02/02/2022
Pablo Siana
Asturias, clásica, conciertos, música
Anna Mirakyan, Beethoven, Brahms, conciertos, LeonardoGonzález, música, música clásica, Milstein, Teatro Filarmónica
Martes 1 de febrero, 19:45 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: Concierto 2028 de la Sociedad Filarmónica de Oviedo. Leonardo González (violín), Anna Mirakyan (piano). Obras de Beethoven, Milstein y Brahms.
Reseña para La Nueva España del miércoles 2, escrita tras el concierto desde el teléfono, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía, cambiando muchos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

La música de cámara es necesaria en la carrera de todo intérprete y obligada en la formación del público, algo que las centenarias sociedad filarmónicas asturianas, como
la ovetense, predican desde sus orígenes, dando cabida a jóvenes valores, caso de este martes con el violinista
Leonardo González Tortosa (Madrid 2005), premiado en el pasado
Concurso Internacional de Música Villa de Llanes cuya “
alma mater”
José Ramón Hevia seguramente estaría orgulloso
de seguir entre nosotros y corroborar el acierto de un galardón que busca abrir una carrera profesional como la de
Leonardo, hoy acompañado de la pianista
Anna Mirakyan (Erevan, Armenia 1981), de pulsación potente -que hubiese mejorado el volumen de bajar totalmente la tapa armónica- con un programa de calado, y otro distinto
hoy en la Filarmónica de Gijón, igualmente premiando jóvenes talentos como el violinista madrileño.

La
Sonata “Primavera” op. 24 de Beethoven, es de las
habituales para violín y piano que exigen de ambos una ejecución perfectamente ensamblada con diálogos bien definidos y protagonismo compartido, como así la sintieron Leonardo y Anna (demasiado presente excepto en el lírico
Adagio más equilibrado).
Titulada
“Paganiniana”, la partitura del virtuoso
Nathan Mirónovich Milstein (1903-1992) ya indica el nivel de ella,
Leonardo en solitario abordando todas las técnicas en las cuatro cuerdas y arco donde estuvo cómodo, incluso confiado ante las dificultades, buen síntoma para su juventud.
Y
Brahms en la segunda parte con su
Sonata 2, op. 100, tres movimientos con un piano demasiado presente y el violín algo oscurecido, aunque entregados ambos intérpretes, pasión
Mirakyan y sobriedad
González.
El concierto como premio al trabajo para un público no muy numeroso ni renovado como todos esperamos, aunque siempre agradecido.