Impresiona madrugar y escuchar en algunas habitaciones músicos haciendo escalas. El desayuno hay de todo, los que prefieren algo frugal o mejor cargar fuerzas que el día se hará muy largo. Llegar a la fiesta Musika-Música de Euskalduna y encontrarse ya con las primeras colas sigue siendo buena señal.
Sábado 5 de marzo, 11:00 horas: Sala Biblioteca Shakespeare, Concierto nº 23, Luis Fernando Pérez (piano), Aitzol Iturriagagoitia (violín), Andoni Mercero (viola), David Apellániz (chelo) y Toni García Araque (contrabajo).
F. Schubert: Quinteto para piano y cuerdas en la mayor «La trucha», op. 114 D. 667. Entrada: 8,90 €.
Sábado 5 de marzo, 12:30 horas: Kiosko Cósima, Orquesta del Conservatorio Rafael Frühbeck (Burgos), Daniel Lorenzo (director).
F. Schubert: Sinfonía nº 8 «Incompleta»: I. Allegro Moderato.
Tras el necesario café escuché de fondo sonar de nuevo a Schubert y me acerqué para disfrutar con este movimiento tan bien escrito, tocado y dirigido, sorprendente calidad de unos estudiantes burgaleses con un director que vamos siguiendo de cerca. Todo ello asegura un futuro optimista en el campo musical, aunque pasemos momentos donde parece volver la sombra del pasado que recordaba Jesús López Cobos sobre que «ser director de orquesta en España es como ser torero en Finlandia«, muchos años de inversión que va siendo hora de recoger nosotros y no otros.
Sábado 5 de marzo, 13:45 horas: Sala La Trucha, Concierto nº 32, Cuarteto Quiroga: obras de F. Mendelssohn y F. Schubert. Entrada: 6,90 €.
Si en el primero de la mañana reflexionaba sobre la necesidad de la música de cámara y el tiempo de trabajo que hay detrás de un cuarteto, no cabe duda que escuchar «el Quiroga» es siempre un placer por entendimiento, riqueza tímbrica y perfección en la forma y formación. Aitor Hevia (violín), Cibrán Sierra (violín), Josep Puchades (viola) y Helena Poggio (violonchelo) son mejor que la conocida marca de aceite, son cuatro en uno, sonoridad impecable desde una técnica siempre al servicio de la obra que tratan con un respeto digno de reflejarse, siendo reconocidos allá donde van como un verdadero fenómeno. El Andante y Scherzo para cuarteto de cuerdas, op. 81 (F. Mendelssohn) resultó ideal con esos mimbres, arranque casi coral donde todo está medido antes de un Scherzo vibrante y brillante, escuchándose todo lo escrito sin perder detalle, melodías, arcos, pizzicatti, en un enfoque global lleno de musicalidad.
Y el momento grande de nuevo con F. Schubert y su Cuarteto nº 13 en la menor «Rosamunda», op. 29 D. 804. Delicias de un ensamblado cuarteto donde los arcos parecen movidos por un solo brazo, la música que brota por doquier entendida como globalidad, un Schubert limpio, brillante y equilibrado con sentido contraste, romanticismo en estado puro que «el Quiroga» entiende al pie de la letra en cada uno de los cuatro movimientos, sin excesos y sin defectos. Es maravilloso escuchar la melodía pasar de uno a otro sin perder el color, algo al alcance de muy pocos. Referente de este repertorio aunque sin encasillarse en ninguno porque sienten todo lo que tocan y el enorme trabajo previo se nota en cada frase. Hay cuerda para rato… me perderé su cuarteto estrella «La muerte y la doncella» pero el día no da para más. Y con poco tiempo a comer algo antes del primero de la tarde.








Dic 16, 2020 @ 00:42:43