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Homenajes corales

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 11 a). Conciertos matinales.

Domingo 29 de junio, 12:30 horas. Monasterio de San Jerónimo, Academia Barroca del Festival de Granada, Carlos Mena (dirección musical). Spiralem tempore: Obras de A. Scarlatti y José García Román. Concierto en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

Los días pasan muy rápido pero el festival no se detiene y así llegaba otro doblete de finde en la celebración de la onomástica de los santos Pedro y Pablo, todo un regalo que la mañana me reencontraba de nuevo con la Academia Barroca del festival este año dirigida por Carlos Mena (Vitoria, 1971). Loable su trabajo con una agenda al completo y que no defraudó con sus alumnos en un programa que además de conmemorar los 300 años de la muerte de Alessandro Scarlatti (Palermo, 1660 – Nápoles, 1725) nos daba la oportunidad de compartir su música con la del maestro granadino José García Román (Las Gabias, 1945), presente en el monasterio, en esta edición donde la llamada «Nueva Música de Granada» está poniendo en valor -aunque no me gustan las frases hechas- una generación de compositores de nuestro tiempo como Juan-Alfonso García, por lo que mejor homenajes en vida escuchando tanta música aún por descubrir.

Así figuraba la presentación en la web de esta matinal de domingo en mi undécimo día de festival:

Un proyecto consolidado
La sexta convocatoria de la Academia Barroca, puesta una vez más bajo los auspicios del gran contratenor y director Carlos Mena, culminará este año con un concierto en el que se celebra el aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti hace 300 años. Scarlatti fue figura esencial de la Europa de principios del siglo XVIII con una música que marcó la historia tanto de la ópera como de la música sacra, hasta el punto de que muchos le atribuyen si no el invento sí la consolidación del aria da capo. Además, obras religiosas del granadino José García Román, cuyas creaciones actuales conectan tradición y modernidad. Una ocasión única para disfrutar de dos universos musicales separados por siglos de distancia, pero unidos por su profundidad y riqueza expresiva.

Diez voces que sobre el papel parecían descompensadas (dejo al final de la entrada la plantilla con sus nombres): cuatro sopranos, dos altos (uno de ellos contratenor), dos tenores y dos bajos que sonaron afinadas, empastadas, ricas en los matices en las obras del ítalo-español (con el sustento de mi paisano Daniel Zapico a la tiorba y del granadino, afincado en Ginebra, Darío Tamayo alternando clave y órgano  reforzando y completando las armonías), pero brillando «a capella» en los tres estrenos del granadino ubicándose en las escaleras del altar con una mejor resonancia y acústica que en el crucero, y así poder apreciar la calidad de unas voces jóvenes y talentosas en todas las cuerdas (alguna ya conocida en Asturias) siempre atentas al magisterio de un Carlos Mena que incluso participaría como solista en el Miserere o en el «inicipit» del Magnificat donde además «empujó» un tutti victorioso y más que suficiente en todos los sentidos.

Las notas al programa de mi tocayo sevillano Pablo J. Vayón explican muy bien este concierto que ponía fin a una semana de intenso trabajo por parte de una academia barroca del festival que tantas alegrías nos está dando estos años, analizando las obras de dos compositores unidos en San Jerónimo con la presencia del propio García Román:

Scarlatti y García Román: tres siglos en diálogo

Alessandro Scarlatti fue figura esencial en la evolución del Barroco italiano de entre siglos. Nacido en Palermo y formado en Roma desde los 12 años, desarrolló su carrera entre la capital pontificia y Nápoles, con estancias intermitentes en Florencia y Venecia. Aunque más conocido por su ingente producción operística, su música sacra refleja tanto su maestría contrapuntística como una sensibilidad estética profundamente personal. Muchas de sus obras religiosas fueron compuestas durante sus años en Roma, donde trabajó al servicio de cardenales como Ottoboni y Colonna, así como en Nápoles, donde ocupó el cargo de maestro de capilla en la corte virreinal. Son piezas de extraordinaria variedad que muestran una síntesis admirable entre la tradición polifónica romana y el nuevo estilo dramático del Barroco tardío.

