Inicio

Savall sin fronteras

1 comentario

Sábado 23 de enero, 20:30 horas. Auditorio de León, XIII Ciclo de músicas históricas. Hespèrion XXI, Jordi Savall (viola de gamba y dirección): «La Europa musical: 1500-1700». Entrada: 10€. Coproducción del CNDM.

Magia universal con las violas de gamba en todas las tesituras la que trajo a León nuestro universal catalán, con siete músicos en escena capaces de romper las fronteras de una Europa ideal que recordaba el propio Savall antes de la segunda propina, compositores en otros países uniendo acentos para una música a atemporal que mueve público de todas las edades como el que llenó el auditorio de la capital hermana de la asturiana.

Un renacido Savall con la viola de gamba soprano preparó seis bloques bien hilvanados con la danza de nexo, repartidos en dos mitades:

Unas «Danzas italianas del Renacimiento veneciano» para presentar la capacidad de este Hespèrion del XXI: Lorenz Duftschmid a la viola baja más un Philippe Pierlot doblando alto y baja, casi alter ego «savalliano» a lo largo del programa, el violone de Xavier Puertas, la tenor de Sergi Casademunt al lado del maestro, completando toda la tesitura de una viola de gamba más actual que nunca, y los dos detallistas necesarios cual orfebres para preparar unos grabados musicales llenos de monocromías irisadas: Enrike Solinís con doblete tiorba y guitarra siempre complementando con punteos o rasgueos el fluir frotado, más la imprescindible percusión de un siempre maravilloso Pedro EstevanLas cuatro danzas elegidas prepararon lo que vendría después dado que aún faltaban detalles como cuidar más los finales de Pavana, Gallarda, Tedescha y Saltarello.

El segundo bloque «Elizabeth Consort Music» nos preparó a tres ingleses (Dowland, Gibbons y Brade) con verdadero acento británico que el septeto interiorizó al detalle convirtiendo el auditorio leonés en corte danzante de las islas. Maravilloso empaste de cuerda frotada con las perlas de la tiorba y la percusión vistiendo a Savall y su viola soprano de rey supremo.
Para cerrar la primera parte unas «Danzas y variaciones de España y Portugal» para seguir paseando por aquella Europa de intercambios sin fronteras como Hespèrion XXI deleitando polifonías vocales o ritmos ibéricos de Luys de Milán, Cabezón con las Diferencias sobre la Dama le demanda, Diego Ortiz y el portugués Pedro de San Lorenzo, delicioso escuchar las voces agudas de Savall y Casademunt contrapuestas a los bajos de Pierlot y Duftschmid con el soporte del violone de Puertas mientras Solinís rasgueaba la guitarra completando las excelentes pinceladas de Estevan, para ir rematando con unos Canarios para lucimiento de un Savall inspirado recorriendo todo el registro de la soprano, de arco poderoso jugando con mayores y menores cual Jam session renacentista más actual que nunca, demostrando un entendimiento con sus músicos envidiable.

Los tres bloques de la segunda parte, ya con el septeto en plena forma, nos llevaron por Francia y Alemania antes de una recapitulación europea:
«Músicas para el Rey Luis XIII» capaces de alternar intimismo y danza, «Músicas de Alemania» centradas en un Samuel Scheidt de colorido etéreo en la línea de aguafuertes y grabados bien delineados, y «Música de la Europa Barroca» haciendo convivir a Purcell, Joan Cabanilles, J. H. Schein, Dumanoir y la excelencia de la Gallarda napolitana de Antonio Valente, juegos de «pizzicatti» actuales para una música de «solo» 500 años que con Hespèrion sigue más actual que nunca, recreando sonoridades de claves y laudes celestes.

