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Krem de la Kremer ata

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Domingo 1 de diciembre, 19:00 horas. Oviedo, Conciertos del Auditorio: Kremerata Baltica, Gidon Kremer (director y violín). Obras de Vivaldi, Verdi, Weinberg y Beethoven.

Cuatro años ya desde la anterior visita de Kremer pero siempre un espectáculo de música, sonido en estado puro para una formación de cuerda (esta vez con percusionista) que es única en cuanto a calidad con potencia equivalente a una gran orquesta pero capaz de sonar como un cuarteto, con dinámicas amplísimas, convencimiento y dominio de las obras impactante.

El percusionista de la camerata Andrei Pushkarev con el vibráfono nos dejaba un arreglo suyo del Concierto nº 2 en sol menor, op. 8, RV 315 «El verano» de Las Cuatro estaciones (Vivaldi) que demuestra cómo la genialidad puede aportar novedades a obras inmortales. Si la cuerda es estratosférica, galáctica, con ataques impactantes o rubati impensables bajo la atenta dirección del concertino Dzeraldas Bidva, un solista capaz de lo que le pongan delante, las intervenciones del vibráfono con guiños al jazz como no podía ser menos en un instrumento que bebe de esta fuente, crearon ese ambiente cálido, de bochorno estival pero con la brisa del norte. Allegro ma non molto realmente indescriptible, Adagio pesante para disfrute del timbre envolvente de las placas, y Presto de auténtico virtuoso con cuatro baquetas que alcanzaban las notas imposibles del violín desde un empaste con la cuerda para soñar.

El Cuarteto de cuerda en mi menor (Verdi), obra de 1873, sonó camerístico total pese a tratarse de una versión orquestal, única obra instrumental del de Busseto y perfecto homenaje al bicentenario donde el genio lírico aparece en los cuatro «hermanos de cuerda frotada» tratados cual cuarteto operístico con recuerdos a las fugas del Requiem o Falstaff, anunciando Otello, sin olvidarme del Trovatore cual fuerza del destino musical capaz de hacer cantar la cuerda o el delicado cuarteto «bella hija del amor» de Rigoletto.

El Allegro en mi menor impecable, elegante y sensible con el primer tema «sotto voce» y unos graves potentes, avanzando el tema y desarrollo casi faraónicos con reminiscencias de Aida, con unos staccatti que llegaban a lo más hondo. El Andantino en do mayor y compás ternario de profundidad y elegancia, dulce como indica la partitura («dolcissimo, con eleganza). El Prestissimo también ternario y en mi menor lleno de luz y contrastes dinámicos admirables, trinos limpios en todas las cuerdas, arpegios celestiales en chelo y viola, el trío en la mayor belcantístico a no poder ser con el tenor en la concertino Giedre Dirvanauskaite que confirma ser el instrumento más parecido a nuestra voz, y una serenata capaz de recrear la guitarra. El Scherzo fuga es un «Allegro assai mosso» en el tono original auténtico «placer de escribir» que diría Tranchefort sobre este cuarteto verdiano, hoy orquestal, «alegría de vivir completamente latina» venida del norte de Europa con una formación donde cada músico es un solista y los concertinos dan el salto al frente en cualquier momento. Catálogo de colores en todas las intensidades y pureza de líneas en diálogos y conjuntos emocionantes hasta ese final creciendo al unísono en fortísimo orquestalmente puro, cadenas de trinos y la coda que cierra con luminosidad esta joya de Verdi. Como escribe Juan Manuel Viana en las notas al concierto, el compositor afirmaría que «no sé si mi cuarteto es bueno o malo, pero sé lo que es un cuarteto» y la Kremerata Baltica también.

M. Weinberg puso lo novedoso en el programa, excelente músico judío al que nazismo y estalinismo castigaron para una amplia producción que comienza a despertar en nuestros días, con influencias recíprocas de su amigo y confidente Shostakovich. De él escucharíamos dos obras, la Sinfonietta nº 2, op. 74 para orquesta de cuerda y timbales, éstos con el solista sumado a la formación, hermosísima obra en cuatro movimientos con ritmos bien claros subrayados por los parches en los extremos (Allegro y Andantino), más austeridad hecha música enorme en el Adagio antes de los ensueños nostálgicos en el Andantino final.