En la biblioteca musical de Pietro Ottoboni se preservó un Salve Regina a 4 voces fechado en febrero de 1703 en que se combina el antiguo estilo palestriniano con audaces disonancias de carácter retórico. En el Dixit Dominus a cinco voces (SSATB) y acompañamiento de órgano llama la atención la entrada en canon (muy ornamentada) de las voces. La pieza, sin datar, se divide en seis números y, además de combinar imitación con homofonía, destaca por su notable complejidad rítmica.

El Miserere a doble coro fue interpretado en la Capilla Sixtina el Jueves Santo de 1708, aunque algunos estudios sugieren que podría tratarse de la obra que el compositor escribió ya en 1680 para sustituir el célebre Miserere de Gregorio Allegri. Scarlatti adopta los mismos principios formales que su antecesor: alternancia entre un coro a cuatro voces y otro a cinco, uso del estilo alternatim con los versos pares entonados en canto llano, y empleo del fabordón, una sencilla técnica de armonización. Sin embargo, frente a la sobriedad del modelo, Scarlatti introduce una mayor variedad en las secciones libres, con armonías más elaboradas y un tratamiento expresivo de las disonancias, que realzan términos clave del salmo y dotan a la obra de una intensidad emocional más acusada.

Aunque se desconoce el lugar y la fecha exacta de composición de este Magnificat (en todo caso, parece ser anterior a 1714), la obra revela un notable cuidado en la expresión musical del texto mariano. Escrita para cinco voces y bajo continuo, se articula en varias secciones diferenciadas, tanto en tonalidad como en estilo. Scarlatti no se limita a ilustrar el texto, sino que lo amplifica retóricamente: el ritmo danzante de «exsultavit spiritus meus», los arpegios descendentes en «et exaltavit» o las disonancias cuidadosamente colocadas en palabras como «humiles» o «misericordiae suae» dan cuenta de su sensibilidad dramática y su fino dominio del contrapunto.

Sin comentar cada obra del padre de Domenico, esta academia granadina consiguió combinarse a cuatro voces en el Salve Regina (con tiorba y teclados), a cinco en el Dixit Dominus, cuyos cambios de tempo y articulación Tamayo pasaba del órgano positivo al clave enriqueciendo una tímbrica especial, otro tanto en el Miserere a doble coro, reubicándose  las cuerdas repartidas en cinco a izquierda y derecha, con dos buenas sopranos solistas -no puedo distinguir sus nombres- y homogeneidad de color en la alternancia de las estrofas y empaste total, con excelentes dinámicas en los conjuntos.

En el Magnificat final si cerrábamos los ojos y escuchábamos un coro de cámara más el continuo, al abrirlos parecía imposible la pequeña plantilla, con balances extremos desde un sonido compacto. Otro solo en el Gloria (a cargo de la alto Paula García Mendoza) y destacar los enlaces para pasar de García Román a Scarlatti  ornamentando y llenando el tránsito del altar al crucero, primero de Daniel Zapico (antes del Miserere), ornamentando siempre «cantando» en unos punteos cristalinos y presentes, siendo todo un seguro en el continuo, después con Darío Tamayo previo al Dixit desde el órgano (eligiendo los registros y volúmenes apropiados) y al clave antes del Magnificat, perlado, utilizando graves y agudos con la portentosa sonoridad del crucero, para proseguir con unos saltos cronológicos pero unificados en intención, emoción, fraseos textos religiosos en latín.

