Miércoles 10 de julio, 21:30 horas. 73º Festival de Granada, Patio de los Mármoles (Hospital Real) / Música de cámara | #Schubert esencial: Edith Peña (piano) y Alexei Volodin (piano). Obras de Schubert. Fotos propias y de ©Fermín Rodríguez.
Hay mucha literatura para piano a cuatro manos pero también para dos pianos, y a lo largo de los años he comprobado lo importante que son los lazos afectivos, básicamente hermanos o hermanas pero también parejas, algo que podemos extrapolarlo a dúos de instrumentistas. Compartir vida y profesión puede hacerse difícil y desconozco el proceso de la convivencia diaria, pero tengo claro que ayuda a poder interpretar la música con un mismo latido además de conseguir acuerdos para llegar a entender las obras en la misma dirección y con el mismo sentido que inicialmente puede ser incluso antagónico.
A Schubert en esta edición se le han dedicado varios conciertos como «esencial» y más teniendo a Viena como referente en Granada, y en el caso de su obra a cuatro manos tengo buenos recuerdos con el Dúo Wanderer de mis queridos Mª Teresa Pérez y Francisco Jaime Pantín, por lo que no pude resistir volver a pensar en ellos en esta vigésimo quinta noche y piano con Edith Peña y Alexei Volodin, pareja sentimental y artística residente en España aunque con actividad o carrera también en solitario son como dos continentes en el mundo del piano: la venezolana pura pasión y el ruso templando ánimos, por lo que ese carácter también se reflejaría en su interpretación. Además la colocación de ambos suele ser Volodin en los graves y pedal mientras Peña lleva los agudos, supongo que la misma dualidad y fisiología vocal. Precisamente esta mañana escuchaba en los «Encuentros con…» al maestro Sir András Schiff comentando lo importante que es «respirar la música» no solo acompañando a cantantes, los instrumentistas de viento también pero a pianistas o violinistas decía que se les olvidaba. Y quedó claro que Peña-Volodin respiran y palpitan juntos.
El concierto comenzaba con la Fantasía para piano a cuatro manos en fa menor, D 940, op. 103, de la que Ana García Urcola en las notas al programa tituladas «Diálogos cómplices en el piano de Schubert» la explica muy bien: «Desde su adolescencia, Schubert consideró que el piano a cuatro manos simbolizaba un diálogo afectivo, un universo de emociones compartidas. Quizá por esta razón escogió este formato para dedicar una nueva partitura a su alumna y amor imposible, Karoline Esterházy. La Fantasía D 940, concebida como una estructura única en cuatro secciones, se abre con un Allegro molto moderato cuyos temas contrastantes dan el tono general: un primer motivo melancólico e inquieto sobre un ritmo punteado y un segundo tema más árido en staccato de intenso dramatismo. Un Largo con motivos de evocación barroca de equívoca solemnidad, al que antecede el Allegro vivace a modo de scherzo en el que las voces dialogan constantemente. Por último, el retorno al Allegro vivace, que incluye una fuga sobre un nuevo sujeto antes de desembocar en la coda». Peña y Volodin tuvieron un difuso equilibrio tanto en la intención como en el fondo, aunque evidentemente hubo el necesario diálogo y emociones compartidas, algo que además el sonido del piano Yamaha© parece destacar más en unos graves poderosos pero con agudos siempre más brillantes, contraste de tesituras vocales y también instrumentales. El hermoso tema, como siempre en Schubert, llevaría todo «el canto» Edith con Alexei respirando con y junto a ella.
Los cuatro Impromptus para piano solo, D 899, op. 90 se alternaron en solitario ruso y venezolana, constatando nuevamente el carácter diametralmente opuesto de ambos pianistas, el aplomo de Alexei y la premura de Edith, con el Allegro forzando una velocidad que la hizo confundirse e incluso perderse pero manteniendo la pulsación y otro tanto en el inicio del Allegretto, de tempo más ajustado pero haciendo más notorio su ímpetu e imperfecciones técnicas que «arregló» en la repetición. El contraste de pasión y temple que siempre se agradece, pasión caribeña y templanza rusa bien separadas hasta en la elección del orden interpretativo, y de los cuatro Impromptus vuelvo a citar a Ana García Urcola: «Los Impromptus D 899 evidencian una vez más la inventiva infinita de Schubert. El primero arranca como una marcha fúnebre para convertirse en un lied fantasioso, en el que ilumina un tema utilizando recursos armónicos o rítmicos de todo tipo, como esas notas pedales repetidas obsesivamente. El segundo, con forma de scherzo, se apoya en un ritmo constante que busca anclar a esa mano derecha de revoloteo alegre. El episodio central contrastante asemeja a una danza entre pomposa y doliente. En el tercero, casi un nocturno, se instala un clima de beatitud gracias a un acompañamiento uniforme, que sólo se verá parcialmente roto por un tema inquietante en el bajo. Y se cierra el conjunto con un episodio también en forma de scherzo, pero de carácter nostálgico esta vez, en el que cataratas de semicorcheas descienden sobre el bajo, que de pronto tomará el protagonismo con un hermoso tema. El tormentoso periodo central, vertical, rítmico y doliente se resolverá en una vuelta a la primera sección».
