Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar cuanto antes este «bicho» del Covid que lleva ya demasiado tiempo entre nosotros y ha trastocado todas las vidas, además de llevarse muchas por delante.
Musicalmente, y a la vista de las cambiantes circunstancias, mantener toda la música posible en vivo, aunque sea con mascarillas y todas las medidas que ya hemos asimilado hasta para estar en el cole, y si puede ser con los aforos completos, aún mejor. Sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesitar aniversarios pido, como todo los años que son como mi Scalextric, poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa y también la Escolanía de Covadonga con la de San Salvador…) y nuestros solistas, de los que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Mª José Suárez, Lola Casariego, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista…
Eso sí, mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigió en Barcelona cuando estuvo de titular y ya que se despide de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le diesen una orquesta para este 2022 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos otro incluyendo un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados de ambos.
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, y que sigan grabando nuevos discos.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes a la cabeza (de docente en Madrid), sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui o Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien trabajar mucho este recién estrenado e incierto 2022.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que en el año pasado y pese a todas las circunstancias, han seguido de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos.
Para La Dama del Alba de mi querido Luis Vázquez del Fresno creo que ya me escucharon el pasado 2021 con la «sorpresa» de poder estrenarla al fin este año de «los dos patitos» tras tantos lustros de ilusión. Veo que la esperanza tampoco podemos perderla.
Y por mantenerla, pido para los llamados «gestores culturales» se olviden de una crisis permanente (Covid aparte), pues la intelectual sigue tan contagiosa como la Omicron, y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotero barato sino por la calidad contrastada, incluso variar de agencias de contratación… y sobre todo ¡no más recortes, cancelaciones, ni cierres!, pues saben de sobra que la Cultura es Segura.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez, emigrado a Alemania, y María Ovín en la OSPA), creciendo y cumpliendo años… solo desearles mucho éxito.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que traigan 2022 y más. Además de darle las gracias de nuevo, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo (especialmente un Mozart que pido pueda llevar a las tablas) y en mayo cruzará de nuevo el charco llevando su prodigioso talento a Brasil como verdadera embajadora de Asturias y España. Que siga creciendo su agenda aunque espere mucha más ópera en el Campoamor como protagonista (de la zarzuela no me quejaré) y le llegue pronto esa Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid o el Liceu barcelonés, pues en Italia saben que es muy querida, recordándoles que en Londres, Nueva York o Viena aún no se han enterado y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que ya está bien de pedir… al menos mantenerla en Asturias.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen.
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el ya finalizado 2021. A pesar de todo (de la Lotería no les pido que toque), que mantengan su Banda Sinfónica, dirigida por Antonio Cánovas, al mismo nivel tras tres años sin pararla ni siquiera el Covid, llevando su música, además del nombre de nuestra Villa, lo más lejos posible, con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos como el de nueva normalidad. Me entristece ver que la Ley Celáa se impone y ya van demasiadas para empeorar progresivamente en pos de una generación de ignorantes digitales… A esta ya no me apunto y abandonaré cansado (por no decir asqueado).
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas de las que mejor no opinar y menos las que se han inventado como ¡estáticas! y hasta con Baltasar descolorido) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
Y como siempre, que no se me olvide
Pablito, 12 años.