Poder asistir a estrenos suponte un regalo impagable para los melómanos. Retomo las notas de Pablo J. Vayón sobre las tres obras de García Román pertenecientes a su Parva opera (de los años 2014 y 2016):

En el tercer centenario de la muerte de Scarlatti su música entrará en diálogo con la de José García Román, en concreto con tres piezas de su ciclo Parva opera, iniciado en 2014, y que escucharán por vez primera en este concierto. Se trata de breves meditaciones musicales sobre máximas éticas y filosóficas tomadas de autores de la Antigüedad, como Persio Flaco, Lucio Floro o Juvenal. Con una escritura austera y atonal, pero cargada de intención expresiva, el compositor busca devolver actualidad a estos aforismos latinos, realzando su tensión interior a través de disonancias, silencios y texturas depuradas. Más que ilustrar los textos, la música los atraviesa, los suspende o los deja vibrar en la resonancia coral, como si se tratara de fragmentos de sabiduría antigua que siguen interrogando al presente.

Meditar con el canto «a capella» supuso un descubrimiento auditivo y sensorial por la escritura tan actual, que seguramente tomarán nota otros coros jóvenes dentro y fuera de nuestras fronteras, y nada mejor que la expresión de mi tocayo sevillano: «Más que ilustrar los textos, la música los atraviesa», proyección vocal sublime de las diez voces, frescas, seguras, compensadas, capaces de interpretar, guiadas por el vitoriano, a dos compositores tan distintos y distantes en el tiempo pero tan cercanos en la espiritualidad y buen gusto compositivo.

PROGRAMA:

Spiralem tempore

Alessandro Scarlatti (1660-1725):

Salve Regina, en re menor (a cuatro voces, 1703).

José García Román (1945):

Scire tuum nihil es…?, nº VI de Parva opera (para coro mixto. 2016) *

Alessandro Scarlatti:

Dixit Dominus (a cinco voces y continuo, s.d.)

José García Román:

Eam vir sanctus, nº I de Parva opera (2014) *

Alessandro Scarlatti:

Miserere (a doble coro, s.d.)

José García Román:

Vitam impendere vero, nº IV de Parva opera (2014) *

Alessandro Scarlatti:

Magnificat (a cinco voces y bajo continuo, s.d.)

INTÉRPRETES:

Academia Barroca del Festival de Granada

Darío Tamayo, órgano positivo y clave

Daniel Zapico, tiorba

Carlos Mena, dirección musical

SOPRANOS:

Carmen Callejas García – Andrea Ceballos Martín – Luna Celemín Trevín – Laura Rivas Pérez

ALTOS:

Paula García Mendoza – Alejandro López Ramiro

TENORES:

Íñigo Fernández Elorriaga – Raúl Jiménez Medina

BAJOS:

Imanol Gamboa Eguia – Jorge Trillo Valeiro

* Estreno absoluto

Concierto en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti

Clave fabricado en 1982 por Willard Martin en Bethlehem, Pennsylvania, según un original de Nicolas Blanchet.

Últimas palabras de Aarón Zapico en Granada

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Domingo, 14 de julio, 12:30 horas73º Festival de Granada, Monasterio de San Jerónimo, Cantar y tañer / #TrípticoHaydn: Academia Barroca del Festival de GranadaAarón Zapico (director). Obras de Haydn Sánchez-Verdú. Fotos de ©Fermín Rodríguez y propias.

(Reseña para para LNE del martes 16, con los añadidos de las fotos mías y de ©Fermín Rodríguez más los links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite, aunque en el blog está la «crítica larga» la tarde tras el concierto).

La septuagésima tercera edición del festival granadino llegaba su último día con un programa doble donde la sesión matinal estuvo a cargo del asturiano Aarón Zapico que ha estado al frente estos cinco años de la Academia Barroca del Festival de Granada.