Tras una pausa en la primera noche calurosa de todo el festival, volverían las cuatro manos en la misma posición inicial para una segunda parte más intensa: «El Allegro D 947 fue bautizado como Lebensstürme (Tormentas de la vida) por Diabelli cuando lo publicó póstumamente en 1840. Esto indica que probablemente nada tenía que ver con las intenciones de Schubert. Consta de un único movimiento de resonancias completamente orquestales y cuyo vigor rítmico delata un enorme impulso vital. Un tema en dos partes –una de carácter heroico y otra más lírica– vivirá mil y una transformaciones a través de un largo desarrollo como sólo Schubert dominaba», con toda la fuerza y vigor de cuatro manos en el piano, fortes bien contrastada con pianos en verdaderos pasajes sutiles por parte del dúo, nuevamente con los caracteres de uno y otra que están en la propia obra, lírico y heróico felizmente unidos en esta página tan schubertiana y real como la vida misma.
Finalmente para el Divertissement à la hongroise permutaron los intérpretes permutaron posiciones y puedo asegurar que resultó realmente un divertimento hasta en el semblante de ambos, con miradas cómplices disfrutando cada uno de los cuatro movimientos y reflejando el propio momento feliz de Schubert como explica Ana García Urcola: «El Divertissement à la hongroise es producto del feliz verano de 1824 en el país magiar junto a los Esterházy como profesor y componiendo multitud de obras para practicar junto a Karoline. Si bien parece que un tema fue copiado por Schubert tras escuchárselo a una sirvienta en la cocina, el resto de la inspiración húngara provendría de pequeños motivos recogidos durante su estancia y por supuesto, también de su fértil imaginación. De nuevo encontramos una estructura bitemática con un motivo melancólico y otro ligero y feliz tratados con absoluta libertad formal en el Andante, mientras que el Andante con moto es una marcha de evocación popular que va incrementando su fuerza. El tema del Allegretto final es la citada melodía húngara, que funciona a modo de estribillo entre secciones».
En el Andante hubo hasta coordinación corporal, gestual en un caminar «de las manos», con la Marcia: Andante con moto aún fue más evidente el aire de danza con la venezolana marcando bien el paso y el ruso «emulando» los movimientos, auténtica marcha zíngara que tanta música de salón y sinfónica ha inspirado, para finalmente en el Allegretto casi recapitular con Peña pisando fuerte mientras Volodin nos dejaba unas escalas limpias y claras, con los cambios de tempi bien encajados por la pareja, consensuados y vividos con la intensidad necesaria.
Tras hora y media abundante aún quedaban fuerzas para un primer regalo retornando a sus posiciones iniciales, el popular Ave María en un arreglo a 4 manos cruzadas donde la melodía estuvo en la mano derecha del ruso mientras la venezolana ejercería de «arpista» en los agudos del Yamaha©, respiraciones sincronizadas y un fraseo de lo más vocal y sentido.
Estando en Granada no podían olvidarse de un Falla a cuatro manos de quien regalaron una excelente versión por sonoridad, poderío, ritmo y entrega de la famosa danza nº1 de La vida breve. En un concierto del esencial Schubert, nuestro universal Don Manuel puso el equilibrio de caracteres pianísticos.
PROGRAMA
Música para piano a dos y cuatro manos
Franz Schubert (1797-1828)
-I-
Fantasía para piano a cuatro manos en fa menor, D 940, op. 103 (1828):
Allegro molto moderato – Largo – Allegro vivace – Tempo I
Cuatro Impromptus para piano solo, D 899, op. 90 (1827):
Allegro molto moderato – Allegro – Andante mosso – Allegretto
-II-
Allegro en la menor a cuatro manos «Lebenstürme», D 947, op. 144 (1828)
Divertissement à la hongroise, a cuatro manos, D 818 (1824):
Andante – Marcia: Andante con moto – Allegretto