Aplausos más que merecidos que nos dejaron de propina otro bloque de cuatro danzas francesas, la segunda lengua de Savall que hace suya esta música cercana a la que el país vecino tanto le debe. Reconforta volver a escucharle feliz tras malos tiempos recientes y comprobar que su legado todavía sigue creciendo. Verdadera y merecida ovación, palabras de agradecimiento y reivindicación de una Europa sin fronteras que tristemente este siglo vuelve a levantar, antes de regalarnos unas danzas de Brade donde todo Hespèrion con Savall a la cabeza recreó sonidos célticos que los asturianos sentimos tan cercanos como este León que me ha hecho un gran regalo de cumpleaños.

Órgano e historia en Puerto de Vega

Deja un comentario

Sábado 12 de mayo, 19:45 horas. Iglesia de Santa Marina, Puerto de Vega (Asturias), XXIII Festival de Órgano CajAstur: Tomé Olives (órgano). Obras de D. Ortiz, Cabezón, Correa de Arauxo, P. Bruna, Mozart, Maurice Green, Juan Cabanilles y anónimos de los siglos XV y XVII.

Escapada al occidente asturiano para disfrutar de una joya de nuestros órganos históricos: el de Puerto de Vega, entre Luarca y Navia, última bocanada de Jovellanos, con un repertorio adaptado y hecho para este instrumento, con un intérprete que lo domina, un órgano cautivador revivido aunque por momentos «afónico» pero siempre único, un instrumento del siglo XVII restaurado en 1988, y un festival que después de 23 años sigue «reanimando» un instrumento que continúa «siendo el rey» aunque solo sea por un día. Apuesta por un patrimonio que muchos países darían parte de su historia por cambiárnosla, inversión que algunos considerarán gasto superfluo pero que el tiempo pondrá todo en su sitio. Escuchar un instrumento resucitado pero al que es necesario mantener vivo, ¡claro que cuesta dinero!, no podríamos perdonarnos otra muerte ya definitiva… y respirar es diario, no anual, limpiar, afinar y todo el proceso de «reanimación» penoso si no mantenemos la actividad. Hablo de un órgano que es como un ser vivo, y este sábado rejuveneció durante casi una hora.

Tomé Olives adaptó el alimento musical a un organismo único, irrepetible, salvaje por momentos y domesticado tras dura lucha. Escuchamos la historia musical del llamado siglo de oro musical, ese renacimiento de la Recerdada tercera de Diego Ortiz hecha viento, cuatro joyas de Cabezón (del que Bach beberá tras un siglo de «sin aire») repasando su tiempo con una Pavana italiana, el reconocido Canto del caballero y ese Ung Gaig bergier hispanizado y actualizando quinientos años en un órgano rebosante de registros plenos, dando paso al Arauxo virtuoso, tientos en registros de bajón surcando música modal que de lejana resulta vanguardista, sonoridades olvidadas en temperamentos remotos, descarga tímbrica en estado puro. Pablo Bruna rezando un Pange, lingua silabeado en los teclados antes del despliegue colorista del Tiento sobre la letanía de la Vírgen.

Curiosidades históricas como ese anónimo español del XVII tan reconocido en las Canciones para la corneta y el eco, exploración de registros de Olives con la inestimable ayuda de Chema Martínez, despliegue sonoro capaz de vencer gemidos de tubos mudos desde hacía años, necesaria regeneración y mantenimiento de un instrumento que vivirá lo que los patrocinadores deseen cual dioses dueños del destino. Lástima e ignorancia por discenir necesario y superfluo ¿qué precio tiene la historia? Música eterna pero perecedera en la voz que Mozart retomó en el Adagio en DO M., KV. 536 (617a). Aún resonaron trompetas y flautados en ese Voluntary VIII del británico M. Green antes de concluir con la Corrente italiana de Cabanilles, saltos de modalidades a tonalidades que vuelven moderno lo eterno, disfrute sonoro del órgano reanimado por Grenzing al que Tomé hizo hablar. Y de propina ese bajo ostinado sobre el que construir una «Batalla del Asturias patria querida» de un compositor y organista menorquín cual foniatra especializado que mantuvo timbre y articulación en una propina única, improvisación para el recuerdo. Qué bien este nuevo festival… por lo menos hasta «la Plata».