Con un templo abarrotado hasta en el crucero y antes de comenzar el concierto, el maestro Zapico agradeció al director del festival Antonio Moral su apuesta por esta academia y formatos nuevos, que a la vista del éxito han sido un acierto. Y tras las palabras habladas llegarían las musicales con Haydn y sus “Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze, HOB.XX:1” (Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, 1787) incardinadas con “SHEBA (Siete estudios para orquesta histórica sobre “Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze de J. Haydn”, 2018) del compositor residente en esta edición el algecireño José María Sánchez-Verdú que suponía el estreno en España.

Por tercera vez en el festival volvían a sonar en el mismo espacio Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz tras las anteriores versiones del Cuarteto Quiroga (23 de junio) y el teclado de Yago Mahúgo (6 de julio), al fin la verdadera y primigenia escritura de Haydn (publicada por Artaria a mediados de 1787), quedando solamente por escucharse en Granada la versión en forma de oratorio, pero rindiendo tributo a la Viena como eje de este festival.

Aarón Zapico junto al narrador y periodista radiofónico Enrique Árbol (al que llaman “la voz de Granada”) haría una lectura con una versión arriesgada al alternar el original de Haydn con los estudios de Sánchez-Verdú, no siempre en el orden esperado de original y recreación, pero dejando siempre el elemento sorpresa de las sonoridades que el compositor gaditano saca como buen orquestador que es, de una orquesta joven que rindió con plena entrega y calidad a la maestría del director asturiano, capaz de aglutinar dos obras en una con total naturalidad, esmero en los contrastes, manejo de unas dinámicas donde los silencios son tan importantes como el sonido, aprovechando la reverberación de la iglesia monacal para dejarnos unas últimas palabras de Aaron Zapico en Granada que son parte de la propia historia del Festival.

Si la obra original tiene muchas dificultades, unir esta serie tan heterogénea en los “tempi” manteniendo el bloque sonoro, supuso un verdadero reto interpretativo donde la palabra se sumó a un verdadero espectáculo escuchado con un respetuoso silencio, contagiados de una mística más que poética musical. De los jóvenes músicos excelentes las maderas (oboe, flauta y fagot), bien empastadas las trompas, una cuerda homogénea con solos del concertino de calado maduro, y “El terremoto” final con trompetas y timbales para expirar y respirar.

Las (pen)últimas palabras granadinas

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Domingo, 14 de julio, 12:30 horas. 73º Festival de Granada, Monasterio de San Jerónimo, Cantar y tañer / #TrípticoHaydn: Academia Barroca del Festival de Granada, Aarón Zapico (director). Obras de Haydn y Sánchez-Verdú. Fotos de ©Fermín Rodríguez y propias.

