
La obra religiosa de
Durón es hermosa en si misma y
atemporal, junto a unos textos que la soprano pamplonica
Raquel Andueza articula con la maestría que la caracteriza, por lo que vestirlos en diferentes combinaciones y colores instrumentales a cargo de
La Galanía (en trío) agranda la belleza,
juegos tímbricos tejidos por la tiorba de
Jesús Fernández Baena, el arpa barroca de
Manuel Vilas y el órgano positivo de
Alberto Martínez Molina, para las distintas cantadas y tonadas sacras más la alegre
jácara de Navidad que cerraría el concierto, alternando obras instrumentales que además de descansar la voz o enriquecer el repertorio sirven para lucimiento de unos reconocidos y prestigiosos instrumentistas.

Dejo arriba del todo el programa leonés íntegro con ligeras
variantes, destacando algunas cosas.
El Durón de Andueza y La Galanía tiene
sello propio de intención, emoción, buen gusto, entendimiento, lo apuntado de melodías que realzan unos textos religiosos desde una globalidad interpretativa que pasa por el cuidado
coprotagonismo instrumental, más que un complemento polifónico.
El blando susurro, tono al nacimiento, resulta de un intimismo que cortaba el aire de la catedral leonesa por donde la voz de
la soprano navarra corría con la misma naturalidad de su timbre, siendo el bis esperado y largamente aplaudido. Tomando cada título literalmente nos da el enfoque perfecto de estas formas religiosas, varias dedicadas (y recuperadas) al Santísimo Sacramento: «Atended, sonoras aves», «Si mirando las luces», «Impetuosas cristalinas fuentes», «Pajarillo que el viento peinando»… sentidas por este cuarteto que respira al unísono y visten de gala cada partitura, engrandeciendo las letras en la mejor tradición compositiva e interpretativa.

Ideales estos instrumentistas para el arreglo propio de las famosas
Folías de Gaspar Sanz, permitiendo centrar nuestra escucha en esas combinaciones despojadas de la voz, con un arpa celestial (más rica que la guitarra), la tiorba virtuosa igualmente cantarina que contrapunstística o rítmica en sus rasgueos, más el órgano positivo capaz de silabear como buen aerófono pero también de dar la base sonora a cada dibujo, y con él pudimos disfrutar la
Gaitilla de mano izquierda que preparaba el el penúltimo bloque de
Durón, además de la
Zarabanda (
Martin i Coll) en versión cercana del nuevo
órgano positivo leonés, suficiente en volúmenes y acorde con el intimismo que rodeó todo el concierto. Igualmente interesante
Encarceladito está (
Carlos Subías) o los anónimos del siglo XVII como
La Nochebuena, zagales y
Morenas, gitanas en el último bloque cantado por una
Andueza que ya había cautivado a todos los presentes, rematando con dos
obras del alcarreño,
Ayrezillsos suaves (título del programa) y
Vaya pues rompiendo el aire cuya letra final pide el aplauso, ganado mucho antes.

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