Adagio – III. Andante con moto – IV. Presto – V. Adagio – VI. Andante), la «metamorfosis pura» por empaste, sonoridad, atriles de lujo para una partitura juvenil como la orquesta berlinesa, ritmos contrastados en cada uno de los seis movimientos, el folclore bien entendido y llevado a la orquesta que la calidad de esta formación alemana brindó y brilló a gran altura.
Para concluir, el poco escuchado compositor azerbayiano Gara Garayev, Qara Qarayev ó Kara Karayev (1918- 1982) cuyas Tres miniaturas (Berceuse, Ayse, Danse) nos supieron a poco por lo maravillosas que son y sonaron, especialmente la Danse final vertiginosa que sacó a relucir el potencial de una cuerda empastada (comandada por Indira Koch), joven, disciplinada y siempre atenta en las dinámicas que Schmidt les señalaba, lucimiento de cada primer atril en los tres «aires», metamorfosis orquesta con director, que como cellista conoce al mínimo detalle.
La primera propina, grabada por ellos mismos, «Palladio» (1995) de Sir Karl Jenkins (1944), reconocible sintonía que lo simpático resulta cuando escuchas detrás de ti tras presentarla Schmidt «no sé lo que dijo porque es alemán».
Y otro tanto con la segunda propina de Antonín Dvořák (1841-1904), el Scherzo (vivace), tercer movimiento perteneciente de la Serenata para cuerdas en mi mayor op. 22 en otra prueba de empuje, sonido envidiable casi como en el CD donde la tienen grabada, virtuosismo y alegría por un viaje musical de altos vuelos sin moverme de la butaca.
Violines primeros: Indira Koch, Elsa Claveria, Sumin Jo, Mariya Tkachyk, Johanna Müller.
Violines segundos: Alexia Eichhorn, Mariami Machaidze, Isabel Morey, Inka von Puttkamer.
Violas: Anastasia Maschkowski, Tobias Mehling, Karolina Pawul.
Violonchelos: Yehjin Chun, Benjamin Lai (excepto en Vivaldi).
Contrabajo: Randall Nordstrom.
Clave: Neil Fellows (sólo en Vivaldi).
Entrevista para LNE:
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Ene 27, 2023 @ 11:07:17
Efectivamente, fue un sonido “celestial”.
Feb 11, 2023 @ 01:33:15