Llegaba a mi último día de la septuagésima tercera edición del festival granadino con sesión matinal con mi querido Aarón Zapico que ha estado al frente estos cinco años de la Academia Barroca del Festival de Granada y además inauguró el del pasado año con un Retablo que forma parte de la historia de Falla en Granada.
Antes del concierto, el maestro Zapico agradecería a Antonio Moral (director del festival que finaliza mandato el próximo 31 de julio) su personal apuesta por esta Academia Barroca, lo que supone para estos jóvenes músicos y estos formatos nuevos que abren no solo carrera profesional sino nuevos públicos, un acierto porque el éxito saltó a la vista en este nuevo ciclo.
Tras la palabra hablada llegaría la musical de Haydn y Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, («Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze», HOB.XX:1) compuesta en 1787 e incardinada con “SHEBA (Siete estudios para orquesta histórica sobre “Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze de J. Haydn”, 2018) del algecireño José María Sánchez-Verdú (1968), compositor residente en esta edición y que suponía el estreno en España. De la obra del gaditano que además la compone para una «orquesta histórica», me remito a las notas al programa de Bernardo García-Bernalt que dejo al final de esta entrada, añadiendo que tanto en estos «estudios» como con la adaptación de los lieder de Schubert volvió a demostrarnos el respeto por la obra que le sirve de inspiración, sin perder sus propias señas de identidad y profundo conocimiento de la instrumentación.
En esta edición sonarían por tercera vez en San Jerónimo estas «últimas palabras» tras las anteriores a cargo del Cuarteto Quiroga (23 de junio) verdaderamente memorables, o el fortepiano de Yago Mahúgo (6 de julio), por fin la verdadera y primera escritura de Haydn publicada por Artaria a mediados de 1787), quedando en el tintero poder escuchar en Granada la versión en forma de oratorio, pero rindiendo tributo a la Viena como eje de este festival, un «Tríptico Haydn» muy interesante.
Contando con el narrador y periodista radiofónico de la SER Enrique Árbol (al que llaman “la voz de Granada”), quien interpretaría con vehemencia los pasajes bíblicos preparados para esta «mixtura» atemporal, la versión de Aarón Zapico resultó una lectura arriesgada al alternar Haydn y Sánchez Verdú en las siete sonatas no siempre en ese orden, dejando siempre el elemento sorpresa por las propias sonoridades que el compositor gaditano saca como buen orquestador que es, que no estaban indicadas en el programa y con parte del público «despistado» aunque los espectáculos gratuitos siempre atraen neófitos en la materia de oído poco cultivado.
La joven orquesta rindió con plena entrega y calidad a la maestría del director asturiano, capaz de aglutinar las dos obras en una con naturalidad, mucho esmero en los contrastes, manejando unas dinámicas y tempi extremos «marca de la casa», donde los silencios son tan importantes como el sonido y deben remarcarse, aprovechando la reverberación de dos segundos que tiene esta iglesia monacal granadina para dejarnos unas “últimas palabras de Aaron Zapico en Granada”, ya formando parte de la propia historia del Festival.
Si la obra original, analizada en las notas al programa, presenta muchas dificultades, unir esta serie tan heterogénea en los aires manteniendo el bloque sonoro, supuso un verdadero reto interpretativo donde la verdadera palabra interpretada por Árbol se sumaría al auténtico espectáculo escuchado con un respetuoso silencio «como en misa», contagiados todos los fieles de esta mística musical.
De los jóvenes músicos de esta orquesta, Academia Barroca del Festival de Granada, cuya plantilla también incluyo en esta entrada, destacar las excelentes maderas y solistas (Vicent Giménez Pons al oboe, Clara Burgos Valenciano en la flauta y el fagot de Javier Caruda Ortiz), bien empastadas las trompas, una cuerda homogénea con solos del concertino Alfredo Jaime Doblado de calado maduro, más “El terremoto” final donde trompetas y timbales nos hicieron expirar y respirar, con un maestro de ceremonias verdadero artífice de este «milagro haydniniano» en San Jerónimo.
Componentes de la orquesta:
Notas al programa de Bernardo García-Bernalt:

Sieben-Sheba: Metaexégesis
Facilitada por la revolución en los procesos de producción y consumo de la música que se vivió en las últimas décadas del siglo XVIII, la obra de Joseph Haydn, paradigma de lo que podría considerarse en su época un estilo compositivo transnacional, tuvo una extraordinaria recepción en España ya desde 1770. Quizá el mayor éxito lo alcanzó con sus Siete últimas palabras de Cristo en la cruz, compuesta alrededor de 1786 por encargo del Marqués de Valde-Íñigo y destinada al ejercicio devocional de Las tres horas que se celebraba el Viernes Santo en el oratorio gaditano de La Santa Cueva. Se le solicitaron siete adagios instrumentales inspirados en cada una de las palabras que, según los evangelios, Cristo dijo desde la cruz, para que fueran alternando con prédicas sobre cada una de ellas. Tras una introducción, la música debía ir expresando las emociones correspondientes a cada palabra, invitando a la meditación, y concluiría con una representación musical del terremoto que siguió a la muerte de Cristo. La versión original –la que hoy se escuchará– fue publicada por Artaria a mediados de 1787, junto a una adaptación para cuarteto y otra para piano (años más tarde se estrenaría también una versión en forma de oratorio).
La dificultad que suponía escribir una serie tan homogénea en los tempi y en la forma sin que resultara monótona fue superada por Haydn con la adopción de un plan tonal global sorprendente, la exploración de diversas variaciones de la forma sonata o el empleo de una paleta de texturas que van desde una ligereza casi quebradiza hasta apabullantes sonoridades masivas. El resultado es una obra híbrida, con elementos de sinfonía característica y de oratorio sin palabras, que expresa la situación anímica de Cristo en su agonía a través de cada una de las palabras que pronuncia. Cada breve texto inspira y articula una frase que los violines primeros exponen al inicio (algo que el oyente solo puede percibir de modo subliminal), motivo que sirve como idea principal, generadora de todo el movimiento. Charles Burney constata lo dicho: «Los temas son tan apasionados y llenos de dolor y tristeza que, aunque todos los movimientos fluyen de modo similar, los motivos, tonalidades y efectos son tan nuevos y diferentes que un verdadero amante de la música no sentirá fatiga alguna ni deseará temas más ligeros para estimular su atención» (A General History of Music, Londres 1789).
Hoy, la exegética obra de Haydn es, a su vez, objeto de otra exégesis musical propuesta por José María Sánchez-Verdú. Su obra SHEBA, que se estrena en España en este concierto, deriva también de un singular encargo realizado en 2018 por el Festival Haydn de los Conciertos del Castillo de Brühl. Escrita para una orquesta historicista de plantilla similar a la que exige Die sieben letzten Worte, consta de siete breves estudios orquestales, susceptibles de insertarse tras cada una de las sonatas, que, de algún modo, dialogan con ellas, las interpretan, comentan o interpelan, planteando una resignificación de la propia retórica de los afectos. La obra de Sánchez-Verdú es una fascinante propuesta de nuevas sonoridades a partir de la exploración de las peculiaridades tímbricas de los instrumentos de época o de la distribución espacial de la orquesta, entre otros elementos: «los registros, los colores tonales y las características
de orquestación de Haydn se deforman como en una especie de anamorfosis del material musical», según el autor. Die sieben Worte y SHEBA, se comunican también mediante rasgos, gestos, recuerdos e impulsos que, como afirma Andreas Speering, «permiten apreciar y experimentar tanto la sorprendente modernidad de Haydn como la profunda sensibilidad histórica de Sánchez-Verdú».

PROGRAMA
Joseph Haydn (1732-1809):
Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze, HOB.XX:1 (Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, 1787):
L´introduzione
Sonata I «Pater, dimitte illis, quia nesciunt, quid faciunt»
Sonata II «Hodie mecum eris in Paradiso»
Sonata III «Mulier ecce filius tuus»
Sonata IV «Deus meus, Deus meus, utquid dereliquisti me»
Sonata V «Sitio»
Sonata VI «Consummatum est»
Sonata VII «In manus tuas Domine, commendo spiritum meum»
Il terremoto
José María Sánchez-Verdú (1968):
SHEBA (Siete estudios para orquesta histórica sobre Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze de J. Haydn) (2018) (estreno en España)

Soli Bach Gloria

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Sábado 15 de julio, 12:30 horas. 72 Festival de Granada, Monasterio de San Jerónimo, Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos”: Academia Barroca del Festival de Granada, Carlos Mena (director). Soli Deo Gloria, obras de Johann Sebastian Bach. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.

Sé que seré perdonado por titular Soli Bach Gloria esta entrada de la sesión matutina en el vigésimoquinto día de este festival donde los sones antiguos y barrocos han tenido un papel esencial. Y es que Johann Sebastian Bach (1685-1750), “Mein Gott” sigue siendo el padre de todas las músicas, incluyendo las cantatas y el motete que la Academia Barroca del Festival de Granada nos ha traído hasta San Jerónimo, la faceta docente que entre Aarón Zapico y Carlos Mena han llevado a cabo los últimos años.