Aparecía Gidon Kremer (recién llegado de tocar con Marta Argerich) para contagiarnos su alegría musical en el pianístico Rondo a capriccio, op. 129 (Beethoven) en arreglo de Victor Kissine, auténtica broma desde una partitura desenfrenada que en la versión «Krem de la Krem» jugó con diálogos y concertantes llenos de sabor vienés.

El Concertino para violín y cuerdas, op. 42 de 1948, devolvía el protagonismo a la obra del ruso en una versión de «Kremer + ata» que estuvo plagada de melancolías, magisterio de madurez y nuevamente una sonoridad única a cargo de los músicos capaces de llenar la sala y hacerla callar en los momentos más delicos. Viana recuerda el «efusivo lirismo melódico» del húngaro Miklós Rózsa ya afincado en Hollywood, en parte por nuestra educación musical desde el cine que ha dado grandes partituras. El Allegretto cantabile pletórico, la Candeza. Lento-Adagio un auténtico disfrute y lección solística a cargo del virtuoso letón para enlazar sin pausa con el Allegro moderato poco rubato, efusividad, concentración, entendimiento y fortaleza desde la complicidad y buen hacer de todos ellos.

Aún quedó tiempo para regalarnos ese Oblivion de Piazzolla con el que Gidon Kremer logra siempre emocionarnos arropado por la delicadeza de sus cuerdas, las suyas y las de la Kremerata, para poner el brindis final con «una copita de ojén» de una marcha popular creo que arreglada por Peter Heidrich.

Para los despistados que llegaron al descanso por el horario dominical, una lástima que se perdieran la mitad, aunque en estos casos un poco siempre es mucho, y los Conciertos del Auditorio y Jornadas de Piano están poniendo el listón altísimo.

ARSinNOVA pero con todos los premios

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Gran Premio Nacional de Canto Coral, Gijón 2013. Teatro Jovellanos, sábado 30 de noviembre, 19:00 horas y domingo 1 de diciembre, 11:00 horas. Entrada: 5€.

El 75 aniversario del RGCC cerraba sus celebraciones nada menos que trayendo a la capital de la Costa Verde la decimoquinta edición el premio de premios corales, llenando en dos sesiones el coliseo gijonés. Y es que además de la conocida trayectoria coral local y regional, tener cuatro coros premiados en los respectivos concursos del «circuito» para disputar la gran final en polifonía y folklore era razón más que suficiente para acudir a las dos sesiones.

ARSinNova

El auténtico triunfador fue el Coro ARSinNOVA de Barcelona, coro de cámara dirigido por Pere Lluis Biosca Soler que se alzó con el Primer premio de Polifonía y Primer premio de Folclore, así como el Ganador del Gran Premio Nacional, siendo la segunda mayor puntuación y representante en el próximo Gran Premio Nacional del mes de abril del próximo 2014, el Coro de Cámara Alterum Cor de Valladolid que dirige Valentín Benavides García.

Los otros dos coros participantes fueron VokalArs de Madrid con Nuria Fernández Herranz en la dirección, y la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria con Raúl Suárez García.

En el orden citado estos cuatro coros fueron los ganadores del Certamen Coral de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), Certamen de la Canción Marinera de San Vicente de la Barquera (Cantabria), Certamen Coral de La Antigua de Zumarraga (Gipuzkoa) y Gran Premio de Canto Coral «Santander 2012», por tanto y como bien remarcó Patxi Poncela, presentador del Gran Premio 2013, «concurso de concursos» que acogía a estos ganadores para optar al máximo galardón. Estuvimos ante cuatro coros que dieron lo mejor de sí en dos sesiones (polifonía y folklore) con programas que dejo enlazados y sin crónica detallada porque ocuparía espacio para los dos días, incluso para los invitados fuera de concurso, aunque no dejaré de incluir algún comentario puntual.

