Viernes 17 de junio, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Hecho en Asturias: OSPA, Beatriz Díaz (soprano), Jorge Monte de Fez (trompa), Alejandro Viana (violonchelo), Coro de la Fundación Princesa de Asturias (director de coro: José Esteban García Miranda), Daniel Sánchez Velasco (director). Obras de Tchaikovsky, Mozart y Manuel Fernández Avello. Entrada butaca: 5 €.
Penúltimo concierto de la OSPA tras finalizar la temporada de abono repitiendo la apuesta por lo Fecho n’Asturies del año pasado también con la dirección de Daniel Sanchez Velasco y trayéndonos al auditorio ovetense a tres solistas más un estreno absoluto, la apuesta por el talento de esta tierra nuestra. Se sigue a la espera de un concertino por lo que volvía como invitado Benjamin Ziervogel. Preocupante la poca asistencia de público pese a lo económico de las entradas, y eso que los propios intérpretes ya mueven aficionados no habituales en otros conciertos, pero alguien tendrá que hacer una profunda reflexión sobre el éxodo de seguidores que no hubo en otras ofertas musicales de la capital en esta temporada que va tocando punto final.
Tras una presentación por parte de Sánchez Velasco, el concierto comenzaba con Tchaikovsky y sus Variaciones sobre un tema rococó, op. 33, TH 57 (Moderato assai, quasi Andante – Tema: Moderato semplice; Var. I: Tempo della Thema; Var. II: Tempo della Thema; Var. III: Andante sostenuto; Var. IV: Andante grazioso; Var. V: Allegro moderato; Var. VI: Andante; Var. VII; Coda: Allegro vivo) con el último ganador del Concurso Internacional de Llanes 2018, el madrileño Alejandro Viana (1996), a quien la pandemia impidió el premio de ofrecerlo entonces pero quedando saldada la deuda este viernes. Buena interpretación y sonido en esta página maravillosa del compositor ruso, limpio y claro en las variaciones rápidas y cantabile en las lentas, bien interiorizada la obra con una OSPA adaptada en dinámicas y buen balance con el solista como mantuvo Sánchez Velasco a lo largo de toda la obra.
Uno de nuestros solistas de prestigio, a quien disfrutamos por dos veces en este auditorio (2014 y 2016) con la Filarmónica della Scala, es el trompista ovetense Jorge Monte de Fez (1986) que nos brindaría el conocido Concierto para trompa nº4 en mi bemol mayor, K. 495 (I. Allegro maestoso: II. Romanza: Andante cantabile; III. Rondó: Allegro vivace) de Mozart, partitura de referencia en el instrumento del que Monte de Fez brindó un sonido compacto, aterciopelado, bien templado y hasta bello, especialmente en el popular rondó final, con una cadenza en el primer movimiento verdaderamente espectacular. De nuevo la OSPA arropó con corrección y gusto al solista, Sánchez Velasco concertando a la perfección, permitiendo no ya el lucimiento de la trompa sino también el necesario equilibrio de volúmenes, contenidos y en su sitio.
Tras la pausa llegaría el esperado estreno absoluto del valdesano Manuel Fernández Avello (Trevías, 1947), su cantata Señaldades para solista, coro y orquesta, una obra que en cierto modo ampliaba su «Álbum de Canciones» de 2010 para soprano y piano también con la allerana Beatriz Díaz, sobre versos de Juan Mª Acebal, Pín de Pría y Fernán-Coronas. Evidentemente orquestar va más allá, y añadir un coro le da enjundia a ese intento de cantata profana sobre referencias melódicas a nuestro folklore, especialmente las rítmicas donde no pueden faltar las vaqueiras y añadas.
Con doce números, Señaldades (en asturiano «sentimientos que produce la separación de la persona o cosa querida») tiene una obertura e interludio instrumentales, con los primeros números pares donde interviene la voz solista y después en los impares, alternando con un gran coro conformado en esta ocasión por 42 mujeres y 27 hombres, de orquestación potente en efectivos con abundante viento y percusión más un piano evocador de las canciones primigenias. Ante tal despliegue, evidentemente no se pueden equilibrar volúmenes entre soprano y orquesta pese a los buenos intentos de Sánchez Velasco, incluso «partiendo» la cuerda en algunos números. Tampoco la tesitura para la que está escrita favorece el lucimiento ni siquiera el del coro pese a los efectivos que La Fundación dirigida por mi querido Pepu (hoy sumándose a los tenores) ya con muchas ganas de volver a escena y sin mascarillas. No se les escuchó muy cómodos en ninguna de las cuerdas aunque tengan momentos de «bravura» que al menos sirvieron para desencorsetarse para recuperar el estado de forma coral.
Probablemente la fórmula funcionase mejor reduciendo efectivos hasta una formación más camerística donde ni en los «pianos» pudimos disfrutar, pues la cantata tiene buenos mimbres pero se fue de tamaño. Una lástima que nos impidió disfrutar más de este estreno. Los números de que consta son:
I. Obertura; II. Durme nenu; III. Dende la mesma ventana; IV. Carril vieya; V. La sardinera; VI. Interludio; VII. Coidosura; VIII. La fonte de fascura; IX. Augua de la fonte; X. La nuiche; XI. Cantar y más cantar; XII. Epílogo.
Sí funcionaron mejor las partes instrumentales pero una lástima el resto, desde la añada del segundo tapada por la orquesta, algo mejor la vaqueira con el coro en el número siguiente, interesante el cambio de lento a rápido del cuarto, y preocupante el undécimo de tempo medio pero con registros extremos y demasiado grave para la soprano asturiana que defendió y se entregó con todo el esfuerzo vocal para esta complicada interpretación de la cantata del compositor valdesano que subió a felicitar al equipo y recoger los aplausos del público. Supongo que en la grabación los técnicos de sonido consigan el balance necesario que siempre mejora el directo, pero queda el sabor agridulce de lo que pudo haber sido y no fue.
Con este concierto, desigual como toda la temporada, me despido de este irregular y extraño curso escolar, esperando que el próximo mejore todo.