Seis solistas que tienen mucha carrera por delante y tres instrumentistas de altura, especial mención a Darío Tamayo que participó en todo el concierto alternando órgano positivo y clave, todos bajo la dirección del contratenor vitoriano Carlos Mena (1971) que tras duros días de trabajo han interpretado una selección de seis cantatas que como titula Pablo J. Vayón sus notas al programa, son “Arte y divisa de Bach”. Sin saber distinguir específicamente todas las voces que participaron, pido disculpas por ello, paso a comentar en la sobremesa tras esta “clase final” en concierto.

Primera cantata Sehet, wir geh’n hinauf gen Jerusalem, BWV 159 con el duetto: «Ich folge dir nach» cantado por las dos sopranos, el alto Juan Manuel Morales y el órgano de Tamayo. Excelente dicción y fraseos con un solista de timbre bellísimo que los años le redondearán.

Siguiente cantata con altos más un tenor solista con acompañamiento de órgano y chelo, Aus der Tiefe ruf ich. Herr, zu dir, BWV 131 y su aria con coral: «Meine Seele wartet». Tenor con buena proyección y altos muy piano, en parte por un órgano positivo que no varió los registros, pero disfrutando de un trío vocal que más adelante también se lucirían como solistas.

De la cantata Der Himmel lacht! die Erde jubiliert, BWV 31 se organizó entre el recitativo «Erwunschter Tag!» por un lado con solista y bajo continuo incluyendo el clave, para en la vivaz aria «Fürst des Lebens, starker Streiten» sumarse el trío instrumental con cierto desequilibrio en el balance vocal pero ejecutado con pulcritud por todos, siempre bajo las atentas indicaciones de Carlos Mena.

La mezzo asturiana Serena Pérez interpretó de la cantata Geist und Seele wird verwirret, BWV 35 el recitativo «Ich wundre mich» con órgano, bien fraseado y emitido, más el aria «Gott hat alles wohl gemacht» con una base instrumental algo fuerte donde el granadino de nuevo marcó más decibelios de los necesarios al òrgano, pero como comentaba con mi vecino de localidad al final del concierto “hay cantera” y en Asturias el talento vocal lo exportamos. El registro grave irá ganando en volumen y técnica tiene para lograrlo.

Una de mis cantatas favoritas es Christ lag in Todes Banden, BWV 4, que con órgano más la asturiana y una de las sopranos nos emocionaron con el Versus II «Den Tod niemand zwingen kunnt», buen empaste y afinación, dominando el idioma de Goethe que tanto ayuda a la colocación de la voz.

Los nervios supongo que siempre son necesarios en los conciertos, y hubo “entrada falsa” mientras Tamayo cambiaba partituras. La cantata Jauchzet Gott in allen Landen, BWV 51 también se eligió alternar entre las dos sopranos el recitativo «Wir beten zu dem Tempel an» por la primera de ellas y el bajo continuo al completo, más la segunda soprano de mayor proyección y volumen para el aria «Höchster, mache deine Güte», dos colores vocales distintos para comprobar que las tesituras no son suficientes en las clasificaciones tendiendo más a diferenciar las diferencias en ese color, emisión y hasta matices o fraseos. Las lecciones de Mena surten buen efecto y estas solistas toman nota en cada página estudiada.

Para cerrar este bloque de cantatas, Erhalt uns, Herr, bei deinem Wort, BWV 126 poderosa, variada, combinando solistas y conjuntos, recitativo «Der Menschen Gunst und Macht» con altos y tenores, aria «Stürze zu Boden» de excelente bajo solista, nuevo recitativo «So wird dein Wort und Wahrheit offenbar» con clave y distinto solistas para finalizar todos en el bellísimo coral «Verleih uns Frieden gnädiglich», buen cierre a este pequeño ciclo donde cada cantante participó y se sumó en esta última plegaria, destacando la tiorba de Sergio Bermúdez y el poderoso cello de Héctor Hervás, con pasajes virtuosos ejecutados con limpieza y presencia.