Alterum Cor

Mis favoritos estaban ahí, de acuerdo con el de polifonía para los catalanes y para folklore con dudas pero apostando por los vallisoletanos, siendo los otros dos en el orden en que aparecen citados aquí, con pequeños detalles que «restaron puntos» (frase hecha) a las otras dos formaciones. El jurado sí puntuó con baremo riguroso, como es de esperar viendo su composición y experiencia: Esteban Sanz Vélez (Santander), Jordi Casas Bayer (Barcelona), Jesús Eguiguren Etxebarría (Durango, Bozkaia), Eva Ugalde Álvarez (San Sebastián, Gipuzkoa) y Marco Antonio García de Paz (Luanco, Asturias).

De los ganadores bien dentro de polifonía, destacando Heaven Heaven (Britten) de voces blancas excelentes y graves de menos a más, y Agnus Dei (Penderecki), con partitura donde las dinámicas fueron muy agradecidas. En folklore, sin necesidad de escenificar y primando la música me quedo con una potente sardana Les Neus que es fonen (Morera) que además repitieron para cerrar el concurso, donde el único pero sería «limar» cierto sonido metálico en los fortissimi, que supongo la sesión matutina, nunca óptima para cantar, forzó más de lo deseado. Demostraron la calidad de un coro de cámara bien trabajado, desenvolviéndose bien con repertorios más cercanos en el tiempo, en su folklore (El Cant dels ocells en armonización de Bernat Vivancos fue casi instrumental por el excelente color vocal), con enorme musicalidad y una línea de canto solvente.

VokalArs

Alterum Cor trajeron un excelente programa de polifonía para una formación muy homogénea y bien empasatada, siendo excelente Le chant des oisseaux (Janequin) sin exagerar las onomatopeyas, los Deux Choeurs, Op. 68 (Saint-Saëns) delicados y el tema Cómo quieres que te dé de «Dos cantos castellanos» compuesto por su director, obra popular de difíciles armonías y escucha para el gran público. Simpáticas y sobrias sus dos escenificaciones finales.

Camerata Coral de la Universidad de Cantabria

Siguiendo con los coros de cámara, el VokalArs de voces blancas (con un contratenor) que dirige Nuria Fernández Herranz afrontó las dos jornadas sin partituras y pareció adolecer del siempre necesario contrapeso de graves, aunque la elección de las obras siempre busca paliar y compensar un color vocal al que no estamos acostumbrados. Destacaron en polifonía Ave Maria (Alice Tegnér) con «r» muy marcadas pero lo mejor, impactante el Ave Regina Coelorum (Ko Matshusita) y pleno Salve Regina (Miklos Kocsár). En folklore bajó un poco el nivel pese a los detalles coreográficos, el Geantraí (McGlynn) con una virtuosa del bodhran o cantar sin dirección y abanicos rojos para Las Amarillas (Stephan Hatfield).

Finalmente la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria, numeroso frente a los anteriores de cámara pero un peldaño por debajo, puede que afectado por actuar en primer lugar. En polifonía las obras elegidas resultaron demasiado complejas para una formación que estuvo más cómoda en folklore, especialmente con el Libertango (Piazzolla) que estuvo acompañado por tres acordeones, pero pese a la «hinchada» o cariño del público por la cercanía geográfica, el nivel estaba inalcanzable.

El León de Oro

Como ganador en dos ocasiones del Gran Premio, y escapando del jurado, Marco A. García de Paz nos trajo su «coro espejo» que dice el Doctor Busto, El León de Oro con un miniconcierto en la línea de excelencia a la que nos tiene acostumbrados y tantos triunfos les ha dado, obras de ahora y de siempre como sus voces: Lay a Garland (Pearsall), Beati quorum via (Standford), Nunc dimittis (Holst) y Trébole (Domínguez) con coreografía incluida, manteniendo esa búsqueda de la perfección coral para disfrute de todos.

Buen fin de semana coral.