Miércoles 5 de octubre, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Gijón. Sociedad Filarmónica de Gijón, concierto nº 1653, inaugural Temporada 2022-2023: Orquesta Sinfónica y Coro Mercadante, Ana Kabrera (soprano), Alexandra Rivas (mezzo), Quintín Bueno (tenor), Ihor Voievodin (bajo-barítono), Mariano Rivas (director). Mozart: Requiem en re menor, KV 626.


Tras la presentación por parte del gran comunicador
Pachi Poncela que siempre acierta con sus «pinceladas», y la distinción a
Luis Vázquez del Fresno como Socio de Honor de esta su filarmónica natal donde tantos conciertos nos ha regalado en su dilatada
trayectoria, siendo también destinataria de
Audiogramas III (1974), se ubicaría todo el elenco para esta ocasión, con unos intérpretes de los que personalmente esperaba más, esperando no resulte premonitorio comenzar la 115 temporada gijonesa con un
réquiem y todo lo que significa, con una excelente entrada en el coliseo gijonés y la presencia entre otros del presidente
Adrián Barbón junto a varios directivos de la ópera de Oviedo con
Juan Carlos R. Ovejero al frente.

Comenzaré comentando la
plantilla casi camerística tanto de la orquesta como del coro (24 voces, seis por cuerda), que no fueron suficientes para dar el empaque que este
Mozart necesita, y más al tener unos tenores que apenas se escucharon al mismo nivel que el resto, lo que dejó descompensado el balance coral. Tampoco transmitieron seguridad en las entradas, incluso alguna a destiempo, aunque dejaron bien matizados algunos momentos, con la orquesta en
piano frente a unos
forti descompensados donde las sopranos «mantuvieron el tipo».

Del cuarteto solista, aunque empastado, parece que no logró comprender el sentir de este
Mozart que esperaba la muerte, pues necesitaría más lirismo y sentimiento de dolor, sin excesos de volumen pese a contar con una orquesta camerística, pues se desvirtúa el carácter de esta partitura. La soprano
Ana Kabrera brilló sobre las demás voces desde el
Introito, con emisión perfecta y volumen suficiente para sus intervenciones, mientras que la mezzo
Alexandra Rivas de bello color, sonó mejor en solitario para oscurecerse su presencia en los conjuntos, pero evidentemente no es contralto; el tenor
Quintín Bueno, de timbre metálico, estuvo gritón y algo destemplado, pareciendo olvidar que la religiosidad conlleva recogimiento y gusto, no son arias operísticas. Más contenido el barítono
Ihor Voievodin pero sin los graves de un bajo (
Tuba mirum), perdiéndose el sustento del cuarteto. La elección de los solistas más allá del color o la capacidad, debería ser más atinada aunque sea difícil en estos tiempos encontrar
contraltos o bajos que defiendan una partitura tan exigente.

La orquesta de cámara la mantuvo a buen nivel
el maestro Rivas, optando por
tempi contenidos, con alguna pausa excesiva entre números -supongo que buscando concentración y silencio en la sala- más allá del simbólico
Lacrimosa. Destacó la madera (clarinetes y fagotes) y el trío de trombones que por momentos se «impusieron» dinámicamente al conjunto a pesar de los esfuerzos y gestos claros
del director asturiano. El balance vocal e instrumental (imperceptible el órgano) quedó deslucido precisamente por los efectivos que no fueron los deseados para ofrecernos un
Requiem más equilibrado y sentido, aunque
Mozart siempre gusta y su obra póstuma fue muy aplaudida por el respetable. Al final bisarían el
Dies Irae.
Espero que este primer concierto «de difuntos» no sea premonitorio de una temporada donde hay programado mucho y bueno. Se agradece el esfuerzo de apostar por formatos como el de este miércoles, pero no me sonó al nivel esperado para una obra tan conocida y exigente.
El siguiente concierto,
miércoles 19, nos devolverá al
Cuarteto Quiroga con Brahms, que el día antes tendrán un encuentro en la Antigua Escuela de Comercio. Espero contarlo desde aquí.
43.539270
-5.661274
P.º Begoña, 11, 33201 Gijón, Asturias, España
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