Una breve pausa para reorganizar el órgano en el centro y las voces colocadas tradicionalmente por cuerdas, cuatro a cada lado. Mientras una explicación del maestro Mena sobre el motete Jesu, meine Freude, BWV 227, el más largo y complejo musicalmente de los compuestos por Bach, alfa y omega, principio y final, “Jesús mi alegría” porque la muerte luterana también es volver a la mejor vida, y con la música del dios Bach una explosión interior. Como recordó el vitoriano, se cumplen 300 años de este motete (escrito en julio de 1723 para el funeral de Johanna Maria Kees, esposa del jefe de correos) donde disfrutar cada una de las partes, diferenciando coro y corales, ocho voces o cuatro con “cantus firmus” a cargo del contratenor, una práctica hoy habitual por historicista aunque en su momento fuesen los niños. Los once movimientos juegan con los impares escenario de los versos de la coral del mismo nombre de Johann Franck de 1653, mientras que los pares son extractos de la Epístola de Pablo a los Romanos. Se han analizado hasta hablar de una simetría general, no aparente para algunos diletantes pero recordando que el primer y último movimiento son armonizaciones idénticas de la coral, el segundo y el décimo movimiento trabajan con el mismo material musical, el sexto movimiento central es una fuga elaborada, y Bach reduce la textura a tres voces en el cuarto y octavo movimiento. Con ese final que dice “Huid, espíritu de tristeza, que el maestro de mi alegría, Jesús, ya entra en mí”, así Bach ayudó a estas voces jóvenes con el órgano de Tamayo a darnos la esperanza siempre necesaria.

Final con las palabras de Antonio Moral despidiendo estos conciertos en San Jerónimo y agradeciendo el trabajo de Carlos Mena así como de Aarón Zapico con esta Academia Barroca del Festival de Granada, un proyecto que es realidad y sigue sumando jóvenes al apostolado bachiano que nunca morirá.

Academia Barroca del Festival de Granada

Soraya Méncid y Laura Rivas, sopranos – Serena Pérez y Juan Manuel Morales, altos – Raúl Jiménez y Luken Munguira, tenores – Roger Casanova y Julen García, bajos.

Darío Tamayo, clave/órgano positivo – Héctor Hervás, violonchelo – Sergio Bermúdez, tiorba

Carlos Mena, dirección musical

PROGRAMA

Soli Deo Gloria

Johann Sebastian Bach (1685-1750)

De la cantata Sehet, wir geh’n hinauf gen Jerusalem, BWV 159

 Duetto: «Ich folge dir nach»

 De la cantata Aus der Tiefe ruf ich. Herr, zu dir, BWV 131

Aria con Coral: «Meine Seele wartet»

 De la cantata Der Himmel lacht! die Erde jubiliert, BWV 31

Recitativo: «Erwunschter Tag!»

Aria: «Fürst des Lebens, starker Streiten»

De la cantata Geist und Seele wird verwirret, BWV 35

Recitativo: «Ich wundre mich»

Aria: «Gott hat alles wohl gemacht»

De la cantata Christ lag in Todes Banden, BWV 4

Versus II: «Den Tod niemand zwingen kunnt»

De la cantata Jauchzet Gott in allen Landen, BWV 51

Recitativo: «Wir beten zu dem Tempel an»

Aria: «Höchster, mache deine Güte»

De la cantata Erhalt uns, Herr, bei deinem Wort, BWV 126

Recitativo: «Der Menschen Gunst und Macht»

Aria: «Stürze zu Boden»

Recitativo: «So wird dein Wort und Wahrheit offenbar»

Coral: «Verleih uns Frieden gnädiglich»

Motete Jesu, meine Freude, BWV 227